'Dijo' en la Biblia
Todo esto aconteció para que se cumpliese lo que fué dicho por el Señor, por el profeta que dijo:
Y enviándolos á Bethlehem, dijo: Andad allá, y preguntad con diligencia por el niño; y después que le hallareis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore.
Y estuvo allá hasta la muerte de Herodes: para que se cumpliese lo que fué dicho por el Señor, por el profeta que dijo: De Egipto llamé á mi Hijo.
Entonces fué cumplido lo que se había dicho por el profeta Jeremías, que dijo:
Porque éste es aquel del cual fué dicho por el profeta Isaías, que dijo: Voz de uno que clama en el desierto: Aparejad el camino del Señor, Enderezad sus veredas.
Empero respondiendo Jesús le dijo: Deja ahora; porque así nos conviene cumplir toda justicia. Entonces le dejó.
Y llegándose á él el tentador, dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se hagan pan.
Mas él respondiendo, dijo: Escrito está: No con solo el pan vivirá el hombre, mas con toda palabra que sale de la boca de Dios.
Jesús le dijo: Escrito está además: No tentarás al Señor tu Dios.
Para que se cumpliese lo que fué dicho por el profeta Isaías, que dijo:
Entonces Jesús le dijo: Mira, no lo digas á nadie; mas ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece el presente que mandó Moisés, para testimonio á ellos.
Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré.
Y respondió el centurión, y dijo: Señor, no soy digno de que entres debajo de mi techado; mas solamente di la palabra, y mi mozo sanará.
Y oyendo Jesús, se maravilló, y dijo á los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado fe tanta.
Entonces Jesús dijo al centurión: Ve, y como creiste te sea hecho. Y su mozo fué sano en el mismo momento.
Para que se cumpliese lo que fué dicho por el profeta Isaías, que dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias.
Y llegándose un escriba, le dijo: Maestro, te seguiré á donde quiera que fueres.
Y Jesús le dijo: Las zorras tienen cavernas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del hombre no tiene donde recueste su cabeza.
Y otro de sus discípulos le dijo: Señor, dame licencia para que vaya primero, y entierre á mi padre.
Y Jesús le dijo: Sígueme; deja que los muertos entierren á sus muertos.
Y les dijo: Id. Y ellos salieron, y se fueron á aquel hato de puercos: y he aquí, todo el hato de los puercos se precipitó de un despeñadero en la mar, y murieron en las aguas.
Y he aquí le trajeron un paralítico, echado en una cama: y viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Confía, hijo; tus pecados te son perdonados.
Y viendo Jesús sus pensamientos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?
Y oyéndolo Jesús, le dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos.
Y Jesús les dijo: ¿Pueden los que son de bodas tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? mas vendrán días cuando el esposo será quitado de ellos, y entonces ayunarán.
Mas Jesús volviéndose, y mirándola, dijo: Confía, hija, tu fe te ha salvado. Y la mujer fué salva desde aquella hora.
Y respondiendo Jesús, les dijo: Id, y haced saber á Juan las cosas que oís y veis:
En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, que hayas escondido estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las hayas revelado á los niños.
Y él les dijo: ¿No habéis leído qué hizo David, teniendo él hambre y los que con él estaban:
Y él les dijo: ¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si cayere ésta en una fosa en sábado, no le eche mano, y la levante?
Entonces dijo á aquel hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y fué restituída sana como la otra.
Para que se cumpliese lo que estaba dicho por el profeta Isaías, que dijo:
Y Jesús, como sabía los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es desolado; y toda ciudad ó casa dividida contra sí misma, no permanecerá.
Y él respondió, y les dijo: La generación mala y adulterina demanda señal; mas señal no le será dada, sino la señal de Jonás profeta.
Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están fuera, que te quieren hablar.
Y respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?
Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos.
Y él respondiendo, les dijo: Por que á vosotros es concedido saber los misterios del reino de los cielos; mas á ellos no es concedido.
Y él les dijo: Un hombre enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la cojamos?
Y él dijo: No; porque cogiendo la cizaña, no arranquéis también con ella el trigo.
Otra parábola les dijo: El reino de los cielos es semejante á la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo quedó leudo.
Para que se cumpliese lo que fué dicho por el profeta, que dijo: Abriré en parábolas mi boca; Rebosaré cosas escondidas desde la fundación del mundo.
Y respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena simiente es el Hijo del hombre;
Y él les dijo: Por eso todo escriba docto en el reino de los cielos, es semejante á un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas.
Y se escandalizaban en él. Mas Jesús les dijo: No hay profeta sin honra sino en su tierra y en su casa.
Y dijo á sus criados: Este es Juan el Bautista: él ha resucitado de los muertos, y por eso virtudes obran en él.
Y ella, instruída primero de su madre, dijo: Dame aquí en un plato la cabeza de Juan el Bautista.
Y Jesús les dijo: No tienen necesidad de irse: dadles vosotros de comer.
Y él les dijo: Traédmelos acá.
Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si tú eres, manda que yo vaya á ti sobre las aguas.
Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro del barco, andaba sobre las aguas para ir á Jesús.
Y él respondiendo, les dijo: ¿Por qué también vosotros traspasáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición?
Y llamando á sí las gentes, les dijo: Oid, y entended:
Mas respondiendo él, dijo: Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada.
Y respondiendo Pedro, le dijo: Decláranos esta parábola.
Y Jesús dijo: ¿Aun también vosotros sois sin entendimiento?
Y él respondiendo, dijo: No soy enviado sino á las ovejas perdidas de la casa de Israel.
Y respondiendo él, dijo: No es bien tomar el pan de los hijos, y echarlo á los perrillos.
Y ella dijo: Sí, Señor; mas los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus señores.
Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; sea hecho contigo como quieres. Y fué sana su hija desde aquella hora.
Y Jesús llamando á sus discípulos, dijo: Tengo lástima de la gente, que ya hace tres días que perseveran conmigo, y no tienen qué comer; y enviarlos ayunos no quiero, porque no desmayen en el camino.
Mas él respondiendo, les dijo: Cuando es la tarde del día, decís: Sereno; porque el cielo tiene arreboles.
Y Jesús les dijo: Mirad, y guardaos de la levadura de los Fariseos y de los Saduceos.
Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué pensáis dentro de vosotros, hombres de poca fe, que no tomasteis pan?
Y respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
Entonces, respondiendo Jesús, le dijo: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás; porque no te lo reveló carne ni sangre, mas mi Padre que está en los cielos.
Entonces él, volviéndose, dijo á Pedro: Quítate de delante de mí, Satanás; me eres escándalo; porque no entiendes lo que es de Dios sino lo que es de los hombres.
Entonces Jesús dijo á sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese á sí mismo, y tome su cruz, y sígame.
Y respondiendo Pedro, dijo á Jesús: Señor, bien es que nos quedemos aquí: si quieres, hagamos aquí tres pabellones: para ti uno, y para Moisés otro, y otro para Elías.
Y estando aún él hablando, he aquí una nube de luz que los cubrió; y he aquí una voz de la nube, que dijo: Este es mi Hijo amado, en el cual tomo contentamiento: á él oíd.
Entonces Jesús llegando, los tocó, y dijo: Levantaos, y no temáis.
Y respondiendo Jesús, les dijo: á la verdad, Elías vendrá primero, y restituirá todas las cosas.
Y respondiendo Jesús, dijo: Oh generación infiel y torcida! ¿hasta cuándo tengo de estar con vosotros? ¿hasta cuándo os tengo de sufrir? traédmele acá.
Y Jesús les dijo: Por vuestra incredulidad; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis á este monte: Pásate de aquí allá: y se pasará: y nada os será imposible.
Y estando ellos en Galilea, Jesús les dijo: El Hijo del hombre será entregado en manos de hombres,
Pedro le dice: De los extraños. Jesús le dijo: Luego los hijos son francos.
Y dijo: De cierto os digo, que si no os volviereis, y fuereis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
Entonces Pedro, llegándose á él, dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré á mi hermano que pecare contra mí? ¿hasta siete?
Y él respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, macho y hembra los hizo,
Y dijo: Por tanto, el hombre dejará padre y madre, y se unirá á su mujer, y serán dos en una carne?
Entonces él les dijo: No todos reciben esta palabra, sino aquellos á quienes es dado.
Y Jesús dijo: Dejad á los niños, y no les impidáis de venir á mí; porque de los tales es el reino de los cielos.
Y he aquí, uno llegándose le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?
Y él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno es bueno sino uno, es á saber, Dios: y si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.
Dícele: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No mataras: No adulterarás: No hurtarás: No dirás falso testimonio:
Entonces Jesús dijo á sus discípulos: De cierto os digo, que un rico difícilmente entrará en el reino de los cielos.
Y mirándo los Jesús, les dijo: Para con los hombres imposible es esto; mas para con Dios todo es posible.
Entonces respondiendo Pedro, le dijo: He aquí, nosotros hemos dejado todo, y te hemos seguido: ¿qué pues tendremos?
Y Jesús les dijo: De cierto os digo, que vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando se sentará el Hijo del hombre en el trono de su gloria, vosotros también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar á las doce tribus de Israel.
Y les dijo: Id también vosotros á mi viña, y os daré lo que fuere justo. Y ellos fueron.
Y cuando fué la tarde del día, el señor de la viña dijo á su mayordomo: Llama á los obreros y págales el jornal, comenzando desde los postreros hasta los primeros.
Y él respondiendo, dijo á uno de ellos: Amigo, no te hago agravio; ¿no te concertaste conmigo por un denario?
Y subiendo Jesús á Jerusalem, tomó sus doce discípulos aparte en el camino, y les dijo:
Y él le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Di que se sienten estos dos hijos míos, el uno á tu mano derecha, y el otro á tu izquierda, en tu reino.
Entonces Jesús respondiendo, dijo: No sabéis lo que pedís: ¿podéis beber el vaso que yo he de beber, y ser bautizados del bautismo de que yo soy bautizado? Y ellos le dicen: Podemos.
Entonces Jesús llamándolos, dijo: Sabéis que los príncipes de los Gentiles se enseñorean sobre ellos, y los que son grandes ejercen sobre ellos potestad.
Y parándose Jesús, los llamó, y dijo: ¿Qué queréis que haga por vosotros?
Y todo esto fué hecho, para que se cumpliese lo que fué dicho por el profeta, que dijo:
Y viendo una higuera cerca del camino, vino á ella, y no halló nada en ella, sino hojas solamente, y le dijo: Nunca más para siempre nazca de ti fruto. Y luego se secó la higuera.
Y respondiendo Jesús les dijo: De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no sólo haréis esto de la higuera: mas si á este monte dijereis: Quítate y échate en la mar, será hecho.
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