'Aquel' en la Biblia
Porque éste es aquél de quien habló el profeta Isaías, diciendo: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor: Enderezad sus sendas.
Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?
Y cuando Él llegó a la otra ribera, a la región de los gergesenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, fieros en gran manera, tanto que nadie podía pasar por aquel camino.
Y los demonios le rogaron diciendo: Si nos echas fuera, permítenos ir a aquel hato de puercos.
Y Él les dijo: Id. Y ellos saliendo, se fueron a aquel hato de puercos; y he aquí, todo el hato de puercos se precipitó en el mar por un despeñadero, y perecieron en las aguas.
Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a Aquél que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.
diciéndole: ¿Eres tú Aquél que había de venir, o esperaremos a otro?
Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir.
En aquel tiempo, respondió Jesús y dijo: Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños.
Todas las cosas me son entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni nadie conoce al Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quisiere revelar.
En aquel tiempo iba Jesús por los sembrados en sábado; y sus discípulos tuvieron hambre, y comenzaron a arrancar espigas y a comer.
Entonces dijo a aquel hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y le fue restaurada sana como la otra.
Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero.
Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ése es mi hermano, y hermana, y madre.
Y aquel día salió Jesús de casa y se sentó junto al mar.
Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo; el cual hallándolo un hombre, lo esconde, y gozoso por ello, va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo.
En aquel tiempo Herodes el tetrarca oyó de la fama de Jesús,
Y cuando le reconocieron los hombres de aquel lugar, enviaron por toda aquella tierra alrededor, y trajeron a Él todos los enfermos,
Desde aquel tiempo comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día.
¡Ay del mundo por los tropiezos! porque necesario es que vengan tropiezos, mas ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo!
Entonces aquel siervo, postrado le rogaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.
Entonces el señor de aquel siervo, fue movido a misericordia, y le soltó y le perdonó la deuda.
Mas saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios, y sujetándolo del cuello, le dijo: Págame lo que me debes.
Aquel día, vinieron a Él los saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron,
Y nadie le podía responder palabra; ni osó alguno desde aquel día preguntarle más.
y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios, y por Aquél que está sentado sobre él.
Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así.
Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir;
vendrá el señor de aquel siervo en el día que no lo espera, y a la hora que no sabe,
A la verdad el Hijo del Hombre va, como está escrito de Él, mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a tal hombre no haber nacido.
Y os digo, que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día cuando lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.
Por lo cual aquel campo fue llamado: Campo de Sangre, hasta el día de hoy.
diciendo: Señor, nos acordamos que aquel engañador, viviendo aún, dijo: Después de tres días resucitaré.
Y así que hubo Él hablado, al instante la lepra se fue de aquél, y quedó limpio.
Porque todo aquel que hiciere la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.
Y aquel día, cuando cayó la tarde, les dijo: Pasemos al otro lado.
Y al instante la fuente de su sangre se secó, y sintió en su cuerpo que estaba sana de aquel azote.
Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre.
A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito de Él; mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a tal hombre nunca haber nacido.
De cierto os digo, que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día, cuando lo beberé nuevo en el reino de Dios.
Regocijaos en aquel día, y saltad de gozo; porque he aquí vuestro galardón es grande en el cielo; porque así hacían sus padres a los profetas.
Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras, y las hace, os enseñaré a quién es semejante:
Y llamó Juan a dos de sus discípulos, y los envió a Jesús, para preguntarle: ¿Eres tú Aquél que había de venir, o esperaremos a otro?
Y cuando los hombres vinieron a Él, dijeron: Juan el Bautista nos ha enviado a ti, para preguntarte: ¿Eres tú Aquél que había de venir, o esperaremos a otro?
y bienaventurado es aquel que no fuere escandalizado en mí.
Y respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel a quien le perdonó más. Y Él le dijo: Rectamente has juzgado.
Y los que lo habían visto, les contaron cómo había sido sanado aquel endemoniado.
Y aquel hombre de quien habían salido los demonios le rogaba que le permitiese estar con Él; mas Jesús le despidió, diciendo:
Y os digo que será más tolerable el castigo para Sodoma en aquel día, que para aquella ciudad.
Y aconteció, que descendió un sacerdote por aquel camino, y cuando lo vio, pasó por el otro lado.
Y asimismo un levita, cuando llegó cerca de aquel lugar y lo vio, pasó por el otro lado.
Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
Entonces va, y toma otros siete espíritus peores que él; y entrados, habitan allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero.
Mas os enseñaré a quién debéis temer: Temed a Aquél que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno: Sí, os digo: A Éste temed.
Y os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios;
Y todo aquel que dijere palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que blasfemare contra el Espíritu Santo, no le será perdonado.
Bienaventurado aquel siervo a quien, cuando su señor venga, lo halle haciendo así.
Pero si aquel siervo dice en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comienza a golpear a los siervos y a las criadas, y a comer y beber y a embriagarse;
vendrá el señor de aquel siervo el día que no lo espera, y a la hora que no sabe, y le apartará, y pondrá su parte con los incrédulos.
Y aquel siervo que sabía la voluntad de su señor y no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes.
Aquel mismo día vinieron unos fariseos, diciéndole: Sal, y vete de aquí, porque Herodes te quiere matar.
Entonces dijo a los discípulos: Imposible es que no vengan tropiezos; mas ¡ay de aquel por quien vienen!
En aquel día, el que esté en la azotea, y sus pertenencias en casa, no descienda a tomarlas; y el que esté en el campo, igualmente, no vuelva atrás.
Y cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa.
pero los que fueren tenidos por dignos de aquel mundo y la resurrección de los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento.
Y mirad por vosotros mismos, que vuestros corazones no sean cargados de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día.
Y a la verdad el Hijo del Hombre va, según lo que está determinado; mas ¡ay de aquel hombre por quien Él es entregado!
Y cuando llegó a aquel lugar, les dijo: Orad que no entréis en tentación.
Y aquel mismo día Pilato y Herodes entre ellos se hicieron amigos; porque antes estaban enemistados entre sí.
y les soltó a aquél que había sido echado en la cárcel por sedición y homicidio, al cual habían pedido; y entregó a Jesús a la voluntad de ellos.
Aquél era la Luz verdadera, que alumbra a todo hombre que viene a este mundo.
Éste es Aquél de quien yo dije: Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí; porque era primero que yo.
Él les dijo: Venid y ved. Vinieron y vieron dónde moraba; y se quedaron con Él aquel día, porque era como la hora décima.
Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a Aquél de quien escribió Moisés en la ley, y los profetas: a Jesús de Nazaret, el hijo de José.
El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.
para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era sábado aquel día.
Entonces los judíos decían a aquel que había sido sanado: Sábado es; no te es lícito llevar tu lecho.
Y el que había sido sanado no sabía quién fuese; porque Jesús se había apartado de la multitud que estaba en aquel lugar.
Entonces Jesús dijo: Haced recostar los hombres. Y había mucha hierba en aquel lugar; y se recostaron, en número como de cinco mil varones.
Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo.
Y ésta es la voluntad del que me envió: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en Él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.
Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó y aprendió del Padre, viene a mí.
No que alguno haya visto al Padre, sino Aquél que vino de Dios, Éste ha visto al Padre.
Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de Aquél que me envió.
Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo: Todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado.
Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?
Porque Jesús aún no había llegado a la aldea, sino que estaba en aquel lugar donde Marta le había encontrado.
Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada;
Y esto no lo dijo de sí mismo; sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación;
Así que, desde aquel día consultaban juntos para matarle.
Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas.
A éste, pues, hizo señas Simón Pedro, para que le preguntase quién era aquel de quien hablaba.
Respondió Jesús: A quien yo diere el pan mojado, aquél es. Y mojando el pan, lo dio a Judas Iscariote, el hijo de Simón.
En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.
Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quita; y todo aquel que lleva fruto, lo limpia, para que lleve más fruto.
En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará.
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