'Le' en la Biblia
- 1.Gé 2:15-Gé 24:9
- 2.Gé 24:17-Gé 33:4
- 3.Gé 33:11-Gé 44:29
- 4.Gé 44:33-Éx 19:24
- 5.Éx 21:4-Levítico 8:8
- 6.Levítico 8:29-Números 13:16
- 7.Números 13:24-Deuteronomio 9:23
- 8.Deuteronomio 10:9-Josué 8:8
- 9.Josué 8:14-Jueces 11:17
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- 12.1 Samuel 18:3-2 Samuel 1:5
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- 17.2 Reyes 8:7-1 Crónicas 11:2
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- 22.Salmos 97:2-Cantares 3:11
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Y prendiéndole, le mataron, y le echaron fuera de la viña.
Y envían a él algunos de los fariseos y de los herodianos, para que le sorprendieran en su palabra.
Y viniendo ellos, le dicen: Maestro, ya sabemos que eres hombre de verdad, y que no te cuidas de nadie; porque no miras a la apariencia de hombres, antes con verdad enseñas el camino de Dios: ¿Es lícito dar tributo a César, o no? ¿Daremos, o no daremos?
Y ellos se la trajeron y les dice: ¿De quién es esta imagen y esta inscripción? Y ellos le dijeron: De César.
Entonces vinieron a él los saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron, diciendo:
Y de los muertos que hayan de resucitar, ¿no habéis leído en el libro de Moisés cómo le habló Dios en la zarza, diciendo: Yo Soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob?
Y acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el principal mandamiento de todos?
Y Jesús le respondió: El principal mandamiento de todos es: Oye Israel, el Señor nuestro Dios; el Señor uno es.
Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él;
Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dice: No estás lejos del Reino de Dios. Y ya ninguno osaba preguntarle.
Luego llamándole el mismo David, Señor, ¿de dónde, pues, es su hijo? Y muchas personas le oían de buena gana.
Y saliendo del Templo, le dice uno de sus discípulos: Maestro, mira qué piedras, y qué edificios.
Y Jesús respondiendo, le dijo: ¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra que no sea derribada.
Y sentándose en el Monte de las Olivas delante del Templo, le preguntaron aparte Pedro y Jacobo y Juan y Andrés:
Y entonces si alguno os dijere: He aquí, aquí está el Cristo; o, He aquí, allí está, no le creáis.
Y dos días después era la Pascua y los días de los panes sin levadura; y procuraban los príncipes de los sacerdotes y los escribas cómo le prenderían por engaño, y le matarían.
Y ellos oyéndolo se alegraron, y prometieron que le darían dinero. Y buscaba oportunidad de cómo le entregaría.
Y el primer día de la fiesta de los panes sin levadura, cuando sacrificaban la Pascua, sus discípulos le dicen: ¿Dónde quieres que vayamos a disponer para que comas la pascua?
A la verdad el Hijo del hombre va, como está de él escrito; pero ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del hombre es entregado! Bueno le fuera a aquel hombre si nunca hubiera nacido.
Entonces Pedro le dijo: Aunque todos sean escandalizados, yo no.
Y le dice Jesús: De cierto te digo hoy, en esta noche, antes que el gallo haya cantado dos veces, tú me negarás tres veces.
Y el que le entregaba les había dado señal común, diciendo: Al que yo besare, aquel es: prendedle, y llevadle con seguridad.
Y como vino, se acercó luego a él, y le dijo: Maestro, Maestro. Y le besó.
Entonces ellos echaron en él sus manos, y le prendieron.
Y uno de los que estaban allí, sacando la espada, hirió al siervo del sumo sacerdote; y le cortó la oreja.
Pero un joven le seguía cubierto de una sábana sobre el cuerpo desnudo; y los mancebos le prendieron;
Pero Pedro le siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo sacerdote; y estaba sentado con los servidores, y calentándose al fuego.
Nosotros le hemos oído decir: Yo derribaré este Templo, que es hecho de manos, y en tres días edificaré otro hecho sin manos.
Mas él callaba, y nada respondía. El sumo sacerdote le volvió a preguntar, y le dijo: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?
Y Jesús le dijo: YO SOY; y veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra de la Potencia de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.
Habéis oído la blasfemia: ¿qué os parece? Y todos ellos le condenaron para ser culpado de muerte.
Y algunos comenzaron a escupir en él, y cubrir su rostro, y a darle bofetadas, y decirle: Profetiza. Y los servidores le herían de bofetadas.
Pero él lo negó, diciendo: No le conozco, ni entiendo lo que dices. Y salió al portal; y cantó el gallo.
Y el gallo cantó la segunda vez; y Pedro se acordó de las palabras que Jesús le había dicho: Antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces. Y pensando en esto, lloraba.
Y luego por la mañana, habiendo tenido consejo los príncipes de los sacerdotes con los ancianos, y con los escribas, y con todo el concilio, llevaron a Jesús atado, y le entregaron a Pilato.
Y Pilato le preguntó: ¿Eres tú el Rey de los Judíos? Y respondiendo él, le dijo: Tú lo dices.
Y los príncipes de los sacerdotes le acusaban mucho.
Y le preguntó otra vez Pilato, diciendo: ¿No respondes algo? Mira de cuántas cosas te acusan.
Porque conocía que por envidia le habían entregado los príncipes de los sacerdotes.
Pero los principales sacerdotes incitaron a la multitud para {que le pidiera} que en vez {de Jesús} les soltara a Barrabás.
Ellos le respondieron a gritos: ¡Crucifícale!
Pilato, queriendo complacer a la multitud, les soltó a Barrabás; y después de hacer azotar a Jesús, {le} entregó para que fuera crucificado.
Entonces los soldados le llevaron dentro del patio, es a saber al Pretorio; y convocaron toda la cuadrilla.
Y le vistieron de púrpura; y poniéndole una corona tejida de espinas,
Y le herían su cabeza con una caña, y escupían en él, y le adoraban hincadas las rodillas.
Y cuando le hubieron escarnecido, le desnudaron la ropa de púrpura, y le vistieron sus propios vestidos, y le sacaron para colgarle del madero.
Y obligaron a uno que pasaba, Simón cireneo, padre de Alejandro y de Rufo, que venía del campo, para que le llevase su cruz.
Y le llevaron al lugar de Gólgota, que declarado quiere decir: Lugar de la Calavera.
Y le dieron a beber vino mezclado con mirra; mas él no lo tomó.
Y cuando le hubieron colgado del madero, repartieron sus vestidos echando suertes sobre ellos, qué llevaría cada uno.
Y era la hora de las tres cuando le colgaron del madero.
Y los que pasaban le denostaban, meneando sus cabezas, y diciendo: ¡Ah! Tú que derribas el Templo de Dios, y en tres días lo edificas,
El Cristo, Rey de Israel, descienda ahora del madero, para que veamos y creamos. También los que estaban colgados de maderos con él le denostaban.
Y corrió uno, y empapando una esponja en vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber, diciendo: Dejad, veamos si vendrá Elías a quitarle.
las cuales, estando aún él en Galilea, le habían seguido, y le servían; y otras muchas que juntamente con él habían subido a Jerusalén.
vino José de Arimatea, miembro prominente del concilio, que también esperaba el reino de Dios; y llenándose de valor, entró adonde estaba Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús.
Y Pilato se maravilló que ya hubiera muerto; y haciendo venir al centurión, le preguntó si estaba ya muerto.
Y comprobando esto por medio del centurión, le concedió el cuerpo a José,
El cual compró una sábana, y quitándole, le envolvió en la sábana, y le puso en un sepulcro que estaba cavado en una peña, y revolvió la piedra a la puerta del sepulcro.
Y María Magdalena y María, la {madre} de José, miraban {para saber} dónde le ponían.
Más él les dijo: No os asustéis: buscáis a Jesús Nazareno a quien colgaron del madero; resucitado es, no está aquí; he aquí el lugar donde le pusieron.
Pero id, decid a sus discípulos y a Pedro, que él va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis, como os dijo.
Cuando ellos oyeron que El estaba vivo y que ella le había visto, se negaron a creerlo.
Finalmente se apareció a los once, estando sentados a la mesa, y les censuró su incredulidad y dureza de corazón, que no habían creído a los que le habían visto resucitado.
conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó en suerte encender el incienso, entrando en el templo del Señor.
Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso.
Y se turbó Zacarías viéndo le, y cayó temor sobre él.
Mas el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te engendrará un hijo, y llamarás su nombre Juan.
Y respondiendo el ángel le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y soy enviado a hablarte, y a darte este evangelio.
Y entrando el {ángel,} le dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor está contigo; bendita eres tú entre las mujeres.
Mas ella, cuando le vio, se turbó de sus palabras, y pensaba qué salutación sería ésta.
Entonces el ángel le dice: María, no temas, porque has hallado gracia cerca de Dios.
Y he aquí, concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.
Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y le dará el Señor Dios el trono de David su padre;
Y respondiendo el ángel le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá; por lo cual también lo Santo que de ti nacerá, será llamado Hijo de Dios.
Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirán las cosas que le fueron dichas de parte del Señor.
Y su misericordia de generación a generación a los que le temen.
Y a Elisabet se le cumplió el tiempo de su alumbramiento, y dio a luz un hijo.
Y aconteció, que al octavo día vinieron para circuncidar al niño; y le llamaban con el nombre de su padre, Zacarías.
Y le dijeron: ¿Por qué? Nadie hay en tu parentela que se llame con este nombre.
Y hablaron por señas a su padre, cómo le quería llamar.
Al instante le fue abierta su boca y {suelta} su lengua, y comenzó a hablar dando alabanza a Dios.
que sin temor librados de nuestros enemigos, le serviríamos
Y dio a luz a su hijo primogénito, y le envolvió en pañales, y le acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.
Y pasados los ocho días para circuncidar al niño, llamaron su nombre JESÚS; el cual le fue puesto por el ángel antes que él fuera concebido en el vientre.
Y cuando se cumplieron los días de su purificación, conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor,
Y por el Espíritu Santo se le había revelado que no vería la muerte sin antes ver al Cristo del Señor.
Movido por el Espíritu fue al templo. Y cuando los padres del niño Jesús le trajeron para cumplir por El el rito de la ley,
Entonces él le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, y dijo:
Y pensando que estaba en la compañía, anduvieron camino de un día; y le buscaban entre los parientes y entre los conocidos;
mas como no le hallaron, volvieron a Jerusalén buscándole.
Y aconteció, que después de tres días le hallaron en el Templo, sentado en medio de los doctores, oyéndoles y preguntándoles.
Y todos los que le oían, estaban fuera de sí de su entendimiento y de sus respuestas.
Y cuando le vieron, se sorprendieron; y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con dolor.
Y ellos le preguntaban, diciendo: ¿Pues qué haremos?
Y vinieron también publicanos para ser bautizados, y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos?
Y le preguntaron también los soldados, diciendo: Y nosotros, ¿qué haremos? Y les dijo: No oprimáis, ni acuseis falsamente a nadie; y estad contentos con vuestros salarios.
Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se haga pan.
Jesús le respondió: Escrito está: ``NO SOLO DE PAN VIVIRA EL HOMBRE."
Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró todos los reinos de la redondez de la tierra en un momento de tiempo.
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