'Dijo' en la Biblia
Y Jesús les dijo: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres.
Y Él les dijo: Vamos a las ciudades vecinas, para que predique también allí, porque para esto he venido.
Y vino a Él un leproso, rogándole; y arrodillándose ante Él, le dijo: Si quieres, puedes limpiarme.
Y Jesús, teniendo compasión de él, extendió su mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio.
y le dijo: Mira, no digas a nadie nada, sino ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu limpieza lo que Moisés mandó, para testimonio a ellos.
Y al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados.
Y al instante Jesús, conociendo en su espíritu que pensaban de esta manera dentro de sí mismos, les dijo: ¿Por qué pensáis estas cosas en vuestros corazones?
Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra de perdonar pecados (dijo al paralítico):
Y pasando, vio a Leví hijo de Alfeo, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y levantándose, le siguió.
Y oyéndolo Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos: No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.
Y Jesús les dijo: ¿Pueden ayunar los que están de bodas, mientras el esposo está con ellos? Entre tanto que tienen consigo al esposo, no pueden ayunar.
Y Él les dijo: ¿No habéis leído qué hizo David cuando tuvo necesidad y sintió hambre, él y los que con él estaban;
También les dijo: El sábado fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del sábado.
Entonces dijo al hombre que tenía seca la mano: Levántate y ponte en medio.
Y les dijo: ¿Es lícito hacer bien en sábado, o hacer mal; salvar la vida, o quitarla? Pero ellos callaban.
Entonces mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y su mano le fue restaurada sana como la otra.
Y dijo a sus discípulos que le tuviesen siempre apercibida una barca, por causa de la multitud, para que no le oprimiesen.
Y llamándoles, les dijo en parábolas: ¿Cómo puede Satanás, echar fuera a Satanás?
Y mirando alrededor a los que estaban sentados en derredor de Él, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos.
Y les dijo: El que tiene oídos para oír, oiga.
Y les dijo: A vosotros es dado el saber los misterios del reino de Dios; mas a los que están fuera, todo es hecho por parábolas;
Y les dijo: ¿No entendéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas?
Y les dijo: ¿Se trae el candil para ponerse debajo del almud, o debajo de la cama? ¿No es para ponerse en el candelero?
Y les dijo: Mirad lo que oís; porque con la medida que medís, se os medirá, y a vosotros los que oís, más os será añadido.
Y dijo: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra;
Y dijo: ¿A qué haremos semejante el reino de Dios, o con qué parábola le compararemos?
Y aquel día, cuando cayó la tarde, les dijo: Pasemos al otro lado.
Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento. Y se hizo grande bonanza.
Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo es que no tenéis fe?
Y clamando a gran voz, dijo: ¿Qué tengo contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes.
Mas Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti.
Y enseguida Jesús, sabiendo en sí mismo el poder que había salido de Él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mi manto?
Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de Él, y le dijo toda la verdad.
Y Él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz, y queda sana de tu azote.
Y tan pronto como Jesús oyó la palabra que fue dicha, dijo al príncipe de la sinagoga: No temas, cree solamente.
Y entrando, les dijo: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La muchacha no está muerta, sino duerme.
Y tomando la mano de la muchacha, le dijo: Talita cumi; que es si lo interpretares: Muchacha, a ti te digo: Levántate.
Mas Jesús les dijo: No hay profeta sin honra sino en su tierra, y entre sus parientes, y en su casa.
Y les dijo: Dondequiera que entréis en una casa, posad en ella hasta que salgáis de allí.
Y oyó el rey Herodes la fama de Jesús, porque su nombre se había hecho notorio, y dijo: Juan el Bautista ha resucitado de los muertos, y por eso milagros obran en él.
Mas oyéndolo Herodes, dijo: Es Juan, al que yo decapité, él ha resucitado de los muertos.
entrando la hija de Herodías, danzó, y agradó a Herodes y a los que estaban con él a la mesa; y el rey dijo a la damisela: Pídeme lo que quieras, y yo te lo daré.
Y saliendo ella, dijo a su madre: ¿Qué pediré? Y ella dijo: La cabeza de Juan el Bautista.
Y Él les dijo: Venid vosotros aparte a un lugar desierto y descansad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, y ni aun tenían tiempo para comer.
Respondiendo Él, les dijo: Dadles vosotros de comer. Y ellos le dijeron: ¿Que vayamos y compremos pan por doscientos denarios, y les demos de comer?
Él les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Id y vedlo. Y enterándose, dijeron: Cinco, y dos peces.
porque todos le veían, y se turbaron. Pero en seguida habló con ellos y les dijo: Tened buen ánimo, yo soy, no temáis.
Y respondiendo Él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, pero su corazón lejos está de mí.
Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldijere a su padre o a su madre, muera de muerte.
Y llamando a sí a toda la multitud, les dijo: Oídme todos, y entended:
Y les dijo: ¿También vosotros estáis sin entendimiento? ¿No entendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre no le puede contaminar?
Pero Jesús le dijo: Deja que primero se sacien los hijos, porque no está bien quitar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos.
Y ella respondió y le dijo: Sí, Señor, pero aun los perrillos debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos.
Entonces le dijo: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija.
y alzando los ojos al cielo, gimió, y le dijo: Efata; que es: Sé abierto.
En aquellos días, siendo tan grande la multitud, y no teniendo qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
Y gimiendo en su espíritu, dijo: ¿Por qué pide señal esta generación? De cierto os digo que no se dará señal a esta generación.
Y cuando Jesús lo entendió, les dijo: ¿Por qué discutís, porque no tenéis pan? ¿Aún no comprendéis ni entendéis? ¿Aún tenéis endurecido vuestro corazón?
Y les dijo: ¿Cómo es que aún no entendéis?
Y él mirando, dijo: Veo los hombres como árboles que caminan.
Entonces Él les dijo: ¿Y vosotros, quién decís que soy yo? Y respondiendo Pedro, le dijo: Tú eres el Cristo.
Y llamando a la multitud y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.
También les dijo: De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios venido con poder.
Entonces respondiendo Pedro, dijo a Jesús: Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí; y hagamos tres tabernáculos; uno para ti, otro para Moisés y otro para Elías.
Y respondiendo Él, les dijo: Elías a la verdad vendrá primero, y restaurará todas las cosas; y como está escrito del Hijo del Hombre, que debe padecer mucho y ser tenido en nada.
Y uno de la multitud respondiendo, dijo: Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo,
Y respondiendo Él, les dijo: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os tengo que soportar? Traédmele.
Y Jesús preguntó a su padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde niño:
Y Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible.
Y al instante el padre del muchacho, clamando con lágrimas, dijo: Señor, creo, ayuda mi incredulidad.
Y Él les dijo: Este género por nada puede salir, sino por oración y ayuno.
Entonces sentándose, llamó a los doce, y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos.
Y tomó a un niño, y lo puso en medio de ellos; y tomándole en sus brazos, les dijo:
Pero Jesús dijo: No se lo prohibáis; porque ninguno hay que haga milagro en mi nombre que luego pueda decir mal de mí.
Y Él respondiendo, les dijo: ¿Qué os mandó Moisés?
Y Jesús respondiendo, les dijo: Por la dureza de vuestro corazón os escribió este mandamiento,
Y Él les dijo: Cualquiera que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra ella;
Y viéndolo Jesús, se indignó, y les dijo: Dejad los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios.
Y Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios.
Y él respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto he guardado desde mi juventud.
Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: Ve, vende todo lo que tienes y da a los pobres; y tendrás tesoro en el cielo; y ven, toma tu cruz, y sígueme.
Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!
Y los discípulos se asombraron de sus palabras. Pero Jesús, respondiendo otra vez, les dijo: Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas!
Y mirándolos Jesús, dijo: Con los hombres es imposible; pero con Dios, no; porque con Dios todas las cosas son posibles.
Y respondiendo Jesús, dijo: De cierto os digo, que ninguno hay que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o esposa, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio,
Y Él les dijo: ¿Qué queréis que os haga?
Pero Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado?
Y ellos le dijeron: Podemos. Y Jesús les dijo: A la verdad, beberéis de la copa de que yo bebo, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados;
Pero Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que parecen ser príncipes de los gentiles, se enseñorean sobre ellos; y los que entre ellos son grandes, tienen potestad sobre ellos.
Y respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Señor, que reciba la vista.
Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y al instante recibió su vista, y seguía a Jesús en el camino.
y les dijo: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego que entréis en ella, hallaréis un pollino atado, sobre el cual ningún hombre se ha sentado; desatadlo y traedlo.
Entonces Jesús respondiendo, dijo a la higuera: Nunca más coma nadie fruto de ti, por siempre. Y sus discípulos lo oyeron.
Y Pedro, acordándose, le dijo: Maestro, he aquí la higuera que maldijiste se ha secado.
Y respondiendo Jesús les dijo: Tened fe en Dios.
Y Jesús, respondiendo, les dijo: Yo también os haré una pregunta; y respondedme, y os diré con qué autoridad hago estas cosas:
Y ellos, respondiendo, dijeron a Jesús: No sabemos. Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Tampoco yo os diré con qué autoridad hago estas cosas.
Pero Él, conociendo la hipocresía de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis? Traedme una moneda para que la vea.
Y ellos se la trajeron. Y les dijo: ¿De quién es esta imagen e inscripción? Y ellos le dijeron: De César.
Y respondiendo Jesús, les dijo: Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Y se maravillaron de Él.