'Mar' en la Biblia
Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles;
Y andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores.
Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; mas Él dormía.
Y Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar, y se hizo grande bonanza.
Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué clase de hombre es Éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?
Y Él les dijo: Id. Y ellos saliendo, se fueron a aquel hato de puercos; y he aquí, todo el hato de puercos se precipitó en el mar por un despeñadero, y perecieron en las aguas.
Y aquel día salió Jesús de casa y se sentó junto al mar.
Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red, que fue echada en el mar, y atrapó de toda clase;
Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas, porque el viento era contrario.
Y a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar.
Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo.
Y partiendo Jesús de allí, vino junto al mar de Galilea; y subiendo al monte, se sentó allí.
Mas para no ofenderles, ve al mar, y echa el anzuelo, y el primer pez que saques, tómalo, y al abrirle su boca, hallarás un estatero; tómalo y dáselo por mí y por ti.
Y cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí; mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le sumergiese en lo profundo del mar.
Y respondiendo Jesús les dijo: De cierto os digo que si tuviereis fe, y no dudareis, no sólo haréis esto de la higuera, sino que si a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será hecho.
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, lo hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros.
Y caminando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés su hermano, que echaban la red en el mar, porque eran pescadores.
Y volvió a irse al mar; y toda la multitud venía a Él, y les enseñaba.
Mas Jesús se retiró al mar con sus discípulos, y le siguió una gran multitud de Galilea, y de Judea,
Y otra vez comenzó a enseñar junto al mar, y una gran multitud se reunió alrededor de Él; tanto que entró en una barca, y se sentó en ella en el mar, y toda la multitud estaba en tierra junto al mar.
Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento. Y se hizo grande bonanza.
Y temieron en gran manera, y se decían el uno al otro: ¿Qué clase de hombre es Éste, que aun el viento y el mar le obedecen?
Y vinieron al otro lado del mar, a la provincia de los gadarenos.
Y luego Jesús se los permitió. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los puercos (los cuales eran como dos mil); y el hato se precipitó al mar por un despeñadero; y en el mar se ahogaron.
Y cuando Jesús pasó otra vez en una barca al otro lado; una gran multitud se reunió alrededor de Él; y Él estaba junto al mar.
Y al anochecer, la barca estaba en medio del mar, y Él solo en tierra.
Y al ver que se fatigaban remando, porque el viento les era contrario, como a la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar, y quería pasarlos de largo.
Y viéndole ellos andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma, y dieron voces;
Y saliendo otra vez de la región de Tiro y de Sidón, vino al mar de Galilea, a través de las costas de Decápolis.
Y cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le fuera si se le atase una piedra de molino al cuello, y se le arrojase al mar.
Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, mas creyere que será hecho lo que dice, lo que dijere le será hecho.
Y cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.
Mejor le fuera si se le atase al cuello una piedra de molino, y se le lanzase en el mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos.
Y el Señor dijo: Si tuviereis fe como un grano de mostaza, podríais decir a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecería.
Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, angustia de naciones en confusión; bramando el mar y las olas;
Después de estas cosas, Jesús se fue al otro lado del mar de Galilea, que es de Tiberias.
Y al anochecer, descendieron sus discípulos al mar;
y entrando en una barca, se fueron al otro lado del mar hacia Capernaúm. Y era ya oscuro, y Jesús no había venido a ellos.
Y se levantó el mar por un gran viento que soplaba.
Y cuando hubieron remado como veinticinco o treinta estadios, vieron a Jesús que andaba sobre el mar y se acercaba a la barca; y tuvieron miedo.
El día siguiente, cuando la gente que estaba al otro lado del mar vio que no había otra barca sino aquella en la que habían entrado sus discípulos, y que Jesús no había entrado con sus discípulos en la barca, sino que sus discípulos se habían ido solos.
Y hallándole al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá?
Después de estas cosas Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos junto al mar de Tiberias; y se manifestó de esta manera.
Entonces aquel discípulo, a quien Jesús amaba, dijo a Pedro: ¡Es el Señor! Y cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó su ropa (porque estaba desnudo), y se echó al mar.
Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Señor, tú eres Dios, que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay;
Éste los sacó, habiendo hecho prodigios y señales en la tierra de Egipto, y en el Mar Rojo, y en el desierto por cuarenta años.
Éste posa en casa de cierto Simón, curtidor, que tiene su casa junto al mar; él te dirá lo que debes hacer.
Envía, pues, a Jope, y haz venir a un Simón, que tiene por sobrenombre Pedro; éste posa en casa de Simón, curtidor, junto al mar; el cual cuando venga, te hablará.
y diciendo: Varones, ¿por qué hacéis esto? Nosotros también somos hombres semejantes a vosotros, y os predicamos que de estas vanidades os convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra, y el mar, y todo cuanto en ellos hay.
Entonces los hermanos, inmediatamente enviaron a Pablo que fuese hacia el mar; y Silas y Timoteo se quedaron allí.
Y habiendo pasado el mar de Cilicia y Panfilia, arribamos a Mira, ciudad de Licia.
Y venida la decimacuarta noche, y siendo llevados a la deriva por el mar Adriático, los marineros a la media noche presintieron que estaban cerca de alguna tierra;
Entonces como los marineros estaban por huir de la nave, habiendo echado el esquife al mar, aparentando como que querían largar las anclas de proa,
Y ya saciados de comida, aligeraron la nave, echando el trigo al mar.
Y alzando las anclas, se dejaron al mar; y soltando las amarras del timón y alzando al viento la vela de proa, se dirigieron hacia la playa.
Pero el centurión, queriendo salvar a Pablo, estorbó este acuerdo, y mandó que los que pudiesen nadar, fuesen los primeros en echarse al mar, y saliesen a tierra;
Y como los bárbaros vieron la serpiente venenosa colgando de su mano, se decían unos a otros: Ciertamente este hombre es homicida, a quien, escapado del mar, la justicia no deja vivir.
También Isaías clama tocante a Israel: Aunque el número de los hijos de Israel sea como la arena del mar, un remanente será salvo.
Mas no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron a través del mar;
y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar;
en jornadas muchas veces; peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros entre los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos;
Por lo cual también, de uno, y éste ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar.
Por fe pasaron por el Mar Rojo como por tierra seca; lo cual probando los egipcios, fueron ahogados.
Pero pida en fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es llevada por el viento y echada de una parte a otra.
Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar se doma, y ha sido domada por la naturaleza humana;
fieras ondas del mar, que espuman su propia vergüenza; estrellas erráticas, a las cuales está reservada la oscuridad de las tinieblas para siempre.
Y delante del trono había un mar de vidrio semejante al cristal; y en medio del trono, y alrededor del trono, cuatro seres vivientes llenos de ojos delante y detrás.
Y oí a toda criatura que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y que está en el mar, y todas las cosas que en ellos hay, diciendo: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, y la honra, y la gloria y el poder, por siempre jamás.
Y después de estas cosas vi cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, deteniendo los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol.
Y vi otro ángel que subía de donde nace el sol, teniendo el sello del Dios viviente. Y clamó con gran voz a los cuatro ángeles, a los cuales era dado hacer daño a la tierra y al mar,
diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado a los siervos de nuestro Dios en sus frentes.
Y el segundo ángel tocó la trompeta, y como una gran montaña ardiendo con fuego fue lanzada en el mar; y la tercera parte del mar se convirtió en sangre.
Y murió la tercera parte de las criaturas que estaban en el mar, las cuales tenían vida; y la tercera parte de los navíos fue destruida.
Y tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra;
Y el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano al cielo,
y juró por el que vive para siempre jamás, que creó el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no sería más.
Y la voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Ve y toma el librito que está abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra.
Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros, teniendo grande ira, sabiendo que le queda poco tiempo.
Y me paré sobre la arena del mar, y vi subir del mar una bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos; y sobre sus cuernos diez diademas; y sobre sus cabezas un nombre de blasfemia.
diciendo en alta voz: Temed a Dios, y dadle gloria; porque la hora de su juicio ha venido; y adorad a Aquél que hizo el cielo y la tierra, y el mar y las fuentes de las aguas.
Y vi como un mar de vidrio mezclado con fuego; y los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia, y sobre su imagen, y sobre su marca, y sobre el número de su nombre, en pie sobre el mar de vidrio, teniendo las arpas de Dios.
Y el segundo ángel derramó su copa sobre el mar, y éste se convirtió en sangre como de muerto; y murió todo ser viviente en el mar.
Porque en una hora ha sido desolada tanta riqueza. Y todo timonel, y todos los que navegan en barcos, y marineros, y todos los que trabajan en el mar, se pararon lejos;
Y echaron polvo sobre sus cabezas; y dieron voces, llorando y lamentando, diciendo: ¡Ay, ay, de aquella gran ciudad, en la cual todos los que tenían navíos en el mar se habían enriquecido de sus riquezas; porque en una hora ha sido desolada!
Y un ángel fuerte tomó una piedra como una gran piedra de molino, y la arrojó en el mar, diciendo: Con esta violencia será derribada Babilonia, aquella gran ciudad, y nunca más será hallada.
y saldrá para engañar a las naciones que están sobre los cuatro ángulos de la tierra, Gog y Magog, a fin de reunirlos para la batalla; el número de los cuales es como la arena del mar.
Y el mar dio los muertos que estaban en él; y la muerte y el infierno dieron los muertos que estaban en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras.
Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra habían pasado, y el mar no existía ya más.
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