'Los' en la Biblia
Los caminos de Sion están de luto, Porque nadie viene a las fiestas solemnes. Todas sus puertas están desoladas; Gimen sus sacerdotes, Sus vírgenes están afligidas, Y ella misma está amargada.
Jerusalén recuerda en los días de su aflicción y de su vagar Todos sus tesoros Que existían desde los tiempos antiguos, Cuando su pueblo cayó en mano del adversario Sin que nadie la ayudara. Al verla sus adversarios, Se burlaron de su ruina.
En gran manera ha pecado Jerusalén, Por lo cual se ha vuelto cosa inmunda. Todos los que la honraban la desprecian Porque han visto su desnudez, Y ella gime y se vuelve de espaldas.
``Ustedes, todos los que pasan por el camino, ¿no les importa esto? Observen y vean si hay dolor como mi dolor, Con el que fui atormentada, Con el que el SEÑOR {me} afligió el día de Su ardiente ira.
Sion extiende sus manos; No hay quien la consuele. El SEÑOR ha ordenado contra Jacob Que los que lo rodean sean sus adversarios; Jerusalén se ha vuelto cosa inmunda en medio de ellos.
El SEÑOR ha rechazado Su altar, Ha despreciado Su santuario; Ha entregado en manos del enemigo Los muros de sus palacios. Gritos se han dado en la casa del SEÑOR Como en día de fiesta solemne.
Están sentados en tierra, en silencio, Los ancianos de la hija de Sion. Han echado polvo sobre sus cabezas, Se han ceñido de cilicio. Han inclinado a tierra sus cabezas Las vírgenes de Jerusalén.
Baten palmas contra ti Todos los que pasan por el camino; Silban y mueven sus cabezas Contra la hija de Jerusalén, {diciendo:} `` ¿Es ésta la ciudad de la cual decían: `La perfección de la hermosura, El gozo de toda la tierra?'"
Han abierto su boca contra ti Todos tus enemigos; Silban y rechinan los dientes. Dicen: {``La} hemos devorado. Ciertamente éste es el día que esperábamos; {Lo} hemos alcanzado, {lo} hemos visto."
Mira, oh SEÑOR, y observa: ¿A quién has tratado así? ¿Habían de comerse las mujeres el fruto {de sus entrañas}, A los pequeños criados con cariño? ¿Habían de ser muertos en el santuario del Señor El sacerdote y el profeta?
Como en día de fiesta solemne convocaste Mis terrores de todas partes; Y no hubo en el día de la ira del SEÑOR Quien escapara ni sobreviviera. A los que crié y mantuve, Mi enemigo los exterminó.
En lugares tenebrosos me ha hecho morar, Como los que han muerto hace tiempo.
Bueno es el SEÑOR para los que en El esperan, Para el alma que Lo busca.
Porque El no castiga por gusto Ni aflige a los hijos de los hombres.
Aplastar bajo los pies A todos los prisioneros de un país,
Examinemos nuestros caminos y escudriñémos{los,} Y volvamos al SEÑOR.
Alcemos nuestro corazón en nuestras manos Hacia Dios en los cielos.
Basura y escoria nos has hecho En medio de los pueblos.
Hasta que el SEÑOR mire Y vea desde los cielos.
Los labios de mis agresores y sus murmuraciones {Están} contra mí todo el día.
Se sienten o se levanten, míra{los}, Yo soy el objeto de su canción.
Los perseguirás con ira y los destruirás De debajo de los cielos del SEÑOR.
Los hijos preciados de Sion, Que valían su peso en oro puro, ¡Cómo son tenidos por vasijas de barro, Obra de manos de alfarero!
Aun los chacales dan las ubres, Dan de mamar a sus crías; {Pero} la hija de mi pueblo (Jerusalén) se ha vuelto cruel Como los avestruces en el desierto.
La lengua del niño de pecho se le pega Al paladar por la sed; Los pequeños piden pan, {Pero} no hay quien se {lo} reparta.
Los que comían manjares Andan desolados por las calles; Los que se criaron entre púrpura Abrazan cenizales.
Sus consagrados eran más puros que la nieve, Más blancos que la leche, Más rojizos de cuerpo que los corales, {Como} el zafiro {era} su apariencia.
Más dichosos son los que mueren a espada Que los que mueren de hambre, Que se consumen, extenuados, Por falta de los frutos de los campos.
No creyeron los reyes de la tierra, Ni ninguno de los habitantes del mundo, Que el adversario y el enemigo pudieran entrar Por las Puertas de Jerusalén.
Pero a causa de los pecados de sus profetas {Y} de las iniquidades de sus sacerdotes, Quienes derramaron en medio de ella La sangre de los justos,
La presencia del SEÑOR los dispersó, No volverá a mirarlos. Ellos no honraron a los sacerdotes, Ni tuvieron piedad de los ancianos.
Nuestros perseguidores eran más veloces Que las águilas del cielo; Por los montes nos persiguieron, En el desierto nos tendieron emboscadas.
Nuestra piel quema como un horno, A causa de los ardores del hambre.
Los príncipes fueron colgados de sus manos, Los rostros de los ancianos no fueron respetados.
Los jóvenes trabajaron en el molino, Y los muchachos cayeron bajo {el peso de} la leña.
Los ancianos han dejado de estar a las puertas {de la ciudad}, Los jóvenes de su música.