'Los' en la Biblia
Como está escrito en los profetas: He aquí yo envío mi mensajero delante de tu faz, El cual preparará tu camino delante de ti.
Y salía a él toda la provincia de Judea, y los de Jerusalén; y eran todos, bautizados por él en el río del Jordán, confesando sus pecados.
"Yo los bauticé a ustedes con agua, pero El los bautizará con el Espíritu Santo."
Y tan pronto subió del agua, Juan vio abrirse los cielos, y al Espíritu como paloma, que descendía (y reposaba) sobre él.
Y hubo una voz de los cielos que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tomo contentamiento.
Y estuvo allí en el desierto cuarenta días (y cuarenta noches) y era tentado de Satanás; y estaba con las bestias fieras; y los ángeles le servían.
Yendo un poco más adelante vio a Jacobo, el {hijo} de Zebedeo, y a su hermano Juan, los cuales estaban también en la barca, remendando las redes.
Y luego los llamó; y dejando a su padre Zebedeo en el barco con los jornaleros, fueron en pos de él.
Entraron en Capernaum; y luego los sábados, entrando en la sinagoga, enseñaba.
Y se admiraban de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene potestad, y no como los escribas.
Y todos se maravillaron, de tal manera que inquirían entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es ésta, que con potestad aun a los espíritus inmundos manda, y le obedecen?
Y cuando fue la tarde, cuando el sol se puso, traían a él todos los que tenían mal, y endemoniados;
Y sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios; y no dejaba hablar a los demonios porque le conocían.
Y le siguió Simón, y los que estaban con él;
Y les dice: Vamos a los lugares vecinos, para que predique también allí; porque para esto he venido.
Y predicaba en las sinagogas de ellos en toda Galilea, y echaba fuera los demonios.
Mas ido él, comenzó a publicarlo mucho, y a divulgar el hecho, de manera que ya Jesús no podía entrar manifiestamente en la ciudad, sino que estaba fuera en los lugares desiertos; y venían a él de todas partes.
Y estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales pensando en sus corazones,
Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar los pecados, (dice al paralítico):
Y volvió á salir á la mar, y toda la gente venía á él, y los enseñaba.
Y pasando, vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado al banco de los tributos públicos, y le dice: Sígueme. Y levantándose le siguió.
Y los escribas y los fariseos, viéndole comer con los publicanos y con los pecadores, dijeron a sus discípulos: ¿Qué es esto, que él come y bebe con los publicanos y con los pecadores?
Y oyéndolo Jesús, les dice: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los que tienen mal. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a enmienda.
Y los discípulos de Juan, y de los fariseos ayunaban; y vienen, y le dicen: ¿Por qué los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunan, y tus discípulos no ayunan?
Y Jesús les dice: ¿Pueden ayunar los que están de bodas, cuando el Esposo está con ellos? Entre tanto que tienen consigo al Esposo, no pueden ayunar.
Ni nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera el vino nuevo rompe los odres, y se derrama el vino, y los odres se pierden; mas el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar.
Y aconteció que pasando él otra vez por los sembrados en sábado; sus discípulos, andando, comenzaron a arrancar espigas.
Entonces los fariseos le dijeron: He aquí, ¿por qué hacen tus discípulos en sábado lo que no es lícito?
Y él les dijo: ¿Nunca leisteis qué hizo David cuando tuvo necesidad, y tuvo hambre, él y los que estaban con él;
cómo entró en la casa de Dios, siendo Abiatar sumo sacerdote, y comió los panes de la proposición, de los cuales no es lícito comer sino a los sacerdotes, y aun dio a los que con él estaban?
Entonces Jesús dijo a los otros: `` ¿Es lícito en el día de reposo hacer bien o hacer mal, salvar una vida o matar?" Pero ellos guardaban silencio.
Y mirando con enojo a los que Lo rodeaban, y entristecido por la dureza de sus corazones, le dijo al hombre: ``Extiende tu mano." Y él la extendió, y su mano quedó sana.
Entonces saliendo los fariseos, tomaron consejo con los herodianos contra él, para matarle.
y de Jerusalén, y de Idumea, y del otro lado del Jordán. Y los que moran alrededor de Tiro y de Sidón, grande multitud, oyendo cuán grandes cosas hacía, vinieron a él.
porque había sanado a muchos, de manera que todos los que tenían aflicciones se le echaban encima para tocarle.
Y los espíritus inmundos, al verle, se postraban delante de él, y daban voces, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios.
Y subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él.
Designó a los doce: Simón (a quien puso por nombre Pedro),
y a Jacobo, hijo de Zebedeo, y a Juan hermano de Jacobo; y los apellidó Boanerges, que es, Hijos del trueno;
Cuando lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle; porque decían: Está fuera de sí.
Pero los escribas que habían venido de Jerusalén, decían que tenía a Beelzebú; y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios.
De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera con que blasfemaren;
Y mirando alrededor a los que estaban sentados alrededor de él, dijo: He aquí mi madre y hermanos.
Otra {parte} cayó entre espinos, y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto.
Cuando estuvo solo, le preguntaron los que estaban cerca de él con los doce, sobre la parábola.
Y les dijo: A vosotros es dado saber el misterio del Reino de Dios; mas a los que están fuera, por parábolas todas las cosas;
para que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan, y les sean perdonados los pecados.
Y éstos son los de junto al camino; en los que la Palabra es sembrada; mas después que la oyeron, luego viene Satanás, y quita la Palabra que fue sembrada en sus corazones.
Y asimismo éstos son los que son sembrados en pedregales: los que cuando han oído la Palabra, luego la toman con gozo;
Y éstos son los que son sembrados entre espinas: los que oyen la palabra;
pero los cuidados de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias que hay en las otras cosas, entrando, ahogan la Palabra, y es hecha sin fruto.
Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la Palabra, y la reciben, y hacen fruto, uno a treinta, otro a sesenta, y otro a ciento.
Les dijo también: Mirad lo que oís: con la medida que medís, os medirán otros, y será añadido a vosotros los que oís.
Y vinieron al otro lado del mar a la provincia de los gadarenos.
Y salido él del barco, luego le salió al encuentro un hombre de los sepulcros, con un espíritu inmundo,
que tenía domicilio en los sepulcros, y ni aun con cadenas le podía alguien atar;
porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas; mas las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y los grillos desmenuzados; y nadie le podía domar.
Siempre, de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con las piedras.
Entonces le rogaba con insistencia que no los enviara fuera de la tierra.
Y estaba allí cerca de los montes una grande manada de puercos paciendo;
y le rogaron todos aquellos demonios, diciendo: Envíanos a los puercos para que entremos en ellos.
Y luego Jesús se lo permitió. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los puercos, y la manada cayó por un despeñadero en el mar; los cuales eran como dos mil; y en el mar se ahogaron.
Los que apacentaban los puercos huyeron, y dieron aviso en la ciudad y en los campos. Y salieron para ver qué era aquello que había acontecido.
Y les contaron los que lo habían visto, cómo había acontecido al que había tenido el demonio, y lo de los puercos.
Y comenzaron a rogarle que se fuera de los términos de ellos.
Pero Jesús no le permitió, sino le dijo: Vete a tu casa a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti.
Y vino uno de los príncipes de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vio, se postró a sus pies,
Y llegaron a la casa del príncipe de la sinagoga, y vio el alboroto, los que lloraban y gemían mucho.
Y hacían burla de él; mas él, echados fuera todos, toma al padre y a la madre de la muchacha, y a los que estaban con él, y entra donde la muchacha estaba.
Y no pudo hacer allí ningún milagro; sólo sanó a unos pocos enfermos sobre los cuales puso sus manos.
Y llamó a los doce, y comenzó a enviarlos de dos en dos; y les dio potestad sobre los espíritus inmundos.
Y todos aquellos que no os recibieren ni os oyeren, saliendo de allí, sacudid el polvo que está debajo de vuestros pies, en testimonio a ellos. De cierto os digo que será más tolerable para los de Sodoma y Gomorra en el día del juicio, que para aquella ciudad.
Y saliendo, predicaban que los hombres se arrepintieran.
Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los sanaban.
Y oyó el rey Herodes la fama de Jesús, porque su nombre era hecho notorio; y dijo: Juan el que bautizaba, ha resucitado de los muertos, y por tanto, virtudes obran en él.
Otros decían: Elías es. Y otros decían: Profeta es, o alguno de los profetas.
Y oyéndolo Herodes, dijo: Este es Juan el que yo degollé; él ha resucitado de los muertos.
Y venido un día oportuno, en que Herodes, en la fiesta de su nacimiento, daba una cena a sus príncipes y tribunos, y a los principales de Galilea;
y entrando la hija de Herodías, y danzando, y agradando a Herodes y a los que estaban con él a la mesa, el rey dijo a la muchacha: Pídeme lo que quisieres, que yo te lo daré.
Y el rey se entristeció mucho; mas a causa del juramento, y de los que estaban con él a la mesa, no quiso desecharla.
Cuando los discípulos de Juan oyeron {esto,} fueron y se llevaron el cuerpo y le dieron sepultura.
Y los apóstoles se juntaron a Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían enseñado.
Y él les dijo: Venid vosotros aparte al lugar desierto, y reposad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, que ni aun tenían lugar de comer.
Y los vieron ir muchos, y le conocieron; y concurrieron allá muchos a pie de las ciudades, y llegaron antes que ellos, y se juntaron a él.
envíalos para que vayan a los cortijos y aldeas de alrededor, y compren para sí pan; porque no tienen qué comer.
Y tomados los cinco panes y los dos peces, mirando al cielo, bendijo, y partió los panes, y dio a sus discípulos para que los pusieran delante; y repartió a todos los dos peces.
Y alzaron de los pedazos doce cestas llenas, y de los peces.
Y los que comieron eran cinco mil hombres.
Y después que los hubo despedido, se fue al monte a orar.
Y los vio fatigados remando, porque el viento les era contrario; y cerca de la cuarta vigilia de la noche, vino a ellos andando sobre el mar, y quería precederlos.
porque aún no habían cobrado entendimiento en los panes, porque sus corazones estaban ciegos.
y recorrieron apresuradamente toda aquella comarca, y comenzaron a traer a los enfermos en sus camillas adonde oían {decir} que El estaba.
Y dondequiera que entraba, en aldeas, o ciudades, o heredades, ponían en las calles a los que estaban enfermos, y le rogaban que les dejara tocar siquiera el borde de su vestido; y todos los que le tocaban eran salvos.
Y se juntaron a él fariseos, y algunos de los escribas, que habían venido de Jerusalén;
los cuales, viendo a algunos de sus discípulos comer pan con manos comunes, es a decir, no lavadas, los condenaban.
(Porque los fariseos y todos los judíos, teniendo la tradición de los ancianos, si muchas veces no se lavan las manos, no comen.
Y volviendo de la plaza, si no se lavaren, no comen. Y muchas otras cosas hay, que tomaron para guardar, como las lavaduras de los vasos de beber, y de los jarros, y de los vasos de metal, y de los lechos.)
Y le preguntaron los fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos sin lavar?
Y respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo con los labios me honra, mas su corazón lejos está de mí.
Porque dejando el mandamiento de Dios, tenéis la tradición de los hombres: las lavaduras de los jarros y de los vasos de beber; y hacéis muchas cosas semejantes a éstas.
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