'Aquel' en la Biblia
Les dice: Venid y ved. Vinieron, y vieron dónde moraba, y permanecieron con él aquel día; porque era como la hora décima.
Felipe halló a Natanael, y le dice: Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, y los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret.
El viento de donde quiere sopla, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde vaya; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.
para que todo aquel que en él creyere, no se pierda, sino que tenga vida eterna.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece a la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean redargüidas.
Y luego aquel hombre fue sano, y tomó su lecho, y anduvo. Y era sábado aquel día.
Entonces los judíos decían a aquel que había sido sanado: Sábado es; no te es lícito llevar tu lecho.
Y el que había sido sanado, no sabía quién era; porque Jesús se había apartado de la multitud que estaba en aquel lugar.
Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a aquel recibiréis.
Entonces Jesús dijo: Haced recostar los hombres. Y había mucha hierba en aquel lugar; y se recostaron como número de cinco mil varones.
Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo.
Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.
Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados de Dios. Así que, todo aquel que oyó del Padre, y aprendió, viene a mí.
No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios, éste ha visto al Padre.
Les respondió Jesús, y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió.
Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, es siervo de pecado.
Entonces le dijeron: ¿Dónde está aquel? El dijo: No sé.
Les respondió aquel hombre, y les dijo: Por cierto, maravillosa cosa es ésta, que vosotros no sabéis de dónde sea, y a mí me abrió los ojos.
Y se volvió al otro lado del Jordán, a aquel lugar donde primero había estado bautizando Juan; y permaneció allí.
Cuando oyó pues que estaba enfermo, permaneció aún dos días en aquel lugar donde estaba.
Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?
(Que aún no había llegado Jesús a la aldea, mas estaba en aquel lugar donde Marta le había salido a recibir.)
Y Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote de aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada;
Mas esto no lo dijo de sí mismo; sino que, como era el sumo sacerdote de aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación;
Así que, desde aquel día consultaban juntos para matarle.
Yo, la Luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas.
A éste, pues, hizo señas Simón Pedro, para que preguntara quién era aquel de quien decía.
Respondió Jesús: Aquel es, a quien yo diere el bocado mojado. Y mojando el bocado, lo dio a Judas Iscariote, hijo de Simón.
Aquel día vosotros conoceréis que yo soy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.
El que tiene mis mandamientos, y los guarda, aquel es el que me ama; y el que me ama, será amado de mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.
Mas el Consolador, el Espíritu Santo, al cual el Padre enviará en mi nombre, aquel os enseñará todas las cosas, y os recordará todas las cosas que os he dicho.
Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.
Pero cuando viniere aquel Espíritu de Verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará de sí mismo, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que han de venir.
Y aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis a mi Padre en mi nombre, os lo dará.
En aquel día pediréis en mi nombre; y no os digo, que yo rogaré al Padre por vosotros;
Y también Judas, el que le entregaba, conocía aquel lugar; porque muchas veces Jesús se juntaba allí con sus discípulos.
Y le llevaron primeramente a Anás; porque era suegro de Caifás, el cual era sumo sacerdote de aquel año, (y él le envió atado a Caifás, el sumo sacerdote.)
Y seguían a Jesús Simón Pedro, y otro discípulo. Y aquel discípulo era conocido del sumo sacerdote, y entró con Jesús al atrio del sumo sacerdote;
mas Pedro estaba fuera a la puerta. Y salió aquel discípulo que era conocido del sumo sacerdote, y habló a la portera, y metió dentro a Pedro.
Uno de los siervos del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro había cortado la oreja, le dijo: ¿No te vi yo en el huerto con él?
Le dijo entonces Pilato: ¿Luego Rey eres tú? Respondió Jesús: Tú dices que YO SOY Rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la Verdad. Todo aquel que es de la Verdad, oye mi voz.
Y también otra Escritura dice: Verán a aquel al cual traspasaron.
Y en aquel lugar donde había sido colgado del madero, había un huerto; y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual aún no había sido puesto ninguno.
Allí, pues, por causa de la víspera de la Pascua de los judíos, porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús.
Y como fue tarde aquel día, el primero de los sábados, y estando las puertas cerradas donde los discípulos estaban juntos por miedo de los judíos, vino Jesús, y se puso en medio, y les dijo: Paz tengáis.
Dijo entonces aquel discípulo, al cual amaba Jesús, a Pedro: El Señor es. Entonces Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa, porque estaba desnudo, y se echó al mar.
Volviéndose Pedro, ve a aquel discípulo al cual amaba Jesús, que les seguía, el que también se había recostado a su pecho en la cena, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha de entregar?
Salió entonces este dicho entre los hermanos, que aquel discípulo no había de morir. Mas Jesús no le dijo, No morirá; sino: Si quiero que él quede hasta que yo venga ¿qué a ti?
Este es aquel discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero.
Y fue notorio a todos los moradores de Jerusalén; de tal manera que aquel campo es llamado en su propia lengua, Acéldama, que es, Campo de sangre.
y acontecerá que todo aquel que invocare el Nombre del Señor, será salvo.
Así que, los que recibieron su palabra, fueron bautizados; y fueron añadidas a ellos aquel día como tres mil personas.
y será, que cualquier alma que no oyere a aquel profeta, será desarraigada del pueblo.
Después de éste, se levantó Judas el galileo en los días del empadronamiento, y llevó mucho pueblo tras sí. Pereció también aquel; y todos los que consintieron con él, fueron dispersados.
En aquel mismo tiempo nació Moisés, y fue agradable a Dios; y fue criado tres meses en casa de su padre.
Este es aquel que estuvo en la iglesia en el desierto con el ángel que le hablaba en el monte Sinaí, y con nuestros padres; y recibió los oráculos de vida para darnos;
Y Saulo consentía en su muerte. Y en aquel día se hizo una gran persecución en la Iglesia que estaba en Jerusalén; y todos fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles.
Y quitado aquel, les levantó por rey a David, del que dio también testimonio, diciendo: He hallado a David, hijo de Jessé, varón conforme a mi corazón, el cual hará todo lo que yo quiero.
Mas aquel a quien Dios levantó, no vio corrupción.
y de todo lo que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en éste es justificado todo aquel que creyere.
porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Aquel pues, que vosotros honráis sin conocerle, a éste os anuncio yo.
por cuanto ha establecido un día, en el cual ha de juzgar con justicia a todo el mundo, por aquel varón al cual determinó; dando fe a todos con haberle levantado de los muertos.
Lo cual como oímos, le rogamos nosotros y los de aquel lugar, que no subiera a Jerusalén.
¿No eres tú aquel egipcio que levantaste una sedición antes de estos días, y sacaste al desierto cuatro mil hombres salteadores?
Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas a aquel Justo, y oigas la voz de su boca.
Pero esto te confieso, que conforme a aquel Camino que ellos llaman secta, así sirvo al Dios de mi patria, creyendo todas las cosas que en la ley y en los profetas están escritas;
Porque no me avergüenzo del Evangelio del Cristo, porque es potencia de Dios para dar salud a todo aquel que cree; al judío primeramente y también al griego.
Mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, la fe le es contada por justicia.
Por tanto, de la manera que el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, y la muerte así pasó a todos los hombres en aquel en quien todos pecaron.
Mas no como el delito, tal es el don; porque si por el delito de aquel uno murieron muchos, mucha más la gracia de Dios, y el don por la gracia de un hombre, Jesús el Cristo, abundó a muchos.
¿O no sabéis que a quien os presentáis a vosotros mismos como siervos para obedecerle, sois siervos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?
Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó a Jesús, el Cristo de los muertos, vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.
Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por aquel que nos amó.
como está escrito: He aquí pongo en Sión piedra de tropiezo, y piedra de caída; y todo aquel que creyere en ella, no será avergonzado.
Porque el fin de la ley es Cristo, para dar justicia a todo aquel que cree.
Porque la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado.
porque todo aquel que invocare el Nombre del Señor, será salvo.
¿Cómo, pues invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán a aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán si no hay quién les predique?
Yo sé, y confío en el Señor Jesús, que por amor a él nada hay inmundo; mas a aquel que piensa de alguna cosa ser inmunda, para él es inmunda.
Pero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme a la caridad. No eches a perder con tu comida a aquel por el cual Cristo murió.
Porque si te ve alguno, a ti que tienes esta ciencia, sentado a la mesa en el lugar de los ídolos, ¿la conciencia de aquel que es débil, no será llevada a comer de lo sacrificado a los ídolos?
Y todo aquel que lucha, en todo demuestra templanza; y ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible; mas nosotros, una incorruptible.
Mas si alguien os dijere: Esto fue sacrificado a los ídolos, no lo comáis, por causa de aquel que lo declaró, y por causa de la conciencia; porque del Señor es la tierra y su plenitud.
Porque todas las cosas sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice: Todas las cosas son sujetadas a él, claro está exceptuado aquel que sujetó a él todas las cosas.
Porque si yo os contristo, ¿quién será luego el que me alegrará, sino aquel a quien yo contristare?
Porque el Señor es el Espíritu; y donde hay aquel Espíritu del Señor, allí hay libertad.
Así que estando ciertos de aquel terror del Señor, persuadimos a los hombres, mas a Dios somos manifiestos; y espero que también en vuestras conciencias seamos manifiestos.
así mismo el Cristo murió por todos, para que también los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
Porque no el que se alaba a sí mismo es aprobado; sino aquel a quien Dios alaba.
solamente habían oído decir: Aquel que en otro tiempo nos perseguía, ahora anuncia la fe que en otro tiempo destruía.
Aquel, pues, que os da el Espíritu, y obra las maravillas entre vosotros ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír obediente de la fe?
Porque todos los que son de las obras de la ley, están bajo maldición. Porque escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas que están escritas en el libro de la ley, para hacerlas.
Esta persuasión no es de aquel que os llama.
que en aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la república de Israel, y extranjeros a los Pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.
Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, por la potencia que obra en nosotros,
antes siguiendo la verdad en caridad, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, el Cristo;
Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os tome como ladrón;
cuando viniere para ser glorificado en sus santos, y a hacerse admirable en aquel día en todos los que creyeron (por cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre vosotros);
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