Como fuente turbia y manantial corrompido, es el justo que cae delante del impío.

Comer mucha miel no es bueno; ni el buscar la propia gloria es gloria.

Manzana de oro con figuras de plata es la palabra dicha oportunamente.

Si el que te aborrece tuviere hambre, dale de comer pan; y si tuviere sed, dale de beber agua:

Gloria de Dios es ocultar un asunto; Pero honra del rey es escudriñarlo.

Como ciudad derribada y sin muro, es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda.

No te alabes delante del rey, ni estés en el lugar de los grandes:

También éstos son proverbios de Salomón, los cuales copiaron los varones de Ezequías, rey de Judá.

Como el agua fría al alma sedienta, así son las buenas nuevas de lejanas tierras.

¿Hallaste la miel? Come lo que te basta; no sea que te hartes de ella y la vomites.

Con larga paciencia se aplaca el príncipe; y la lengua blanda quebranta los huesos.

Como nubes y vientos sin lluvia, así es el hombre que se jacta de falsa liberalidad.

Como zarcillo de oro y joyel de oro fino, es el que reprende al sabio que tiene oído dócil.

No entres apresuradamente en pleito, no sea que no sepas qué hacer al fin, después que tu prójimo te haya avergonzado.

El viento del norte ahuyenta la lluvia, y el rostro airado la lengua detractora.

Martillo y cuchillo y saeta aguda, es el hombre que habla contra su prójimo falso testimonio.

El que canta canciones al corazón afligido, es como el que quita la ropa en tiempo de frío, o el que sobre el jabón echa vinagre.

Como frío de nieve en tiempo de la siega, así es el mensajero fiel a los que lo envían; pues al alma de su señor da refrigerio.

Diente quebrado y pie descoyuntado, es la confianza en el hombre infiel en el tiempo de angustia.

Detén tu pie de la casa de tu vecino, no sea que se harte de ti y te aborrezca.

Mejor es estar en un rincón del terrado, que con la mujer rencillosa en espaciosa casa.

Quita las escorias de la plata, y saldrá vaso al fundidor.

Trata tu causa con tu compañero y no descubras el secreto a otro.

Porque ascuas amontonarás sobre su cabeza, y Jehová te lo pagará.

La altura de los cielos, y la profundidad de la tierra y el corazón de los reyes, son inescrutables.

No sea que te deshonre el que lo oyere, y tu infamia no pueda repararse.

Aparta al impío de la presencia del rey, y su trono se afirmará en justicia.

Porque mejor es que se te diga: Sube acá, y no que seas humillado delante del príncipe a quien tus ojos han visto.