'Quién' en la Biblia
¿No es el mismo Ezequías quien ha quitado sus lugares altos y sus altares, y dijo a Judá y a Jerusalén: Delante de este solo altar adoraréis, y sobre él quemaréis incienso?
Y él le envió embajadores, diciendo: ¿Qué tengo yo contigo, rey de Judá? Yo no vengo contra ti hoy, sino contra la casa que me hace guerra; y Dios me ha dicho que me apresure. Deja de meterte con Dios, quien está conmigo, no sea que Él te destruya.
Así dice Ciro rey de Persia: Jehová, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra; y Él me ha encargado que le edifique casa en Jerusalén, que es en Judá. ¿Quién hay de vosotros de todo su pueblo? Jehová su Dios sea con él, y suba.
¿Quién hay entre vosotros de todo su pueblo? Sea Dios con él, y suba a Jerusalén que está en Judá, y edifique la casa a Jehová Dios de Israel (Él es el Dios), la cual está en Jerusalén.
En aquel tiempo vino a ellos Tatnai, capitán del otro lado del río, y Setar-boznai y sus compañeros, y les dijeron así: ¿Quién os dio mandamiento para edificar esta casa, y restablecer estos muros?
Entonces preguntamos a los ancianos, diciéndoles así: ¿Quién os dio mandamiento para edificar esta casa, y para restablecer estos muros?
¿Hemos de volver a infringir tus mandamientos, y a emparentar con los pueblos de estas abominaciones? ¿No te ensañarías contra nosotros hasta consumirnos, sin que quedara remanente ni quien escape?
Y había quien decía: Nosotros, nuestros hijos y nuestras hijas, somos muchos; por tanto hemos tomado grano para comer y vivir.
Entonces dije: ¿Un hombre como yo ha de huir? ¿Y quién, que fuera como yo, entraría al templo para salvar su vida? ¡No entraré!
el cual había sido trasportado de Jerusalén con los cautivos que fueron llevados con Jeconías rey de Judá, a quien hizo trasportar Nabucodonosor rey de Babilonia.
Todos los siervos del rey, y el pueblo de las provincias del rey saben, que cualquier hombre o mujer que entra al rey al patio de adentro sin ser llamado, hay una sola ley para él: Debe morir; salvo aquel a quien el rey extendiere el cetro de oro, el cual vivirá; y yo no he sido llamada para entrar al rey estos treinta días.
Porque si callas absolutamente en este tiempo, respiro y liberación se levantará para los judíos de otro lugar; mas tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quién sabe si has llegado al reino, para un tiempo como éste?
Entonces dijo el rey: ¿Quién está en el patio? Y Amán había venido al patio de afuera de la casa del rey, para decir al rey que hiciese colgar a Mardoqueo en la horca que él le tenía preparada.
Entró, pues, Amán, y el rey le dijo: ¿Qué se hará al hombre cuya honra desea el rey? Y dijo Amán en su corazón: ¿A quién deseará el rey hacer honra más que a mí?
Contó luego Amán a Zeres su esposa, y a todos sus amigos, todo lo que le había acontecido; y le dijeron sus sabios, y Zeres su esposa: Si Mardoqueo, delante de quien has comenzado a caer, es de la simiente de los judíos, no lo vencerás; antes caerás por cierto delante de él.
Y respondió el rey Asuero, y dijo a la reina Esther: ¿Quién es, y dónde está, aquél que ha concebido en su corazón hacer tal cosa?
Si probáremos a hablarte, te será molesto; pero, ¿quién podrá detener las palabras?
Recapacita ahora, ¿quién siendo inocente pereció? Y ¿en dónde los rectos fueron cortados?
De la mañana a la tarde son destruidos, y se pierden para siempre, sin haber quien lo considere.
Ahora, pues, da voces, si habrá quien te responda; ¿Y a cuál de los santos te volverás?
Sus hijos están lejos de la seguridad, en la puerta son quebrantados, y no hay quien los libre.
He aquí, bienaventurado es el hombre a quien Dios castiga; por tanto, no menosprecies la corrección del Todopoderoso.
Porque Él es quien hace la llaga, y Él la vendará: Él hiere, y sus manos curan.
¡Quién me diera que viniese mi petición, y que me otorgase Dios lo que anhelo;
Él es sabio de corazón, y poderoso en fortaleza, ¿Quién se endureció contra Él, y le fue bien?
Él remueve las montañas con su furor, y ellas no saben quién las trastornó.
He aquí, arrebatará; ¿quién se lo impedirá? ¿Quién le dirá: Qué haces?
Si yo hablare de poder, he aquí Él es poderoso; si de juicio, ¿quién me emplazará?
La tierra es entregada en manos de los impíos, y Él cubre el rostro de sus jueces. Si no es Él, ¿quién es? ¿Dónde está?
Tú sabes que no soy impío, y que no hay quien libre de tu mano.
¿Harán tus falacias callar a los hombres? ¿Y harás escarnio, y no habrá quien te avergüence?
Mas ¡oh quién diera que Dios hablara, y abriera sus labios contra ti,
Te acostarás, y no habrá quien te espante; y muchos implorarán tu favor.
También tengo yo entendimiento como vosotros; no soy yo menos que vosotros: ¿Y quién habrá que no pueda decir otro tanto?
Yo soy uno de quien su amigo se mofa, que invoca a Dios, y Él le responde; con todo, el justo y perfecto es escarnecido.
He aquí, Él derriba, y no será reedificado; Encierra al hombre, y no habrá quien le abra.
¿Sería bueno que Él os escudriñase? ¿Os burlaréis de Él como quien se burla de algún hombre?
¿Quién es el que contenderá conmigo? Porque si ahora yo callara, moriría.
¿Quién podrá sacar algo limpio de lo inmundo? Nadie.
¡Oh quién me diera que me escondieses en el sepulcro, que me encubrieras hasta apaciguarse tu ira, que me pusieses plazo, y de mí te acordaras!
Determina ahora, dame fianza para contigo: ¿Quién es aquél que querría ser mi fiador?
¿Dónde está ahora mi esperanza? Y mi esperanza ¿quién la verá?
No tendrá hijo ni nieto en su pueblo, ni quien le suceda en sus moradas.
¡Quién diese ahora que mis palabras fuesen escritas! ¡Quién diese que se escribiesen en un libro!
¿Quién es el Todopoderoso, para que le sirvamos? ¿Y de qué nos aprovechará que oremos a Él?
¿Quién le denunciará en su cara su camino? Y de lo que él hizo, ¿quién le dará el pago?
Pero si Él determina una cosa, ¿quién le hará desistir? Lo que su alma desea, eso hace.
Y si no, ¿quién me desmentirá ahora, o reducirá a nada mis palabras?
¿Tienen sus ejércitos número? ¿Sobre quién no está su luz?
¿A quién has anunciado palabras, y de quién es el espíritu que de ti viene?
He aquí, estas cosas son sólo parte de sus caminos: ¡Mas cuán poco hemos oído de Él! Pero el estruendo de su poder, ¿quién lo puede comprender?
¡Quién me volviese como en los meses pasados, como en los días cuando Dios me guardaba,
¡Quién me diera alguien que me oyese! He aquí mi deseo es que el Omnipotente me respondiese, y que mi adversario hubiese escrito un libro.
Os he prestado atención, y he aquí que no hay de vosotros quien redarguya a Job, y responda a sus razones.
¿Quién le dio autoridad sobre la tierra? ¿O quién puso en orden todo el mundo?
Si Él diere reposo, ¿quién inquietará? Si escondiere el rostro, ¿quién lo mirará? Esto sobre una nación, y lo mismo sobre un hombre;
¿Quién le ha prescrito su camino? ¿Y quién le dirá: Has hecho iniquidad?
¿Quién podrá comprender la extensión de las nubes, o el sonido estrepitoso de su tabernáculo?
¿Quién es ése que oscurece el consejo con palabras sin sabiduría?
¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes? ¿O quién extendió sobre ella cordel?
¿Sobre qué están fundadas sus bases? ¿O quién puso su piedra angular,
¿Quién encerró con puertas el mar, cuando se derramaba como saliendo del vientre;
¿Quién repartió conducto al turbión, y camino a los relámpagos y truenos,
¿Tiene la lluvia padre? ¿O quién engendró las gotas del rocío?
¿De qué vientre salió el hielo? Y la escarcha del cielo, ¿quién la engendró?
¿Quién puso la sabiduría en el corazón? ¿O quién dio a la mente la inteligencia?
¿Quién puso por cuenta los cielos con sabiduría? Y los odres de los cielos, ¿quién los hace parar,
¿Quién prepara al cuervo su alimento, cuando sus polluelos claman a Dios, bullendo de un lado a otro por falta de comida?
¿Quién echó libre al asno montés, y quién soltó sus ataduras?
Nadie hay tan osado que lo despierte: ¿Quién, pues, podrá estar delante de mí?
¿Quién me ha dado a mí primero, para que yo se lo restituya? Todo lo que hay debajo del cielo es mío.
¿Quién descubrirá la delantera de su vestidura? ¿Quién se acercará a él con freno doble?
¿Quién abrirá las puertas de su rostro? Las hileras de sus dientes espantan.
¿Quién es el que oscurece el consejo sin conocimiento? Por tanto yo hablaba lo que no entendía; cosas muy maravillosas para mí, que yo no sabía.
Muchos dicen: ¿Quién nos mostrará el bien? Alza sobre nosotros, oh Jehová, la luz de tu rostro.
Porque en la muerte no hay memoria de ti; en el sepulcro, ¿quién te alabará?
no sea que desgarren mi alma cual león, despedazándola, sin que haya quien libre.
los que han dicho: Por nuestra lengua prevaleceremos; nuestros labios son nuestros; ¿quién es señor sobre nosotros?
«Al Músico principal: Salmo de David» Dijo el necio en su corazón: No hay Dios. Se corrompieron, hicieron obras abominables; no hay quien haga el bien.
Todos se desviaron, a una se han corrompido; no hay quien haga el bien, no hay ni siquiera uno.
«Salmo de David» Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién residirá en tu santo monte?
quien su dinero no dio a usura, ni contra el inocente tomó cohecho. El que hace estas cosas, jamás será removido.
Invocaré a Jehová, quien es digno de ser alabado, y seré salvo de mis enemigos.
Porque ¿quién es Dios fuera de Jehová? ¿Y qué roca hay aparte de nuestro Dios?
quien hace mis pies como de ciervas, y me hace estar firme sobre mis alturas;
Clamaron, y no hubo quien los salvase; aun a Jehová, pero Él no les respondió.
Es Dios quién por mí cobra venganza, y sujeta pueblos debajo de mí.
¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos.
No te alejes de mí, porque la angustia está cerca; porque no hay quien ayude.
¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo?
¿Quién es este Rey de gloria? Jehová el fuerte y valiente, Jehová el poderoso en batalla.
¿Quién es este Rey de gloria? Jehová de los ejércitos, Él es el Rey de gloria. (Selah)
¿Quién es el hombre que teme a Jehová? Él le enseñará el camino que ha de escoger.
«Salmo de David» Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?
Bienaventurado el hombre a quien Jehová no imputa iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño.
Bienaventurada la nación cuyo Dios es Jehová; el pueblo a quien Él escogió como heredad para sí.
¿Quién es el hombre que desea vida, que desea muchos días para ver el bien?
Todos mis huesos dirán: Jehová, ¿quién como tú, que libras al afligido del más fuerte que él, y al pobre y menesteroso del que le despoja?