'Mis' en la Biblia
Y acontecía que habiendo pasado en turno los días del convite, Job enviaba y los santificaba, y se levantaba de mañana y ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos. Porque decía Job: Quizá habrán pecado mis hijos, y habrán blasfemado a Dios en sus corazones. De esta manera hacía todos los días.
Por cuanto no cerró las puertas del vientre de mi madre, ni escondió de mis ojos la miseria.
Pues antes que mi pan viene mi suspiro; y mis gemidos corren como aguas.
me sobrevino un espanto y un temblor, que estremeció todos mis huesos;
Se paró un fantasma delante de mis ojos, cuyo rostro yo no conocí, y quedo, oí que decía:
Porque pesarían ahora más que la arena del mar; por tanto, mis palabras han sido precipitadas.
Mis hermanos han sido traicioneros cual arroyo; pasan como corrientes impetuosas,
Y mis días fueron más ligeros que la lanzadera del tejedor, y fenecieron sin esperanza.
Acuérdate que mi vida es un soplo, y que mis ojos no volverán a ver el bien.
Cuando digo: Me consolará mi cama, mi lecho atenuará mis quejas;
Desvanezco; no he de vivir para siempre; déjame, pues mis días son vanidad.
Porque me ha quebrantado con tempestad, y sin causa ha aumentado mis heridas.
Mis días son más ligeros que un correo; Huyen, y no ven el bien.
entonces me turban todos mis dolores; sé que no me tendrás por inocente.
Aunque me lave con aguas de nieve, y limpie mis manos con la limpieza misma,
aún me hundirás en el hoyo, y mis propias vestiduras me abominarán.
¿No son pocos mis días? Cesa, pues, y déjame, para que me conforte un poco.
He aquí que todas estas cosas han visto mis ojos, y oído y entendido mis oídos.
Oíd ahora mi razonamiento, y estad atentos a los argumentos de mis labios.
¿Por qué quitaré yo mi carne con mis dientes, y pondré mi alma en mi mano?
He aquí, aunque Él me matare, en Él esperaré; pero sostendré delante de Él mis caminos.
Pones además mis pies en el cepo, y vigilas todos mis caminos, imprimes marcas en las plantas de mis pies.
Mas yo os alentaría con mis palabras, y la consolación de mis labios apaciguaría el dolor vuestro.
Abrieron contra mí su boca; hirieron mis mejillas con afrenta; contra mí se juntaron todos.
Me rodearon sus arqueros, partió mis riñones, y no perdonó: Mi hiel derramó por tierra.
Mi rostro está hinchado con el lloro, y mis párpados entenebrecidos:
A pesar de no haber iniquidad en mis manos, y de haber sido mi oración pura.
Mi aliento está corrompido, mis días se extinguen, y me está preparado el sepulcro.
No hay conmigo sino escarnecedores, en cuya amargura se detienen mis ojos.
Y mis ojos se oscurecieron por causa del dolor, y mis pensamientos todos son como sombra.
Pasaron mis días, fueron deshechos mis planes, los designios de mi corazón.
Cercó de vallado mi camino, y no pasaré; y sobre mis veredas puso tinieblas.
Hizo alejar de mí a mis hermanos, y del todo se extrañaron de mí mis conocidos.
Mis parientes se detuvieron, y mis conocidos se olvidaron de mí.
Los moradores de mi casa y mis criadas me tuvieron por extraño; forastero fui yo a sus ojos.
Mi aliento vino a ser extraño a mi esposa, aunque por los hijos de mis entrañas le rogaba.
Todos mis amigos íntimos me aborrecieron; y los que yo amaba, se volvieron contra mí.
Mi piel y mi carne se pegaron a mis huesos; y he escapado con sólo la piel de mis dientes.
Oh, vosotros mis amigos, tened compasión de mí, tened compasión de mí, porque la mano de Dios me ha tocado.
¡Quién diese ahora que mis palabras fuesen escritas! ¡Quién diese que se escribiesen en un libro!
Al cual he de ver por mí mismo, y mis ojos lo verán, y no otro, aunque mis entrañas se consuman dentro de mí.
Por cierto mis pensamientos me hacen responder, y por tanto me apresuro.
Mis pies han seguido sus pisadas; guardé su camino, y no me aparté.
Y si no, ¿quién me desmentirá ahora, o reducirá a nada mis palabras?
Que todo el tiempo que mi alma esté en mí, y haya hálito de Dios en mis narices,
mis labios no hablarán iniquidad, ni mi lengua pronunciará engaño.
Cuando el Omnipotente aún estaba conmigo, y mis hijos alrededor de mí;
Cuando lavaba yo mis pasos con leche, y la roca me derramaba ríos de aceite!
Mi raíz estaba abierta junto a las aguas, y en mis ramas permanecía el rocío.
A la mano derecha se levantaron los jóvenes; Empujaron mis pies, y prepararon contra mí los caminos de su destrucción.
De noche taladra sobre mí mis huesos, y los que me roen no reposan.
Mis entrañas hierven, y no reposan; días de aflicción me han sobrevenido.
Mi piel está denegrida sobre mí, y mis huesos se han quemado del calor.
Hice pacto con mis ojos: ¿Cómo, pues, había yo de pensar en virgen?
¿No ve Él mis caminos, y cuenta todos mis pasos?
Si mis pasos se apartaron del camino, y si mi corazón se fue tras mis ojos, y si algo sucio se apegó a mis manos,
siembre yo y otro coma, y sean desarraigados mis renuevos.
si no me bendijeron sus lomos, y del vellón de mis ovejas se calentaron;
El extranjero no pasaba fuera la noche; mis puertas abría al caminante.
¿Acaso encubrí, como Adán mis transgresiones, escondiendo en mi seno mi iniquidad,
Yo le contaría el número de mis pasos, y como príncipe me presentaría ante Él.
Mis razones declararán la rectitud de mi corazón, y mis labios proferirán sabiduría pura.
Puso mis pies en el cepo, y vigiló todas mis sendas.
Porque de cierto no son mentira mis palabras; contigo está el que es íntegro en sus conceptos.
De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven.