'Ver' en la Biblia
Y ¿por qué miras la mota que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu ojo?
E idos ellos, comenzó Jesús á decir de Juan á las gentes: ¿Qué salisteis á ver al desierto? ¿una caña que es meneada del viento?
Mas ¿qué salisteis á ver? ¿un hombre cubierto de delicados vestidos? He aquí, los que traen vestidos delicados, en las casas de los reyes están.
Mas ¿qué salisteis á ver? ¿un profeta? También os digo, y más que profeta.
Entonces respondiendo algunos de los escribas y de los Fariseos, diciendo: Maestro, deseamos ver de ti señal.
Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron: y oir lo que oís, y no lo oyeron.
De manera que se maravillaban las gentes, viendo hablar los mudos, los mancos sanos, andar los cojos, y ver los ciegos: y glorificaron al Dios de Israel.
Y entró el rey para ver los convidados, y vió allí un hombre no vestido de boda.
Mas Pedro le seguía de lejos hasta el patio del pontífice; y entrando dentro, estábase sentado con los criados, para ver el fin.
Jesús le dijo: Tú lo has dicho: y aun os digo, que desde ahora habéis de ver al Hijo de los hombres sentado á la diestra de la potencia de Dios, y que viene en las nubes del cielo.
Y estando él sentado en el tribunal, su mujer envió á él, diciendo: No tengas que ver con aquel justo; porque hoy he padecido muchas cosas en sueños por causa de él.
Y LA víspera de sábado, que amanece para el primer día de la semana, vino María Magdalena, y la otra María, á ver el sepulcro.
Para que viendo, vean y no echen de ver; y oyendo, oigan y no entiendan: porque no se conviertan, y les sean perdonados los pecados.
Y los que apacentaban los puercos huyeron, y dieron aviso en la ciudad y en los campos. Y salieron para ver qué era aquello que había acontecido.
Y él miraba alrededor para ver á la que había hecho esto.
Y como se fueron los mensajeros de Juan, comenzó á hablar de Juan á las gentes: ¿Qué salisteis á ver al desierto? ¿una caña que es agitada por el viento?
Mas ¿qué salisteis á ver? ¿un hombre cubierto de vestidos delicados? He aquí, los que están en vestido precioso, y viven en delicias, en los palacios de los reyes están.
Mas ¿qué salisteis á ver? ¿un profeta? También os digo, y aun más que profeta.
Y salieron á ver lo que había acontecido; y vinieron á Jesús, y hallaron sentado al hombre de quien habían salido los demonios, vestido, y en su juicio, á los pies de Jesús; y tuvieron miedo.
Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oir lo que oís, y no lo oyeron.
Y dijo á sus discípulos: Tiempo vendrá, cuando desearéis ver uno de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis.
Y procuraba ver á Jesús quién fuese; mas no podía á causa de la multitud, porque era pequeño de estatura.
Respondió Jesús, y díjole: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere otra vez, no puede ver el reino de Dios.
Abraham vuestro padre se gozó por ver mi día; y lo vió, y se gozó.
Entonces mucha gente de los Judíos entendió que él estaba allí; y vinieron no solamente por causa de Jesús, mas también por ver á Lázaro, al cual había resucitado de los muertos.
Estos pues, se llegaron á Felipe, que era de Bethsaida de Galilea, y rogáronle, diciendo: Señor, querríamos ver á Jesús.
Donde estuvo tres días sin ver, y no comió, ni bebió.
Y acabadas estas cosas, se propuso Pablo en espíritu partir á Jerusalem, después de andada Macedonia y Acaya, diciendo: Después que hubiere estado allá me será menester ver también á Roma.
Doliéndose en gran manera por la palabra que dijo, que no habían de ver más su rostro. Y le acompañaron al navío.
Porque os deseo ver, para repartir con vosotros algún don espiritual, para confirmaros;
Porque las cosas invisibles de él, su eterna potencia y divinidad, se echan de ver desde la creación del mundo, siendo entendidas por las cosas que son hechas; de modo que son inexcusables:
Porque no os quiero ahora ver de paso; porque espero estar con vosotros algún tiempo, si el Señor lo permitiere.
Depués, pasados tres años, fuí á Jerusalem á ver á Pedro, y estuve con él quince días.
Empero de aquellos que parecían ser algo (cuáles hayan sido algún tiempo, no tengo que ver; Dios no acepta apariencia de hombre), á mí ciertamente los que parecían ser algo, nada me dieron.
Porque tenía gran deseo de ver á todos vosotros, y gravemente se angustió porque habíais oído que había enfermado.
No que ya haya alcanzado, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si alcanzo aquello para lo cual fuí también alcanzado de Cristo Jesús.
Mas nosotros, hermanos, privados de vosotros por un poco de tiempo, de vista, no de corazón, tanto más procuramos con mucho deseo ver vuestro rostro.
Quien sólo tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; á quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver: al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén.
Mostrándote en todo por ejemplo de buenas obras; en doctrina haciendo ver integridad, gravedad,
Por la fe Enoc fué traspuesto para no ver muerte, y no fué hallado, porque lo traspuso Dios. Y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado á Dios.
Sabed que nuestro hermano Timoteo está suelto; con el cual, si viniere más presto, os iré á ver.
Porque El que quiere amar la vida, Y ver días buenos, Refrene su lengua de mal, Y sus labios no hablen engaño;
(Porque este justo, con ver y oir, morando entre ellos, afligía cada día su alma justa con los hechos de aquellos injustos;)
Y me volví á ver la voz que hablaba conmigo: y vuelto, vi siete candeleros de oro;
Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, aun no se arrepintieron de las obras de sus manos, para que no adorasen á los demonios, y á las imágenes de oro, y de plata, y de metal, y de piedra, y de madera; las cuales no pueden ver, ni oir
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