11789 casos en 6 traducciones

'La' en la Biblia

He aquí vienen días, dice el SEÑOR, en que el que ara alcanzará al segador, y el pisador de las uvas al que lleve la simiente; y los montes destilarán mosto, y todos los collados se derretirán.

Pues los plantaré sobre su tierra, y nunca más serán arrancados de su tierra la cual yo les di, dijo el SEÑOR Dios tuyo.

La soberbia de tu corazón te ha engañado, tú que moras en las hendiduras de las peñas, en tu altísima morada; que dices en tu corazón: ¿Quién me derribará a tierra?

Hasta el término te hicieron llegar todos tus aliados; te han engañado los varones de tu paz, prevalecieron contra ti; los que comían tu pan, pusieron la llaga debajo de ti; no hay en ello inteligencia.

¿No haré que perezcan en aquel día, dijo el SEÑOR, los sabios de Edom, y la inteligencia del monte de Esaú?

Por la injuria de tu hermano Jacob te cubrirá vergüenza, y serás talado para siempre.

Pues no debiste tú estar mirando en el día de tu hermano, el día en que fue extrañado; no te habías de alegrar de los hijos de Judá en el día que se perdieron, ni habías de ensanchar tu boca en el día de la angustia;

ni habías de entrar por la puerta de mi pueblo en el día de su quebrantamiento; ni habías tú tampoco de haber mirado su mal el día de su quebrantamiento, ni habían de echar mano a sus bienes el día de su quebrantamiento.

No te apostes en la encrucijada para exterminar a sus fugitivos, y no entregues a sus sobrevivientes en el día de su angustia.

De la manera que vosotros bebisteis en mi santo monte, beberán, todos los gentiles de continuo; beberán, y engullirán, y serán como si no hubieran sido.

Mas en el Monte de Sion habrá salvamento, y será santidad, y la casa de Jacob, poseerá sus posesiones.

Y la casa de Jacob será fuego, y la casa de José será llama, y la casa de Esaú estopa, y los quemarán, y los consumirán; ni aun resto quedará en la casa de Esaú, porque el SEÑOR lo habló.

Entonces {los del} Neguev poseerán el monte de Esaú, y {los de} la Sefela {la llanura} de los filisteos; poseerán también el territorio de Efraín y el territorio de Samaria, y Benjamín {poseerá} Galaad.

Levántate, ve a Nínive, la gran ciudad, y proclama contra ella, porque su maldad ha subido hasta mí.

Y Jonás se levantó para huir de la presencia del SEÑOR a Tarsis, y descendió a Jope; y halló un navío que partía para Tarsis; y pagándole su pasaje entró en él, para irse con ellos a Tarsis huyendo de la presencia del SEÑOR.

Y los marineros tuvieron temor, y cada uno llamaba a su dios; y echaron al mar los vasos que llevaban en la nave, para descargarla de ellos. Jonás, sin embargo, había descendido a los costados de la nave, y se había echado a dormir.

Y el maestre de la nave se llegó a él, y le dijo: ¿Qué tienes, dormilón? Levántate, y clama a tu Dios; por ventura él tendrá compasión de nosotros, y no pereceremos.

Y dijeron cada uno a su compañero: Venid, y echemos suertes, para saber por quién nos ha venido este mal. Y echaron suertes, y la suerte cayó sobre Jonás.

Y él les respondió: Hebreo soy, y temo al SEÑOR, Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra seca.

Los hombres se atemorizaron en gran manera y le dijeron: ¿Qué es esto que has hecho? Porque ellos sabían que él huía de la presencia del SEÑOR, por lo que él les había declarado.

Y dijéronle: ¿Qué te haremos, para que la mar se nos quiete? porque la mar iba á más, y se embravecía.

El les respondió: Tomadme, y echadme á la mar, y la mar se os quietará: porque yo sé que por mí ha venido esta grande tempestad sobre vosotros.

Y aquellos hombres trabajaron por tornar la nave a tierra; mas no pudieron, porque el mar iba a más, y se embravecía sobre ellos.

Y clamaron al SEÑOR, y dijeron: Te rogamos ahora, SEÑOR, que no perezcamos nosotros por el alma de este hombre, ni pongas sobre nosotros la sangre inocente; porque tú, SEÑOR, has hecho como has querido.

Me echaste en lo profundo, en medio de los mares, Y la corriente me rodeó; Todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí.

Las aguas me rodearon hasta el alma, Rodeóme el abismo; La ova se enredó á mi cabeza.

Descendí a las raíces de los montes; la tierra echó sus cerraduras sobre mí para siempre; mas tú sacaste mi vida de la sepultura, oh SEÑOR Dios mío.

Levántate, y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y predique en ella la predicación que yo te diré.

Y se levantó Jonás, y fue a Nínive, conforme a la palabra del SEÑOR. Y era Nínive ciudad grande a Dios, de tres días de camino.

Y comenzó Jonás a entrar por la ciudad, camino de un día, y predicaba diciendo: De aquí a cuarenta días Nínive será destruida.

Y llegó la palabra hasta el rey de Nínive, y se levantó de su silla, y echó de sí su vestido, y se cubrió de cilicio, y se sentó sobre ceniza.

y que se cubran de cilicio los hombres y los animales, y clamen a Dios fuertemente; y cada uno se convierta de su mal camino, y de la rapiña que está en sus manos.

Y oró al SEÑOR, y dijo: ¡Ah SEÑOR! ¿No era esto lo que yo decía cuando aún estaba en mi tierra? Por eso me anticipé a huir a Tarsis, porque sabía yo que tú eres un Dios clemente y compasivo lento para la ira y rico en misericordia, y que te arrepientes del mal {con que amenazas}.

Y salió Jonás de la ciudad, y se asentó hacia el oriente de la ciudad, y se hizo allí una choza, y se sentó debajo de ella a la sombra, hasta ver qué sería de la ciudad.

Y preparó el SEÑOR Dios una calabacera, la cual creció sobre Jonás para que hiciera sombra sobre su cabeza, y le defendiera de su mal; y Jonás se alegró grandemente por la calabacera.

Y el mismo Dios preparó un gusano viniendo la mañana del día siguiente, el cual hirió a la calabacera, y se secó.

Entonces dijo Dios a Jonás: ¿Tanto te enojas por la calabacera? Y él respondió: Hago bien en enojarme, hasta desear la muerte.

Y le dijo el SEÑOR: Tuviste tú piedad de la calabacera, en la cual no trabajaste, ni tú la hiciste crecer; que en espacio de una noche nació, y en espacio de otra noche pereció,

Porque he aquí, el SEÑOR sale de su lugar, y descenderá, y hollará sobre las alturas de la tierra.

Y debajo de él se derretirán los montes, y los valles se hendirán como la cera delante del fuego, como las aguas que corren cuesta abajo.

Todo esto por la rebelión de Jacob, y por los pecados de la casa de Israel. ¿Cuál es la rebelión de Jacob? ¿No es Samaria? ¿Y cuáles son los lugares altos de Judá? ¿No es Jerusalén?

Porque su llaga es dolorosa, que llegó hasta Judá; llegó hasta la puerta de mi pueblo, hasta Jerusalén.

Pásate desnuda con vergüenza, oh moradora de Safir: la moradora de Zaanán no salió al llanto de Betesel; tomará de vosotros su tardanza.

Porque la moradora de Marot tuvo dolor por el bien; por cuanto el mal descendió del SEÑOR hasta la puerta de Jerusalén.

Uncid al carro dromedarios, oh moradora de Laquis, que fuiste principio de pecado a la hija de Sion; porque en ti se inventaron las rebeliones de Israel.

Aun te traeré heredero, oh moradora de Maresa; la gloria de Israel vendrá hasta Adulam.

Arráncate los cabellos y ráete por los hijos de tus delicias; ensancha tu calva como la del buitre, porque irán al cautiverio lejos de ti.

En aquel tiempo se levantará sobre vosotros refrán, y se hará endecha de lamentación, diciendo: Del todo fuimos destruidos; ha cambiado la parte de mi pueblo. ¡Cómo nos quitó nuestros campos! Los dio, y los repartió a otros.

Por tanto, no tendrás quien eche cordel para suerte en la congregación del SEÑOR.

No profeticéis, dicen a los que profetizan; no les profeticen que los ha de comprender la vergüenza.

La que te dices Casa de Jacob, ¿se ha acortado el espíritu del SEÑOR? ¿Son éstas sus obras? ¿Mis palabras no hacen bien al que camina derechamente?

El que ayer era mi pueblo, se ha levantado como enemigo; tras las vestiduras quitasteis las capas atrevidamente a los que pasaban, como los que vuelven de la guerra.

A las mujeres de mi pueblo arrojáis de la casa de sus delicias; de sus hijos arrebatáis mi gloria para siempre.

Levantaos, y andad, que no es ésta la holganza; porque está contaminada, corrompióse, y de grande corrupción.

Si un hombre, andando tras el viento y la falsedad, hablara mentiras, diciendo: ``Os hablaré del vino y del licor", {ése} sería el profeta para este pueblo.

De cierto te reuniré todo, oh Jacob: recogeré ciertamente el resto de Israel; lo pondré junto como ovejas de Bosra, como rebaño en mitad de su majada; harán estruendo por la multitud de los hombres.

Y dije: Oíd ahora, príncipes de Jacob, y cabezas de la Casa de Israel: ¿No pertenecía a vosotros saber el derecho?

Vosotros que aborrecéis lo bueno y amáis lo malo, que les arrancáis la piel de encima y la carne de sobre sus huesos;

Y que comen la carne de mi pueblo, y les desuellan su cuero de sobre ellos, y les quebrantan sus huesos y los rompen, como para echar en caldero, y como carnes en olla.

Así dice el SEÑOR acerca de los profetas que hacen errar a mi pueblo, {los cuales} cuando tienen {algo} que morder, proclaman: Paz. Pero contra aquel que no les pone nada en la boca, declaran guerra santa.

por tanto, de la visión se os hará noche, y oscuridad del adivinar; y sobre los profetas se pondrá el sol, y el día se entenebrecerá sobre ellos.

Los videntes serán avergonzados, y confundidos los adivinos. Todos ellos se cubrirán {la} boca porque no hay respuesta de Dios.

Oíd ahora esto, cabezas de la Casa de Jacob, y capitanes de la Casa de Israel, que abomináis el juicio, y pervertís todo el derecho;

Por tanto, a causa de vosotros Sion será arada como campo, y Jerusalén será montones de ruinas, y el monte de la Casa como cumbres de bosque.

Y acontecerá en lo postrero de los tiempos, que el monte de la Casa del SEÑOR será constituido por cabecera de montes, y más alto que todos los collados, y correrán a él pueblos.

Y vendrán muchos gentiles, y dirán: Venid, y subamos al monte del SEÑOR, y a la Casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas; porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del SEÑOR.

Y juzgará entre muchos pueblos, y corregirá fuertes naciones hasta muy lejos; y martillarán sus espadas para azadones, y sus lanzas para hoces; no alzará espada gente contra gente, ni más se ensayarán para la guerra.

Y cada uno se sentará debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá quien amedrente; porque la boca del SEÑOR de los ejércitos habló.

En aquel día, dice el SEÑOR, juntaré la coja, y recogeré la amontada, y a la que afligí;

y pondré a la coja para sucesión, y a la descarriada para nación robusta; y el SEÑOR reinará sobre ellos en el monte de Sion desde ahora y para siempre.

Y tú, oh torre del rebaño, la fortaleza de la hija de Sion vendrá hasta ti; y vendrá el Señorío primero, el Reino, a la hija de Jerusalén.

Duélete y gime, hija de Sion como mujer de parto; porque ahora saldrás de la ciudad, y morarás en el campo, y llegarás hasta Babilonia; allí serás librada, allí te redimirá el SEÑOR de la mano de tus enemigos.

Levántate y trilla, hija de Sion, porque tu cuerno tornaré de hierro, y tus uñas de bronce, y desmenuzarás a muchos pueblos; y consagrarás al SEÑOR sus despojos, y sus riquezas al Señor de toda la tierra.

Pero los dejará hasta el tiempo que dé a luz la que está de parto; y el resto de sus hermanos se tornará con los hijos de Israel.

Y estará, y apacentará con fortaleza del SEÑOR, con grandeza del Nombre del SEÑOR su Dios; y asentarán; porque ahora será engrandecido hasta los fines de la tierra.

y comerán la tierra de Assur a espada, y la tierra de Nimrod con sus espadas; y nos librará del asirio, cuando viniere contra nuestra tierra y hollare nuestros términos.

Y será el remanente de Jacob en medio de muchos pueblos, como el rocío del SEÑOR, como las lluvias sobre la hierba, las cuales no esperaba ya varón, ni esperaban hijos de hombres.

Y será el remanente de Jacob entre los gentiles, en medio de muchos pueblos, como el león entre las bestias de la montaña, como el cachorro del león entre las manadas de las ovejas, el cual si pasare, y hollare, y arrebatare, no hay quien escape.

Y haré destruir tus esculturas y tus imágenes de en medio de ti, y nunca más te inclinarás a la obra de tus manos;

Oíd, montes, y fuertes fundamentos de la tierra, el pleito del SEÑOR; porque tiene el SEÑOR pleito con su pueblo, y altercará con Israel.

Pueblo mío, acuérdate ahora qué pensó Balac rey de Moab, y qué le respondió Balaam, hijo de Beor, desde Sitim hasta Gilgal, para que conozcas la justicia del SEÑOR.

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