'Decía' en la Biblia
Y he aquí, {se oyó} una voz de los cielos que decía: Este es mi Hijo amado en quien me he complacido.
Mientras les decía estas cosas, he aquí, vino un oficial {de la sinagoga} y se postró delante de El, diciendo: Mi hija acaba de morir; pero ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá.
pues decía para sí: Si tan sólo toco su manto, sanaré.
Pero respondiendo El al que se lo decía, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?
porque Juan le decía: No te es lícito tenerla.
Y pusieron sobre su cabeza la acusación contra El, que decía: ESTE ES JESUS, EL REY DE LOS JUDIOS.
y vino una voz de los cielos, {que decía:} Tú eres mi Hijo amado, en ti me he complacido.
Y El les decía: El día de reposo se hizo para el hombre, y no el hombre para el día de reposo.
Les enseñaba muchas cosas en parábolas; y les decía en su enseñanza:
Y El decía: El que tiene oídos para oír, que oiga.
Y les decía: A vosotros os ha sido dado el misterio del reino de Dios, pero los que están afuera reciben todo en parábolas;
Y les decía: ¿Acaso se trae una lámpara para ponerla debajo de un almud o debajo de la cama? ¿No es para ponerla en el candelero?
También les decía: Cuidaos de lo que oís. Con la medida con que midáis, se os medirá, y aun más se os dará.
Decía también: El reino de Dios es como un hombre que echa semilla en la tierra,
También decía: ¿A qué compararemos el reino de Dios, o con qué parábola lo describiremos?
Porque {Jesús} le decía: Sal del hombre, espíritu inmundo.
Porque decía: Si tan sólo toco sus ropas, sanaré.
El rey Herodes se enteró {de esto,} pues el nombre de Jesús se había hecho célebre, y la {gente} decía: Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos, por eso es que estos poderes milagrosos actúan en él.
Y al oír {esto} Herodes, decía: Juan, a quien yo decapité, ha resucitado.
Porque Juan le decía a Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu hermano.
También les decía: Astutamente violáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.
Y llamando de nuevo a la multitud, les decía: Escuchadme todos y entended:
Y decía: Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre.
Y El le decía: Deja que primero los hijos se sacien, pues no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos.
Y les decía estas palabras claramente. Y Pedro le llevó aparte y comenzó a reprenderle.
Y les decía: En verdad os digo que hay algunos de los que están aquí que no probarán la muerte hasta que vean el reino de Dios después de que haya venido con poder.
Porque enseñaba a sus discípulos, y les decía: El Hijo del Hombre será entregado en manos de los hombres y le matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará.
Pero ellos no entendían lo que decía, y tenían miedo de preguntarle.
Y tomando la palabra, Jesús decía mientras enseñaba en el templo: ¿Por qué dicen los escribas que el Cristo es hijo de David?
Y en su enseñanza les decía: Cuidaos de los escribas, a quienes les gusta andar con vestiduras largas, y {aman} los saludos respetuosos en las plazas,
Y decía: ¿Abba, Padre! Para ti todas las cosas son posibles; aparta de mí esta copa, pero no sea lo que yo quiero, sino lo que tú {quieras}.
Y Pilato, tomando de nuevo la palabra, les decía: ¿Qué haré, entonces, con el que llamáis el Rey de los judíos?
Y Pilato les decía: ¿Por qué? ¿Qué mal ha hecho? Y ellos gritaban aún más: ¡Crucifícale!
Y la inscripción de la acusación contra El decía: EL REY DE LOS JUDIOS.
Por eso, decía a las multitudes que acudían para que él las bautizara: ¡Camada de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira que vendrá?
Respondiendo él, les decía: El que tiene dos túnicas, comparta con el que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo.
y el Espíritu Santo descendió sobre El en forma corporal, como una paloma, y vino una voz del cielo, {que decía:} Tú eres mi Hijo amado, en ti me he complacido.
Y les decía: El Hijo del Hombre es Señor del día de reposo.
Volviendo su vista hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados {vosotros} los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.
Y este dicho que se decía de El, se divulgó por toda Judea y por toda la región circunvecina.
Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame.
Y sucedió que al retirarse ellos de El, Pedro dijo a Jesús: Maestro, bueno es que estemos aquí; hagamos tres enramadas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías; no sabiendo lo que decía.
Entonces, mientras él decía esto, se formó una nube que los cubrió; y tuvieron temor al entrar en la nube.
Y una voz salió de la nube, que decía: Este es mi Hijo, {mi} Escogido; a El oíd.
Y les decía: La mies es mucha, pero los obreros pocos; rogad, por tanto, al Señor de la mies que envíe obreros a su mies.
Y sucedió que mientras decía estas cosas, una de las mujeres en la multitud alzó su voz y le dijo: ¡Dichosa la matriz que te concibió y los senos que te criaron!
Decía también a las multitudes: Cuando veis una nube que se levanta en el poniente, al instante decís: ``Viene un aguacero", y así sucede.
Entonces decía: ¿A qué es semejante el reino de Dios y con qué lo compararé?
Decía también {Jesús} a los discípulos: Había cierto hombre rico que tenía un mayordomo; y éste fue acusado ante él de derrochar sus bienes.
Pero ellos no comprendieron nada de esto; este dicho les estaba encubierto, y no entendían lo que se {les} decía.
Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y echaron suertes, repartiéndose entre sí sus vestidos.
Había también una inscripción sobre El, {que decía:} ESTE ES EL REY DE LOS JUDIOS.
Y decía: Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.
Y les dijo: Esto es lo que yo os decía cuando todavía estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo que sobre mí está escrito en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.
Juan dio* testimonio de El y clamó, diciendo: Este era del que yo decía: ``El que viene después de mí, es antes de mí, porque era primero que yo."
Por eso Jesús, respondiendo, les decía: En verdad, en verdad os digo que el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que hace el Padre, eso también hace el Hijo de igual manera.
Pero decía esto para probarlo, porque El sabía lo que iba a hacer.
La gente entonces, al ver la señal que {Jesús} había hecho, decía: Verdaderamente este es el Profeta que había de venir al mundo.
Y decía: Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí si no se lo ha concedido el Padre.
Pero El decía esto del Espíritu, que los que habían creído en El habían de recibir; porque el Espíritu no había {sido dado} todavía, pues Jesús aún no había sido glorificado.
Y {Jesús} les decía: Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo.
Entonces Jesús decía a los judíos que habían creído en El: Si vosotros permanecéis en mi palabra, verdaderamente sois mis discípulos;
Unos decían: El es; {y} otros decían: No, pero se parece a él. El decía: Yo soy.
Jesús les habló {por medio de} esta alegoría, pero ellos no entendieron qué era lo que les decía.
Por eso la multitud que estaba {allí} y {la} oyó, decía que había sido un trueno; otros decían: Un ángel le ha hablado.
Pero El decía esto para indicar de qué clase de muerte iba a morir.
Porque algunos pensaban que como Judas tenía la bolsa del dinero, Jesús le decía: Compra lo que necesitamos para la fiesta, o que diera algo a los pobres.
La congregación de los que creyeron era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo lo que poseía, sino que todas las cosas eran de propiedad común.
Y mientras apedreaban a Esteban, él invocaba {al Señor} y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu.
Y las multitudes unánimes prestaban atención a lo que Felipe decía, al oír y ver las señales que hacía.
y al caer a tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
Como a la hora novena del día, vio claramente en una visión a un ángel de Dios que entraba a {donde} él {estaba} y le decía: Cornelio.
También oí una voz que me decía: ``Levántate Pedro, mata y come."
Cuando Juan estaba a punto de terminar su carrera, decía: `` ¿Quién pensáis que soy yo? Yo no soy {el Cristo;} mas he aquí, viene tras mí uno de quien yo no soy digno de desatar las sandalias de sus pies."
Pero cuando los judíos vieron la muchedumbre, se llenaron de celo, y blasfemando, contradecían lo que Pablo decía.
Y estaba escuchando cierta mujer llamada Lidia, de la ciudad de Tiatira, vendedora de telas de púrpura, que adoraba a Dios; y el Señor abrió su corazón para que recibiera lo que Pablo decía.
y caí al suelo, y oí una voz que me decía: ``Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?"
y vi {al Señor} que me decía: ``Apresúrate y sal pronto de Jerusalén porque no aceptarán tu testimonio acerca de mí."
mientras Pablo decía en defensa propia: No he cometido ningún delito, ni contra la ley de los judíos, ni contra el templo, ni contra el César.
Y después de que todos caímos al suelo, oí una voz que me decía en el idioma hebreo: ``Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón."
Mientras {Pablo} decía esto en su defensa, Festo dijo* a gran voz: ¡Pablo, estás loco! ¡{Tu} mucho saber te está haciendo perder la cabeza!
Pero el centurión se persuadió más {por lo dicho} por el piloto y el capitán del barco, que por lo que Pablo decía.
Algunos eran persuadidos con lo que se decía, pero otros no creían.
Pero he enviado a los hermanos para que nuestra jactancia acerca de vosotros no sea hecha vana en este caso, a fin de que, como decía, estéis preparados;
¿No os acordáis de que cuando yo estaba todavía con vosotros os decía esto?
que decía: Escribe en un libro lo que ves, y envía{lo} a las siete iglesias: a Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea.
Después de esto miré, y vi una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que yo había oído, como {sonido} de trompeta que hablaba conmigo, decía: Sube acá y te mostraré las cosas que deben suceder después de éstas.
Vi cuando el Cordero abrió uno de los siete sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes que decía, como con voz de trueno: Ven.
Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente que decía: Ven.
Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente que decía: Ven. Y miré, y he aquí, un caballo negro; y el que estaba montado en él tenía una balanza en la mano.
Y oí como una voz en medio de los cuatro seres vivientes que decía: Un litro de trigo por un denario, y tres litros de cebada por un denario, y no dañes el aceite y el vino.
Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente que decía: Ven.
Entonces miré, y oí volar a un águila en medio del cielo, que decía a gran voz: ¡Ay, ay, ay, de los que habitan en la tierra, a causa de los toques de trompeta que faltan, que los otros tres ángeles están para tocar!
y decía al sexto ángel que tenía la trompeta: Suelta a los cuatro ángeles que están atados junto al gran río Eufrates.
Después que los siete truenos hablaron, iba yo a escribir, cuando oí una voz del cielo que decía: Sella las cosas que los siete truenos han dicho y no las escribas.
Entonces oyeron una gran voz del cielo que les decía: Subid acá. Y subieron al cielo en la nube, y sus enemigos los vieron.
Y oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder y el reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo, porque el acusador de nuestros hermanos, el que los acusa delante de nuestro Dios día y noche, ha sido arrojado.
Y oí una voz del cielo que decía: Escribe: ``Bienaventurados los muertos que de aquí en adelante mueren en el Señor." Sí --dice el Espíritu-- para que descansen de sus trabajos, porque sus obras van con ellos.
Y oí una gran voz que desde el templo decía a los siete ángeles: Id y derramad en la tierra las siete copas del furor de Dios.
Y oí al ángel de las aguas, que decía: Justo eres tú, el que eres, y el que eras, oh Santo, porque has juzgado estas cosas;