3756 casos

'Él' en la Biblia

Y él dijo: No descenderá mi hijo con vosotros; pues su hermano es muerto, y él solo ha quedado: y si le aconteciere algún desastre en el camino por donde vais, haréis descender mis canas con dolor a la sepultura.

Y ellos respondieron: Aquel varón nos preguntó expresamente por nosotros, y por nuestra parentela, diciendo: ¿Vive aún vuestro padre? ¿Tenéis otro hermano? y le respondimos conforme a estas palabras. ¿Cómo podíamos saber que él había de decir: Haced venir a vuestro hermano?

Yo seré fiador; a mí me pedirás cuenta de él: si yo no te lo volviere y lo pusiere delante de ti, seré para ti el culpable todos los días:

Y él respondió: Paz a vosotros, no temáis; vuestro Dios y el Dios de vuestro padre os dio el tesoro en vuestros costales: yo recibí vuestro dinero. Y sacó a Simeón a ellos.

Y vino José a casa, y ellos le trajeron el presente que tenían en su mano dentro de casa, y se inclinaron ante él hasta tierra.

Y pusieron para él aparte, y separadamente para ellos, y aparte para los egipcios que con él comían: porque los egipcios no pueden comer pan con los hebreos, lo cual es abominación a los egipcios.

Y se sentaron delante de él, el mayor conforme a su mayoría, y el menor conforme a su menoría; y estaban aquellos hombres atónitos mirándose el uno al otro.

Y él tomó viandas de delante de sí para ellos; mas la porción de Benjamín era cinco veces mayor que cualquiera de las de ellos. Y bebieron y se alegraron con él.

Y pondrás mi copa, la copa de plata, en la boca del costal del menor, con el dinero de su trigo. Y él hizo como dijo José.

Y cuando él los alcanzó, les dijo estas palabras.

Y él dijo: También ahora sea conforme a vuestras palabras; aquél en quien se hallare, será mi siervo, y vosotros seréis sin culpa.

Y llegó Judá con sus hermanos a casa de José, que aún estaba allí, y se postraron delante de él en tierra.

Y él respondió: Nunca yo tal haga: el varón en cuyo poder fue hallada la copa, él será mi siervo; vosotros id en paz a vuestro padre.

Entonces Judá se acercó a él, y dijo: Ay señor mío, te ruego que hable tu siervo una palabra en oídos de mi señor, y no se encienda tu enojo contra tu siervo, pues que tú eres como Faraón.

Y nosotros respondimos a mi señor: Tenemos un padre anciano, y un joven que le nació en su vejez, pequeño aún; y un hermano suyo murió, y solo él ha quedado de su madre, y su padre lo ama.

Y tú dijiste a tus siervos: Traédmelo, y pondré mis ojos sobre él.

Ahora, pues, cuando llegare yo a tu siervo mi padre, y el joven no fuere conmigo, como su alma está ligada al alma de él,

No podía ya José contenerse delante de todos los que estaban al lado suyo, y clamó: Haced salir de conmigo a todos. Y no quedó nadie con él, al darse a conocer José a sus hermanos.

Y dijo José a sus hermanos: Yo soy José: ¿Vive aún mi padre? Y sus hermanos no pudieron responderle, porque estaban turbados delante de él.

Entonces dijo José a sus hermanos: Acercaos ahora a mí. Y ellos se acercaron. Y él dijo: Yo soy José vuestro hermano el que vendisteis para Egipto.

Y besó a todos sus hermanos, y lloró sobre ellos: y después sus hermanos hablaron con él.

Y despidió a sus hermanos, y ellos se fueron. Y él les dijo: No riñáis por el camino.

Y le dieron las nuevas, diciendo: José vive aún; y él es señor en toda la tierra de Egipto. Y su corazón se desmayó; pues no los creía.

Y ellos le contaron todas las palabras de José, que él les había hablado; y viendo él los carros que José enviaba para llevarlo, el espíritu de Jacob su padre revivió.

Y José unció su carro y vino a recibir a Israel su padre a Gosén; y se manifestó a él, y se echó sobre su cuello, y lloró mucho tiempo sobre su cuello.

Y recogió José todo el dinero que se halló en la tierra de Egipto y en la tierra de Canaán, por los alimentos que de él compraban; y metió José el dinero en casa de Faraón.

Y acabado aquel año, vinieron a él el segundo año, y le dijeron: No encubriremos a nuestro señor que el dinero ciertamente se ha acabado; también el ganado es ya de nuestro señor; nada ha quedado delante de nuestro señor sino nuestros cuerpos y nuestra tierra.

Mas cuando duerma con mis padres, me llevarás de Egipto y me sepultarás en el sepulcro de ellos. Y él respondió: Yo haré como tú dices.

Y él dijo: Júramelo. Y él le juró. Entonces Israel se inclinó sobre la cabecera de la cama.

Y sucedió que después de estas cosas, le dijeron a José: He aquí, tu padre está enfermo. Y él tomó consigo a sus dos hijos, Manasés y Efraín.

Y respondió José a su padre: Son mis hijos, que Dios me ha dado aquí. Y él dijo: Acércalos ahora a mí, y los bendeciré.

Y los ojos de Israel estaban tan agravados de la vejez, que no podía ver. Les hizo, pues, acercarse a él, y él los besó y abrazó.

Y los tomó José a ambos, Efraín a su derecha, a la izquierda de Israel; y a Manasés a su izquierda, a la derecha de Israel; y les acercó a él.

Mas su padre no quiso, y dijo: Lo sé, hijo mío, lo sé; también él vendrá a ser un pueblo, y será también engrandecido; pero su hermano menor será más grande que él, y su simiente será multitud de naciones.

No será quitado el cetro de Judá, ni el legislador de entre sus pies, hasta que venga Silo; y a él se congregarán los pueblos.

El pan de Aser será grueso, y él dará deleites al rey.

La compra del campo y de la cueva que está en él, fue de los hijos de Het.

Entonces se echó José sobre el rostro de su padre, y lloró sobre él, y lo besó.

Y Faraón dijo: Ve, y sepulta a tu padre, como él te hizo jurar.

Entonces José subió a sepultar a su padre; y subieron con él todos los siervos de Faraón, los ancianos de su casa, y todos los ancianos de la tierra de Egipto.

Y subieron también con él carros y gente de a caballo, y se hizo un escuadrón muy grande.

Hicieron, pues, sus hijos con él, según les había mandado:

Y volvió José a Egipto, él y sus hermanos, y todos los que subieron con él a sepultar a su padre, después que le hubo sepultado.

Y vinieron también sus hermanos, y se postraron delante de él, y dijeron: Henos aquí por tus siervos.

Y habitó José en Egipto, él y la casa de su padre: y vivió José ciento diez años.

Ahora, pues, seamos sabios para con él, no sea que se multiplique, y acontezca que viniendo guerra, él también se una con nuestros enemigos, y pelee contra nosotros, y se vaya de la tierra.

Y sucedió que por haber las parteras temido a Dios, Él les hizo casas.

Y cuando la abrió, vio al niño; y he aquí que el niño lloraba. Y teniendo compasión de él, dijo: De los niños de los hebreos es éste.

Y él respondió: ¿Quién te ha puesto a ti por príncipe y juez sobre nosotros? ¿Piensas matarme como mataste al egipcio? Entonces Moisés tuvo miedo, y dijo: Ciertamente esta cosa es descubierta.

Y volviendo ellas a Reuel su padre, les dijo él: ¿Por qué habéis venido hoy tan pronto?

Y ella le dio a luz un hijo, y él le puso por nombre Gersón, porque dijo: Peregrino soy en tierra ajena.

Y le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza: y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía.

Y viendo Jehová que iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí.

Pero yo extenderé mi mano, y heriré a Egipto con todas mis maravillas que haré en él, y entonces os dejará ir.

Y Jehová dijo: ¿Qué es eso que tienes en tu mano? Y él respondió: Una vara.

Y Él le dijo: Échala en tierra. Y él la echó en tierra, y se convirtió en una serpiente; y Moisés huía de ella.

Entonces dijo Jehová a Moisés: Extiende tu mano, y tómala por la cola. Y él extendió su mano, y la tomó, y se convirtió en una vara en su mano.

Y le dijo más Jehová: Mete ahora tu mano en tu seno. Y él metió la mano en su seno; y cuando la sacó, he aquí que su mano estaba leprosa como la nieve.

Y dijo: Vuelve a meter tu mano en tu seno; y él volvió a meter su mano en su seno; y volviéndola a sacar del seno, he aquí que se había vuelto como la otra carne.

Entonces Jehová se enojó contra Moisés, y dijo: ¿No es Aarón, el levita, tu hermano? Yo sé que él habla bien. Y además, he aquí que él saldrá a recibirte, y al verte, se alegrará en su corazón.

Tú hablarás a él, y pondrás en su boca las palabras, y yo seré con tu boca y con la suya, y os enseñaré lo que habéis de hacer.

Y él hablará por ti al pueblo; y él te será a ti en lugar de boca, y tú serás para él en lugar de Dios.

Y Jehová dijo a Aarón: Ve a recibir a Moisés al desierto. Y él fue, y lo encontró en el monte de Dios, y le besó.

Y los capataces de los hijos de Israel vinieron a Faraón, y se quejaron a él, diciendo: ¿Por qué lo haces así con tus siervos?

Y él respondió: Estáis ociosos, sí, ociosos, y por eso decís: Vamos y ofrezcamos sacrificios a Jehová.

Ve por la mañana a Faraón, he aquí que él sale a las aguas; y tú ponte a la orilla del río delante de él, y toma en tu mano la vara que se volvió serpiente,

Asimismo los peces que había en el río murieron; y el río se corrompió, y los egipcios no podían beber de él: y hubo sangre por toda la tierra de Egipto.

Y él dijo: Mañana. Y Moisés respondió: Se hará conforme a tu palabra, para que conozcas que no hay como Jehová nuestro Dios:

Y Jehová dijo a Moisés: Levántate de mañana y ponte delante de Faraón, he aquí él sale a las aguas; y dile: Así dice Jehová: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva.

Camino de tres días iremos por el desierto, y ofreceremos sacrificios a Jehová nuestro Dios, como Él nos dirá.

Envía, pues, a recoger tu ganado, y todo lo que tienes en el campo; porque todo hombre o animal que se hallare en el campo, y no fuere recogido a casa, el granizo descenderá sobre él, y morirá.

Y viendo Faraón que la lluvia había cesado y el granizo y los truenos, perseveró en pecar, y endureció su corazón, él y sus siervos.

Y él les dijo: Así sea Jehová con vosotros; ¿cómo yo os dejaré ir a vosotros y a vuestros niños? mirad cómo la maldad está delante de vuestro rostro.

Y Jehová dijo a Moisés: Una plaga traeré aún sobre Faraón, y sobre Egipto; después de la cual él os dejará ir de aquí; y seguramente os echará de aquí del todo.

Ninguna cosa comeréis de él cruda, ni cocida en agua, sino asada al fuego; su cabeza con sus pies y sus intestinos.

Ninguna cosa dejaréis de él hasta la mañana; y lo que habrá quedado hasta la mañana, habéis de quemarlo en el fuego.

Y sucederá que cuando hubiereis entrado en la tierra que Jehová os dará, como Él prometió, guardaréis este rito.

Y se levantó aquella noche Faraón, él y todos sus siervos, y todos los egipcios; y había un gran clamor en Egipto, porque no había casa donde no hubiese muerto.

Él nunca quitó de delante del pueblo la columna de nube de día, ni de noche la columna de fuego.

Habla a los hijos de Israel que den la vuelta, y acampen delante de Pihahirot, entre Migdol y el mar hacia Baal-zefón; delante de él acamparéis, junto al mar.

Y Moisés dijo al pueblo: No temáis; quedaos quietos, y ved la salvación de Jehová, que Él hará hoy con vosotros; porque a los egipcios que hoy habéis visto, ya nunca más los veréis.

Y Moisés extendió su mano sobre el mar, y cuando amanecía, el mar se volvió en su fuerza, y los egipcios dieron contra él; y Jehová derribó a los egipcios en medio del mar.

Y Miriam les respondía: Cantad a Jehová; porque en extremo se ha engrandecido, echando en el mar al caballo, y al que en él subía.

Y a la mañana veréis la gloria de Jehová; porque Él ha oído vuestras murmuraciones contra Jehová; porque nosotros, ¿qué somos, para que vosotros murmuréis contra nosotros?

Y dijo Moisés: Jehová os dará a la tarde carne para comer, y a la mañana pan en abundancia; por cuanto Jehová ha oído vuestras murmuraciones con que habéis murmurado contra Él: y, ¿qué somos nosotros? Vuestras murmuraciones no son contra nosotros, sino contra Jehová.

Y dijo Moisés a Aarón: Di a toda la congregación de los hijos de Israel: Acercaos a la presencia de Jehová; que Él ha oído vuestras murmuraciones.

Esto es lo que Jehová ha mandado: Recogeréis de él cada uno según pudiere comer; un gomer por cabeza, conforme al número de vuestras personas, tomaréis cada uno para los que están en su tienda.

Y él les dijo: Esto es lo que ha dicho Jehová: Mañana es el santo sábado, el reposo de Jehová: lo que hubiereis de cocer, cocedlo hoy, y lo que hubiereis de cocinar, cocinadlo; y todo lo que os sobrare, guardadlo para mañana.

Y ellos lo guardaron hasta la mañana, según Moisés había mandado, y no se pudrió, ni hubo en él gusano.

Y dijo Moisés: Esto es lo que Jehová ha mandado: Llenarás un gomer de él para que se guarde para vuestros descendientes, a fin de que vean el pan que yo os di a comer en el desierto, cuando yo os saqué de la tierra de Egipto.

Y dijo Moisés a Aarón: Toma un vaso y pon en él un gomer lleno de maná, y ponlo delante de Jehová, para que sea guardado para vuestros descendientes.

Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec.

Y las manos de Moisés estaban pesadas; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, uno de un lado y el otro del otro lado; así hubo firmeza en sus manos hasta que se puso el sol.

Y tomó Jetro, suegro de Moisés a Séfora la esposa de Moisés, después que él la envió,

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