456 casos

'De' en la Biblia

hallaremos riquezas de toda clase, llenaremos nuestras casas de despojos;

clama en los principales lugares de concurso; en las entradas de las puertas de la ciudad dice sus razones:

Hijo mío, si tomares mis palabras, y mis mandamientos guardares dentro de ti,

Para librarte de la mujer extraña, de la ajena que halaga con sus palabras;

porque su mercadería es mejor que la mercadería de la plata, y sus frutos más que el oro fino.

Ella es árbol de vida a los que de ella echan mano; y bienaventurados son los que la mantienen.

Hijo mío, no se aparten de tus ojos; guarda la sabiduría y el consejo;

Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no te olvides ni te apartes de las razones de mi boca;

No se aparten de tus ojos; guárdalas en medio de tu corazón.

Porque los labios de la mujer extraña destilan miel, y su paladar es más blando que el aceite;

mas su fin es amargo como el ajenjo, agudo como cuchillo de dos filos.

Ahora pues, hijos, oídme, y no os apartéis de las razones de mi boca.

Aleja de ella tu camino, y no te acerques a la puerta de su casa;

y no oí la voz de los que me castigaban; y a los que me enseñaban no incliné mi oído!

Casi en todo mal he estado, en medio de la sociedad y de la congregación.

Como cierva de amores y graciosa gacela, sus pechos te satisfagan en todo tiempo; y en su amor andarás ciego de continuo, sin fijar tus ojos en nadie más .

¿Y por qué, hijo mío, andarás ciego con la ajena, y abrazarás el seno de la extraña?

El morirá por no haberse sometido al castigo; y por la grandeza de su locura, errará.

enlazado eres con las palabras de tu boca, y preso con las razones de tu boca.

Haz esto ahora, hijo mío, y líbrate, porque has caído en la mano de tu prójimo; ve, humíllate, y esfuerza tu prójimo.

prepara en el verano su comida y en el tiempo de la siega allega su mantenimiento.

Tomando un poco de sueño, cabeceando otro poco, y cruzado los brazos otro poco para volver a dormir;

así vendrá tu necesidad como caminante, y tu pobreza como hombre de escudo.

para que te guarden de la mujer ajena, y de la extraña que ablanda sus palabras.

el cual pasaba por la calle, junto a la esquina de aquella, e iba camino de su casa;

unas veces de fuera, o bien por las plazas, acechando por todas las esquinas.

Y traba de él, y lo besa; desvergonzó su rostro, y le dijo:

Con paramentos he ataviado mi cama, recamados con cordoncillo de Egipto.

Sagradas Escrituras (1569)