'Les' en la Biblia
- 1.Gé 1:28-Éx 32:24
- 2.Éx 32:27-Josué 6:26
- 3.Josué 7:2-2 Samuel 21:4
- 4.2 Samuel 22:42-2 Crónicas 26:14
- 5.2 Crónicas 28:9-Salmos 104:29
- 6.Salmos 105:32-Jeremías 32:39
- 7.Jeremías 32:42-Zacarías 13:9
- 8.Zacarías 14:12-Mateo 26:10
- 9.Mateo 26:15-Marcos 11:29
- 10.Marcos 11:33-Lucas 17:14
- 11.Lucas 17:20-Juan 8:42
- 12.Juan 8:58-Hechos 13:21
- 13.Hechos 13:22-Apocalipsis 20:4
y les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? Y convinieron con él por treinta piezas de plata.
Y los discípulos hicieron como Jesús les mandó, y prepararon la pascua.
Y tomando la copa, habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos;
Entonces Jesús les dijo: Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche; porque está escrito: Heriré al pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas.
Entonces Él les dijo: Mi alma está muy triste hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo.
Entonces vino a sus discípulos y les dijo: Dormid ya, y descansad; he aquí ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores.
Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: Al que yo besare, ése es; prendedle.
Y reuniéndose ellos, Pilato les dijo: ¿A quién queréis que os suelte; a Barrabás, o a Jesús que es llamado el Cristo?
Y el gobernador respondiendo, les dijo: ¿A cuál de los dos queréis que os suelte? Y ellos dijeron: A Barrabás.
Pilato les dijo: ¿Qué, pues, haré con Jesús, que es llamado el Cristo? Todos le dijeron: ¡Sea crucificado!
Y el gobernador les dijo: Pues, ¿qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aún más, diciendo: ¡Sea crucificado!
Entonces les soltó a Barrabás; y habiendo azotado a Jesús, le entregó para ser crucificado.
Y Pilato les dijo: Tenéis una guardia, id y aseguradlo como sabéis.
Y mientras iban a dar las nuevas a sus discípulos, he aquí, Jesús les sale al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le adoraron.
Entonces Jesús les dijo: No temáis; id, dad las nuevas a mis hermanos para que vayan a Galilea, y allí me verán.
Entonces los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado.
Y Jesús vino y les habló, diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.
Y Jesús les dijo: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres.
Y se admiraban de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.
Entonces vino Él, y tomándola de la mano la levantó; y al instante le dejó la fiebre, y ella les servía.
Y Él les dijo: Vamos a las ciudades vecinas, para que predique también allí, porque para esto he venido.
E inmediatamente se juntaron muchos, tanto que ya no había lugar, ni aun a la puerta; y les predicaba la palabra.
Y al instante Jesús, conociendo en su espíritu que pensaban de esta manera dentro de sí mismos, les dijo: ¿Por qué pensáis estas cosas en vuestros corazones?
Y volvió a irse al mar; y toda la multitud venía a Él, y les enseñaba.
Y oyéndolo Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos: No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.
Y Jesús les dijo: ¿Pueden ayunar los que están de bodas, mientras el esposo está con ellos? Entre tanto que tienen consigo al esposo, no pueden ayunar.
Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces en aquellos días ayunarán.
Y Él les dijo: ¿No habéis leído qué hizo David cuando tuvo necesidad y sintió hambre, él y los que con él estaban;
También les dijo: El sábado fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del sábado.
Y les dijo: ¿Es lícito hacer bien en sábado, o hacer mal; salvar la vida, o quitarla? Pero ellos callaban.
Mas Él les reprendía mucho que no le diesen a conocer.
Y llamándoles, les dijo en parábolas: ¿Cómo puede Satanás, echar fuera a Satanás?
Y Él les respondió diciendo: ¿Quién es mi madre, o mis hermanos?
Y les enseñaba por parábolas muchas cosas, y les decía en su doctrina:
Y les dijo: El que tiene oídos para oír, oiga.
Y les dijo: A vosotros es dado el saber los misterios del reino de Dios; mas a los que están fuera, todo es hecho por parábolas;
para que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan y les sean perdonados sus pecados.
Y les dijo: ¿No entendéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas?
Y les dijo: ¿Se trae el candil para ponerse debajo del almud, o debajo de la cama? ¿No es para ponerse en el candelero?
Y les dijo: Mirad lo que oís; porque con la medida que medís, se os medirá, y a vosotros los que oís, más os será añadido.
Y con muchas parábolas semejantes les hablaba la palabra, conforme ellos podían oír.
Y sin parábola no les hablaba, mas a sus discípulos en privado les aclaraba todas las cosas.
Y aquel día, cuando cayó la tarde, les dijo: Pasemos al otro lado.
Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo es que no tenéis fe?
Y los que lo habían visto les contaron cómo le había acontecido al que había tenido el demonio, y lo de los puercos.
Y entrando, les dijo: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La muchacha no está muerta, sino duerme.
Y Él les encargó mucho que nadie lo supiese, y mandó que se le diese de comer.
Mas Jesús les dijo: No hay profeta sin honra sino en su tierra, y entre sus parientes, y en su casa.
Y llamó a los doce, y comenzó a enviarlos de dos en dos; y les dio potestad sobre los espíritus inmundos.
Y les mandó que no llevasen nada para el camino, sino solamente bordón; ni alforja, ni pan, ni dinero en la bolsa;
Y les dijo: Dondequiera que entréis en una casa, posad en ella hasta que salgáis de allí.
Y Él les dijo: Venid vosotros aparte a un lugar desierto y descansad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, y ni aun tenían tiempo para comer.
Pero la gente les vio partir, y muchos le reconocieron, y corrieron allá a pie de todas las ciudades, y llegaron antes que ellos, y se juntaron a Él.
Respondiendo Él, les dijo: Dadles vosotros de comer. Y ellos le dijeron: ¿Que vayamos y compremos pan por doscientos denarios, y les demos de comer?
Él les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Id y vedlo. Y enterándose, dijeron: Cinco, y dos peces.
Y les mandó que hiciesen recostar a todos por grupos sobre la hierba verde.
Y al ver que se fatigaban remando, porque el viento les era contrario, como a la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar, y quería pasarlos de largo.
porque todos le veían, y se turbaron. Pero en seguida habló con ellos y les dijo: Tened buen ánimo, yo soy, no temáis.
Y dondequiera que entraba, en aldeas, ciudades o campos, ponían en las calles a los que estaban enfermos, y le rogaban que les dejase tocar tan siquiera el borde de su manto; y todos los que le tocaban quedaban sanos.
Y respondiendo Él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, pero su corazón lejos está de mí.
Y les decía: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.
Y llamando a sí a toda la multitud, les dijo: Oídme todos, y entended:
Y les dijo: ¿También vosotros estáis sin entendimiento? ¿No entendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre no le puede contaminar?
Y les mandó que no lo dijesen a nadie; pero cuanto más les mandaba, tanto más y más lo divulgaban.
En aquellos días, siendo tan grande la multitud, y no teniendo qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
Y les preguntó: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron: Siete.
Y les mandó, diciendo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos, y de la levadura de Herodes.
Y cuando Jesús lo entendió, les dijo: ¿Por qué discutís, porque no tenéis pan? ¿Aún no comprendéis ni entendéis? ¿Aún tenéis endurecido vuestro corazón?
Y les dijo: ¿Cómo es que aún no entendéis?
Entonces Él les dijo: ¿Y vosotros, quién decís que soy yo? Y respondiendo Pedro, le dijo: Tú eres el Cristo.
Y les apercibió que no hablasen de Él a ninguno.
Y llamando a la multitud y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.
También les dijo: De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios venido con poder.
Y les apareció Elías con Moisés, que hablaban con Jesús.
Y vino una nube que les cubrió de sombra, y desde la nube una voz que decía: Éste es mi Hijo amado; a Él oíd.
Y descendiendo ellos del monte, les mandó que a nadie dijesen lo que habían visto, sino hasta que el Hijo del Hombre hubiese resucitado de los muertos.
Y respondiendo Él, les dijo: Elías a la verdad vendrá primero, y restaurará todas las cosas; y como está escrito del Hijo del Hombre, que debe padecer mucho y ser tenido en nada.
Y respondiendo Él, les dijo: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os tengo que soportar? Traédmele.
Y Él les dijo: Este género por nada puede salir, sino por oración y ayuno.
Porque enseñaba a sus discípulos, y les decía: El Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres, y le matarán; pero después de muerto, resucitará al tercer día.
Y llegó a Capernaúm; y estando ya en casa, les preguntó: ¿Qué disputabais entre vosotros en el camino?
Entonces sentándose, llamó a los doce, y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos.
Y tomó a un niño, y lo puso en medio de ellos; y tomándole en sus brazos, les dijo:
Y levantándose de allí, vino a las costas de Judea al otro lado del Jordán. Y volvió el pueblo a juntarse a Él, y otra vez les enseñaba como solía.
Y Él respondiendo, les dijo: ¿Qué os mandó Moisés?
Y Jesús respondiendo, les dijo: Por la dureza de vuestro corazón os escribió este mandamiento,
Y Él les dijo: Cualquiera que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra ella;
Y viéndolo Jesús, se indignó, y les dijo: Dejad los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios.
Y los discípulos se asombraron de sus palabras. Pero Jesús, respondiendo otra vez, les dijo: Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas!
E iban por el camino subiendo a Jerusalén, y Jesús iba delante de ellos; y estaban asombrados, y le seguían con miedo. Entonces volviendo a tomar a los doce aparte, les comenzó a decir las cosas que le habían de acontecer:
Y Él les dijo: ¿Qué queréis que os haga?
Pero Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado?
Y ellos le dijeron: Podemos. Y Jesús les dijo: A la verdad, beberéis de la copa de que yo bebo, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados;
Pero Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que parecen ser príncipes de los gentiles, se enseñorean sobre ellos; y los que entre ellos son grandes, tienen potestad sobre ellos.
y les dijo: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego que entréis en ella, hallaréis un pollino atado, sobre el cual ningún hombre se ha sentado; desatadlo y traedlo.
Y unos de los que estaban allí les dijeron: ¿Qué hacéis desatando el pollino?
Y les enseñaba, diciendo: ¿No está escrito: Mi casa, casa de oración será llamada por todas las naciones? Pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.
Y respondiendo Jesús les dijo: Tened fe en Dios.
Y Jesús, respondiendo, les dijo: Yo también os haré una pregunta; y respondedme, y os diré con qué autoridad hago estas cosas:
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