'Nosotros' en la Biblia
Y cuando la gente vio lo que Pablo había hecho, alzó su voz, diciendo en lengua licaónica: Los dioses en semejanza de hombres han descendido a nosotros.
y diciendo: Varones, ¿por qué hacéis esto? Nosotros también somos hombres semejantes a vosotros, y os predicamos que de estas vanidades os convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra, y el mar, y todo cuanto en ellos hay.
Y después de mucha discusión, Pedro se levantó y les dijo: Varones hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió entre nosotros, que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio, y creyesen.
Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo también como a nosotros;
y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones.
Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar?
Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, os han inquietado con palabras, turbando vuestras almas, mandando circuncidaros y guardar la ley, a los cuales no dimos tal mandato,
Pues ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias.
Y aconteció que yendo nosotros a la oración, nos salió al encuentro una muchacha que tenía espíritu de adivinación, la cual daba grande ganancia a sus amos, adivinando.
Ésta, siguiendo a Pablo y a nosotros, daba voces, diciendo: Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, los cuales nos enseñan el camino de salvación.
para que busquen al Señor, si en alguna manera, palpando, le hallen; si bien no está lejos de cada uno de nosotros.
Porque en Él vivimos, y nos movemos, y somos; como también algunos de vuestros poetas han dicho: Porque también nosotros somos linaje suyo.
Y nosotros, pasados los días de los panes sin levadura, navegamos de Filipos, y en cinco días vinimos a ellos a Troas, donde estuvimos siete días.
Y nosotros, adelantándonos a tomar la nave, navegamos a Asón, para recoger allí a Pablo; pues él así lo había determinado, queriendo él ir por tierra.
Y cuando se encontró con nosotros en Asón, tomándolo a bordo, vinimos a Mitilene.
Y nosotros, cumplida la navegación, vinimos de Tiro a Tolemaida; y habiendo saludado a los hermanos, nos quedamos con ellos un día.
Y cuando él vino a nosotros, tomó el cinto de Pablo, y atándose los pies y las manos, dijo: Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos en Jerusalén al varón de quien es este cinto, y le entregarán en manos de los gentiles.
Y cuando oímos esto, le rogamos nosotros y los de aquel lugar, que no subiese a Jerusalén.
Y vinieron también con nosotros de Cesarea algunos de los discípulos, trayendo consigo a un Mnasón, de Chipre, un discípulo antiguo, con quien nos hospedaríamos.
Y al día siguiente Pablo entró con nosotros a ver a Jacobo, y todos los ancianos estaban presentes;
Haz, pues, esto que te decimos: Hay entre nosotros cuatro hombres que tienen voto sobre sí:
Pero en cuanto a los gentiles que han creído, nosotros hemos escrito y acordado que no guarden nada de esto; solamente que se abstengan de lo que fue sacrificado a los ídolos, y de sangre, y de estrangulado y de fornicación.
los cuales vinieron a los príncipes de los sacerdotes y a los ancianos, y dijeron: Nosotros hemos hecho voto bajo maldición, que no hemos de gustar nada hasta que hayamos dado muerte a Pablo.
Ahora, pues, vosotros, con el concilio, pedid al tribuno que le traiga mañana ante vosotros, como que queréis inquirir acerca de él alguna cosa más cierta; y nosotros estaremos apercibidos para matarle antes que él llegue.
Entonces Festo dijo: Rey Agripa, y todos los varones aquí presentes con nosotros; veis a este hombre, del cual toda la multitud de los judíos me ha demandado en Jerusalén y aquí, dando voces que no debe vivir más;
Y habiendo caído todos nosotros en tierra, oí una voz que me hablaba, y decía en lengua hebrea: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra los aguijones.
Y embarcándonos en una nave adrumentina, queriendo navegar junto a las costas de Asia, zarpamos, estando con nosotros Aristarco, macedonio de Tesalónica.
y al tercer día nosotros con nuestras manos arrojamos los aparejos de la nave.
de donde, oyendo de nosotros los hermanos, nos salieron a recibir hasta el foro de Appio y Las Tres Tabernas; y al verlos, Pablo dio gracias a Dios y cobró aliento.
Entonces ellos le dijeron: Nosotros ni hemos recibido de Judea cartas acerca de ti, ni ha venido alguno de los hermanos que haya denunciado o hablado algún mal de ti.
Por tanto, es por la fe, para que sea por gracia; a fin de que la promesa sea firme a toda simiente; no sólo al que es de la ley, sino también al que es de la fe de Abraham, quien es el padre de todos nosotros
sino también por nosotros, a quienes será imputado, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús nuestro Señor;
Mas Dios encarece su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
Porque somos sepultados con Él en la muerte por el bautismo; para que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida.
para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son dignas de comparar con la gloria que en nosotros ha de ser manifestada.
y no sólo ella, sino que también nosotros que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, esto es, la redención de nuestro cuerpo.
Y de la misma manera, también el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos; pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.
¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios por nosotros, ¿quién contra nosotros?
El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con Él todas las cosas?
¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió, y más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.
a los cuales también ha llamado, aun a nosotros, no sólo de los judíos, sino también de los gentiles?
así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros.
Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí.
De manera que cada uno de nosotros dará cuenta a Dios de sí.
Así que los que somos fuertes debemos sobrellevar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos.
Cada uno de nosotros agrade a su prójimo para su bien, para edificación.
Saludad a María, la cual ha trabajado mucho por nosotros.
Porque la predicación de la cruz es locura a los que se pierden; pero a nosotros los salvos, es poder de Dios.
pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los griegos locura;
Pero Dios nos las reveló a nosotros por su Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios.
Y nosotros hemos recibido, no el espíritu del mundo, sino el Espíritu que es de Dios, para que conozcamos lo que Dios nos ha dado;
Porque ¿quién conoció la mente del Señor, para que le instruyese? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.
Porque nosotros, colaboradores somos de Dios; y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios.
Pero esto, hermanos, lo he transferido por ejemplo en mí y en Apolos por amor de vosotros; para que en nosotros aprendáis a no pensar más de lo que está escrito, para que ninguno de vosotros se envanezca, por causa de uno contra otro.
Ya estáis saciados, ya estáis ricos, sin nosotros reináis: Y quisiera Dios que reinaseis, para que nosotros reinásemos también con vosotros.
Porque pienso que Dios nos ha puesto a nosotros los apóstoles como postreros, como a sentenciados a muerte; porque somos hechos espectáculo al mundo, y a los ángeles, y a los hombres.
Nosotros somos insensatos por amor de Cristo, mas vosotros sois sabios en Cristo; nosotros débiles, mas vosotros fuertes; vosotros honorables, mas nosotros despreciados.
Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, como sois sin levadura; porque Cristo, nuestra pascua, ya fue sacrificado por nosotros.
Y Dios, que resucitó al Señor, también a nosotros nos resucitará con su poder.
mas para nosotros sólo hay un Dios, el Padre, de quien son todas las cosas, y nosotros en Él; y un Señor, Jesucristo, por el cual son todas las cosas, y nosotros por Él.
¿No tenemos derecho de traer con nosotros una hermana, una esposa, como también los otros apóstoles, y los hermanos del Señor, y Cefas?
¿O lo dice enteramente por nosotros? Sí, ciertamente por nosotros está escrito; porque con esperanza ha de arar el que ara; y el que trilla, con esperanza de participar de lo que espera.
Si nosotros sembramos en vosotros lo espiritual, ¿es gran cosa si cosechamos de vosotros lo material?
Si otros participan de este derecho sobre vosotros, ¿por qué no nosotros? Pero no hemos usado de este derecho; antes todo lo sufrimos, por no poner ningún obstáculo al evangelio de Cristo.
Y todo aquel que lucha, de todo se abstiene; y ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible; pero nosotros, una incorruptible.
Pero estas cosas fueron ejemplo para nosotros, a fin de que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron.
Y todas estas cosas les acontecieron como ejemplo; y están escritas para amonestarnos a nosotros, sobre quienes los fines de los siglos han venido.
Porque nosotros, siendo muchos somos un solo pan, y un solo cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan.
Con todo, si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios.
Que si nos juzgásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados.
y los miembros del cuerpo que estimamos menos dignos, a éstos vestimos más dignamente; y los que en nosotros son menos decorosos, son tratados con mucho más decoro.
Porque los miembros que en nosotros son más decorosos, no tienen necesidad; pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba;
¿Y por qué nosotros peligramos a toda hora?
En un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.
os ruego que os sujetéis a los tales, y a todos los que con nosotros ayudan y trabajan.
el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos nosotros consolar a los que están en cualquier angustia, con la consolación con que nosotros mismos somos consolados de Dios.
Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por Cristo nuestra consolación.
Pues si somos atribulados, es por vuestra consolación y salvación; la cual es eficaz para soportar las mismas aflicciones que nosotros también padecemos; o si somos consolados, es por vuestra consolación y salvación.
Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos;
ayudándonos vosotros también con oración por nosotros, para que por el don concedido a nosotros por medio de muchas personas, por muchas sean dadas gracias en nuestro favor.
Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, que entre vosotros ha sido predicado por nosotros, por mí y Silvano y Timoteo, no ha sido Sí y No; mas ha sido Sí en Él.
Porque todas las promesas de Dios son Sí en Él, y Amén en Él, por medio de nosotros, para la gloria de Dios.
Mas a Dios gracias, el cual hace que siempre triunfemos en Cristo, y manifiesta la fragancia de su conocimiento por nosotros en todo lugar.
¿Comenzamos otra vez a recomendarnos a nosotros mismos? ¿O tenemos necesidad como algunos, de cartas de recomendación para vosotros, o de recomendación de vosotros?
siendo manifiesto que sois carta de Cristo ministrada por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón.
no que seamos suficientes de nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra suficiencia viene de Dios;
Por tanto, nosotros todos, mirando con cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados en la misma imagen, de gloria en gloria, como por el Espíritu del Señor.
Por tanto, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que hemos recibido, no desmayamos;
Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo el Señor; y nosotros vuestros siervos por Jesús.
Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros;
Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por Jesús, para que también la vida de Jesús sea manifestada en nuestra carne mortal.
De manera que la muerte obra en nosotros, y en vosotros la vida.
Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual también hablé; nosotros también creemos, por lo cual también hablamos;
sabiendo que el que resucitó al Señor Jesús, a nosotros también nos resucitará por Jesús, y nos presentará con vosotros.
Porque nuestra leve aflicción, la cual es momentánea, produce en nosotros un inmensurable y eterno peso de gloria;
no mirando nosotros a las cosas que se ven, sino a las que no se ven; porque las cosas que se ven son temporales, mas las que no se ven son eternas.
Porque nosotros que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida.
Porque es menester que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, ya sea bueno o sea malo.
Pues no nos recomendamos otra vez a vosotros, sino os damos ocasión de gloriaros por nosotros, para que tengáis qué responder a los que se glorían en la apariencia y no en el corazón.