'Había' en la Biblia
- 1.Gé 1:31-Gé 45:27
- 2.Gé 46:5-Números 33:9
- 3.Números 35:25-Jueces 14:7
- 4.Jueces 14:9-2 Samuel 3:30
- 5.2 Samuel 3:37-1 Reyes 12:1
- 6.1 Reyes 12:2-2 Reyes 17:12
- 7.2 Reyes 17:15-2 Crónicas 9:6
- 8.2 Crónicas 9:11-Nehemías 6:12
- 9.Nehemías 6:16-Jeremías 32:3
- 10.Jeremías 36:4-Daniel 2:24
- 11.Daniel 2:29-Lucas 2:7
- 12.Lucas 2:8-Juan 10:40
- 13.Juan 11:17-Hechos 28:11
- 14.Romanos 1:2-Apocalipsis 19:20
Tú, oh rey, en tu cama subieron tus pensamientos por saber lo que había de ser en lo por venir; y el que revela los misterios te mostró lo que ha de ser.
Y envió el rey Nabucodonosor á juntar los grandes, los asistentes y capitanes, oidores, receptores, los del consejo, presidentes, y á todos los gobernadores de las provincias, para que viniesen á la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había
Fueron pues reunidos los grandes, los asistentes y capitanes, los oidores, receptores, los del consejo, los presidentes, y todos los gobernadores de las provincias, á la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado: y estaban en pie d
Y porque la palabra del rey daba priesa, y había procurado que se encendiese mucho, la llama del fuego mató á aquellos que habían alzado á Sadrach, Mesach, y Abed-nego.
Y juntáronse los grandes, los gobernadores, los capitanes, y los del consejo del rey, para mirar estos varones, como el fuego no se enseñoreó de sus cuerpos, ni cabello de sus cabezas fué quemado, ni sus ropas se mudaron, ni olor de fuego había pasado por
Su copa era hermosa, y su fruto en abundancia, y para todos había en él mantenimiento. Debajo de él se ponían á la sombra las bestias del campo, y en sus ramas hacían morada las aves del cielo, y manteníase de él toda carne.
Y cuya copa era hermosa, y su fruto en abundancia, y que para todos había mantenimiento en él; debajo del cual moraban las bestias del campo, y en sus ramas habitaban las aves del cielo,
Belsasar, con el gusto del vino, mandó que trajesen los vasos de oro y de plata que Nabucodonosor su padre había traído del templo de Jerusalem; para que bebiesen con ellos el rey y sus príncipes, sus mujeres y sus concubinas.
Pero el mismo Daniel era superior á estos gobernadores y presidentes, porque había en él más abundancia de espíritu: y el rey pensaba de ponerlo sobre todo el reino.
Estando yo contemplando los cuernos, he aquí que otro cuerno pequeño subía entre ellos, y delante de él fueron arrancados tres cuernos de los primeros; y he aquí, en este cuerno había ojos como ojos de hombre, y una boca que hablaba grandezas.
Habían también quitado á las otras bestias su señorío, y les había sido dada prolongación de vida hasta cierto tiempo.
Asimismo acerca de los diez cuernos que tenía en su cabeza, y del otro que había subido, de delante del cual habían caído tres: y este mismo cuerno tenía ojos, y boca que hablaba grandezas, y su parecer mayor que el de sus compañeros.
EN el año tercero del reinado del rey Belsasar, me apareció una visión á mí, Daniel, después de aquella que me había aparecido antes.
Vi que el carnero hería con los cuernos al poniente, al norte, y al mediodía, y que ninguna bestia podía parar delante de él, ni había quien escapase de su mano: y hacía conforme á su voluntad, y engrandecíase.
Y vino hasta el carnero que tenía los dos cuernos, al cual había yo visto que estaba delante del río, y corrió contra él con la ira de su fortaleza.
Y vilo que llegó junto al carnero, y levantóse contra él, é hiriólo, y quebró sus dos cuernos, porque en el carnero no había fuerzas para parar delante de él: derribólo por tanto en tierra, y hollólo; ni hubo quien librase al carnero de su mano.
Y yo Daniel fuí quebrantado, y estuve enfermo algunos días: y cuando convalecí, hice el negocio del rey; mas estaba espantado acerca de la visión, y no había quien la entendiese.
En el año primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años, del cual habló Jehová al profeta Jeremías, que había de concluir la asolación de Jerusalem en setenta años.
Aun estaba hablando en oración, y aquel varón Gabriel, al cual había visto en visión al principio, volando con presteza, me tocó como á la hora del sacrificio de la tarde.
Por tanto yo tornaré, y tomaré mi trigo á su tiempo, y mi vino á su sazón, y quitaré mi lana y mi lino que había dado para cubrir su desnudez.
Lo que quedó de la oruga comió la langosta, y lo que quedó de la langosta comió el pulgón; y el revoltón comió lo que del pulgón había quedado.
Y los marineros tuvieron miedo, y cada uno llamaba á su dios: y echaron á la mar los enseres que había en la nave, para descargarla de ellos. Jonás empero se había bajado á los lados del buque, y se había echado á dormir.
Y aquellos hombres temieron sobremanera, y dijéronle: ¿Por qué has hecho esto? Porque ellos entendieron que huía de delante de Jehová, porque se lo había declarado.
MAS Jehová había prevenido un gran pez que tragase á Jonás: y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches.
Y vió Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino: y arrepintióse del mal que había dicho les había de hacer, y no lo hizo.
¿Qué es de la morada de los leones, y de la majada de los cachorros de los leones, donde se recogía el león, y la leona, y los cachorros del león, y no había quien les pusiese miedo?
¿No han de levantar todos estos sobre él parábola, y sarcasmos contra él? Y dirán: Ay del que multiplicó lo que no era suyo! ¿Y hasta cuándo había de amontonar sobre sí espeso lodo?
Y oyó Zorobabel hijo de Sealtiel, y Josué hijo de Josadac, gran sacerdote, y todo el demás pueblo, la voz de Jehová su Dios, y las palabras del porfeta Haggeo, como lo había enviado Jehová el Dios de ellos; y temió el pueblo delante de Jehová.
Antes que fuesen estas cosas, venían al montón de veinte hanegas, y había diez; venían al lagar para sacar cincuenta cántaros del lagar, y había veinte.
Vi de noche, y he aquí un varón que cabalgaba sobre un caballo bermejo, el cual estaba entre los mirtos que había en la hondura; y detrás de él había caballos bermejos, overos, y blancos.
En el primer carro había caballos bermejos, y el segundo carro caballos negros,
Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió á su mujer.
Y convocados todos los príncipes de los sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo.
Herodes entonces, como se vió burlado de los magos, se enojó mucho, y envió, y mató á todos los niños que había en Bethlehem y en todos sus términos, de edad de dos años abajo, conforme al tiempo que había entendido de los magos.
Entonces fué cumplido lo que se había dicho por el profeta Jeremías, que dijo:
Y vino, y habitó en la ciudad que se llama Nazaret: para que se cumpliese lo que fué dicho por los profetas, que había de ser llamado Nazareno.
Y los porqueros huyeron, y viniendo á la ciudad, contaron todas las cosas, y lo que había pasado con los endemoniados.
Y las gentes, viéndolo, se maravillaron, y glorificaron á Dios, que había dado tal potestad á los hombres.
Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre doce años había, llegándose por detrás, tocó la franja de su vestido:
Diciendo: ¿Eres tú aquél que había de venir, ó esperaremos á otro?
Y si queréis recibir, él es aquel Elías que había de venir.
Y he aquí había allí uno que tenía una mano seca: y le preguntaron, diciendo: ¿Es lícito curar en sábado? por acusarle.
Porque Herodes había prendido á Juan, y le había aprisionado y puesto en la cárcel, por causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano;
Y saliendo Jesús, vió un gran gentío, y tuvo compasión de ellos, y sanó á los que de ellos había enfermos.
Y he aquí una mujer Cananea, que había salido de aquellos términos, clamaba, diciéndole: Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí; mi hija es malamente atormentada del demonio.
Entonces entendieron que no les había dicho que se guardasen de la levadura de pan, sino de la doctrina de los Fariseos y de los Saduceos.
Porque el Hijo del hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.
¿Qué os parece? Si tuviese algún hombre cien ovejas, y se descarriase una de ellas, ¿no iría por los montes, dejadas las noventa y nueve, á buscar la que se había descarriado?
Y viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y viniendo, declararon á su señor todo lo que había pasado.
Entonces los Fariseos, oyendo que había cerrado la boca á los Saduceos, se juntaron á una.
Esto empero sabed, que si el padre de la familia supiese á cuál vela el ladrón había de venir, velaría, y no dejaría minar su casa.
Y el que había recibido cinco talentos se fué, y granjeó con ellos, é hizo otros cinco talentos.
Asimismo el que había recibido dos, ganó también él otros dos.
Mas el que había recibido uno, fué y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor.
Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; he aquí otros cinco talentos he ganado sobre ellos.
Y llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; he aquí otros dos talentos he ganado sobre ellos.
Y llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste, y recoges donde no esparciste;
Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: Al que yo besare, aquél es: prendedle.
Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado, volvió arrepentido las treinta piezas de plata á los príncipes de los sacerdotes y á los ancianos,
Y como fué la tarde del día, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, el cual también había sido discípulo de Jesús.
Y lo puso en su sepulcro nuevo, que había labrado en la peña: y revuelta una grande piedra á la puerta del sepulcro, se fué.
Y he aquí, fué hecho un gran terremoto: porque el ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, había revuelto la piedra, y estaba sentado sobre ella.
Mas los once discípulos se fueron á Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado.
Y había en la sinagoga de ellos un hombre con espíritu inmundo, el cual dió voces,
Y aconteció que estando Jesús á la mesa en casa de él, muchos publicanos y pecadores estaban también á la mesa juntamente con Jesús y con sus discípulos: porque había muchos, y le habían seguido.
Y OTRA vez entró en la sinagoga; y había allí un hombre que tenía una mano seca.
Porque había sanado á muchos; de manera que caían sobre él cuantos tenían plagas, por tocarle.
Y despachando la multitud, le tomaron como estaba, en el barco; y había también con él otros barquitos.
Porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, mas las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y los grillos desmenuzados; y nadie le podía domar.
Y los que apacentaban los puercos huyeron, y dieron aviso en la ciudad y en los campos. Y salieron para ver qué era aquello que había acontecido.
Y vienen á Jesús, y ven al que había sido atormentado del demonio, y que había tenido la legión, sentado y vestido, y en su juicio cabal; y tuvieron miedo.
Y les contaron los que lo habían visto, cómo había acontecido al que había tenido el demonio, y lo de los puercos.
Y entrando él en el barco, le rogaba el que había sido fatigado del demonio, para estar con él.
Y se fué, y comenzó á publicar en Decápolis cuan grandes cosas Jesús había hecho con él: y todos se maravillaban.
Y había sufrido mucho de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor,
Y luego Jesús, conociendo en sí mismo la virtud que había salido de él, volviéndose á la compañía, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos?
Y él miraba alrededor para ver á la que había hecho esto.
Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en sí había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad.
Y oyó el rey Herodes la fama de Jesús, porque su nombre se había hecho notorio; y dijo: Juan el que bautizaba, ha resucitado de los muertos, y por tanto, virtudes obran en él.
Porque el mismo Herodes había enviado, y prendido á Juan, y le había aprisionado en la cárcel á causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano; pues la había tomado por mujer.
Y como fué á su casa, halló que el demonio había salido, y á la hija echada sobre la cama.
Mas ellos callaron; porque los unos con los otros habían disputado en el camino quién había de ser el mayor.
Ellos entonces les dijeron como Jesús había mandado: y los dejaron.
Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces.
Y llegándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos?
Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dice: No estás lejos del reino de Dios. Y ya ninguno osaba preguntarle.
Y fueron sus discípulos, y vinieron á la ciudad, y hallaron como les había dicho; y aderezaron la pascua.
Y el que le entregaba les había dado señal común, diciendo: Al que yo besare, aquél es: prendedle, y llevadle con seguridad.
Y el gallo cantó la segunda vez: y Pedro se acordó de las palabras que Jesús le había dicho: Antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces. Y pensando en esto, lloraba.
Y había uno, que se llamaba Barrabás, preso con sus compañeros de motín que habían hecho muerte en una revuelta.
Y viniendo la multitud, comenzó á pedir hiciese como siempre les había hecho.
Y el centurión que estaba delante de él, viendo que había espirado así clamando, dijo: Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios.
Y ellas se fueron huyendo del sepulcro; porque las había tomado temblor y espanto; ni decían nada á nadie, porque tenían miedo.
Mas como Jesús resucitó por la mañana, el primer día de la semana, apareció primeramente á María Magdalena, de la cual había echado siete demonios.
Y ellos como oyeron que vivía, y que había sido visto de ella, no lo creyeron.
Y saliendo, no les podía hablar: y entendieron que había visto visión en el templo: y él les hablaba por señas, y quedó mudo.
Y oyeron los vecinos y los parientes que Dios había hecho con ella grande misericordia, y se alegraron con ella.
Del juramento que juró á Abraham nuestro padre, Que nos había de dar,
Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días en que ella había de parir.
Y parió á su hijo primogénito, y le envolvió en pañales, y acostóle en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.
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