'Vuestra' en la Biblia
Gozaos y alegraos; porque vuestra merced es grande en los cielos: que así persiguieron á los profetas que fueron antes de vosotros.
Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras buenas, y glorifiquen á vuestro Padre que está en los cielos.
Porque os digo, que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y de los Fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
MIRAD que no hagáis vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos: de otra manera no tendréis merced de vuestro Padre que está en los cielos.
Por tanto os digo: No os congojéis por vuestra vida, qué habéis de comer, ó que habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir: ¿no es la vida más que el alimento, y el cuerpo que el vestido?
Entonces tocó los ojos de ellos, diciendo: Conforme á vuestra fe os sea hecho.
Y si la casa fuere digna, vuestra paz vendrá sobre ella; mas si no fuere digna, vuestra paz se volverá á vosotros.
Y él respondiendo, les dijo: ¿Por qué también vosotros traspasáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición?
No deberá honrar á su padre ó á su madre con socorro. Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición.
Y Jesús les dijo: Por vuestra incredulidad; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis á este monte: Pásate de aquí allá: y se pasará: y nada os será imposible.
He aquí vuestra casa os es dejada desierta.
Orad, pues, que vuestra huída no sea en invierno ni en sábado;
Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.
Invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que disteis: y muchas cosas hacéis semejantes á éstas.
Orad pues, que no acontezca vuestra huída en invierno.
Y les dijo: ¿Qué es de vuestra fe? Y atemorizados, se maravillaban, diciendo los unos á los otros: ¿Quién es éste, que aun á los vientos y al agua manda, y le obedecen?
Y si hubiere allí algún hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; y si no, se volverá á vosotros.
Aun el polvo que se nos ha pegado de vuestra ciudad á nuestros pies, sacudimos en vosotros: esto empero sabed, que el reino de los cielos se ha llegado á vosotros.
Y aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis pues: de más estima sois que muchos pajarillos.
Y dijo á sus discípulos: Por tanto os digo: No estéis afanosos de vuestra vida, qué comeréis; ni del cuerpo, qué vestiréis.
He aquí, os es dejada vuestra casa desierta: y os digo que no me veréis hasta que venga tiempo cuando digáis: Bendito el que viene en nombre del Señor.
Mas un pelo de vuestra cabeza no perecerá.
En vuestra paciencia poseeréis vuestras almas.
Y cuando estas cosas comenzaren á hacerse, mirad, y levantad vuestras cabezas, porque vuestra redención está cerca.
Habiendo estado con vosotros cada día en el templo, no extendisteis las manos contra mí; mas ésta es vuestra hora, y la potestad de las tinieblas.
Y en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero.
Respondióles Jesús: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, Dioses sois?
Acordaos de la palabra que yo os he dicho: No es el siervo mayor que su señor. Si á mí mé han perseguido, también á vosotros perseguirán: si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.
De cierto, de cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis, y el mundo se alegrará: empero aunque vosotros estaréis tristes, vuestra tristeza se tornará en gozo.
Díceles entonces Pilato: Tomadle vosotros, y juzgadle según vuestra ley. Y los Judíos le dijeron: A nosotros no es lícito matar á nadie:
Sea notorio á todos vosotros, y á todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, al que vosotros crucificasteis y Dios le resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano.
Diciendo: ¿No os denunciamos estrechamente, que no enseñaseis en este nombre? y he aquí, habéis llenado á Jerusalem de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de este hombre.
Mas contradiciendo y blasfemando ellos, les dijo: sacudiendo sus vestidos: Vuestra sangre sea sobre vuestra cabeza; yo, limpio; desde ahora me iré á los Gentiles.
Mas si son cuestiones de palabras, y de nombres, y de vuestra ley, vedlo vosotros; porque yo no quiero ser juez de estas cosas.
Pues habéis traído á estos hombres, sin ser sacrílegos ni blasfemadores de vuestra diosa.
Por tanto, os ruego que comáis por vuestra salud: que ni aun un cabello de la cabeza de ninguno de vosotros perecerá.
Primeramente, doy gracias á mi Dios por Jesucristo acerca de todos vosotros, de que vuestra fe es predicada en todo el mundo.
Es á saber, para ser juntamente consolado con vosotros por la común fe vuestra y juntamente mía.
Humana cosa digo, por la flaqueza de vuestra carne: que como para iniquidad presentasteis vuestros miembros á servir á la inmundicia y á la iniquidad, así ahora para santidad presentéis vuestros miembros á servir á la justicia.
Unánimes entre vosotros: no altivos, mas acomodándoos á los humildes. No seáis sabios en vuestra opinión.
Porque vuestra obediencia ha venido á ser notoria á todos; así que me gozo de vosotros; mas quiero que seáis sabios en el bien, y simples en el mal.
Porque mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, no muchos poderosos, no muchos nobles;
Para que vuestra fe no esté fundada en sabiduría de hombres, mas en poder de Dios.
No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa?
No os defraudéis el uno al otro, á no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos en la oración: y volved á juntaros en uno, porque no os tiente Satanás á causa de vuestra incontinencia.
Mas mirad que esta vuestra libertad no sea tropezadero á los que son flacos.
Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe.
Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aun estáis en vuestros pecados.
Velad debidamente, y no pequéis; porque algunos no conocen á Dios: para vergüenza vuestra hablo.
Mas si somos atribulados, es por vuestra consolación y salud; la cual es obrada en el sufrir las mismas aflicciones que nosotros también padecemos: ó si somos consolados, es por vuestra consolación y salud;
Como también en parte habéis conocido que somos vuestra gloria, así como también vosotros la nuestra, para el día del Señor Jesús.
No que nos enseñoreemos de vuestra fe, mas somos ayudadores de vuestro gozo: porque por la fe estáis firmes.
Por tanto, tomamos consolación de vuestra consolación: empero mucho más nos gozamos por el gozo de Tito, que haya sido recreado su espíritu de todos vosotros.
No hablo como quien manda, sino para poner á prueba, por la eficacia de otros, la sinceridad también de la caridad vuestra.
Sino para que en este tiempo, con igualdad, vuestra abundancia supla la falta de ellos, para que también la abundancia de ellos supla vuestra falta, porque haya igualdad;
Por tanto, tuve por cosa necesaria exhortar á los hermanos que fuesen primero á vosotros, y apresten primero vuestra bendición antes prometida para que esté aparejada como de bendición, y no como de mezquindad.
Y el que da simiente al que siembra, también dará pan para comer, y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los crecimientos de los frutos de vuestra justicia;
Y estando prestos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia fuere cumplida.
Porque aunque me glorié aun un poco de nuestra potestad (la cual el Señor nos dió para edificación y no para vuestra destrucción), no me avergonzaré;
No gloriándonos fuera de nuestra medida en trabajos ajenos; mas teniendo esperanza del crecimiento de vuestra fe, que seremos muy engrandecidos entre vosotros, conforme á nuestra regla.
¿Pensáis aún que nos excusamos con vosotros? Delante de Dios en Cristo hablamos: mas todo, muy amados, por vuestra edificación.
Por lo cual nos gozamos que seamos nosotros flacos, y que vosotros estéis fuertes; y aun deseamos vuestra perfección.
¿Dónde está pues vuestra bienaventuranza? porque yo os doy testimonio que si se pudiera hacer, os hubierais sacado vuestros ojos para dármelos.
Porque ni aun los mismos que se circuncidan guardan la ley; sino que quieren que vosotros seáis circuncidados, para gloriarse en vuestra carne.
En el cual esperasteis también vosotros en oyendo la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salud: en el cual también desde que creísteis, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,
Por lo cual también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y amor para con todos los santos,
Por tanto, pido que no desmayéis á causa de mis tribulaciones por vosotros, las cuales son vuestra gloria.
Un cuerpo, y un Espíritu; como sois también llamados á una misma esperanza de vuestra vocación:
Y á renovarnos en el espíritu de vuestra mente,
Ninguna palabra torpe salga de vuestra boca, sino la que sea buena para edificación, para que dé gracia á los oyentes.
Por vuestra comunión en el evangelio, desde el primer día hasta ahora:
Porque sé que esto se me tornará á salud, por vuestra oración, y por la suministración del Espíritu de Jesucristo;
Para que crezca vuestra gloria de mí en Cristo Jesús por mi venida otra vez á vosotros.
Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor;
Y aun si soy derramado en libación sobre el sacrificio y servicio de vuestra fe, me gozo y congratulo por todos vosotros.
Porque por la obra de Cristo estuvo cercano á la muerte, poniendo su vida para suplir vuestra falta en mi servicio.
Vuestra modestia sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca.
No porque busque dádivas; mas busco fruto que abunde en vuestra cuenta.
Habiendo oído vuestra fe en Cristo Jesús, y el amor que tenéis á todos los santos,
Porque aunque estoy ausente con el cuerpo, no obstante con el espíritu estoy con vosotros, gozándome y mirando vuestro concierto, y la firmeza de vuestra fe en Cristo.
Y á vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os vivificó juntamente con él, perdonándoos todos los pecados,
Porque muertos sois, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.
Cuando Cristo, vuestra vida, se manifestare, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.
Mas ahora, dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, maledicencia, torpes palabras de vuestra boca.
Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal; para que sepáis cómo os conviene responder á cada uno.
Sin cesar acordándonos delante del Dios y Padre nuestro de la obra de vuestra fe, y del trabajo de amor, y de la tolerancia de la esperanza del Señor nuestro Jesucristo:
Sabiendo, hermanos amados de Dios, vuestra elección:
Porque de vosotros ha sido divulgada la palabra del Señor no sólo en Macedonia y en Acaya, mas aun en todo lugar vuestra fe en Dios se ha extendido; de modo que no tenemos necesidad de hablar nada.
Porque vosotros, hermanos, habéis sido imitadores de las iglesias de Dios en Cristo Jesús que están en Judea; pues habéis padecido también vosotros las mismas cosas de los de vuestra propia nación, como también ellos de los Judíos;
Y enviamos á Timoteo, nuestro hermano, y ministro de Dios, y colaborador nuestro en el evangelio de Cristo, á confirmaros y exhortaros en vuestra fe,
Por lo cual, también yo, no esperando más, he enviado á reconocer vuestra fe, no sea que os haya tentado el tentador, y que nuestro trabajo haya sido en vano.
Empero volviendo de vosotros á nosotros Timoteo, y haciéndonos saber vuestra fe y caridad, y que siempre tenéis buena memoria de nosotros, deseando vernos, como también nosotros á vosotros,
En ello, hermanos, recibimos consolación de vosotros en toda nuestra necesidad y aflicción por causa de vuestra fe:
Orando de noche y de día con grande instancia, que veamos vuestro rostro, y que cumplamos lo que falta á vuestra fe?
Porque la voluntad de Dios es vuestra santificación: que os apartéis de fornicación;
Debemos siempre dar gracias á Dios de vosotros, hermanos, como es digno, por cuanto vuestra fe va creciendo, y la caridad de cada uno de todos vosotros abunda entre vosotros;
Tanto, que nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios, de vuestra paciencia y en todas vuestras persecuciones y tribulaciones que sufrís:
Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado á su nombre, habiendo asistido y asistiendo aún á los santos.
No perdáis pues vuestra confianza, que tiene grande remuneración de galardón:
Sabiendo que la prueba de vuestra fe obra paciencia.
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