52 casos

'Mano' en la Biblia

Tú lo tienes visto: porque tú miras el trabajo, y la vejación, para vengar le por tu mano: A ti se acoge el pobre, Tú eres el amparo del huérfano.

De los hombres con tu mano, oh Jehová, De los hombres de mundo, cuya parte es en esta vida, Y cuyo vientre hinches de tu tesoro: Hartan sus hijos, Y dejan el resto á sus chiquitos.

Al Músico principal: Salmo de David, siervo de Jehová, el cual profirió á Jehová las palabras de este cántico el día que le libró Jehová de mano de todos sus enemigos, y de mano de Saúl. Entonces dijo: AMARTE he, oh Jehová, fortaleza mía.

Y no me encerraste en mano del enemigo; Hiciste estar mis pies en anchura.

Echa mano al escudo y al pavés, Y levántate en mi ayuda.

No venga contra mí pie de soberbia; Y mano de impíos no me mueva.

Tú con tu mano echaste las gentes, y los plantaste á ellos; Afligiste los pueblos, y los arrojaste.

Dios mío, líbrame de la mano del impío, De la mano del perverso y violento.

¿Por qué retraes tu mano, y tu diestra? ¿Por qué la escondes dentro de tu seno?

Porque el cáliz está en la mano de Jehová, y el vino es tinto, Lleno de mistura; y él derrama del mismo: Ciertamente sus heces chuparán y beberán todos los impíos de la tierra.

No se acordaron de su mano, Del día que los redimió de angustia;

Metiólos después en los términos de su santuario, En este monte que ganó su mano derecha.

Y dió en cautividad su fortaleza, Y su gloria en mano del enemigo.

En una nada habría yo derribado sus enemigos, Y vuelto mi mano sobre sus adversarios.

Libre entre los muertos, Como los matados que yacen en el sepulcro, Que no te acuerdas más de ellos, Y que son cortados de tu mano.

Asimismo pondré su mano en la mar, Y en los ríos su diestra.

Porque en su mano están las profundidades de la tierra, Y las alturas de los montes son suyas.

Porque él es nuestro Dios; Nosotros el pueblo de su dehesa, y ovejas de su mano. Si hoy oyereis su voz,

Por lo que alzó su mano á ellos, En orden á postrarlos en el desierto,

Y sus enemigos los oprimieron, Y fueron quebrantados debajo de su mano.

Y entiendan que ésta es tu mano; Que tú, Jehová, has hecho esto.

De continuo está mi alma en mi mano: Mas no me he olvidado de tu ley.

Sea tu mano en mi socorro; Porque tus mandamientos he escogido.

He aquí como los ojos de los siervos miran á la mano de sus señores, Y como los ojos de la sierva á la mano de su señora; Así nuestros ojos miran á Jehová nuestro Dios, Hasta que haya misericordia de nosotros.

De la cual no hinchió segador su mano, Ni sus brazos el que hace gavillas.

Miraba á la mano derecha, y observaba; mas no había quien me conociese; No tuve refugio, no había quien volviese por mi vida.

Envía tu mano desde lo alto; Redímeme, y sácame de las muchas aguas, De la mano de los hijos de extraños;

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