'Señor' en la Biblia
tocante a su Hijo Jesucristo, nuestro Señor, que fue hecho de la simiente de David según la carne,
A todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos. Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
Bienaventurado el varón a quien el Señor no imputará pecado.
sino también por nosotros, a quienes será imputado, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús nuestro Señor;
Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo,
Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.
para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna, por Jesucristo, nuestro Señor.
Así también vosotros consideraos en verdad muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Porque la paga del pecado es muerte; mas el don de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
Gracias doy a Dios por Jesucristo nuestro Señor: Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios; mas con la carne a la ley del pecado.
ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra criatura nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
Porque Él consumará la obra, y la acortará en justicia, porque obra abreviada hará el Señor sobre la tierra.
Y como antes dijo Isaías: Si el Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado simiente, como Sodoma habríamos venido a ser, y a Gomorra seríamos semejantes.
Que si confesares con tu boca al Señor Jesús, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.
Porque no hay diferencia entre judío y griego; porque el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan.
Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.
Mas no todos obedecieron al evangelio, pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio?
Señor, a tus profetas han dado muerte, y tus altares han destruido, y sólo yo he quedado, y traman contra mi vida?
Porque, ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero?
Diligentes, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor.
Amados, no os venguéis vosotros mismos, antes, dad lugar a la ira; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.
Mas vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para satisfacer los deseos de la carne.
¿Tú quién eres, que juzgas al siervo ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, que poderoso es Dios para hacerle estar firme.
El que hace caso del día, para el Señor lo hace; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios.
Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así que, ya sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos.
Porque Cristo para esto murió, y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos, como de los que viven.
Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí toda rodilla se doblará, y toda lengua confesará a Dios.
Yo sé, y confío en el Señor Jesús, que nada es inmundo en sí mismo, mas para aquel que piensa ser inmunda alguna cosa, para él es inmunda.
para que unánimes, y a una voz glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.
Y otra vez: Alabad al Señor todos los gentiles, y dadle gloria todos los pueblos.
Y os ruego hermanos, por nuestro Señor Jesucristo, y por el amor del Espíritu, que os esforcéis conmigo en oración por mí a Dios;
que la recibáis en el Señor, como es digno de los santos, y que la ayudéis en cualquier cosa que necesite de vosotros, porque ella ha ayudado a muchos, y a mí mismo también.
Saludad a Amplias, amado mío en el Señor.
Saludad a Herodión, mi pariente. Saludad a los de la casa de Narciso, que están en el Señor.
Saludad a Trifena y a Trifosa, las cuales trabajan en el Señor. Saludad a la amada Pérsida, la cual ha trabajado mucho en el Señor.
Saludad a Rufo, escogido en el Señor, y a su madre y mía.
Porque los tales, no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres; y con palabras suaves y lisonjas engañan los corazones de los simples.
Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros. Amén.
Yo Tercio, que escribí esta epístola, os saludo en el Señor.
La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.
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