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'Del' en la Biblia

Y salido él del barco, luego le salió al encuentro un hombre de los sepulcros, con un espíritu inmundo,

Porque {Jesús} le decía: Sal del hombre, espíritu inmundo.

Y estaba allí cerca del monte una grande manada de puercos paciendo.

Y entrando él en el barco, le rogaba el que había sido fatigado del demonio, para estar con él.

Hablando aún él, vinieron de casa del príncipe de la sinagoga, diciendo: Tu hija es muerta; ¿para qué fatigas más al Maestro?

Y llegaron a la casa del príncipe de la sinagoga, y vio el alboroto, los que lloraban y gemían mucho.

Y todos aquellos que no os recibieren ni os oyeren, saliendo de allí, sacudid el polvo que está debajo de vuestros pies, en testimonio a ellos. De cierto os digo que será más tolerable para los de Sodoma y Gomorra en el día del juicio, que para aquella ciudad.

Y el rey se entristeció mucho; mas a causa del juramento, y de los que estaban con él a la mesa, no quiso desecharla.

Y volviendo del mercado, si no se lavan, no comen. Y muchas otras cosas hay que han recibido para guardar, como el lavar las copas, los jarros, los vasos de bronce, y las mesas.

Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar; mas lo que sale de él, aquello es lo que contamina al hombre.

Pero decía, que lo que del hombre sale, aquello contamina al hombre.

Y dejándolos, se embarcó otra vez y se fue al otro lado del lago.

Entonces, tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, y poniéndole las manos encima, le preguntó si veía algo.

Y descendiendo ellos del monte, les mandó que a nadie dijeran lo que habían visto, sino cuando el Hijo del hombre hubiera resucitado de los muertos.

Y respondiendo él, les dijo: Elías a la verdad, vendrá primero y restituirá todas las cosas; y como está escrito del Hijo del hombre, que padezca mucho y sea tenido en nada.

Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar al reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al fuego del infierno,

Levantándose de allí, {Jesús} se fue* a la región de Judea y al otro lado del Jordán; y se reunieron* de nuevo las multitudes junto a El, y una vez más, como acostumbraba, les enseñaba.

Entonces Jesús les dijo: ``Por la dureza del corazón de ustedes, Moisés les escribió este mandamiento.

He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los príncipes de los sacerdotes, y a los escribas, y le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles;

Entonces Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el vaso que yo bebo, o ser bautizados del bautismo de que yo soy bautizado?

Y ellos dijeron: Podemos. Y Jesús les dijo: A la verdad, el vaso que yo bebo, beberéis; y del bautismo de que soy bautizado, seréis bautizados.

Cuando se acercaban* a Jerusalén, por Betfagé y Betania, cerca del monte de los Olivos, envió* a dos de sus discípulos,

Y los que iban delante, y los que iban detrás, daban voces diciendo: ¡Hosanna! Bendito el que viene en el Nombre del Señor.

y no permitía que nadie transportara objeto alguno a través del templo.

El bautismo de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres? Respondedme.

Entonces ellos pensaron dentro de sí, diciendo: Si dijéremos, del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creisteis?

Entonces comenzó a hablarles en parábolas: Un hombre PLANTO UNA VIÑA Y LA CERCO CON UN MURO, CAVO UN ESTANQUE DEBAJO DEL LAGAR Y EDIFICO UNA TORRE; la arrendó a labradores y se fue de viaje.

Y envió un siervo a los labradores, al tiempo, para que tomara de los labradores del fruto de la viña.

ESTO FUE HECHO DE PARTE DEL SEÑOR, Y ES MARAVILLOSO A NUESTROS OJOS"?

{Se lo} trajeron, y El les dijo*: ¿De quién es esta imagen y la inscripción? Y ellos le dijeron: Del César.

Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dice: No estás lejos del Reino de Dios. Y ya ninguno osaba preguntarle.

Luego llamándole el mismo David Señor, ¿de dónde, pues, es su hijo? Y los que eran del común del pueblo le oían de buena gana.

Y estando sentado Jesús delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho.

Y saliendo del Templo, le dice uno de sus discípulos: Maestro, mira qué piedras, y qué edificios.

Y sentándose en el Monte de las Olivas delante del Templo, le preguntaron aparte Pedro y Jacobo y Juan y Andrés:

Y entonces enviará sus ángeles, y juntará sus escogidos de los cuatro vientos, desde el cabo de la tierra hasta el cabo del cielo.

Porque el Hijo del Hombre es como el hombre que partió lejos, el cual dejó su casa, y dio autoridad a sus siervos, y a cada uno su obra, y al portero mandó que velase.

Y decían: No en el día de la fiesta, para que no se haga alboroto del pueblo.

A la verdad el Hijo del hombre va, como está de él escrito; pero ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del hombre es entregado! Bueno le fuera a aquel hombre si nunca hubiera nacido.

De cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día, cuando lo beberé nuevo en el Reino de Dios.

Y vino la tercera vez, y les dice: Dormid ya y descansad. Basta, la hora es venida; he aquí, el Hijo del hombre es entregado en manos de los pecadores.

Pero Pedro le siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo sacerdote; y estaba sentado con los servidores, y calentándose al fuego.

Y estando Pedro en el palacio abajo, vino una de las criadas del sumo sacerdote;

Y respondiendo Pilato, les dice otra vez: ¿Qué pues queréis que haga del que llamáis Rey de los Judíos?

Entonces los soldados le llevaron dentro del patio, es a saber al Pretorio; y convocaron toda la cuadrilla.

Y cuando le hubieron escarnecido, le desnudaron la ropa de púrpura, y le vistieron sus propios vestidos, y le sacaron para colgarle del madero.

Y cargaron a uno que pasaba, (Simón Cireneo, padre de Alejandro y de Rufo, que venía del campo), para que llevara su madero.

Y cuando le hubieron colgado del madero, repartieron sus vestidos echando suertes sobre ellos, qué llevaría cada uno.

Y cuando fue la tarde, porque era la preparación, es decir, la víspera del sábado,

vino José de Arimatea, miembro prominente del concilio, que también esperaba el reino de Dios; y llenándose de valor, entró adonde estaba Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús.

El cual compró una sábana, y quitándole, le envolvió en la sábana, y le puso en un sepulcro que estaba cavado en una peña, y revolvió la piedra a la puerta del sepulcro.

Y decían entre sí: ¿Quién nos removerá la piedra de la puerta del sepulcro?

Más él les dijo: No os asustéis: buscáis a Jesús Nazareno a quien colgaron del madero; resucitado es, no está aquí; he aquí el lugar donde le pusieron.

Y ellas se fueron huyendo del sepulcro; porque les había tomado temblor y espanto; ni decían nada a nadie, porque tenían miedo.

tal como nos las dieron a conocer los que desde el principio fueron testigos oculares y ministros de la palabra (del evangelio),

Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, cierto sacerdote llamado Zacarías, del grupo de Abías, que tenía por mujer una de las hijas de Aarón que se llamaba Elisabet.

Y eran ambos justos delante de Dios, andando sin reprensión en todos los mandamientos y estatutos del Señor.

conforme a la costumbre del sacerdocio, salió en suerte a poner el incienso, entrando en el Templo del Señor.

Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso.

Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso.

"El irá delante del Señor en el espíritu y poder de Elías PARA HACER VOLVER LOS CORAZONES DE LOS PADRES A LOS HIJOS, y a los desobedientes a la actitud de los justos, a fin de preparar para el Señor un pueblo {bien} dispuesto."

Y todos los que las oían, las conservaban en su corazón, diciendo: ¿Quién será este niño? Y la mano del Señor estaba con él.

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