42 casos

'Ni' en la Biblia

Sea aquel día sombrío, y no cuide de él Dios desde arriba, ni claridad sobre él resplandezca.

Ocupe la oscuridad aquella noche; no sea contada entre los días del año, ni venga en el número de los meses.

Oscurézcanse las estrellas de su alba; espere la luz, y no venga, ni vea los párpados de la mañana:

Por cuanto no cerró las puertas del vientre de mi madre, ni escondió de mis ojos la miseria.

No he tenido paz, no me aseguré, ni estuve reposado; no obstante me vino turbación.

Porque la aflicción no sale del polvo, ni la molestia brota de la tierra.

No volverá más a su casa, ni su lugar le conocerá más.

¿Hasta cuándo no te apartarás de mí, y no me soltarás ni siquiera para que trague mi saliva?

He aquí, Dios no desechará al perfecto, ni tampoco ayudará a los malhechores.

Ni hay entre nosotros árbitro, que ponga su mano sobre ambos.

Así el hombre yace, y no vuelve a levantarse; hasta que no haya cielo no despertarán, ni se levantarán de su sueño.

He aquí que en sus santos no confía, y ni aun los cielos son limpios delante de sus ojos:

No se enriquecerá, ni sus bienes perdurarán, ni extenderá por la tierra su hermosura.

No tendrá hijo ni nieto en su pueblo, ni quien le suceda en sus moradas.

El ojo que le vio, nunca más le verá; ni su lugar le contemplará ya más.

Por tanto, no sentirá él sosiego en su vientre, ni salvará nada de lo que codiciaba.

¿Por qué no fui yo cortado delante de las tinieblas, ni cubrió con oscuridad mi rostro?

He aquí que ni aun la misma luna será resplandeciente, ni las estrellas son limpias delante de sus ojos.

Hay senda que el ave no conoce, ni ojo de buitre ha visto;

los cachorros de león no la han pisado, ni el fiero león pasó por ella.

No conoce su valor el hombre, ni se halla en la tierra de los vivientes.

El abismo dice: No está en mí: Y el mar dijo: Ni conmigo.

No puede ser apreciada con oro de Ofir, ni con ónice precioso, ni con zafiro.

No se hará mención de coral ni de perlas: La sabiduría es mejor que las piedras preciosas.

(Ni aun permití que mi lengua pecase, pidiendo maldición para su alma);

Ahora bien, Job no dirigió contra mí sus palabras, ni yo le responderé con vuestras razones.

No haré ahora acepción de personas, ni usaré con hombre alguno de títulos lisonjeros.

He aquí que mi terror no te espantará, ni mi mano se agravará sobre ti.

¿Cuánto menos a Aquel que no hace acepción de personas de príncipes, ni respeta al rico más que al pobre? Porque todos son obras de sus manos.

No hay tinieblas ni sombra de muerte donde se oculten los que obran maldad.

Mas ahora, porque en su ira no visita, ni considera con rigor,

Hace burla del espanto, y no teme, ni vuelve el rostro delante de la espada.

Yo no callaré en cuanto a sus miembros, ni lo de sus fuerzas y la gracia de su disposición.

Cuando alguno lo alcanzare, ni espada, ni lanza, ni dardo, ni coselete durará.

Reina Valera Gómez (© 2010)