4362 casos

'Al' en la Biblia

Y aconteció como ocho días después de estas palabras, que tomó a Pedro y a Juan y a Jacobo, y subió al monte a orar.

Y aconteció al día siguiente, apartándose ellos del monte, gran multitud les salal encuentro.

Y mientras se acercaba, el demonio le derribó y despedazó; pero Jesús increpó al espíritu inmundo, y sanó al muchacho, y se lo volvió a su padre.

Y les dice: Cualquiera que recibiere este niño en mi nombre, a mí me recibe; y cualquiera que me recibiere a mí, recibe al que me envió; porque el que fuere el menor entre todos vosotros, éste será grande.

El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros desecha, a mí me desecha; y el que a mí me desecha, desecha al que me envió.

Y otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al huésped, y le dijo: Cúralo; y todo lo que gastares de más, cuando yo vuelva te lo pagaré.

Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que toca, es abierto.

Por tanto, las cosas que dijisteis en tinieblas, a la luz serán oídas; y lo que hablasteis al oído en los aposentos, será pregonado en los tejados.

Y dijo el Señor: ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente, al cual el señor pondrá sobre su familia, para que a tiempo les dé su ración?

Bienaventurado aquel siervo, al cual, cuando el señor viniere, hallare haciendo así.

Mas el que no entendió, e hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a cualquiera que fue dado mucho, mucho será vuelto a demandar de él; y al que encomendaron mucho, más le será pedido.

Pues cuando vas al magistrado con tu adversario, procura en el camino librarte de él; para que no te arrastre al juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel.

Y dijo al viñero: He aquí tres años ha que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala, ¿por qué ocupará aún la tierra?

Y dijo también al que le había convidado: Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos; para que ellos te vuelvan a convidar, y te sea hecha compensación.

Y dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa.

¿O cuál rey, teniendo que ir a hacer guerra contra otro rey, sentándose primero no consulta si puede salir al encuentro con diez mil al que viene contra él con veinte mil?

Mas él respondiendo, dijo al padre: He aquí tantos años te sirvo, no habiendo traspasado jamás tu mandamiento, y nunca me has dado un cabrito para hacer banquete con mis amigos;

Y llamando a cada uno de los deudores de su señor, dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi señor?

Y alabó el señor al mayordomo malo por haber hecho discretamente; porque los hijos de este siglo son en su generación más prudentes que los hijos de luz.

todavía, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, porque al fin no venga y me muela.

Y después que le hubieren azotado, le matarán; mas al tercer día resucitará.

Y aconteció que acercándose él a Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino mendigando;

¿por qué, no diste mi dinero al banco, y yo viniendo lo recibiera con el logro?

Y dijo a los que estaban presentes: Quitadle la mina, y dadla al que tiene las diez minas.

Pues yo os digo que a cualquiera que tuviere, le será dado; mas al que no tuviere, aun lo que tiene le será quitado.

Y aconteció, que llegando cerca de Betfagé, y de Betania, al monte que se llama de las Olivas, envió dos de sus discípulos,

Y aconteció un día, que enseñando él al pueblo en el Templo, y anunciando el Evangelio, llegaron los príncipes de los sacerdotes y los escribas, con los ancianos;

Y comenzó a decir al pueblo esta parábola: Un hombre plantó una viña, y la arrendó a labradores, y se ausentó por mucho tiempo.

Y al tiempo, envió un siervo a los labradores, para que le dieran del fruto de la viña; mas los labradores le hirieron, y enviaron vacío.

Y volvió a enviar al tercero; mas ellos también a éste echaron herido.

Y que los muertos hayan de resucitar, aun Moisés lo enseñó junto a la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham, y Dios de Isaac, y Dios de Jacob.

y decid al padre de la familia de la casa: El Maestro te dice: ¿Dónde está el aposento donde tengo de comer el cordero de la pascua con mis discípulos?

Y saliendo, se fue, como solía, al monte de las Olivas; y sus discípulos también le siguieron.

Y uno de ellos hirió al siervo del príncipe de los sacerdotes, y le quitó la oreja derecha.

Y cuando una criada le vio que estaba sentado al fuego, se fijó en él, y dijo: Y éste con él estaba.

Mas ellos porfiaban, diciendo: Alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí.

les dijo: Me habéis presentado a éste por hombre que desvía al pueblo; y he aquí, preguntando yo delante de vosotros, no he hallado culpa alguna en este hombre de aquellas de que le acusáis.

y les soltó a aquel que había sido echado en la cárcel por sedición y una muerte, al cual habían pedido; y entregó a Jesús a la voluntad de ellos.

Y vueltas, aparejaron drogas aromáticas y ungüentos; y reposaron el sábado, conforme al mandamiento.

Y el primero de los sábados, muy de mañana, vinieron al monumento, trayendo las drogas aromáticas que habían aparejado, y algunas otras mujeres con ellas.

y como tuvieran ellas temor, y bajaran el rostro a tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?

diciendo: Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea colgado en un madero, y resucite al tercer día.

Pero levantándose Pedro, corrió al sepulcro; y cuando miró dentro, vio sólo los lienzos allí echados; y se fue maravillado entre sí de lo que había sucedido.

Y aconteció que yendo en comunión entre sí, y preguntándose el uno al otro, el mismo Jesús se llegó, e iba con ellos juntamente.

Aunque también unas mujeres de los nuestros nos han espantado, las cuales antes del día fueron al sepulcro;

Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron así como las mujeres habían dicho; más a él no le vieron.

Y decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?

y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciera, y resucitara de los muertos al tercer día;

Estas cosas acontecieron en Betábara, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba.

Este halló primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (al Ungido) que declarado es, el Cristo.

El siguiente día quiso Jesús ir a Galilea, y halla a Felipe, al cual dijo: Sígueme.

Y al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús.

Y les dice: Sacad ahora, y presentad al maestresala. Y le presentaron.

Y cuando el maestresala gustó el agua hecha vino, que no sabía de dónde era; (mas los que servían, lo sabían, quienes habían sacado el agua), el maestresala llama al esposo,

Y nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre, que está en el cielo.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Y vinieron a Juan, y le dijeron: Rabí, el que estaba contigo al otro lado del Jordán, del cual tú diste testimonio, he aquí bautiza, y todos vienen a él.

Le dice Jesús: Mujer, créeme, que la hora viene, cuando ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre.

Entonces los discípulos decían el uno al otro: ¿Si le habrá traído alguien de comer?

Porque un ángel descendía a cierto tiempo al estanque, y revolvía el agua; y el que primero descendía en el estanque después del movimiento del agua, era sano de cualquier enfermedad que tuviera.

Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada de sí mismo, sino lo que viere hacer al Padre; porque todo lo que él hace, esto también hace el Hijo juntamente.

para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió.

Pasadas estas cosas, se fue Jesús al otro lado del mar de Galilea, que es de Tiberias.

Aquellos hombres entonces, como vieron la señal que Jesús había hecho, decían: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo.

Y sabiendo Jesús que habían de venir para arrebatarle, y hacerle rey, volvió a retirarse al monte, él solo.

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