'Señor' en la Biblia
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- 66.1 Corintios 7:22-Filipenses 2:29
- 67.Filipenses 3:1-Hebreos 8:2
- 68.Hebreos 8:8-Apocalipsis 22:21
Y tú, niño: profeta del Altísimo serás llamado; porque irás delante de la faz del Señor, para aparejar sus caminos;
Y he aquí el ángel del Señor vino sobre ellos, y la claridad de Dios los cercó de resplandor; y tuvieron gran temor.
que os es nacido hoy Salvador, que es Cristo, el Señor, en la ciudad de David.
Y aconteció que cuando los ángeles se fueron de ellos al cielo, los pastores dijeron los unos a los otros: Pasemos pues hasta Belén, y veamos esto que ha acontecido, y el Señor nos ha mostrado.
Y cuando se cumplieron los días de su purificación, conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor,
(Como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que abriere la matriz, será santo al Señor),
y para dar la ofrenda, conforme a lo que está dicho en la ley del Señor: un par de tórtolas, o dos palominos.
Y había recibido respuesta del Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viera al Cristo del Señor.
Ahora despides, Señor, a tu siervo, Conforme a tu palabra, en paz;
Y ésta, sobreviniendo en la misma hora, juntamente confesaba al Señor, y hablaba de él a todos los que esperaban la redención en Jerusalén.
Y cuando cumplieron todas las cosas según la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.
como está escrito en el libro de las palabras del profeta Isaías que dice: Voz del que clama en el desierto: Aparejad el camino del Señor, Haced derechas sus sendas.
Y respondiendo Jesús, le dijo: Vete detrás de mí, Satanás, porque escrito está: Al Señor Dios tuyo adorarás, y a él solo servirás.
Y respondiendo Jesús, le dijo: Dicho está: No tentarás al Señor tu Dios.
El Espíritu del Señor es sobre mí, por cuanto me ha ungido para predicar el evangelio a los pobres; me ha enviado para sanar a los quebrantados de corazón; para pregonar a los cautivos libertad, y a los ciegos vista; para poner en libertad a los quebrantados;
para pregonar el año agradable del Señor.
Lo cual viendo Simón Pedro, se derribó de rodillas a Jesús, diciendo: Apartate de mí, Señor, porque soy hombre pecador.
Y aconteció que estando en una ciudad, he aquí un hombre lleno de lepra, el cual viendo a Jesús, postrándose sobre el rostro, le rogó, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.
Y aconteció un día, que él estaba enseñando, y los fariseos y doctores de la ley estaban sentados, los cuales habían venido de todas las aldeas de Galilea, y de Judea y Jerusalén; y la virtud del Señor estaba allí para sanarlos.
Y les decía: El Hijo del hombre es Señor aun del sábado.
¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que digo?
Y Jesús fue con ellos. Pero cuando ya no estaban lejos de su casa, envió el centurión amigos a él, diciéndole: Señor, no te incomodes, que no soy digno que entres debajo de mi tejado;
Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: No llores.
Y dice el Señor: ¿A quién, pues, compararé los hombres de esta generación, y a qué son semejantes?
Y viendo esto sus discípulos Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, y los consuma, como hizo Elías?
Y aconteció que yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré dondequiera que fueres.
Y dijo a otro: Sígueme. Y él dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre.
Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; mas déjame que me despida primero de los que están en mi casa.
Y después de estas cosas, señaló el Señor aun otros setenta, los cuales envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y lugares a donde él había de venir.
Y les decía: La mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies.
Y volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre.
En aquella misma hora Jesús se alegró en espíritu, y dijo: Te confieso, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, que escondiste estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños; así, Padre, porque así te agradó.
Y él respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de todas tus fuerzas, y de todo tu entendimiento; y a tu prójimo como a ti mismo.
Pero Marta se distraía en muchos servicios; y sobreviniendo, dice: Señor, ¿no tienes cuidado que mi hermana me deja servir sola? Dile pues, que me ayude.
Y aconteció que estando él orando en un lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.
Y el Señor le dijo: Ahora vosotros los fariseos limpiáis lo de fuera del vaso y del plato; mas lo que está dentro de vosotros está lleno de rapiña y de maldad.
y vosotros semejantes a hombres que esperan cuando su señor ha de volver de las bodas; para que cuando viniere, y tocare, luego le abran.
Bienaventurados aquellos siervos, a los cuales cuando el Señor viniere, hallare velando; de cierto os digo, que él se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y pasando les servirá.
Entonces Pedro le dijo: Señor, ¿dices esta parábola a nosotros, o también a todos?
Y dijo el Señor: ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente, al cual el señor pondrá sobre su familia, para que a tiempo les dé su ración?
Bienaventurado aquel siervo, al cual, cuando el señor viniere, hallare haciendo así.
Mas si el tal siervo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a herir a los siervos y a las criadas, y a comer y a beber y a embriagarse;
vendrá el señor de aquel siervo el día que él no espera, y a la hora que él no sabe, y le apartará, y pondrá su parte con los infieles.
Porque el siervo que entendió la voluntad de su señor, y no se apercibió, ni hizo conforme a su voluntad, será azotado mucho.
El entonces respondiendo, le dijo: Señor, déjala aún este año, hasta que la excave, y la abone.
Entonces el Señor le respondió, y dijo: Hipócrita, cada uno de vosotros ¿no desata en sábado su buey o su asno del pesebre, y lo lleva a beber?
Y le dijo uno: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo:
Después que el padre de familia se levantare, y cerrare la puerta, y comenzaréis a estar fuera, y a tocar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos; y respondiendo os dirá: No os conozco de dónde seáis.
He aquí, os es dejada vuestra Casa desierta; y os digo que no me veréis hasta que venga tiempo cuando digáis: Bendito el que viene en nombre del Señor.
Y vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Ve presto por las plazas y por las calles de la ciudad, y mete acá los pobres, los mancos, y cojos, y ciegos.
Y dijo el siervo: Señor, hecho es como mandaste, y aún hay lugar.
Y dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa.
Entonces el mayordomo dijo dentro de sí: ¿Qué haré? Que mi señor me quita la mayordomía. Cavar, no puedo; mendigar, tengo vergüenza.
Y llamando a cada uno de los deudores de su señor, dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi señor?
Y alabó el señor al mayordomo malo por haber hecho discretamente; porque los hijos de este siglo son en su generación más prudentes que los hijos de luz.
Y dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe.
Entonces el Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, diréis a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecerá.
Y respondiendo, le dicen: ¿Dónde, Señor? Y él les dijo: Donde estuviere el cuerpo, allá se juntarán también las águilas.
diciendo: ¿Qué quieres que te haga? Y él dijo: Señor, que vea.
Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado.
Y el Señor le dijo: Porque hoy ha sido hecha salud a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham.
Y vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez minas.
Y vino el segundo, diciendo: Señor, tu mina ha hecho cinco minas.
Y vino otro, diciendo: Señor, he aquí tu mina, la cual he tenido guardada en un pañuelo;
Y ellos le dijeron: Señor, tiene diez minas.
Y si alguien os preguntare, ¿por qué lo desatáis? Le responderéis así: Porque el Señor lo necesita.
Y ellos dijeron: Porque el Señor lo necesita.
diciendo: ¡Bendito el Rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en lo altísimo!
Entonces el señor de la viña dijo: ¿Qué haré? Enviaré mi hijo amado; quizás cuando a éste vieren, tendrán respeto.
Y le echaron fuera de la viña, y le mataron. ¿Qué pues, les hará el señor de la viña?
Y que los muertos hayan de resucitar, aun Moisés lo enseñó junto a la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham, y Dios de Isaac, y Dios de Jacob.
Y el mismo David dice en el libro de los Salmos: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra,
Así que David le llama Señor; ¿cómo pues es su hijo?
Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí que Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo;
Y él le dijo: Señor, aparejado estoy a ir contigo aun a cárcel y a muerte.
Entonces ellos dijeron: Señor, aquí hay dos espadas. Y él les dijo: Basta.
Y viendo los que estaban con él lo que había de acontecer, le dijeron: Señor, ¿heriremos a espada?
Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor como le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces.
Y dijo a Jesús: Señor, acuérdate de mí cuando vinieres en tu Reino.
Y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús.
Que decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón.
Dijo: Yo soy la voz del que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.
Este principio de los señales hizo el Señor en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él.
De manera que cuando el Señor supo cómo los fariseos habían oído que Jesús hacía discípulos y bautizaba más que Juan,
La mujer le dice: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes el agua viva?
La mujer le dice: Señor, dame esta agua, para que no tenga sed, ni venga acá a sacarla.
Le dice la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.
El del rey le dijo: Señor, desciende antes que mi niño muera.
Y el enfermo le respondió: Señor, no tengo hombre que cuando el agua fuere revuelta, me meta en el estanque; porque entre tanto que yo vengo, otro antes de mí ha descendido.
y que otras navecillas habían arribado de Tiberias junto al lugar donde habían comido el pan después de haber el Señor dado gracias;
Y le respondió Simón Pedro: Señor, ¿A quién iremos? Tú tienes las palabras de vida eterna.
Y ella dijo: Señor, ninguno. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.
Respondió él, y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en él?
Y él dice: Creo, Señor; y le adoró.
(Y María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con ungüento, y limpió sus pies con sus cabellos).
Enviaron, pues, sus hermanas a él, diciendo: Señor, he aquí, el que amas está enfermo.
Le dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, salvo estará.
Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto;
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