'Allí' en la Biblia
Después de haberse marchado ellos, un ángel del Señor se le apareció* a José en sueños, diciendo: Levántate, toma al Niño y a su madre y huye a Egipto, y quédate allí hasta que yo te diga; porque Herodes va a buscar al Niño para matarle.
Y pasando de allí vio otros dos hermanos, Jacobo, hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, en el barco con Zebedeo, su padre, que remendaban sus redes; y los llamó.
Por tanto, si trajeres tu presente al altar, y allí te acordares de que tu hermano tiene algo contra ti,
deja allí tu presente delante del altar, y ve, vuelve primero en amistad con tu hermano, y entonces ven y ofrece tu presente.
De cierto te digo, que no saldrás de allí, hasta que pagues el último cuadrante.
Porque donde estuviere vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón.
mas los hijos del Reino serán echados en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.
Y pasando Jesús de allí, vio a un hombre que estaba sentado al banco de los tributos públicos, el cual se llamaba Mateo; y le dice: Sígueme. Y se levantó, y le siguió.
Y pasando Jesús de allí, le siguieron dos ciegos, dando voces y diciendo: Ten misericordia de nosotros, Hijo de David.
Y al salir ellos de allí, he aquí, le trajeron un mudo endemoniado.
Mas en cualquier ciudad, o aldea donde entréis, buscad con diligencia quién sea en ella digno, y reposad allí hasta que salgáis.
Y fue, que acabando Jesús de dar mandamientos a sus doce discípulos, se fue de allí a enseñar y a predicar en las ciudades de ellos.
Y partiendo de allí, vino a la sinagoga de ellos.
Y he aquí había allí un hombre que tenía una mano seca; y le preguntaron, diciendo: ¿Es lícito curar en sábado?, por acusarle.
Mas sabiéndolo Jesús, se apartó de allí; y le siguieron grandes multitudes, y sanaba a todos.
Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y son peores las postrimerías del tal hombre que las primeras. Así también acontecerá a esta generación mala.
y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.
Y los echarán en el horno de fuego. Allí será el lloro y el crujir de dientes.
Y aconteció que acabando Jesús estas parábolas, pasó de allí.
Y no hizo allí muchas maravillas, a causa de la incredulidad de ellos.
Oyéndolo Jesús, se apartó de allí en un barco a un lugar desierto, apartado; y cuando la multitud lo oyó, le siguió a pie desde las ciudades.
Y despedida la multitud, subió al monte, apartado, a orar; y cuando llegó la tarde del día, estaba allí solo.
Y saliendo Jesús de allí, se fue a las partes de Tiro y de Sidón.
Y partiendo Jesús de allí, vino junto al mar de Galilea; y subiendo al monte, se sentó allí.
Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy en medio de ellos.
Y le siguió gran multitud, y los sanó allí.
Y habiendo puesto sobre ellos las manos se fue de allí.
Y dejándolos, se marchó fuera de la ciudad, a Betania; y posó allí.
Y entró el rey para ver los convidados, y vio allí un hombre no vestido de vestido de boda.
Entonces el rey dijo a los que servían: Atadlo de pies y de manos tomadle, y echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.
Entonces, si alguno os dijere: He aquí está el Cristo, o allí, no creáis.
Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas.
y le cortará por medio, y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes.
Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.
Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dice a los discípulos: Sentaos aquí, hasta que vaya allí y ore.
Y saliendo él a la puerta, le vio otra, y dijo a los que estaban allí: También éste estaba con Jesús Nazareno.
Y un poco después llegaron los que estaban por allí, y dijeron a Pedro: Verdaderamente también tú eres de ellos, porque aun tu habla te hace manifiesto.
Y sentados le guardaban allí.
Y algunos de los que estaban allí, oyéndolo, decían: A Elías llama éste.
Y estaban allí muchas mujeres mirando de lejos, las cuales habían seguido de Galilea a Jesús, sirviéndole,
Y estaban allí María Magdalena, y la otra María, sentadas delante del sepulcro.
E id presto, decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos; y he aquí va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis; he aquí, os lo he dicho.
Entonces Jesús les dice: No temáis: id, dad las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán.
Y estuvo allí en el desierto cuarenta días (y cuarenta noches) y era tentado de Satanás; y estaba con las bestias fieras; y los ángeles le servían.
Y pasando de allí un poco más adelante, vio a Jacobo, hijo de Zebedeo, y a Juan su hermano, también ellos en el navío, que aderezaban las redes.
Levantándose muy de mañana, aún muy de noche, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba.
Y les dice: Vamos a los lugares vecinos, para que predique también allí; porque para esto he venido.
Y estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales pensando en sus corazones,
Y otra vez entró en la sinagoga; y había allí un hombre que tenía una mano seca.
Y estaba allí cerca de los montes una grande manada de puercos paciendo;
Y salió de allí, y vino a su tierra, y le siguieron sus discípulos.
Y no pudo hacer allí alguna maravilla; solamente sanó unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos.
Y les decía: Dondequiera que entréis en una casa, posad en ella hasta que salgáis de allí.
Y todos aquellos que no os recibieren ni os oyeren, saliendo de allí, sacudid el polvo que está debajo de vuestros pies, en testimonio a ellos. De cierto os digo que será más tolerable para los de Sodoma y Gomorra en el día del juicio, que para aquella ciudad.
Y levantándose de allí, se fue a los términos de Tiro y de Sidón; y entrando en casa, quiso que nadie lo supiera; mas no pudo ser escondido.
Y habiendo salido de allí, caminaron juntos por Galilea: y no quería que nadie lo supiera.
Y partiendo de allí, vino a los términos de Judea y tras el Jordán; y volvió la multitud a juntarse a él; y les volvió a enseñar como acostumbraba.
Y unos de los que estaban allí, les dijeron: ¿Qué hacéis desatando el pollino?
Y en la mañana, pasando por allí, vieron que la higuera se había secado desde las raíces.
Y entonces si alguno os dijere: He aquí, aquí está el Cristo; o, He aquí, allí está, no le creáis.
Y envió* a dos de sus discípulos, y les dijo*: Id a la ciudad, y {allí} os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle;
Y él os mostrará un gran cenáculo ya preparado; aderezad para nosotros allí.
Y uno de los que estaban allí, sacando la espada, hirió al siervo del sumo sacerdote; y le cortó la oreja.
Y la criada viéndole otra vez, comenzó a decir a los que estaban allí: Este es de ellos.
Mas él negó otra vez. Y poco después, los que estaban allí dijeron otra vez a Pedro: Verdaderamente tú eres de ellos; porque eres Galileo, y tu habla es semejante.
Y oyéndole unos de los que estaban allí, decían: He aquí, llama a Elías.
Pero id, decid a sus discípulos y a Pedro, que él va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis, como os dijo.
Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento.
Estaba también allí Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser; la cual había venido en grande edad, y había vivido con su marido siete años desde su virginidad;
y levantándose, echaron a Jesús fuera de la ciudad, y Lo llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad para tirar a Jesús desde allí.
Y descendió a Capernaum, ciudad de Galilea, y allí les enseñaba los sábados.
Y aconteció que estando Jesús en una de las ciudades, he aquí, {había allí} un hombre lleno de lepra; y cuando vio a Jesús, cayó sobre su rostro y le rogó, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.
Y aconteció un día, que él estaba enseñando, y los fariseos y doctores de la ley estaban sentados, los cuales habían venido de todas las aldeas de Galilea, y de Judea y Jerusalén; y la virtud del Señor estaba allí para sanarlos.
Y aconteció también en otro sábado, que él entró en la sinagoga y enseñó; y estaba allí un hombre que tenía la mano derecha seca.
Y había allí un hato de muchos puercos que pacían en el monte; y le rogaron que los dejara entrar en ellos; y los dejó.
Y en cualquier casa en que entréis, quedad allí, y de allí salid.
Y si hubiere allí algún hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; y si no, se volverá a vosotros.
Entonces va, y toma otros siete espíritus más malos que él; y entrados, habitan allí; y el postrer estado del tal hombre viene a ser peor que el primero.
Cuando salió de allí, los escribas y los fariseos comenzaron a acosarle en gran manera, y a interrogarle minuciosamente sobre muchas cosas,
Y dijo: Esto haré: derribaré mis alfolíes, y los edificaré mayores, y allí juntaré todos mis frutos y mis bienes;
Porque donde está vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón.
Te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado aun el último centavo.
Y en este mismo tiempo estaban allí unos que le contaban acerca de los galileos, cuya sangre Pilato había mezclado con sus sacrificios.
y había {allí} una mujer que durante dieciocho años había tenido una enfermedad causada por un espíritu; estaba encorvada, y de ninguna manera se podía enderezar.
Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando viereis a Abraham, y a Isaac, y a Jacob, y a todos los profetas en el Reino de Dios, y vosotros ser echados fuera.
Y allí, frente a El, estaba un hombre hidrópico.
Y no muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, partió lejos a una provincia apartada; y allí desperdició su hacienda viviendo perdidamente.
ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el Reino de Dios entre vosotros está.
Y os dirán: Helo aquí, o helo allí. No vayáis, ni los sigáis.
Respondiendo ellos, le dijeron*: ¿Dónde, Señor? Y El les dijo: Donde {esté} el cuerpo, allí también se juntarán los buitres.
Y corriendo delante, se subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí.
Y vio también una viuda pobrecilla, que echaba allí dos centavos.
Entonces él os mostrará un gran cenáculo aderezado; aparejad allí.
Los principales sacerdotes y los escribas también estaban allí, acusándole con vehemencia.
Y cuando llegaron al lugar que se llama de la Calavera, le colgaron del madero allí, y a los malhechores, uno en un madero a la derecha, y otro a la izquierda.
Y el pueblo estaba {allí} mirando; y aun los gobernantes se mofaban de El, diciendo: A otros salvó; que se salve a sí mismo si este es el Cristo de Dios, su Escogido.
Y uno de los malhechores que estaban colgados {allí} le lanzaba insultos, diciendo: ¿No eres tú el Cristo? ¡Sálvate a ti mismo y a nosotros!
Pero levantándose Pedro, corrió al sepulcro; y cuando miró dentro, vio sólo los lienzos allí echados; y se fue maravillado entre sí de lo que había sucedido.
Al día siguiente Juan estaba otra vez allí con dos de sus discípulos,
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