'Los' en la Biblia
- 1.Gé 1:9-Gé 14:10
- 2.Gé 14:13-Gé 29:1
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- 11.Levítico 25:55-Números 3:15
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- 13.Números 7:87-Números 15:18
- 14.Números 15:25-Números 23:22
- 15.Números 23:24-Números 29:37
- 16.Números 29:40-Números 36:4
- 17.Números 36:5-Deuteronomio 11:1
- 18.Deuteronomio 11:4-Deuteronomio 28:29
- 19.Deuteronomio 28:33-Josué 4:8
- 20.Josué 4:9-Josué 10:25
- 21.Josué 10:26-Josué 19:40
- 22.Josué 19:47-Jueces 3:4
- 23.Jueces 3:5-Jueces 8:24
- 24.Jueces 8:25-Jueces 14:19
- 25.Jueces 15:3-Jueces 21:12
- 26.Jueces 21:13-1 Samuel 8:14
- 27.1 Samuel 8:22-1 Samuel 17:26
- 28.1 Samuel 17:30-1 Samuel 29:2
- 29.1 Samuel 29:3-2 Samuel 7:26
- 30.2 Samuel 7:27-2 Samuel 18:32
- 31.2 Samuel 19:6-1 Reyes 1:47
- 32.1 Reyes 1:49-1 Reyes 10:5
- 33.1 Reyes 10:12-1 Reyes 19:1
- 34.1 Reyes 19:2-2 Reyes 6:16
- 35.2 Reyes 6:17-2 Reyes 14:5
- 36.2 Reyes 14:6-2 Reyes 21:2
- 37.2 Reyes 21:3-1 Crónicas 2:1
- 38.1 Crónicas 2:3-1 Crónicas 6:71
- 39.1 Crónicas 6:77-1 Crónicas 12:23
- 40.1 Crónicas 12:24-1 Crónicas 20:5
- 41.1 Crónicas 20:8-1 Crónicas 27:32
- 42.1 Crónicas 28:1-2 Crónicas 9:10
- 43.2 Crónicas 9:11-2 Crónicas 20:19
- 44.2 Crónicas 20:22-2 Crónicas 28:5
- 45.2 Crónicas 28:8-2 Crónicas 33:25
- 46.2 Crónicas 34:2-Esdras 2:41
- 47.Esdras 2:42-Esdras 8:14
- 48.Esdras 8:15-Nehemías 5:17
- 49.Nehemías 6:6-Nehemías 10:31
- 50.Nehemías 10:33-Ester 3:14
- 51.Ester 3:15-Job 9:22
- 52.Job 9:23-Job 29:2
- 53.Job 29:4-Salmos 2:12
- 54.Salmos 3:7-Salmos 25:10
- 55.Salmos 25:14-Salmos 45:17
- 56.Salmos 46:1-Salmos 68:14
- 57.Salmos 68:17-Salmos 81:6
- 58.Salmos 81:12-Salmos 102:19
- 59.Salmos 102:20-Salmos 115:13
- 60.Salmos 115:16-Salmos 137:2
- 61.Salmos 137:3-Proverbios 5:21
- 62.Proverbios 6:17-Proverbios 15:2
- 63.Proverbios 15:3-Proverbios 27:12
- 64.Proverbios 27:20-Eclesiastés 11:9
- 65.Eclesiastés 12:1-Isaías 6:6
- 66.Isaías 6:12-Isaías 19:1
- 67.Isaías 19:3-Isaías 31:1
- 68.Isaías 31:2-Isaías 44:13
- 69.Isaías 44:14-Isaías 59:20
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- 71.Jeremías 7:20-Jeremías 17:20
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- 85.Hageo 2:7-Zacarías 13:4
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- 87.Mateo 7:15-Mateo 14:20
- 88.Mateo 14:21-Mateo 22:8
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- 106.Colosenses 2:18-2 Timoteo 3:12
- 107.2 Timoteo 3:13-Hebreos 10:3
- 108.Hebreos 10:4-2 Pedro 2:11
- 109.2 Pedro 2:14-Apocalipsis 9:3
- 110.Apocalipsis 9:4-Apocalipsis 20:13
- 111.Apocalipsis 21:3-Apocalipsis 22:15
Y los que estaban juntamente sentados a la mesa, comenzaron a decir entre sí: ¿Quién es Éste, que también perdona pecados?
Y aconteció después, que caminaba Él por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con Él,
Y otra parte cayó entre espinos; y creciendo los espinos juntamente con ella, la ahogaron.
Y Él dijo: A vosotros os es dado conocer los misterios del reino de Dios; mas a los otros por parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no entiendan.
Y los de junto al camino, éstos son los que oyen; y luego viene el diablo y quita la palabra de su corazón, para que no crean y sean salvos.
Y los de sobre la piedra, son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíces; que por un tiempo creen, pero en el tiempo de la prueba se apartan.
Y la que cayó entre espinos; éstos son los que oyen; mas yéndose, son ahogados de los afanes y las riquezas y los placeres de esta vida, y no llevan fruto.
Mas la que en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y llevan fruto con paciencia.
Ninguno que enciende un candil lo cubre con una vasija, o lo pone debajo de la cama; mas lo pone en un candelero, para que los que entran vean la luz.
Y les dijo: ¿Dónde está vuestra fe? Y atemorizados, se maravillaban, y se decían unos a otros: ¿Qué clase de hombre es Éste, que aun a los vientos y a las aguas manda, y le obedecen?
Y arribaron a la tierra de los gadarenos, que está al lado opuesto de Galilea.
Y llegando Él a tierra, le salió al encuentro un hombre de la ciudad que tenía demonios por ya mucho tiempo; y no vestía ropa, ni moraba en casa, sino en los sepulcros.
(Porque mandaba al espíritu inmundo que saliese del hombre; pues hacía mucho tiempo que le arrebataba; y le guardaban preso con cadenas y grillos; pero rompiendo las cadenas, era arrastrado por el demonio a los desiertos.)
Y había allí un hato de muchos puercos que pacían en el monte; y le rogaron que los dejase entrar en ellos; y los dejó.
Y los demonios, salidos del hombre, entraron en los puercos; y el hato se arrojó por un despeñadero en el lago, y se ahogó.
Y cuando los que los apacentaban, vieron lo que había acontecido, huyeron, y yendo dieron aviso en la ciudad y por los campos.
Y salieron a ver lo que había acontecido; y vinieron a Jesús, y hallaron al hombre de quien habían salido los demonios, sentado a los pies de Jesús; vestido, y en su juicio cabal, y tuvieron miedo.
Y los que lo habían visto, les contaron cómo había sido sanado aquel endemoniado.
Entonces toda la multitud de la tierra de los gadarenos alrededor, le rogó que se fuese de ellos; porque tenían gran temor. Y Él, subiendo en la barca, se volvió.
Y aquel hombre de quien habían salido los demonios le rogaba que le permitiese estar con Él; mas Jesús le despidió, diciendo:
Y he aquí un varón llamado Jairo, que era príncipe de la sinagoga, vino, y postrándose a los pies de Jesús, le rogaba que entrase en su casa;
Entonces Jesús dijo: ¿Quién me ha tocado? Y negando todos, dijo Pedro y los que estaban con él: Maestro, la multitud te aprieta y oprime, y dices: ¿Quién me ha tocado?
Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades.
Y los envió a predicar el reino de Dios, y a sanar a los enfermos.
Y oyó Herodes el tetrarca todas las cosas que Él hacía; y estaba perplejo, porque algunos decían: Juan ha resucitado de los muertos;
y otros: Elías ha aparecido; y otros: Algún profeta de los antiguos ha resucitado.
Y cuando los apóstoles regresaron, le contaron todas las cosas que habían hecho. Y tomándolos, se retiró aparte a un lugar desierto de la ciudad que se llama Betsaida.
Y cuando la gente lo supo, le siguieron; y Él les recibió, y les hablaba del reino de Dios, y sanaba a los que necesitaban ser curados.
Y cuando comenzó a declinar el día; llegan los doce, y le dicen: Despide la multitud, para que vayan a las aldeas, y campos de alrededor, y se alojen y hallen alimentos; porque aquí estamos en lugar desierto.
Y tomando los cinco panes y los dos pescados, mirando al cielo los bendijo, y partió, y dio a sus discípulos para que pusiesen delante de la multitud.
Y aconteció que estando Él aparte orando, estaban con Él los discípulos; y les preguntó, diciendo: ¿Quién dice la gente que soy yo?
Y ellos respondiendo, dijeron: Juan el Bautista; y otros, Elías; y otros, que algún profeta de los antiguos ha resucitado.
diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre padezca muchas cosas, y sea rechazado por los ancianos, y por los príncipes de los sacerdotes y por los escribas, y que sea muerto, y resucite al tercer día.
Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando viniere en su gloria, y en la del Padre, y de los santos ángeles.
Y os digo en verdad, que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que vean el reino de Dios.
Y he aquí dos varones que hablaban con Él, los cuales eran Moisés y Elías;
Y Pedro y los que estaban con Él, estaban cargados de sueño; y despertando, vieron su gloria, y a los dos varones que estaban con Él.
Y diciendo él esto, vino una nube que los cubrió; y tuvieron temor al entrar en la nube.
Mas Jesús, viendo los pensamientos del corazón de ellos, tomó a un niño, y lo puso junto a sí,
Y envió mensajeros delante de sí, los cuales fueron y entraron en una aldea de samaritanos, para preparar para Él.
Y viendo esto sus discípulos Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, y los consuma, así como hizo Elías?
Entonces volviéndose Él, los reprendió, diciendo: Vosotros no sabéis de qué espíritu sois;
porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas. Y se fueron a otra aldea.
Y Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú, ve, y predica el reino de Dios.
Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; mas déjame que me despida primero de los que están en mi casa.
Después de estas cosas, designó el Señor también a otros setenta, y los envió de dos en dos delante de su faz, a toda ciudad y lugar a donde Él había de venir.
Y les decía: La mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies.
Y sanad a los enfermos que en ella haya, y decidles: El reino de Dios se ha acercado a vosotros.
Y volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre.
He aquí os doy potestad de hollar sobre las serpientes y sobre los escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada en ningún modo os dañará.
Mas no os regocijéis en esto de que los espíritus se os sujetan; antes regocijaos de que vuestros nombres están escritos en el cielo.
En aquella misma hora Jesús se regocijó en su espíritu, y dijo: Te doy gracias, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. Sí Padre, porque así te agradó.
Y volviéndose a sus discípulos, les dijo en privado: Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis:
Y respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto.
Y otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuida de él; y todo lo que de más gastares, yo cuando vuelva te lo pagaré.
¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?
Y ésta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra.
Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal.
Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?
Mas algunos de ellos decían: Por Belcebú, príncipe de los demonios, echa fuera los demonios.
Mas Él, conociendo los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado; y una casa dividida contra sí misma, cae.
Y si también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo permanecerá su reino? pues decís que por Belcebú echo yo fuera los demonios.
Pues si yo echo fuera los demonios por Belcebú, ¿vuestros hijos por quién los echan fuera? Por tanto, ellos serán vuestros jueces.
Pero si yo por el dedo de Dios echo fuera los demonios, ciertamente el reino de Dios ha llegado a vosotros.
Y aconteció que diciendo estas cosas, una mujer de entre la multitud, levantando la voz, le dijo: Bienaventurado el vientre que te trajo, y los pechos que mamaste.
Y Él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan.
Porque como Jonás fue señal a los ninivitas, así también lo será el Hijo del Hombre a esta generación.
La reina del Sur se levantará en juicio con los hombres de esta generación, y los condenará; porque vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón; y he aquí uno mayor que Salomón en este lugar.
Los hombres de Nínive se levantarán en juicio con esta generación, y la condenarán; porque a la predicación de Jonás se arrepintieron; y he aquí uno mayor que Jonás en este lugar.
Nadie pone en oculto el candil encendido, ni debajo del almud, sino en el candelero, para que los que entran vean la luz.
Y el Señor le dijo: Ahora, vosotros los fariseos limpiáis lo de fuera de la copa y del plato; pero por dentro estáis llenos de rapiña y de maldad.
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! que sois como sepulcros encubiertos, y los hombres que andan encima no lo saben.
Y respondiendo uno de los doctores de la ley, le dice: Maestro, cuando dices esto, también nos afrentas a nosotros.
Y Él dijo: ¡Ay de vosotros también, doctores de la ley! que abrumáis a los hombres con cargas pesadas de llevar; mas vosotros ni aun con un dedo las tocáis.
¡Ay de vosotros! que edificáis los sepulcros de los profetas, y los mataron vuestros padres.
De cierto dais testimonio que consentís en los hechos de vuestros padres; porque a la verdad ellos los mataron, y vosotros edificáis sus sepulcros.
para que la sangre de todos los profetas, que ha sido derramada desde la fundación del mundo, sea demandada de esta generación;
¡Ay de vosotros, doctores de la ley! que habéis quitado la llave de la ciencia; vosotros mismos no entrasteis, y a los que entraban se lo impedisteis.
Y diciéndoles estas cosas, los escribas y los fariseos comenzaron a acosarle en gran manera, para provocarle a que hablase de muchas cosas;
En esto, juntándose una innumerable multitud, tanto que unos a otros se atropellaban, comenzó a decir a sus discípulos primeramente: Guardaos de la levadura de los fariseos, que es hipocresía.
Y yo os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada más pueden hacer.
Pues aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues; de más estima sois vosotros que muchos pajarillos.
Y os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios;
pero el que me negare delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios.
Y cuando os trajeren a las sinagogas, y ante los magistrados y potestades, no os preocupéis de cómo o qué habéis de responder, o qué habéis de decir;
Y les dijo: Mirad, y guardaos de la avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.
Y dijo: Esto haré; derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí almacenaré todos mis frutos y mis bienes;
Considerad los cuervos, que no siembran, ni siegan; que no tienen almacén, ni granero, y Dios los alimenta. ¿Cuánto más sois vosotros de más estima que las aves?
Considerad los lirios, cómo crecen; no labran, ni hilan; y os digo que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos.
Y si viene a la segunda vigilia, o aunque venga a la tercera vigilia, y los halla así, bienaventurados son aquellos siervos.
Pero si aquel siervo dice en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comienza a golpear a los siervos y a las criadas, y a comer y beber y a embriagarse;
vendrá el señor de aquel siervo el día que no lo espera, y a la hora que no sabe, y le apartará, y pondrá su parte con los incrédulos.
En este mismo tiempo estaban allí unos que le contaban acerca de los galileos, cuya sangre Pilato había mezclado con sus sacrificios.
Y respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos?
O aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató, ¿pensáis que ellos eran más pecadores que todos los hombres que habitan en Jerusalén?
Y le dijo uno: Señor, ¿son pocos los que serán salvos? Y Él les dijo:
Allí será el lloro y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, y a Isaac, y a Jacob, y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros excluidos.
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste!
Y aconteció un día sábado, que yendo a comer pan en casa de un príncipe de los fariseos, ellos le acechaban.
Y respondiendo Jesús, habló a los doctores de la ley y a los fariseos, diciendo: ¿Es lícito sanar en sábado?
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