'Le' en la Biblia
Enseguida el Espíritu le impulsó* {a ir} al desierto.
Y estuvo en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás; y estaba entre las fieras, y los ángeles le servían.
Y dejando al instante las redes, le siguieron.
Y todos se asombraron de tal manera que discutían entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¡Una enseñanza nueva con autoridad! El manda aun a los espíritus inmundos y le obedecen.
Y la suegra de Simón yacía enferma con fiebre; y enseguida le hablaron* de ella.
{Jesús} se le acercó, y tomándola de la mano la levantó, y la fiebre la dejó; y ella les servía.
A la caída de la tarde, después de la puesta del sol, le trajeron todos los que estaban enfermos y los endemoniados.
le encontraron y le dijeron*: Todos te buscan.
Y vino* a El un leproso rogándole, y arrodillándose le dijo: Si quieres, puedes limpiarme.
Movido a compasión, extendiendo {Jesús} la mano, lo tocó, y le dijo*: Quiero; sé limpio.
y le dijo*: Mira, no digas nada a nadie, sino ve, muéstrate al sacerdote y ofrece por tu limpieza lo que Moisés ordenó, para testimonio a ellos.
¿Qué es más fácil, decir al paralítico: ``Tus pecados te son perdonados", o decir{le:} ``Levántate, toma tu camilla y anda"?
Y al pasar, vio a Leví, {hijo} de Alfeo, sentado en la oficina de los tributos, y le dijo*: Sígueme. Y levantándose, le siguió.
Y sucedió que estando Jesús sentado {a la mesa} en casa de Leví, muchos recaudadores de impuestos y pecadores estaban comiendo con Jesús y sus discípulos; porque había muchos de ellos que le seguían.
Los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando; y vinieron* y le dijeron*: ¿Por qué ayunan los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos, pero tus discípulos no ayunan?
Entonces los fariseos le decían: Mira, ¿por qué hacen lo que no es lícito en el día de reposo?
Y le observaban {para ver} si lo sanaba en el día de reposo, para poder acusarle.
Jesús se retiró al mar con sus discípulos; y una gran multitud de Galilea {le} siguió; y {también} de Judea,
Y dijo a sus discípulos que le tuvieran lista una barca por causa de la multitud, para que no le oprimieran;
porque había sanado a muchos, de manera que todos los que tenían aflicciones se le echaban encima para tocarle.
Y siempre que los espíritus inmundos le veían, caían delante de El y gritaban, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios.
y Judas Iscariote, el que también le entregó.
Y había una multitud sentada alrededor de El, y le dijeron*: He aquí, tu madre y tus hermanos están afuera {y} te buscan.
Cuando se quedó solo, sus seguidores junto con los doce, le preguntaban {sobre} las parábolas.
Porque al que tiene, se le dará {más,} pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.
Despidiendo a la multitud, le llevaron* con ellos en la barca, como estaba; y había otras barcas con El.
El estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; entonces le despertaron* y le dijeron*: Maestro, ¿no te importa que perezcamos?
Y se llenaron de gran temor, y se decían unos a otros: ¿Quién, pues, es éste que aun el viento y el mar le obedecen?
Porque {Jesús} le decía: Sal del hombre, espíritu inmundo.
Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y él le dijo*: Me llamo Legión, porque somos muchos.
Entonces le rogaba con insistencia que no los enviara fuera de la tierra.
Y {los demonios} le rogaron, diciendo: Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos.
Y los que lo habían visto les describieron cómo le había sucedido {esto} al endemoniado, y lo de los cerdos.
Al entrar El en la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que lo dejara acompañarle.
Pero {Jesús} no se lo permitió, sino que le dijo*: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho por ti, y {cómo} tuvo misericordia de ti.
Y le rogaba* con insistencia, diciendo: Mi hijita está al borde de la muerte; {te ruego} que vengas y pongas las manos sobre ella para que sane y viva.
{Jesús} fue con él; y una gran multitud le seguía y le oprimía.
Y sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te oprime, y dices: `` ¿Quién me ha tocado?"
Pero El miraba a su alrededor para ver a la {mujer} que le había tocado.
Entonces la mujer, temerosa y temblando, dándose cuenta de lo que le había sucedido, vino y se postró delante de El y le dijo toda la verdad.
Y {Jesús} le dijo: Hija, tu fe te ha sanado; vete en paz y queda sana de tu aflicción.
Y tomando a la niña por la mano, le dijo*: Talita cum (que traducido significa: Niña, a ti te digo, ¡levántate!).
Entonces les dio órdenes estrictas de que nadie se enterara de esto; y dijo que le dieran de comer a la niña.
El se marchó de allí y llegó* a su pueblo; y sus discípulos le siguieron*.
Cuando llegó el día de reposo, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos que {le} escuchaban se asombraban, diciendo: ¿Dónde {obtuvo} éste tales cosas, y cuál es {esta} sabiduría {que} le ha sido dada, y estos milagros que hace con sus manos?
Porque Juan le decía a Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu hermano.
Y Herodías le tenía rencor y deseaba matarlo, pero no podía,
porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo mantenía protegido. Y cuando le oía se quedaba muy perplejo, pero le gustaba escucharlo.
Y le juró: Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino.
Ella salió y dijo a su madre: ¿Qué pediré? Y ella le respondió: La cabeza de Juan el Bautista.
Y al instante el rey envió a un verdugo y {le} ordenó que trajera la cabeza de Juan. Y él fue y lo decapitó en la cárcel,
Cuando sus discípulos oyeron {esto,} fueron y se llevaron el cuerpo y le dieron sepultura.
Los apóstoles se reunieron* con Jesús, y le informaron sobre todo lo que habían hecho y enseñado.
Y cuando era ya muy tarde, sus discípulos se le acercaron, diciendo: El lugar está desierto y ya es muy tarde;
Pero respondiendo El, les dijo: Dadles vosotros de comer. Y ellos le dijeron*: ¿{Quieres} que vayamos y compremos doscientos denarios de pan y les demos de comer?
Y El les dijo*: ¿Cuántos panes tenéis? Id y ved. Y cuando se cercioraron le dijeron*: Cinco, y dos peces.
Pero cuando ellos le vieron andando sobre el mar, pensaron que era un fantasma y se pusieron a gritar;
porque todos le vieron y se turbaron. Pero enseguida El habló con ellos y les dijo*: ¿Tened ánimo; soy yo, no temáis!
Y dondequiera que El entraba en aldeas, ciudades o campos, ponían a los enfermos en las plazas, y le rogaban que les permitiera tocar siquiera el borde de su manto; y todos los que lo tocaban quedaban curados.
Entonces los fariseos y los escribas le preguntaron*: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen con manos inmundas?
ya no le dejáis hacer nada en favor de {su} padre o de {su} madre;
Y cuando dejó a la multitud y entró en la casa, sus discípulos le preguntaron acerca de la parábola.
Y El les dijo*: ¿También vosotros sois tan faltos de entendimiento? ¿No comprendéis que todo lo que de afuera entra al hombre no le puede contaminar,
La mujer era gentil, sirofenicia de nacimiento; y le rogaba que echara fuera de su hija al demonio.
Y El le decía: Deja que primero los hijos se sacien, pues no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos.
Pero ella respondió y le dijo*: Es cierto, Señor; {pero} aun los perrillos debajo de la mesa comen las migajas de los hijos.
Y El le dijo: Por esta respuesta, vete; el demonio ha salido de tu hija.
Y le trajeron* a uno que era sordo y que hablaba con dificultad, y le rogaron* que pusiera la mano sobre él.
Entonces {Jesús,} tomándolo aparte de la multitud, a solas, le metió los dedos en los oídos, y escupiendo, le tocó la lengua {con la saliva;}
y levantando los ojos al cielo, suspiró profundamente y le dijo*: ¿Effatá!, esto es: ¿Abrete!
Sus discípulos le respondieron: ¿Dónde podrá alguien {encontrar lo suficiente para} saciar de pan a éstos aquí en el desierto?
Suspirando profundamente en su espíritu, dijo*: ¿Por qué pide señal esta generación? En verdad os digo que no se le dará señal a esta generación.
cuando partí los cinco panes entre los cinco mil? ¿Cuántas cestas llenas de pedazos recogisteis? Y ellos le dijeron*: Doce.
Y cuando {partí} los siete {panes} entre los cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos le dijeron*: Siete.
Llegaron* a Betsaida, y le trajeron* un ciego y le rogaron* que lo tocara.
Tomando de la mano al ciego, lo sacó fuera de la aldea; y después de escupir en sus ojos y de poner las manos sobre él, le preguntó: ¿Ves algo?
Y le respondieron, diciendo: {Unos,} Juan el Bautista; y otros, Elías; pero otros, uno de los profetas.
El les preguntó {de nuevo:} Pero vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Pedro, le dijo*: Tú eres el Cristo.
Y les decía estas palabras claramente. Y Pedro le llevó aparte y comenzó a reprenderle.
Mas El volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro y le dijo*: ¿Quítate de delante de mí, Satanás!, porque no tienes en mente las cosas de Dios, sino las de los hombres.
Pues, ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma?
Y le preguntaron, diciendo: ¿Por qué dicen los escribas que Elías debe venir primero?
Pero yo os digo que Elías ya ha venido, y le hicieron cuanto quisieron, tal como está escrito de él.
Enseguida, cuando toda la multitud vio a Jesús, quedó sorprendida, y corriendo hacia El, le saludaban.
Y uno de la multitud le respondió: Maestro, te traje a mi hijo que tiene un espíritu mudo,
{Jesús} preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él respondió: Desde su niñez.
Jesús le dijo: `` ¿{Cómo} si tú puedes?" Todas las cosas son posibles para el que cree.
Cuando entró {Jesús} en {la} casa, sus discípulos le preguntaban en privado: ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera?
Porque enseñaba a sus discípulos, y les decía: El Hijo del Hombre será entregado en manos de los hombres y le matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará.
Juan le dijo: Maestro, vimos a uno echando fuera demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo, porque no nos seguía.
Y cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le fuera si le hubieran atado al cuello una piedra de molino de {las que mueve un} asno, y lo hubieran echado al mar.
Y se le acercaron {algunos} fariseos, {y} para ponerle a prueba, le preguntaban si era lícito a un hombre divorciarse de su mujer.
Y le traían niños para que los tocara; y los discípulos los reprendieron.
Cuando salía para seguir su camino, vino uno corriendo, y arrodillándose delante de El, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?
Y Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino sólo uno, Dios.
Y él le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud.
Jesús, mirándolo, lo amó y le dijo: Una cosa te falta: ve {y} vende cuanto tienes y da a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.
E iban por el camino subiendo a Jerusalén, y Jesús iba delante de ellos; y estaban perplejos, y los que le seguían tenían miedo. Y tomando aparte de nuevo a los doce, comenzó a decirles lo que le iba a suceder:
He aquí, subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles.
Y se burlarán de El y le escupirán, le azotarán y le matarán, y tres días después resucitará.