'Mis' en la Biblia
que pronunciaron mis labios, y habló mi boca, cuando estaba angustiado.
He trabajado llamando, mi garganta se ha enronquecido; han desfallecido mis ojos esperando a mi Dios.
Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza los que me aborrecen sin causa; se han fortalecido mis enemigos, los que me destruyen sin por qué; entonces devolví lo que no hurté.
Dios, tú sabes mi locura; y mis delitos no te son ocultos.
He sido extrañado de mis hermanos, y extraño a los hijos de mi madre.
Acércate a mi alma, redímela; líbrame a causa de mis enemigos.
Tú sabes mi afrenta, y mi confusión, y mi oprobio; delante de ti están todos mis enemigos.
Porque mis enemigos han tratado de mí; y los que acechan mi alma, consultaron juntamente.
Mis labios se alegrarán cuando cantare alabanzas a ti; y mi alma, a la cual rescataste.
En cuanto a mí, casi se apartaron mis pies; por poco resbalaron mis pasos.
Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón, y lavado mis manos en limpieza;
Pensaré pues para entender esto; es a mis ojos duro trabajo.
Se desazonó a la verdad mi corazón, y en mis riñones sentía punzadas.
Tenías los párpados de mis ojos abiertos; estaba yo quebrantado, y no hablaba.
Me acordaba de mis canciones de noche; meditaba con mi corazón, y mi espíritu inquiría.
¡Oh, si mi pueblo me oyera, si Israel anduviera en mis caminos!
Escucha, oh SEÑOR, mi oración, y está atento a la voz de mis ruegos.
Y cantores y músicos con flautas en ella dirán: Todas mis fuentes están en ti.
Has alejado de mí mis conocidos; me has puesto por abominación a ellos; estoy encerrado, y no saldré.
Mis ojos enfermaron a causa de mi aflicción; te he llamado, oh SEÑOR, cada día he extendido a ti mis manos.
Has alejado de mí al amigo y al compañero; y mis conocidos has puesto en la tiniebla.
Si dejaren sus hijos mi ley, y no anduvieren en mis juicios;
No profanaré mi pacto, ni mudaré lo que ha salido de mis labios.
Y miraron mis ojos mi deseo sobre mis enemigos; oyeron mis oídos mi deseo de los que se levantaron contra mí, de los malignos.
En la multitud de mis pensamientos dentro de mí, tus consolaciones alegraban mi alma.
Cuarenta años combatí con la nación, y dije: Pueblo es que yerra de corazón, que no han conocido mis caminos.
No pondré cosa de Belial delante de mis ojos; hacer traiciones aborrecí; no se allegarán a mí.
Mis ojos pondré en los fieles de la tierra, para que asienten conmigo; el que anduviere en el camino de la perfección, éste me servirá.
No habitará en medio de mi casa el que hace engaño; el que habla mentiras no se afirmará delante de mis ojos.
Porque mis días se han consumido como humo; y mis huesos son quemados como en hogar.
Por la voz de mi gemido mis huesos se han pegado a mi carne.
Cada día me afrentan mis enemigos; los que se enfurecen contra mí, se han conjurado contra mí.
Mis días son como la sombra que se va; y me he secado como la hierba.
El afligió mi fuerza en el camino; acortó mis días.
Dije: Dios mío, no me cortes en el medio de mis días; por generación de generaciones son tus años.
Bendice, alma mía al SEÑOR; y todas mis entrañas al Nombre de su santidad.
Diciendo: No toquéis a mis ungidos, ni hagáis mal a mis profetas.
Mis rodillas están debilitadas a causa del ayuno, y mi carne desfallecida por falta de gordura.
Amo al SEÑOR, porque ha oído mi voz y mis súplicas.
Porque ha inclinado a mí su oído, le invocaré en todos mis días.
Porque has librado mi alma de la muerte, mis ojos de lágrimas, y mis pies de resbalar.
Ahora pagaré mis votos al SEÑOR delante de todo su pueblo.
Así es oh SEÑOR, porque yo soy tu siervo, yo soy tu siervo, hijo de tu sierva; tú rompiste mis prisiones.
Ahora pagaré mis votos al SEÑOR delante de todo su pueblo;
¡Deseo que fueran ordenados mis caminos a guardar tus estatutos!
Con mis labios he contado todos los juicios de tu boca.
Destapa mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley.
Pues tus testimonios son mis deleites, y mis consejeros.
Mis caminos te conté, y me has respondido; enséñame tus estatutos.
Aparta mis ojos, que no vean la vanidad; avívame en tu camino.
Alzaré asimismo mis manos a tus mandamientos que amé; y meditaré en tus estatutos.
Canciones me son tus estatutos en la casa de mis peregrinaciones.
Consideré mis caminos, y torné mis pies a tus testimonios.
Desfallecieron mis ojos por tu dicho, diciendo: ¿Cuándo me consolarás?
Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos; porque me son eternos.
Más que todos mis enseñadores he entendido; porque tus testimonios han sido mi meditación.
De todo mal camino detuve mis pies, para guardar tu palabra.
NUN Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbre a mi camino.
AYIN Juicio y justicia he hecho; no me dejes a mis opresores.
Mis ojos desfallecieron por tu salud, y por el dicho de tu justicia.
Ordena mis pasos con tu palabra; y ninguna iniquidad se enseñoree de mí.
Ríos de agua descendieron de mis ojos, porque no guardaban tu ley.
Mi celo me ha consumido; porque mis enemigos se olvidaron de tus palabras.
Aflicción y angustia me hallaron; mas tus mandamientos fueron mis deleites.
Se anticiparon mis ojos a las vigilias de la noche, para meditar en tus dichos.
Muchos son mis perseguidores y mis enemigos; mas de tus testimonios no me he apartado.
He guardado tus mandamientos, y tus testimonios; porque todos mis caminos están delante de ti.
Mis labios rebosarán alabanza, cuando me enseñares tus estatutos.
Alzaré mis ojos a los montes, de donde vendrá mi socorro.
A causa de mis hermanos y mis compañeros hablaré ahora paz de ti.
A ti alcé mis ojos, a ti que habitas en los cielos.
Sobre mis espaldas araron los aradores; hicieron largos surcos.
SEÑOR, mi corazón no se ha envanecido, ni mis ojos se enaltecieron; ni anduve en grandezas, ni en cosas maravillosas más de lo que me pertenecía.
no daré sueño a mis ojos, ni a mis párpados adormecimiento,
Si anduviere yo por medio de la angustia, tú me vivificarás; contra la ira de mis enemigos extenderás tu mano, y tu diestra me salvará.
Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme, has entendido desde lejos mis pensamientos.
Mi andar y mi reposo has ceñido, y todos mis caminos has aparejado.
Porque tú poseíste mis riñones; me cubriste en el vientre de mi madre.
Tus ojos vieron mi cuerpo aun imperfecto, y en tu libro todos mis miembros estaban escritos; que fueron luego formados, sin faltar uno de ellos.
Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos;
Guárdame, oh SEÑOR, de manos del impío, del varón de violencia me guarde; que han pensado trastornar mis pasos.
He dicho al SEÑOR: Dios mío eres tú; escucha, oh SEÑOR, la voz de mis ruegos.
Sea enderezada mi oración delante de ti como incienso, el don de mis manos como el sacrificio de la tarde.
Pon, oh SEÑOR, guarda a mi boca; guarda la puerta de mis labios.
Serán derribados de lugares fuertes sus jueces, y oirán mis palabras, que son suaves.
Por tanto a ti, oh DIOS el Señor, miran mis ojos; en ti he confiado, no desampares mi alma.
Oh SEÑOR, oye mi oración, escucha mis ruegos por tu verdad; respóndeme por tu justicia.
Extendí mis manos a ti; mi alma a ti como la tierra sedienta. (Selah.)
Líbrame de mis enemigos, oh SEÑOR; a ti me acojo.
Y por tu misericordia disiparás mis enemigos, y destruirás todos los adversarios de mi alma; porque yo soy tu siervo.
Bendito sea el SEÑOR, mi roca, que enseña mis manos a la batalla, y mis dedos a la guerra.
Volveos a mi reprensión; he aquí yo os derramaré mi espíritu, y os haré saber mis palabras.
Hijo mío, si tomares mis palabras, y mis mandamientos guardares dentro de ti,
Hijo mío, no te olvides de mi ley; y tu corazón guarde mis mandamientos;
Y él me enseñaba, y me decía: Sustente tu corazón mis razones, guarda mis mandamientos, y vivirás.
Oye, hijo mío, y recibe mis razones; y se te multiplicarán años de vida.
Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones.
Hijo mío, guarda mis razones, y encierra contigo mis mandamientos.
Guarda mis mandamientos, y vivirás; y mi ley como las niñas de tus ojos.