'Él' en la Biblia
- 1.Gé 1:11-Gé 24:62
- 2.Gé 25:6-Gé 37:27
- 3.Gé 37:33-Gé 50:18
- 4.Gé 50:22-Éx 25:36
- 5.Éx 28:1-Levítico 8:2
- 6.Levítico 8:7-Números 2:27
- 7.Números 3:3-Números 32:15
- 8.Números 32:16-Deuteronomio 24:7
- 9.Deuteronomio 24:12-Josué 24:5
- 10.Josué 24:7-Jueces 14:4
- 11.Jueces 14:5-1 Samuel 10:10
- 12.1 Samuel 10:14-1 Samuel 22:10
- 13.1 Samuel 22:12-2 Samuel 10:13
- 14.2 Samuel 10:17-2 Samuel 20:17
- 15.2 Samuel 20:22-1 Reyes 12:8
- 16.1 Reyes 12:10-1 Reyes 22:17
- 17.1 Reyes 22:18-2 Reyes 8:1
- 18.2 Reyes 8:5-2 Reyes 24:3
- 19.2 Reyes 24:12-2 Crónicas 9:4
- 20.2 Crónicas 10:2-2 Crónicas 32:25
- 21.2 Crónicas 32:26-Ester 2:20
- 22.Ester 2:22-Job 15:33
- 23.Job 17:6-Job 36:20
- 24.Job 36:22-Salmos 37:13
- 25.Salmos 37:22-Salmos 98:7
- 26.Salmos 98:9-Proverbios 7:13
- 27.Proverbios 8:30-Isaías 6:2
- 28.Isaías 6:7-Isaías 46:7
- 29.Isaías 48:14-Jeremías 36:32
- 30.Jeremías 37:2-Ezequiel 17:23
- 31.Ezequiel 18:11-Daniel 4:21
- 32.Daniel 4:23-Jonás 1:6
- 33.Jonás 1:9-Mateo 5:45
- 34.Mateo 6:4-Mateo 24:2
- 35.Mateo 24:3-Marcos 6:26
- 36.Marcos 6:27-Marcos 15:41
- 37.Marcos 16:6-Lucas 8:49
- 38.Lucas 8:52-Lucas 18:7
- 39.Lucas 18:15-Juan 2:21
- 40.Juan 2:24-Juan 12:2
- 41.Juan 12:6-Hechos 8:27
- 42.Hechos 8:30-Hechos 23:20
- 43.Hechos 23:30-2 Corintios 7:7
- 44.2 Corintios 7:14-Hebreos 13:15
- 45.Hebreos 13:21-Apocalipsis 12:9
- 46.Apocalipsis 12:13-Apocalipsis 22:18
Y al instante el rey envió a un verdugo y {le} ordenó que trajera la cabeza de Juan. Y él fue y lo decapitó en la cárcel,
Y él les dijo: Venid vosotros aparte al lugar desierto, y reposad un poco. Porque había muchos que iban y venían, que aun no tenían lugar de comer.
Y los vieron ir muchos, y le conocieron; y concurrieron allá muchos a pie de las ciudades, y llegaron antes que ellos, y se juntaron a él.
Cuando ya era el día muy entrado, sus discípulos llegaron a él, diciendo: El lugar es desierto, y el día ya muy entrado;
Respondiendo él, les dijo: Dadles de comer vosotros. Y le dijeron: ¿Qué vayamos y compremos pan por doscientos denarios, y les demos de comer?
Y él les dice: ¿Cuántos panes tenéis? Id, y vedlo. Y sabiéndolo, dijeron: Cinco, y dos peces.
Y luego apuró a sus discípulos a subir en el barco, e ir delante de él a Betsaida en la otra ribera, entre tanto que él despedía la multitud.
Cuando llegó la noche, el barco estaba en medio del mar, y él solo en tierra.
Y se juntaron a él fariseos, y algunos de los escribas, que habían venido de Jerusalén;
Y respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo con los labios me honra, mas su corazón lejos está de mí.
Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar; mas lo que sale de él, aquello es lo que contamina al hombre.
Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de él, vino y se echó a sus pies.
Y le trajeron* a uno que era sordo y que hablaba con dificultad, y le rogaron* que pusiera la mano sobre él.
Tomándole aparte de la multitud, metió sus dedos en las orejas de él, y escupiendo, tocó su lengua (con la saliva);
Y vinieron los fariseos, y comenzaron a altercar con él, demandándole señal del cielo, tentándole.
Tomando de la mano al ciego, lo sacó fuera de la aldea; y después de escupir en sus ojos y de poner las manos sobre él, le preguntó: ¿Ves algo?
Y él mirando, dijo: Veo los hombres, pues veo que andan como árboles.
Entonces {Jesús} puso otra vez las manos sobre sus ojos, y él miró fijamente y fue restaurado; y lo veía todo con claridad.
Entonces él les dice: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Y respondiendo Pedro, le dice: ¡Tú eres el Cristo!
Y les mandó que no hablaran esto de él a ninguno.
Y él, volviéndose y mirando a sus discípulos, riñó a Pedro, diciendo: Apartate de mí, Satanás; porque no sabes las cosas que son de Dios, sino las que son de los hombres.
Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adulterina y pecadora, el Hijo del hombre se avergonzará también de él, cuando vendrá en la gloria de su Padre con los santos ángeles.
Porque él no sabía qué decir, pues estaban aterrados.
Y vino una nube que les hizo sombra, y una voz de la nube, que decía: Este es mi Hijo amado: á él oíd.
Y respondiendo él, les dijo: Elías a la verdad, vendrá primero y restituirá todas las cosas; y como está escrito del Hijo del hombre, que padezca mucho y sea tenido en nada.
Pero os digo que Elías ya vino, y le hicieron todo lo que quisieron, como está escrito de él.
Y luego toda la multitud, viéndole, se espantó, y corriendo a él, le saludaron.
y siempre que se apodera de él, lo derriba, y echa espumarajos, cruje los dientes y se va consumiendo. Y dije a tus discípulos que lo expulsaran, pero no pudieron.
Y respondiendo él, le dijo: ¡Oh generación infiel! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tengo de sufrir? Traédmelo.
Y Jesús preguntó a su padre: ¿Cuánto tiempo hace que le aconteció esto? Y él dijo: Desde niño;
Cuando Jesús vio que la multitud concurría, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él.
Entonces el espíritu clamando y desgarrándole mucho, salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos decían que estaba muerto.
Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo levantó, y él se puso en pie.
Y como él entró en casa, sus discípulos le preguntaron aparte: ¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera?
Y Él les dijo: Este género por nada puede salir, sino por oración y ayuno.
Porque iba enseñando a sus discípulos, y les decía: El Hijo del hombre es entregado en manos de hombres, y le matarán; mas muerto él, resucitará al tercer día.
Y partiendo de allí, vino a los términos de Judea y tras el Jordán; y volvió la multitud a juntarse a él; y les volvió a enseñar como acostumbraba.
Mas él respondiendo, les dijo: ¿Qué os mandó Moisés?
Y Él les dijo: Cualquiera que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra ella;
De cierto os digo, que el que no recibiere el Reino de Dios como un niño, no entrará en él.
Y saliendo él para seguir su camino, vino uno corriendo, e hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para poseer la vida eterna?
Y él le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud.
Mas él, entristecido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.
y le escarnecerán, y le azotarán, y escupirán en él, y le matarán, mas al tercer día resucitará.
Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se llegaron a él, diciendo: Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéremos.
Y él les dijo: ¿Qué queréis que os haga?
Entonces vienen a Jericó; y saliendo él de Jericó y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando.
Y muchos le reñían, que callara; mas él daba mayores voces: Hijo de David, ten misericordia de mí.
Él entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús.
Y dirigiéndose a él, Jesús {le} dijo: ¿Qué deseas que haga por ti? Y el ciego le respondió: Raboní, que recobre la vista.
Y cuando llegaron cerca de Jerusalén a Betfagé y a Betania, al monte de los Olivos, Él envió a dos de sus discípulos,
Y les dice: Id al lugar que está delante de vosotros, y luego entrados en él, hallaréis un pollino atado, sobre el cual ningún hombre ha subido; desatadlo y traedlo.
Trajeron el pollino a Jesús, y echaron sobre él sus vestidos, y se sentó sobre él.
Y al llegar la noche, Él salió de la ciudad.
Y volvieron a Jerusalén; y andando él por el Templo, vienen a él los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y los ancianos;
De nuevo les mandó otro siervo, y a él lo hirieron en la cabeza y lo trataron vergonzosamente.
Y envían a él algunos de los fariseos y de los herodianos, para que le sorprendieran en su palabra.
Entonces él, como entendía la hipocresía de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis? Traedme la moneda para que la vea.
Y respondiendo Jesús, les dijo: Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Y se maravillaron de Él.
Entonces vinieron a él los saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron, diciendo:
Y la tomó el segundo, y murió, y tampoco él dejó descendencia; y el tercero, de la misma manera.
Él no es Dios de muertos, sino Dios de vivos; así que vosotros mucho erráis.
Y el segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.
Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él;
Viendo Jesús que él había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Y después de eso, nadie se aventuraba a hacerle más preguntas.
Y saliendo Él del templo, le dijo uno de sus discípulos: Maestro, mira qué piedras, y qué edificios.
Y si el Señor no hubiera acortado aquellos días, ninguna carne se salvaría; mas por causa de los escogidos, que él escogió, acortó aquellos días.
Y estando él en Betania, en casa de Simón el leproso, y sentado a la mesa, vino una mujer teniendo un alabastro de ungüento de nardo espique de mucho precio; y quebrando el alabastro, se lo derramó sobre su cabeza.
Cuando ellos {lo} oyeron, se alegraron y prometieron darle dinero. Y él buscaba cómo entregarle en un momento oportuno.
y donde él entre, decid al dueño de la casa: ``El Maestro dice: ` ¿Dónde está mi habitación en la que pueda comer la Pascua con mis discípulos?'"
Y él os mostrará un gran cenáculo ya preparado; aderezad para nosotros allí.
Y fueron sus discípulos y entraron en la ciudad, y hallaron como Él les había dicho, y prepararon la pascua.
Y cuando llegó la noche, vino Él con los doce.
Y él respondiendo les dijo: Es uno de los doce que moja conmigo en el plato.
A la verdad el Hijo del hombre va, como está de él escrito; pero ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del hombre es entregado! Bueno le fuera a aquel hombre si nunca hubiera nacido.
Y tomando el vaso, habiendo dado gracias, les dio; y bebieron de él todos.
Mas él con mayor porfía decía: Si me fuere menester morir contigo, no te negaré. También todos decían lo mismo.
Y yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oró, que si fuera posible, pasara de él aquella hora,
Y luego, aún hablando él, vino Judas, que era uno de los doce, y con él una multitud con espadas y palos, de parte de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas y de los ancianos.
Y como vino, se acercó luego a él, y le dijo: Maestro, Maestro. Y le besó.
Entonces ellos echaron en él sus manos, y le prendieron.
mas él, dejando la sábana, huyó de ellos desnudo.
Y trajeron a Jesús al sumo sacerdote; y se juntaron a él todos los príncipes de los sacerdotes y los ancianos y los escribas.
Porque muchos decían falso testimonio contra él; mas sus testimonios no concertaban.
Entonces levantándose unos, dieron falso testimonio contra él, diciendo:
Mas él callaba, y nada respondía. El sumo sacerdote le volvió a preguntar, y le dijo: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?
Y algunos comenzaron a escupir en él, y cubrir su rostro, y a darle bofetadas, y decirle: Profetiza. Y los servidores le herían de bofetadas.
Mas él negó, diciendo: No lo conozco, ni sé lo que dices. Y salió fuera a la entrada; y cantó el gallo.
Mas él negó otra vez. Y poco después, los que estaban allí dijeron otra vez a Pedro: Verdaderamente tú eres de ellos; porque eres Galileo, y tu habla es semejante.
Y él comenzó a maldecir y a jurar: No conozco a este hombre de quien habláis.
Y Pilato le preguntó: ¿Eres tú el Rey de los Judíos? Y respondiendo él, le dijo: Tú lo dices.
Y los príncipes de los sacerdotes le acusaban mucho, mas Él no respondía nada.
Ahora bien, en cada fiesta él acostumbraba soltarles un preso, el que ellos pidieran.
Porque él sabía que los príncipes de los sacerdotes por envidia le habían entregado.
Y le herían su cabeza con una caña, y escupían en él, y le adoraban hincadas las rodillas.
Y le dieron a beber vino mezclado con mirra; mas él no lo tomó.
Y colgaron de maderos con él dos ladrones, uno a su mano derecha, y el otro a su mano izquierda.
El Cristo, Rey de Israel, descienda ahora del madero, para que veamos y creamos. También los que estaban colgados de maderos con él le denostaban.
Y el centurión que estaba delante de él, viendo que había expirado así clamando, dijo: Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios.
las cuales, estando aún él en Galilea, le habían seguido, y le servían; y otras muchas que juntamente con él habían subido a Jerusalén.
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- 24.Job 36:22-Salmos 37:13
- 25.Salmos 37:22-Salmos 98:7
- 26.Salmos 98:9-Proverbios 7:13
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