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'La' en la Biblia

Y vio allí Judá la hija de un hombre cananeo, el cual se llamaba Súa; y la tomó, y entró a ella,

la cual concibió, y dio a luz un hijo; y llamó su nombre Er.

Y Er, el primogénito de Judá, fué malo á los ojos de Jehová, y quitóle Jehová la vida.

Y sabiendo Onán que la simiente no había de ser suya, sucedía que cuando entraba a la mujer de su hermano corrompía en tierra, por no dar simiente a su hermano.

Y Judá dijo a Tamar su nuera: Quédate viuda en casa de tu padre, hasta que crezca Sela mi hijo; porque dijo: No sea que como sus hermanos también él muera. Y se fue Tamar, y moró en la casa de su padre.

Y pasaron muchos días, y murió la hija de Súa, mujer de Judá; y Judá se consoló, y subía a los trasquiladores de sus ovejas a Timnat, él y su amigo Hira el adulamita.

Entonces quitó ella de sobre sí los vestidos de su viudez, y se cubrió con un velo, y se arrebozó, y se puso a la puerta de las aguas que están junto al camino de Timnat; porque veía que había crecido Sela, y ella no era dada a él por mujer.

Y la vio Judá, y la tuvo por ramera, porque ella había cubierto su rostro.

Entonces él dijo: ¿Qué prenda te daré? Ella respondió: Tu anillo, y tu manto, y tu bordón que tienes en tu mano. Y él se los dio, y entró a ella, la cual concibió de él.

Y Judá envió el cabrito de las cabras por mano de su amigo el adulamita, para que tomara la prenda de mano de la mujer; mas no la halló.

Y preguntó a los hombres de aquel lugar, diciendo: ¿Dónde está la ramera de las aguas junto al camino? Y ellos le dijeron: No ha estado aquí prostituta del culto pagano.

Entonces él se volvió a Judá, y dijo: No la he hallado; y también los hombres del lugar dijeron: Aquí no ha estado la prostituta del culto pagano.

Y Judá dijo: Tómeselo para sí, para que no seamos menospreciados; he aquí yo he enviado este cabrito, y tú no la hallaste.

Y ella cuando la sacaban, envió a decir a su suegro: Del varón cuyas son estas cosas, estoy encinta; y dijo más: Conoce ahora cuyas son estas cosas, el anillo, y el manto, y el bordón.

Entonces Judá lo conoció, y dijo: Más justa es que yo, por cuanto no le he dado a Sela mi hijo. Y nunca más la conoció.

Y sucedió, cuando dio a luz, que sacó la mano el uno, y la partera tomó y ató a su mano un hilo de grana, diciendo: Este salió primero.

Y aconteció que tornando él a meter la mano, he aquí su hermano salió; y ella dijo: ¿Por qué has hecho sobre ti rotura? Y llamó su nombre Fares.

Después salió su hermano que tenía el {hilo} escarlata en la mano; y le pusieron por nombre Zara.

Y descendido José a Egipto, lo compró Potifar, oficial del Faraón, capitán de los de la guardia, varón egipcio, de mano de los ismaelitas que lo habían llevado allá.

Y aconteció que, desde cuando le dio el encargo de su casa, y de todo lo que tenía, el SEÑOR bendijo la casa del egipcio a causa de José; y la bendición del SEÑOR fue sobre todo lo que tenía, así en casa como en el campo.

Y dejó todo lo que tenía en la mano de José; ni con él sabía de nada más que del pan que comía. Y era José de hermoso semblante y bella presencia.

Y él no quiso, y dijo a la mujer de su señor: He aquí que mi señor no se preocupa conmigo de lo que hay en casa, y ha puesto en mi mano todo lo que tiene.

Y fue que, hablando ella a José cada día, que él no la escuchó para acostarse al lado de ella, o para estar con ella.

Pero sucedió un día que él entró en casa para hacer su trabajo, y no había ninguno de los hombres de la casa allí dentro;

entonces ella lo asió de la ropa, diciendo: ¡Acuéstate conmigo! Mas él le dejó su ropa en la mano, y salió huyendo afuera.

y viendo que yo alzaba la voz y gritaba, dejó junto a mí su ropa, y huyó, y salió.

Y ella puso junto a sí la ropa de él, hasta que vino su señor a su casa.

y cuando levanté la voz y grité, él dejó su ropa junto a mí y huyó afuera.

Y tomó su señor a José, y le puso en la casa de la cárcel, donde estaban los presos del rey, y estuvo allí en la casa de la cárcel.

Mas el SEÑOR estaba con José, y extendió a él su misericordia, y le dio gracia en ojos del príncipe de la casa de la cárcel.

Y el príncipe de la casa de la cárcel entregó en mano de José todos los presos que había en aquella prisión; todo lo que hacían allí, él lo hacía.

No veía el príncipe de la cárcel cosa alguna que en su mano estaba; porque el SEÑOR era con él, y lo que él hacía, el SEÑOR lo prosperaba.

y los puso en la cárcel de la casa del capitán de los de la guardia, en la casa de la cárcel donde José estaba preso.

Y el capitán de los de la guardia dio cargo de ellos a José, y él les servía; y estuvieron días en la cárcel.

Y ambos, el maestresala y el panadero del rey de Egipto, que estaban presos en la cárcel, soñaron un sueño, cada uno su sueño en una misma noche, cada uno conforme a la declaración de su sueño.

Y vino a ellos José por la mañana, y los miró, y he aquí que estaban tristes.

Y él preguntó a aquellos oficiales del Faraón, que estaban con él en la cárcel de la casa de su señor, diciendo: ¿Por qué parecen hoy mal vuestros rostros?

y en la vid tres sarmientos; y ella como que florecía, salía su renuevo, maduraron sus racimos de uvas;

y que el vaso de Faraón estaba en mi mano, y que yo tomaba las uvas, y las exprimía en el vaso del Faraón, y daba el vaso en la mano del Faraón.

Al cabo de tres días Faraón te hará levantar cabeza, y te restituirá á tu puesto: y darás la copa á Faraón en su mano, como solías cuando eras su copero.

porque he sido hurtado de la tierra de los hebreos; y tampoco he hecho nada aquí para que me pusieran en la cárcel.

y sobre la cesta de encima {había} toda clase de manjares hechos por un panadero para Faraón, y las aves los comían de la cesta sobre mi cabeza.

Entonces respondió José, y dijo: Ésta es la interpretación: Los tres canastillos tres días son.

Y fue al tercer día el día del cumpleaños del Faraón, e hizo banquete a todos sus siervos; y alzó la cabeza del príncipe de los maestresalas, y la cabeza del príncipe de los panaderos, entre sus siervos.

E hizo volver á su oficio al principal de los coperos; y dió él la copa en mano de Faraón.

y que del río subían siete vacas, hermosas a la vista, y muy gordas, que pacían en el prado.

Y he aquí otras siete vacas subían tras ellas del río, de fea vista, y enjutas de carne, y se pararon cerca de las vacas hermosas a la orilla del río.

Se durmió de nuevo, y soñó la segunda vez: He aquí, siete espigas llenas y hermosas subían de una sola caña.

Y acaeció que a la mañana su espíritu se atormentó; y envió e hizo llamar a todos los magos de Egipto, y a todos sus sabios: y les contó el Faraón sus sueños, mas no había quién los pudiera interpretar al Faraón.

El Faraón se enojó contra sus siervos, y a mí me echó en la cárcel de la casa del capitán de los de la guardia, a mí y al príncipe de los panaderos.

Y yo y él soñamos sueño una misma noche: cada uno soñó conforme a la declaración de su sueño.

Y estaba allí con nosotros un joven hebreo, siervo del capitán de los de la guardia; y se lo contamos, y él nos interpretó nuestros sueños, y declaró a cada uno conforme a su sueño.

Entonces el Faraón dijo a José: En mi sueño, he aquí, que estaba a la orilla del río;

Y que otras siete vacas subían después de ellas, flacas y de muy feo aspecto; tan extenuadas, que no he visto otras semejantes en toda la tierra de Egipto en fealdad.

He aquí vienen siete años de gran abundancia en toda la tierra de Egipto.

Y se levantarán tras ellos siete años de hambre; y toda la abundancia será olvidada en la tierra de Egipto; y el hambre consumirá la tierra;

y aquella abundancia no se echará de ver a causa del hambre siguiente, la cual será gravísima.

Y el suceder el sueño al Faraón dos veces, significa que la cosa es firme de parte de Dios, y que Dios se apresura a hacerla.

Por tanto, provéase ahora el Faraón de un varón prudente y sabio, y póngalo sobre la tierra de Egipto.

Haga esto el Faraón, y ponga gobernadores sobre la provincia, y quinte la tierra de Egipto en los siete años de la abundancia;

y junten toda la provisión de estos buenos años que vienen, y junten el trigo bajo la mano del Faraón para mantenimiento de las ciudades; y guárdenlo.

Y esté aquella provisión en depósito para la tierra, para los siete años del hambre que serán en la tierra de Egipto; y la tierra no perecerá de hambre.

Y la palabra pareció bien a Faraón, y a sus siervos.

Entonces el Faraón quitó su anillo de su mano, y lo puso en la mano de José, y lo hizo vestir de ropas de lino finísimo, y puso un collar de oro en su cuello;

y lo hizo subir en su segundo carro, y pregonaron delante de él: Abrech Padre tierno-a este honre como a padre carísimo; y lo puso sobre toda la tierra de Egipto.

Y dijo el Faraón a José: Yo soy el Faraón; y sin ti ninguno alzará su mano ni su pie en toda la tierra de Egipto.

Y llamó el Faraón el nombre de José, Zafnat-panea; y le dio por mujer a Asenat, hija de Potifera, sacerdote de On. Y salió José por toda la tierra de Egipto.

Y era José de edad de treinta años cuando fue presentado delante del Faraón, rey de Egipto: y salió José de delante del Faraón, y pasó por toda la tierra de Egipto.

Y él juntó todo el mantenimiento de los siete años que fueron en la tierra de Egipto, y guardó mantenimiento en las ciudades, poniendo en cada ciudad el mantenimiento del campo de sus alrededores.

Y acopió José trigo como arena de la mar, mucho en extremo, hasta no poderse contar, porque no tenía número.

Y se cumplieron los siete años de la abundancia, que hubo en la tierra de Egipto.

Y comenzaron a venir los siete años del hambre, como José había dicho; y hubo hambre en todas las tierras, mas en toda la tierra de Egipto había pan.

Y hubo hambre en toda la tierra de Egipto, y el pueblo clamó al Faraón por pan. Y dijo el Faraón a todo los egipcios: Id a José, y haced lo que él os dijere.

Y había hambre por toda la faz de la tierra. Entonces abrió José todo granero donde había, y vendía a los egipcios; porque el hambre había crecido en la tierra de Egipto.

Y toda la tierra venía a Egipto para comprar de José, porque por toda la tierra había crecido el hambre.

Y vinieron los hijos de Israel a comprar entre los que venían; porque había hambre en la tierra de Canaán.

Y José era el señor de la tierra, que vendía el trigo a todo el pueblo de la tierra; y llegaron los hermanos de José, y se inclinaron a él rostro en tierra.

Y cuando José vio a sus hermanos, los conoció; mas hizo que no los conocía, y les habló ásperamente, y les dijo: ¿De dónde habéis venido? Ellos respondieron: De la tierra de Canaán a comprar alimentos.

Entonces se acordó José de los sueños que había soñado de ellos, y les dijo: Espías sois; para ver lo descubierto de la tierra habéis venido.

Todos nosotros somos hijos de un varón; somos hombres de la verdad; tus siervos nunca fueron espías.

Ellos respondieron: Tus siervos somos doce hermanos, hijos de un varón en la tierra de Canaán; y he aquí el menor está hoy con nuestro padre, y el otro ha desaparecido.

Enviad uno de vosotros, y traiga a vuestro hermano; y vosotros quedad presos, y vuestras palabras serán probadas, si la verdad está con vosotros; y si no, vive el Faraón, que sois espías.

Si sois hombres de la verdad, quede preso en la casa de vuestra cárcel uno de vuestros hermanos; y vosotros id, llevad el alimento para el hambre de vuestra casa;

Y decían el uno al otro: Verdaderamente somos culpables referente a nuestro hermano, que vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no le oímos; por eso ha venido sobre nosotros esta angustia.

Y se apartó {José} de su lado y lloró. Y cuando volvió a ellos y les habló, tomó de entre ellos a Simeón, y lo ató a la vista de sus hermanos.

Cuando llegaron a su padre Jacob en la tierra de Canaán, le contaron todo lo que les había sucedido:

Aquel varón, señor de la tierra, nos habló ásperamente, y nos trató como a espías de la tierra:

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