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'Es' en la Biblia

y se regocijarán mis entrañas cuando tus labios hablen lo que es recto.

Come, hijo mío, de la miel, porque es buena, y del panal dulce a tu paladar;

Sabe {que} así es la sabiduría para tu alma; si {la} hallas, entonces habrá un futuro, y tu esperanza no será cortada.

{Como} la altura de los cielos y la profundidad de la tierra, así es el corazón de los reyes, inescrutable.

porque mejor es que se te diga: Sube acá, que no que seas abajado delante del príncipe a quien han mirado tus ojos.

Como fuente turbia y manantial corrompido, es el justo que se inclina delante del impío.

El látigo es para el caballo, la brida para el asno, y la vara para la espalda de los necios.

El que da un cargo al que no tiene facultad para ejercitarlo, es el que envía algo por mano del loco; y beberá el daño.

Espinas hincadas en mano del embriagado, tal es el proverbio en la boca de los locos.

{Como} arquero que a todos hiere, así es el que toma a sueldo al necio o a los que pasan.

{Como} carbón para las brasas y leña para el fuego, así es el hombre rencilloso para encender contiendas.

El alma saciada desprecia el panal de miel; mas al alma hambrienta todo lo amargo es dulce.

El que trata de contenerla, {es como} refrenar al viento Y recoger aceite con su mano derecha.

El crisol es para la plata y el horno para el oro, y al hombre {se le prueba} por la alabanza que recibe.

Cuando los justos se alegran, grande es la gloria; mas cuando los impíos son levantados, el hombre cuerdo se esconderá.

Al príncipe que es gran opresor le falta entendimiento, {pero} el que odia las ganancias injustas prolongará {sus} días.

El que anda en integridad será salvo, mas el que es de camino torcido caerá de repente.

Cuando los impíos son muchos, mucha es la prevaricación; mas los justos verán la ruina de ellos.

Abominación es a los justos el hombre inicuo; y abominación es al impío el de rectos caminos.

¿Quién subió al cielo, y descendió? ¿Quién encerró los vientos en sus puños? ¿Quién ató las aguas en un paño? ¿Quién afirmó todos los términos de la tierra? ¿Cuál es su nombre, y el nombre de su hijo, si sabes?

para que no me sacie, y te niegue, y diga, ¿Quién es el SEÑOR? O no sea que siendo pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi Dios.

¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol.

¿Hay algo de que se pueda decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido.

Y apliqué mi corazón a conocer la sabiduría y a conocer la locura y la insensatez; me di cuenta de que esto también es correr tras el viento.

Entonces me dije: Como la suerte del necio, así también será la mía. ¿Para qué, pues, me aprovecha haber sido tan sabio? Y me dije: También esto es vanidad.

Aborrecí por tanto la vida, porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu.

¿Y quién sabe si será sabio, o loco, el que se enseñoreará de todo mi trabajo en que me hice sabio debajo del sol? Esto también es vanidad.

¡Que el hombre trabaje con sabiduría, y con ciencia, y con rectitud, y que haya de dar su hacienda a hombre que nunca trabajó en ello! También es esto vanidad y mal grande.

Porque todos sus días no son sino dolores, y sus ocupaciones molestias; aun de noche su corazón no reposa. Esto también es vanidad.

Porque al hombre que es bueno delante de Dios, él le da sabiduría y ciencia y alegría, mas al pecador le dio la ocupación de que recoja y amontone, para que dé al bueno delante de él. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.

Dije en mi corazón, en orden a la condición de los hijos de los hombres, que Dios los puede manifestar, y es para ver que ellos son bestias los unos a los otros.

Porque el suceso de los hijos de los hombres, y el suceso del animal, el mismo suceso es: como mueren los unos, así mueren los otros; y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia; porque todo es vanidad.

Así que he visto que no hay cosa mejor que alegrarse el hombre con lo que hiciere; porque ésta es su parte; porque ¿quién lo llevará para que vea lo que será después de él?

He visto asimismo que todo trabajo y toda rectitud de obras mueve la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.

Es el hombre solo y sin sucesor; que ni tiene hijo ni hermano; mas nunca cesa de trabajar, ni aun sus ojos se sacian de sus riquezas, ni piensa: ¿Para quién trabajo yo, y defraudo mi alma del bien? También esto es vanidad, y duro trabajo.

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