'La' en la Biblia
Si el sabio los oyere, aumentará la doctrina; y el entendido adquirirá consejo;
El principio del conocimiento es el temor del SEÑOR; los locos despreciaron la sabiduría y el castigo.
Oye, hijo mío, el castigo de tu padre, y no deseches la ley de tu madre;
Porque en vano se tenderá la red ante los ojos de toda ave;
Tales son las sendas de todo el que codicia la ganancia, la cual prenderá la vida de sus poseedores.
La sabiduría clama de fuera; en las plazas da su voz;
clama en los principales lugares de concurso; en las entradas de las puertas de la ciudad dice sus razones:
¿Hasta cuándo, oh simples, amaréis la simpleza, y los burladores desearán el burlar, y los locos aborrecerán la ciencia?
Porque el reposo de los ignorantes los matará, y la prosperidad de los locos los echará a perder.
haciendo estar atento tu oído a la sabiduría; si inclinares tu corazón a la prudencia;
si clamares a la inteligencia, y a la prudencia dieres tu voz;
si como a la plata la buscares, y la escudriñares como a tesoros;
Porque el SEÑOR da la sabiduría, y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia.
Cuando la sabiduría entrare en tu corazón, y la ciencia fuere dulce a tu alma,
el consejo te guardará, te preservará la inteligencia,
Para librarte de la mujer extraña, de la ajena que halaga con sus palabras;
Por lo cual su casa está inclinada a la muerte, y sus veredas van hacia los muertos.
Todos los que a ella entraren, no volverán, ni tomarán las veredas de la vida.
Porque los rectos habitarán la tierra, y los perfectos permanecerán en ella;
mas los impíos serán cortados de la tierra, y los prevaricadores serán de ella desarraigados.
Misericordia y verdad no te desamparen; átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón;
Bienaventurado el hombre que halló la sabiduría, y que saca a luz la inteligencia;
porque su mercadería es mejor que la mercadería de la plata, y sus frutos más que el oro fino.
Ella es árbol de vida a los que de ella echan mano; y bienaventurados son los que la mantienen.
El SEÑOR con sabiduría fundó la tierra; afirmó los cielos con inteligencia.
Hijo mío, no se aparten de tus ojos; guarda la sabiduría y el consejo;
No tendrás temor del pavor repentino, ni de la ruina de los impíos cuando viniere;
La maldición del SEÑOR está en la casa del impío; mas él bendecirá la morada de los justos.
Los sabios heredarán la honra; mas los locos sostendrán deshonra.
no la dejes, y ella te guardará; ámala, y te conservará.
Crece en ella, y ella te engrandecerá; ella te honrará, cuando tú la hubieres abrazado.
Por el camino de la sabiduría te he encaminado, y por veredas derechas te he hecho andar.
No entres por la vereda de los impíos, ni vayas por el camino de los malos.
Mas la vereda de los justos es como la luz del lucero, que va en aumento hasta que el día es perfecto.
El camino de los impíos es como la oscuridad; no saben en qué tropiezan.
Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida.
Aparta de ti la perversidad de la boca, y aleja de ti la iniquidad de labios.
Pesa la vereda de tus pies, y todos tus caminos sean ordenados.
para que guardes consejo, y tus labios conserven la ciencia.
Porque los labios de la mujer extraña destilan miel, y su paladar es más blando que el aceite;
Sus pies descienden a la muerte; sus pasos sustentan el sepulcro;
Aleja de ella tu camino, y no te acerques a la puerta de su casa;
y digas: ¡Cómo aborrecí el castigo, y mi corazón menospreció la reprensión;
y no oí la voz de los que me castigaban; y a los que me enseñaban no incliné mi oído!
Casi en todo mal he estado, en medio de la sociedad y de la congregación.
Será bendito tu manantial; y alégrate de la mujer de tu juventud.
¿Y por qué, hijo mío, andarás ciego con la ajena, y abrazarás el seno de la extraña?
El morirá por no haberse sometido al castigo; y por la grandeza de su locura, errará.
Haz esto ahora, hijo mío, y líbrate, porque has caído en la mano de tu prójimo; ve, humíllate, y esfuerza tu prójimo.
Escápate como la gacela de la mano del cazador , y como el ave de la mano del parancero.
Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y sé sabio;
la cual no teniendo capitán, ni gobernador, ni señor,
prepara en el verano su comida y en el tiempo de la siega allega su mantenimiento.
Los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente,
Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre, y no dejes la ley de tu madre;
Porque el mandamiento es candela, y la enseñanza luz; y camino de vida las reprensiones del castigo;
para que te guarden de la mala mujer, de la blandura de la lengua de la extraña.
porque a causa de la mujer ramera es reducido el hombre a un bocado de pan; y la mujer caza la preciosa alma del varón.
Así el que entrare a la mujer de su prójimo; no será sin culpa cualquiera que la tocare.
tomado, paga siete veces; da toda la sustancia de su casa.
Mas el que comete adulterio con la mujer, es falto de corazón; corrompe su alma el que tal hace.
Porque el celo sañudo del varón no perdonará en el día de la venganza;
Lígalos a tus dedos; escríbelos en la tabla de tu corazón.
Di a la sabiduría: Tú eres mi hermana; y a la inteligencia llama parienta,
para que te guarden de la mujer ajena, y de la extraña que ablanda sus palabras.
Porque mirando yo por la ventana de mi casa, por mi celosía,
el cual pasaba por la calle, junto a la esquina de aquella, e iba camino de su casa;
a la tarde del día, ya que oscurecía; en la oscuridad y tiniebla de la noche.
Ven, embriaguémonos de amores hasta la mañana; alegrémonos en amores.
el saco de dinero llevó en su mano, el día de la fiesta volverá a su casa.
Lo derribó con la mucha suavidad de sus palabras, con la blandura de sus labios lo persuadió.
de tal manera que la saeta traspasó su hígado; como el ave que se apresura al lazo, y no sabe que es contra su vida.
Caminos del sepulcro son su casa, que descienden a las cámaras de la muerte.
¿No clama la sabiduría, y da su voz la inteligencia?
en el lugar de las puertas, a la entrada de la ciudad, a la entrada de las puertas da voces:
Entended, simples, la astucia; y vosotros , locos, tomad entendimiento.
Porque mi paladar hablará verdad, y mis labios abominan la impiedad.
Porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas; y todas las cosas que se pueden desear, no son de comparar con ella.
Yo, la sabiduría, moré con la prudencia; y yo invento la ciencia de los consejos.
El temor del SEÑOR es aborrecer el mal; la soberbia, la arrogancia, el mal camino, y la boca perversa, aborrezco.
Conmigo está el consejo y el ser; yo soy la inteligencia; mía es la fortaleza.
Por mí dominan los príncipes, y todos los gobernadores juzgan la tierra.
Las riquezas y la honra están conmigo; sólidas riquezas, y justicia.
Mejor es mi fruto que el oro, y que la piedra preciosa; y mi rédito mejor que la plata escogida.
Eternalmente tuve el principado, desde el principio, antes de la tierra.
no había aún hecho la tierra, ni las campiñas, ni el principio del polvo del mundo.
Cuando componía los cielos, allí estaba yo; cuando señalaba por compás la sobrefaz del abismo;
cuando ponía al mar su estatuto, y a las aguas, que no pasasen su mandamiento; cuando señalaba los fundamentos de la tierra;
Tengo solaz en la redondez de su tierra; y mis solaces son con los hijos de los hombres.
Porque el que me hallare, hallará la vida; y alcanzará la voluntad del SEÑOR.
Mas el que peca contra mí, defrauda su alma; todos los que me aborrecen, aman la muerte.
La sabiduría edificó su casa, labró sus siete columnas;
Dejad las simplezas, y vivid; y andad por el camino de la inteligencia.
El temor del SEÑOR es el principio de la sabiduría; y la ciencia de lo santo es inteligencia.
La mujer loca, alborotadora, simple e ignorante;
se sienta en una silla a la puerta de su casa, en lo alto de la ciudad,
Y no saben que allí están los muertos; que sus convidados están en los profundos de la sepultura.
Los tesoros de maldad no serán de provecho; mas la justicia libra de la muerte.
El SEÑOR no dejará hambrear el alma del justo; mas la iniquidad lanzará a los impíos.
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