'Ellos' en la Biblia
Y pasando de allí un poco más adelante, vió á Jacobo, hijo de Zebedeo, y á Juan su hermano, también ellos en el navío, que aderezaban las redes.
Y había en la sinagoga de ellos un hombre con espíritu inmundo, el cual dió voces,
Y predicaba en las sinagogas de ellos en toda Galilea, y echaba fuera los demonios.
Y le dice: Mira, no digas á nadie nada; sino ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu limpieza lo que Moisés mandó, para testimonio á ellos.
Y viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados.
Y Jesús les dice: ¿Pueden ayunar los que están de bodas, cuando el esposo está con ellos? Entre tanto que tienen consigo al esposo no pueden ayunar.
Y les dice: ¿Es lícito hacer bien en sábado, ó hacer mal? ¿salvar la vida, ó quitarla? Mas ellos callaban.
Y agolpóse de nuevo la gente, de modo que ellos ni aun podían comer pan.
Y á ellos dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?
Y le rogaron todos los demonios, diciendo: Envíanos á los puercos para que entremos en ellos.
Y comenzaron á rogarle que se fuese de los términos de ellos.
Y no pudo hacer allí alguna maravilla; solamente sanó unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos.
Y estaba maravillado de la incredulidad de ellos. Y rodeaba las aldeas de alrededor, enseñando.
Y todos aquellos que no os recibieren ni os oyeren, saliendo de allí, sacudid el polvo que está debajo de vuestros pies, en testimonio á ellos. De cierto os digo que más tolerable será el castigo de los de Sodoma y Gomorra el día del juicio, que el de aqu
Y los vieron ir muchos, y le conocieron; y concurrieron allá muchos á pie de las ciudades, y llegaron antes que ellos, y se juntaron á él.
Y saliendo Jesús vió grande multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor; y les comenzó á enseñar muchas cosas.
Y los vió fatigados bogando, porque el viento les era contrario: y cerca de la cuarta vigilia de la noche, vino á ellos andando sobre la mar, y quería precederlos.
Y viéndole ellos, que andaba sobre la mar, pensaron que era fantasma, y dieron voces;
Porque todos le veían, y se turbaron. Mas luego habló con ellos, y les dijo: Alentaos; yo soy, no temáis.
Y subió á ellos en el barco, y calmó el viento: y ellos en gran manera estaban fuera de sí, y se maravillaban:
Y saliendo ellos del barco, luego le conocieron.
Y si los enviare en ayunas á sus casas, desmayarán en el camino; porque algunos de ellos han venido de lejos.
Y les pregunto: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron: Siete.
Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántas espuertas llenas de los pedazos alzasteis? Y ellos dijeron: Doce.
Y cuando los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas espuertas llenas de los pedazos alzasteis? Y ellos dijeron: Siete.
Y ellos respondieron: Juan Bautista; y otros, Elías; y otros, Alguno de los profetas.
Y seis días después tomó Jesús á Pedro, y á Jacobo, y á Juan, y los sacó aparte solos á un monte alto; y fué transfigurado delante de ellos.
Y descendiendo ellos del monte, les mandó que á nadie dijesen lo que habían visto, sino cuando el Hijo del hombre hubiese resucitado de los muertos.
Y como vino á los discípulos, vió grande compañía alrededor de ellos, y escribas que disputaban con ellos.
Y preguntóles: ¿Qué disputáis con ellos?
Pero ellos no entendían esta palabra, y tenían miedo de preguntarle.
Mas ellos callaron; porque los unos con los otros habían disputado en el camino quién había de ser el mayor.
Y tomando un niño, púsolo en medio de ellos; y tomándole en sus brazos, les dice:
Donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.
Donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.
Y ellos dijeron: Moisés permitió escribir carta de divorcio, y repudiar.
Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía.
Y ellos se espantaban más, diciendo dentro de sí: ¿Y quién podrá salvarse?
Y estaban en el camino subiendo á Jerusalem; y Jesús iba delante de ellos, y se espantaban, y le seguían con miedo: entonces volviendo á tomar á los doce aparte, les comenzó á decir las cosas que le habían de acontecer:
Y ellos le dijeron: Danos que en tu gloria nos sentemos el uno á tu diestra, y el otro á tu siniestra.
Y ellos dijeron: Podemos. Y Jesús les dijo: A la verdad, del vaso que yo bebo, beberéis; y del bautismo de que soy bautizado, seréis bautizados.
Ellos entonces les dijeron como Jesús había mandado: y los dejaron.
Entonces ellos pensaron dentro de sí, diciendo: Si dijéremos, del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis?
Mas ellos, tomándole, le hirieron, y le enviaron vacío.
Teniendo pues aún un hijo suyo amado, enviólo también á ellos el postrero, diciendo: Tendrán en reverencia á mi hijo.
Y procuraban prenderle, porque entendían que decía á ellos aquella parábola; mas temían á la multitud; y dejándole, se fueron.
Y viniendo ellos, le dicen: Maestro, sabemos que eres hombre de verdad, y que no te cuidas de nadie; porque no miras á la apariencia de hombres, antes con verdad enseñas el camino de Dios: ¿Es lícito dar tributo á César, ó no? ¿Daremos, ó no daremos?
Entonces él, como entendía la hipocresía de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis? Traedme la moneda para que la vea.
Y ellos se la trajeron y les dice: ¿Cúya es esta imagen y esta inscripción? Y ellos le dijeron: De César.
En la resurrección, pues, cuando resucitaren, ¿de cuál de ellos será mujer? porque los siete la tuvieron por mujer.
Mas vosotros mirad por vosotros: porque os entregarán en los concilios, y en sinagogas seréis azotados: y delante de presidentes y de reyes seréis llamados por causa de mí, en testimonio á ellos.
Y ellos oyéndolo se holgaron, y prometieron que le darían dineros. Y buscaba oportunidad cómo le entregaría.
Entonces ellos comenzaron á entristecerse, y á decirle cada uno por sí: ¿Seré yo? Y el otro: ¿Seré yo?
Y estando ellos comiendo, tomó Jesús pan, y bendiciendo, partió y les dió, y dijo: Tomad, esto es mi cuerpo.
Y vuelto, los halló otra vez durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados; y no sabían qué responderle.
Entonces ellos echaron en él sus manos, y le prendieron.
Mas él, dejando la sábana, se huyó de ellos desnudo.
Mas ni aun así se concertaba el testimonio de ellos.
Oído habéis la blasfemia: ¿qué os parece? Y ellos todos le condenaron ser culpado de muerte.
Y la criada viéndole otra vez, comenzó á decir á los que estaban allí: Este es de ellos.
Mas él negó otra vez. Y poco después, los que estaban allí dijeron otra vez á Pedro: Verdaderamente tú eres de ellos; porque eres Galileo, y tu habla es semejante.
Y ellos volvieron á dar voces: Crucifícale.
Mas Pilato les decía: ¿Pues qué mal ha hecho? Y ellos daban más voces: Crucifícale.
Y cuando le hubieron crucificado, repartieron sus vestidos, echando suertes sobre ellos, qué llevaría cada uno.
Y ellos como oyeron que vivía, y que había sido visto de ella, no lo creyeron.
Mas después apareció en otra forma á dos de ellos que iban caminando, yendo al campo.
Y ellos fueron, y lo hicieron saber á los otros; y ni aun á éllos creyeron.
Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, obrando con ellos el Señor, y confirmando la palabra con las señales que se seguían. Amen.
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