'Mi' en la Biblia
- 1.Gé 2:23-Gé 27:8
- 2.Gé 27:11-Gé 44:10
- 3.Gé 44:16-Éx 23:33
- 4.Éx 24:12-Deuteronomio 1:37
- 5.Deuteronomio 4:5-Jueces 13:18
- 6.Jueces 14:3-1 Samuel 24:12
- 7.1 Samuel 24:13-2 Samuel 16:9
- 8.2 Samuel 16:11-1 Reyes 8:26
- 9.1 Reyes 8:29-2 Reyes 22:15
- 10.2 Reyes 22:17-Esdras 9:4
- 11.Esdras 9:5-Job 16:17
- 12.Job 16:18-Job 31:35
- 13.Job 31:36-Salmos 22:9
- 14.Salmos 22:10-Salmos 39:3
- 15.Salmos 39:4-Salmos 63:7
- 16.Salmos 63:8-Salmos 89:47
- 17.Salmos 89:50-Salmos 119:143
- 18.Salmos 119:145-Proverbios 8:16
- 19.Proverbios 8:19-Isaías 10:25
- 20.Isaías 11:9-Isaías 48:13
- 21.Isaías 48:16-Jeremías 2:31
- 22.Jeremías 2:32-Jeremías 17:16
- 23.Jeremías 17:17-Jeremías 43:10
- 24.Jeremías 44:6-Ezequiel 12:8
- 25.Ezequiel 12:13-Ezequiel 24:18
- 26.Ezequiel 24:20-Ezequiel 44:10
- 27.Ezequiel 44:11-Joel 2:12
- 28.Joel 2:25-Zacarías 13:5
- 29.Zacarías 13:7-Mateo 26:29
- 30.Mateo 26:31-Lucas 15:24
- 31.Lucas 16:3-Juan 10:30
- 32.Juan 10:32-Hechos 10:30
- 33.Hechos 11:5-1 Corintios 16:18
- 34.1 Corintios 16:21-Hebreos 1:5
- 35.Hebreos 1:13-Apocalipsis 22:16
¡Oh tierra! no cubras mi sangre, y no haya lugar a mi clamor.
Mas he aquí que en los cielos está mi testigo, y mi testimonio en las alturas.
Mi aliento está corrompido, mis días se extinguen, y me está preparado el sepulcro.
Determina ahora, dame fianza para contigo: ¿Quién es aquél que querría ser mi fiador?
Pasaron mis días, fueron deshechos mis planes, los designios de mi corazón.
A la corrupción he dicho: Mi padre eres tú; a los gusanos: Mi madre y mi hermana.
¿Dónde está ahora mi esperanza? Y mi esperanza ¿quién la verá?
¿Hasta cuándo angustiaréis mi alma, y me moleréis con palabras?
Y si en verdad he errado, conmigo se quedará mi error.
Mas si vosotros os engrandecéis contra mí, y contra mí invocáis mi oprobio,
Cercó de vallado mi camino, y no pasaré; y sobre mis veredas puso tinieblas.
Me ha despojado de mi gloria, y ha quitado la corona de mi cabeza.
Me arruinó por todos lados, y perezco; y ha hecho pasar mi esperanza como árbol arrancado.
También encendió contra mí su furor, y me contó para sí entre sus enemigos.
Vinieron sus ejércitos a una, y atrincheraron contra mí su camino, y acamparon en derredor de mi tienda.
Hizo alejar de mí a mis hermanos, y del todo se extrañaron de mí mis conocidos.
Mis parientes se detuvieron, y mis conocidos se olvidaron de mí.
Los moradores de mi casa y mis criadas me tuvieron por extraño; forastero fui yo a sus ojos.
Llamé a mi siervo, y no respondió; de mi propia boca le suplicaba.
Mi aliento vino a ser extraño a mi esposa, aunque por los hijos de mis entrañas le rogaba.
Aun los muchachos me menospreciaron; al levantarme, hablaban contra mí.
Todos mis amigos íntimos me aborrecieron; y los que yo amaba, se volvieron contra mí.
Mi piel y mi carne se pegaron a mis huesos; y he escapado con sólo la piel de mis dientes.
Oh, vosotros mis amigos, tened compasión de mí, tened compasión de mí, porque la mano de Dios me ha tocado.
¿Por qué me perseguís como Dios, y no os hartáis de mi carne?
Yo sé que mi Redentor vive, y en el día final se levantará sobre la tierra;
y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios;
Al cual he de ver por mí mismo, y mis ojos lo verán, y no otro, aunque mis entrañas se consuman dentro de mí.
Mas debierais decir: ¿Por qué lo perseguimos? Ya que la raíz del asunto se halla en mí.
La reprensión de mi censura he oído, y me hace responder el espíritu de mi inteligencia.
¿Acaso me quejo yo ante algún hombre? ¿Y por qué no se ha de angustiar mi espíritu?
Aun cuando me acuerdo, me asombro, y el estremecimiento se apodera de mi carne.
He aquí que su bien no está en manos de ellos: El consejo de los impíos lejos esté de mí.
He aquí, yo conozco vuestros pensamientos, y las imaginaciones que contra mí forjáis.
Les había colmado de bienes sus casas. Lejos sea de mí el consejo de los impíos.
Hoy también hablaré con amargura; porque es más grave mi llaga que mi gemido.
Expondría mi causa delante de Él, y llenaría mi boca de argumentos.
¿Contendería conmigo con su gran fuerza? No; antes Él pondría fuerza en mí.
Allí el justo razonaría con Él, y yo sería liberado para siempre de mi Juez.
Del mandamiento de sus labios nunca me separé; guardé las palabras de su boca más que mi comida.
Él, pues, acabará lo que ha determinado de mí: y muchas cosas como éstas hay en Él.
Dios ha enervado mi corazón, y me ha turbado el Omnipotente.
¿Por qué no fui yo cortado delante de las tinieblas, ni cubrió con oscuridad mi rostro?
Vive Dios, el cual ha quitado mi derecho, y el Omnipotente, que amargó el alma mía;
Que todo el tiempo que mi alma esté en mí, y haya hálito de Dios en mis narices,
mis labios no hablarán iniquidad, ni mi lengua pronunciará engaño.
Nunca tal acontezca que yo os justifique; hasta que muera no quitaré de mí mi integridad.
Mi justicia tengo asida, y no la cederé: No me reprochará mi corazón en el tiempo de mi vida.
Sea como el impío mi enemigo, y como el inicuo mi adversario.
El abismo dice: No está en mí: Y el mar dijo: Ni conmigo.
Cuando su lámpara resplandecía sobre mi cabeza, y por su luz yo caminaba a través de la oscuridad;
Como fui yo en los días de mi juventud, cuando el secreto de Dios estaba en mi tienda;
Cuando el Omnipotente aún estaba conmigo, y mis hijos alrededor de mí;
Cuando yo salía a la puerta a juicio, cuando en la plaza preparaba mi asiento;
La bendición del que se iba a perder venía sobre mí; y al corazón de la viuda daba alegría.
Me vestía de justicia, y ella me cubría; como manto y diadema era mi justicia.
Y decía yo: En mi nido moriré, y como arena multiplicaré días.
Mi raíz estaba abierta junto a las aguas, y en mis ramas permanecía el rocío.
Mi honra se renovaba en mí, y mi arco se corroboraba en mi mano.
Me oían, y esperaban; y callaban a mi consejo.
Tras mi palabra no replicaban, y mi razón destilaba sobre ellos.
Si me reía con ellos, no lo creían; y no abatían la luz de mi rostro.
Pero ahora se ríen de mí los más jóvenes que yo; a cuyos padres yo desdeñara poner con los perros de mi ganado.
Me abominan, se alejan de mí, y aun de mi rostro no detuvieron su saliva.
Porque Dios desató mi cuerda, y me afligió, por eso se desenfrenaron delante de mi rostro.
A la mano derecha se levantaron los jóvenes; Empujaron mis pies, y prepararon contra mí los caminos de su destrucción.
Mi senda desbarataron, se aprovecharon de mi quebrantamiento, contra los cuales no hubo ayudador.
Vinieron como por portillo ancho, en mi calamidad, se volvieron contra mí.
Terrores se han vuelto sobre mí; combatieron como viento mi alma, y mi prosperidad pasó como nube
Y ahora mi alma está derramada en mí; días de aflicción se han apoderado de mí.
De noche taladra sobre mí mis huesos, y los que me roen no reposan.
Con grande fuerza es desfigurada mi vestidura; me ciñe como el cuello de mi túnica.
Te has vuelto cruel para mí; con el poder de tu mano me persigues.
Me levantaste, me hiciste cabalgar sobre el viento, y disolviste mi sustancia.
¿No lloré yo al afligido? ¿No se entristeció mi alma sobre el menesteroso?
Mi piel está denegrida sobre mí, y mis huesos se han quemado del calor.
Y se ha vuelto mi arpa en luto, y mi flauta en voz de lamentadores.
Si anduve con mentira, y si mi pie se apresuró a engaño,
sea yo pesado en balanzas de justicia, y que Dios conozca mi integridad.
Si mis pasos se apartaron del camino, y si mi corazón se fue tras mis ojos, y si algo sucio se apegó a mis manos,
Si mi corazón fue engañado acerca de mujer, y si estuve acechando a la puerta de mi prójimo:
Muela para otro mi esposa, y sobre ella otros se encorven.
Porque es fuego que devoraría hasta la destrucción, y desarraigaría toda mi hacienda.
Si tuve en poco el derecho de mi siervo y de mi sierva, cuando ellos contendían conmigo,
El que en el vientre me hizo a mí, ¿no lo hizo a él? ¿Y no nos dispuso uno mismo en la matriz?
Y si comí mi bocado solo, y no comió de él el huérfano
(Porque desde mi juventud creció conmigo como con un padre, y desde el vientre de mi madre fui guía de la viuda);
si alcé contra el huérfano mi mano, porque vi que me ayudarían en la puerta;
mi hombro se caiga de mi espalda, y mi brazo sea quebrado de mi antebrazo.
Si puse en el oro mi esperanza, y dije al oro: Mi confianza eres tú;
Si me alegré de que mi riqueza era grande, y de que mi mano había adquirido mucho;
Ciertamente yo lo llevaría sobre mi hombro, y me lo ceñiría como una corona.
y mi corazón se engañó en secreto, y mi boca besó mi mano:
(Ni aun permití que mi lengua pecase, pidiendo maldición para su alma);
si los siervos de mi morada no decían: ¡Oh que nos diese de su carne, pues no estamos saciados!
¿Acaso encubrí, como Adán mis transgresiones, escondiendo en mi seno mi iniquidad,
porque tuve temor de la gran multitud, y el menosprecio de las familias me atemorizó, y callé, y no salí de mi puerta?
¡Quién me diera alguien que me oyese! He aquí mi deseo es que el Omnipotente me respondiese, y que mi adversario hubiese escrito un libro.
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