'Las' en la Biblia
- 1.Gé 1:2-Gé 27:46
- 2.Gé 28:1-Éx 1:11
- 3.Éx 1:15-Éx 23:29
- 4.Éx 24:3-Éx 36:15
- 5.Éx 36:16-Levítico 8:29
- 6.Levítico 8:30-Números 1:54
- 7.Números 2:2-Números 19:18
- 8.Números 20:13-Deuteronomio 5:8
- 9.Deuteronomio 5:22-Deuteronomio 30:1
- 10.Deuteronomio 31:3-Josué 18:10
- 11.Josué 18:15-Jueces 16:12
- 12.Jueces 16:20-1 Samuel 15:22
- 13.1 Samuel 15:33-2 Samuel 20:19
- 14.2 Samuel 21:9-1 Reyes 16:14
- 15.1 Reyes 16:20-2 Reyes 15:26
- 16.2 Reyes 15:31-1 Crónicas 9:13
- 17.1 Crónicas 9:16-2 Crónicas 5:1
- 18.2 Crónicas 5:2-2 Crónicas 31:5
- 19.2 Crónicas 31:6-Nehemías 7:70
- 20.Nehemías 7:71-Job 6:12
- 21.Job 6:25-Job 38:33
- 22.Job 38:34-Salmos 65:12
- 23.Salmos 66:5-Salmos 106:2
- 24.Salmos 106:11-Proverbios 8:29
- 25.Proverbios 9:6-Eclesiastés 9:17
- 26.Eclesiastés 9:18-Isaías 14:12
- 27.Isaías 14:13-Isaías 43:9
- 28.Isaías 43:14-Jeremías 5:10
- 29.Jeremías 6:4-Jeremías 29:18
- 30.Jeremías 29:23-Jeremías 51:7
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- 32.Ezequiel 13:20-Ezequiel 31:14
- 33.Ezequiel 31:15-Ezequiel 42:9
- 34.Ezequiel 42:11-Oseas 2:18
- 35.Oseas 4:3-Nahúm 3:13
- 36.Nahúm 3:16-Mateo 6:23
- 37.Mateo 6:26-Mateo 24:30
- 38.Mateo 24:32-Marcos 14:62
- 39.Marcos 14:66-Lucas 18:31
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Porque será entregado á las gentes, y será escarnecido, é injuriado, y escupido.
Y dijo á los que estaban presentes: Quitadle la mina, y dadla al que tiene las diez minas.
Y aconteció, que llegando cerca de Bethfagé, y de Bethania, al monte que se llama de las Olivas, envió dos de sus discípulos,
Y como llegasen ya cerca de la bajada del monte de las Olivas, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzaron á alabar á Dios á gran voz por todas las maravillas que habían visto,
Y él respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaren, las piedras clamarán.
Guardaos de los escribas, que quieren andar con ropas largas, y aman las salutaciones en las plazas, y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas;
Que devoran las casas de las viudas, poniendo por pretexto la larga oración: éstos recibirán mayor condenación.
Porque todos estos, de lo que les sobra echaron para las ofrendas de Dios; mas ésta de su pobreza echó todo el sustento que tenía.
Mas antes de todas estas cosas os echarán mano, y perseguirán, entregándoos á las sinagogas y á las cárceles, siendo llevados á los reyes y á los gobernadores por causa de mi nombre.
Porque estos son días de venganza: para que se cumplan todas las cosas que están escritas.
Mas ay de las preñadas, y de las que crían en aquellos días! porque habrá apuro grande sobre la tierra é ira en este pueblo.
Y caerán á filo de espada, y serán llevados cautivos á todas las naciones: y Jerusalem será hollada de las gentes, hasta que los tiempos de las gentes sean cumplidos.
Entonces habrá señales en el sol, y en la luna, y en las estrellas; y en la tierra angustia de gentes por la confusión del sonido de la mar y de las ondas:
Secándose los hombres á causa del temor y expectación de las cosas que sobrevendrán á la redondez de la tierra: porque las virtudes de los cielos serán conmovidas.
Y enseñaba de día en el templo; y de noche saliendo, estábase en el monte que se llama de las Olivas.
Entonces él les dijo: Los reyes de las gentes se enseñorean de ellas; y los que sobre ellas tienen potestad, son llamados bienhechores:
Para que comáis y bebáis en mi mesa en mi reino, y os sentéis sobre tronos juzgando á las doce tribus de Israel.
Y saliendo, se fué, como solía, al monte de las Olivas; y sus discípulos también le siguieron.
Habiendo estado con vosotros cada día en el templo, no extendisteis las manos contra mí; mas ésta es vuestra hora, y la potestad de las tinieblas.
Y Pilato dijo á los príncipes de los sacerdotes, y á las gentes: Ninguna culpa hallo en este hombre.
Mas ellos instaban á grandes voces, pidiendo que fuese crucificado. Y las voces de ellos y de los príncipes de los sacerdotes crecían.
Y le seguía una grande multitud de pueblo, y de mujeres, las cuales le lloraban y lamentaban.
Porque he aquí vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no engendraron, y los pechos que no criaron.
Mas todos sus conocidos, y las mujeres que le habían seguido desde Galilea, estaban lejos mirando estas cosas.
Y las mujeres que con él habían venido de Galilea, siguieron también y vieron el sepulcro, y cómo fué puesto su cuerpo.
Y EL primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las drogas aromáticas que habían aparejado, y algunas otras mujeres con ellas.
Y eran María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con ellas, las que dijeron estas cosas á los apóstoles.
Mas á ellos les parecían como locura las palabras de ellas, y no las creyeron.
Y respondiendo el uno, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Tú sólo peregrino eres en Jerusalem, y no has sabido las cosas que en ella han acontecido estos días?
Aunque también unas mujeres de los nuestros nos han espantado, las cuales antes del día fueron al sepulcro:
Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron así como las mujeres habían dicho; más á él no le vieron.
Y comenzando desde Moisés, y de todos los profetas, declarábales en todas las Escrituras lo que de él decían.
Y decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?
Entonces ellos contaban las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo había sido conocido de ellos al partir el pan.
Y en diciendo esto, les mostró las manos y los pies.
Y él les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliesen todas las cosas que están escritas de mí en la ley de Moisés, y en los profetas, y en los salmos.
Entonces les abrió el sentido, para que entendiesen las Escrituras;
Y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y la remisión de pecados en todas las naciones, comenzando de Jerusalem.
Todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo que es hecho, fué hecho.
Y la luz en las tinieblas resplandece; mas las tinieblas no la comprendieron.
Díceles: Venid y ved. Vinieron, y vieron donde moraba, y quedáronse con él aquel día: porque era como la hora de las diez.
Y fué también llamado Jesús y sus discípulos á las bodas.
Y hecho un azote de cuerdas, echólos á todos del templo, y las ovejas, y los bueyes; y derramó los dineros de los cambiadores, y trastornó las mesas;
Y á los que vendían las palomas, dijo: Quitad de aquí esto, y no hagáis la casa de mi Padre casa de mercado.
Y estando en Jerusalem en la Pascua, en el día de la fiesta, muchos creyeron en su nombre, viendo las señales que hacía.
Si os he dicho cosas terrenas, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?
Y esta es la condenación: porque la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz; porque sus obras eran malas.
Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla: porque no da Dios el Espíritu por medida.
El Padre ama al Hijo, y todas las cosas dió en su mano.
Dícele la mujer: Sé que el Mesías ha de venir, el cual se dice el Cristo: cuando él viniere nos declarará todas las cosas.
¿No decís vosotros: Aun hay cuatro meses hasta que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos, y mirad las regiones, porque ya están blancas para la siega.
Y como vino á Galilea, los Galileos le recibieron, vistas todas las cosas que había hecho en Jerusalem en el día de la fiesta: porque también ellos habían ido á la fiesta.
Entonces él les preguntó á qué hora comenzó á estar mejor. Y dijéronle: Ayer á las siete le dejó la fiebre.
Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que éstas le mostrará, de suerte que vosotros os maravilléis.
Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan: porque las obras que el Padre me dió que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me haya enviado.
Escudriñad las Escrituras, porque á vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.
Como vió pues la gente que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos, entraron ellos en las navecillas, y vinieron á Capernaum buscando á Jesús.
Respondióles Jesús, y dijo; De cierto, de cierto os digo, que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os hartasteis.
Y dijéronle: ¿Qué haremos para que obremos las obras de Dios?
El espíritu es el que da vida; la carne nada aprovecha: las palabras que yo os he hablado, son espíritu y son vida.
Y dijéronle sus hermanos: Pásate de aquí, y vete á Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces.
Y había grande murmullo de él entre la gente: porque unos decían: Bueno es; y otros decían: No, antes engaña á las gentes.
Y muchos del pueblo creyeron en él, y decían: El Cristo, cuando viniere, ¿hará más señales que las que éste hace?
Y en la ley Moisés nos mandó apedrear á las tales: tú pues, ¿qué dices?
Estas palabras habló Jesús en el lugar de las limosnas, enseñando en el templo: y nadie le prendió; porque aun no había venido su hora.
Respondieron y dijéronle: Nuestro padre es Abraham. Díceles Jesús: Si fuerais hijos de Abraham, las obras de Abraham harías.
Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Dijéronle entonces: Nosotros no somos nacidos de fornicación; un padre tenemos, que es Dios.
El que es de Dios, las palabras de Dios oye: por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios.
Respondió Jesús: Ni éste pecó, ni sus padres: mas para que las obras de Dios se manifiesten en él.
Conviéneme obrar las obrar del que me envió, entre tanto que el día dura: la noche viene, cuando nadie puede obrar.
DE cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el corral de las ovejas, mas sube por otra parte, el tal es ladrón y robador.
Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es.
A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz: y á sus ovejas llama por nombre, y las saca.
Y como ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz.
Volvióles, pues, Jesús á decir: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas.
Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y robadores; mas no los oyeron las ovejas.
Yo soy el buen pastor: el buen pastor su vida da por las ovejas.
Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve al lobo que viene, y deja las ovejas, y huye, y el lobo las arrebata, y esparce las ovejas.
Así que, el asalariado, huye, porque es asalariado, y no tiene cuidado de las ovejas.
Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen.
Como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.
Respondióles Jesús: Os lo he dicho, y no creéis: las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí;
Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen;
Y yo les doy vida eterna y no perecerán para siempre, ni nadie las arrebatará de mi mano.
Mi Padre que me las dió, mayor que todos es y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.
Mas si las hago, aunque á mí no creáis, creed á las obras; para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre.
Y el que había estado muerto, salió, atadas las manos y los pies con vendas; y su rostro estaba envuelto en un sudario. Díceles Jesús: Desatadle, y dejadle ir.
Estas cosas no las entendieron sus discípulos de primero: empero cuando Jesús fué glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas de él, y que le hicieron estas cosas.
Entonces Jesús les dice: Aun por un poco estará la luz entre vosotros: andad entre tanto que tenéis luz, porque no os sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe dónde va.
Y el que oyere mis palabras, y no las creyere, yo no le juzgo; porque no he venido á juzgar al mundo, sino á salvar al mundo.
Sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y á Dios iba,
Dícele Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, mas aun las manos y la cabeza.
Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis, si las hiciereis.
¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo de mí mismo: mas el Padre que está en mí, él hace las obras.
Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí: de otra manera, creedme por las mismas obras.
De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago también él las hará; y mayores que éstas hará; porque yo voy al Padre.
Mas el Consolador, el Espíritu Santo, al cual el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todas las cosas que os he dicho.
Vosotros sois mis amigos, si hiciereis las cosas que yo os mando.
Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: mas os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os he hecho notorias.
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