'Lo' en la Biblia
También yo me reiré en vuestra calamidad, y me burlaré cuando os viniere lo que teméis;
cuando viniere como una destrucción lo que teméis, y vuestra calamidad llegare como un torbellino; cuando sobre vosotros viniere tribulación y angustia.
Por lo cual su casa está inclinada a la muerte, y sus veredas hacia los muertos.
Más preciosa es que las piedras preciosas; y todo lo que puedes desear, no se puede comparar a ella.
Tus ojos miren lo recto, y tus párpados vean derecho delante de ti.
Y trabó de él, y lo besó; y con descaro le dijo:
Lo rindió con sus muchas palabras suaves, lo sedujo con la zalamería de sus labios.
Atended el consejo, y sed sabios, y no lo menospreciéis.
Si fueres sabio, para ti lo serás; mas si fueres escarnecedor, pagarás tú solo.
Y no saben que allí están los muertos; que sus convidados están en lo profundo del infierno.
Lo que el impío teme, eso le vendrá; mas a los justos les será dado lo que desean.
Como el vinagre a los dientes, y como el humo a los ojos, así es el perezoso a los que lo envían.
Los labios del justo saben lo que agrada; mas la boca de los impíos habla perversidades.
Hay quienes reparten, y les es añadido más; y hay quienes son escasos más de lo que es justo, pero vienen a pobreza.
Al que retiene el grano, el pueblo lo maldecirá; mas bendición será sobre la cabeza del que lo vende.
La congoja en el corazón del hombre lo abate; mas la buena palabra lo alegra.
El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, temprano lo corrige.
El que camina en su rectitud teme a Jehová; mas el que es perverso en sus caminos lo menosprecia.
El que oprime al pobre, afrenta a su Hacedor; mas el que tiene misericordia del pobre, lo honra.
La benevolencia del rey es para con el siervo entendido; mas su enojo contra el que lo avergüenza.
Mejor es lo poco con el temor de Jehová, que el gran tesoro donde hay turbación.
Mejor es lo poco con justicia, que la abundancia de frutos sin derecho.
Los labios justos son el contentamiento de los reyes; y aman al que habla lo recto.
Manantial de vida es el entendimiento al que lo posee; mas la instrucción de los necios es necedad.
Piedra preciosa es el don a quien lo posee; a dondequiera que se vuelve, prospera.
El que engendra al necio, para su tristeza lo engendra; y el padre del necio no tiene alegría.
El hijo necio es angustia a su padre, y amargura a la que lo engendró.
Ciertamente no es bueno condenar al justo, ni herir a los príncipes que hacen lo recto.
Las palabras del chismoso son como estocadas, y penetran hasta lo más profundo del vientre.
El primero que aboga por su causa parece ser justo; pero viene su adversario, y lo revela.
El que se compadece del pobre, a Jehová presta, y lo que ha dado, Él se lo volverá a pagar.
El hombre de grande ira llevará el castigo; y si tú lo libras, tendrás que volverlo a hacer.
Como rugido de cachorro de león es el terror del rey; quien lo enfurece, contra su propia alma peca.
Como aguas profundas es el consejo en el corazón del hombre; mas el hombre entendido lo alcanzará.
Muchos hombres proclaman cada uno su propia bondad; pero hombre de verdad, ¿quién lo hallará?
Lazo es al hombre el devorar lo santo; y reflexionar después de haber hecho los votos.
Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre, que escudriña lo más recóndito del vientre.
Lo amoratado de las heridas purifican del mal; y las llagas llegan a lo más recóndito del vientre.
El corazón del rey está en la mano de Jehová, como los arroyos de agua, Él lo inclina hacia donde quiere.
Tesoro codiciable y aceite hay en la casa del sabio; mas el hombre insensato lo disipa.
Cuando te sientes a comer con algún gobernante, considera bien lo que está delante de ti;
¿Has de poner tus ojos en lo que no es nada? Porque las riquezas se harán alas, como alas de águila, y volarán al cielo.
No rehúses corregir al muchacho; porque si lo castigas con vara, no morirá.
Tú lo castigarás con vara, y librarás su alma del infierno.
¿Para quién será el ay? ¿Para quién el dolor? ¿Para quién las rencillas? ¿Para quién las quejas? ¿Para quién las heridas en balde? ¿Para quién lo amoratado de los ojos?
Y dirás: Me hirieron, mas no me dolió; me azotaron, mas no lo sentí; cuando despertare, aún lo volveré a buscar.
Si dijeres: Ciertamente no lo supimos; ¿Acaso no lo entenderá el que pesa los corazones, el que mira por tu alma? ¿No dará Él a cada hombre según sus obras?
no sea que Jehová lo mire, y le desagrade, y aparte de sobre él su enojo.
El que dijere al malo: Justo eres, los pueblos lo maldecirán, y le detestarán las naciones;
mas los que lo reprenden, serán apreciados, y sobre ellos vendrá gran bendición.
Y miré, y lo puse en mi corazón; lo vi, y recibí instrucción.
No sea que te deshonre el que lo oyere, y tu infamia no pueda repararse.
Como frío de nieve en tiempo de la siega, así es el mensajero fiel a los que lo envían; pues al alma de su señor da refrigerio.
¿Hallaste la miel? Come lo que te basta; no sea que te hartes de ella y la vomites.
Porque ascuas amontonarás sobre su cabeza, y Jehová te lo pagará.
Las palabras del chismoso son como estocadas, y penetran hasta lo más profundo del vientre.
El hombre saciado desprecia el panal de miel; pero al hombre hambriento todo lo amargo es dulce.
El crisol prueba la plata, y la hornaza el oro; y al hombre la boca del que lo alaba.
Huye el impío sin que nadie lo persiga: Mas el justo está confiado como un león.
El hombre rico es sabio en su propia opinión; mas el pobre entendido lo examinará.
El cómplice del ladrón aborrece su propia alma; pues oye la maldición, y no lo denuncia.
¿Quién subió al cielo, y descendió? ¿Quién encerró los vientos en sus puños? ¿Quién ató las aguas en un paño? ¿Quién afirmó todos los términos de la tierra? ¿Cuál es su nombre, y el nombre de su Hijo, si lo sabes?
El ojo que escarnece a su padre, y menosprecia la enseñanza de su madre, los cuervos del valle lo saquen, y lo traguen los aguiluchos.
No des a las mujeres tu fuerza, ni tus caminos a lo que es para destruir a los reyes.