'Mío' en la Biblia
Y contando él al rey cómo había hecho vivir á un muerto, he aquí la mujer, á cuyo hijo había hecho vivir, que clamaba al rey por su casa y por sus tierras. Entonces dijo Giezi: Rey señor mío, esta es la mujer, y este es su hijo, al cual Eliseo hizo vivir.
Partiéndose luego de allí encontróse con Jonadab hijo de Rechâb; y después que lo hubo saludado, díjole: ¿Es recto tu corazón, como el mío es recto con el tuyo? Y Jonadab dijo: Lo es. Pues que lo es, dame la mano. Y él le dió su mano. Hízolo luego subir c
Estaba Eliseo enfermo de aquella su enfermedad de que murió. Y descendió á él Joas rey de Israel, y llorando delante de él, dijo: Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de á caballo!
Porque tú, Dios mío, revelaste al oído á tu siervo que le has de edificar casa; por eso ha hallado tu siervo motivo de orar delante de ti.
Y dijo Joab: Añada Jehová á su pueblo cien veces otros tantos. Rey señor mío, ¿no son todos estos siervos de mi señor? ¿para qué procura mi señor esto, que será pernicioso á Israel?
Y dijo David á Dios: ¿No soy yo el que hizo contar el pueblo? Yo mismo soy el que pequé, y ciertamente he hecho mal; mas estas ovejas, ¿qué han hecho? Jehová Dios mío, sea ahora tu mano contra mí, y contra la casa de mi padre, y no haya plaga en
Y dijo David á Salomón: Hijo mío, en mi corazón tuve el edificar templo al nombre de Jehová mi Dios.
Ahora pues, hijo mío, sea contigo Jehová, y seas prosperado, y edifiques casa á Jehová tu Dios, como él ha dicho de ti.
Y levantándose el rey David, puesto en pie dijo: Oidme, hermanos míos, y pueblo mío. Yo tenía en propósito edificar una casa, para que en ella reposara el arca del pacto de Jehová, y para el estrado de los pies de nuestro Dios; y había ya aprestado todo p
Y tú, Salomón, hijo mío, conoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto, y con ánimo voluntario; porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende toda imaginación de los pensamientos. Si tú le buscares, lo hallarás; mas si lo dejares
Yo sé, Dios mío, que tú escudriñas los corazones, y que la rectitud te agrada: por eso yo con rectitud de mi corazón voluntariamente te he ofrecido todo esto, y ahora he visto con alegría que tu pueblo, que aquí se ha hallado ahora, ha dado para ti espont
Mas tú mirarás á la oración de tu siervo, y á su ruego, oh Jehová Dios mío, para oir el clamor y la oración con que tu siervo ora delante de ti.
Ahora pues, oh Dios mío, ruégote estén abiertos tus ojos, y atentos tus oídos á la oración en este lugar.
Entonces los mancebos que se habían criado con él, le hablaron, diciendo: Así dirás al pueblo que te ha hablado diciendo, Tu padre agravó nuestro yugo, mas tú descárganos: así les dirás: Lo más menudo mío es más grueso que los lomos de mi padre.
Y dije: Dios mío, confuso y avergonzado estoy para levantar, oh Dios mío, mi rostro á ti: porque nuestras iniquidades se han multiplicado sobre nuestra cabeza, y nuestros delitos han crecido hasta el cielo.
Acuérdate de mí para bien, Dios mío, y de todo lo que hice á este pueblo.
Acuérdate, Dios mío, de Tobías y de Sanballat, conforme á estas sus obras, y también de Noadías profetisa, y de los otros profetas que hacían por ponerme miedo.
Y dije á los Levitas que se purificasen, y viniesen á guardar las puertas, para santificar el día del sábado. También por esto acuérdate de mí, Dios mío, y perdóname según la muchedumbre de tu misericordia.
Acuérdate de ellos, Dios mío, contra los que contaminan el sacerdocio, y el pacto del sacerdocio y de los Levitas.
Y para la ofrenda de la leña en los tiempos señalados, y para las primicias. Acuérdate de mí, Dios mío, para bien.
Y el cuerpo mío se va gastando como de carcoma, Como vestido que se come de polilla.
¿Quién me ha anticipado, para que yo restituya? Todo lo que hay debajo del cielo es mío.
Levántate, Jehová; sálvame, Dios mío: Porque tú heriste á todos mis enemigos en la quijada; Los dientes de los malos quebrantaste.
Está atento á la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, Porque á ti oraré.
Sigaión de David, que cantó á Jehová sobre las palabras de Cus, hijo de Benjamín. JEHOVA Dios mío, en ti he confiado: Sálvame de todos los que me persiguen, y líbrame;
Jehová Dios mío, si yo he hecho esto, Si hay en mis manos iniquidad;
Levántate; oh Jehová, con tu furor; Alzate á causa de las iras de mis angustiadores, Y despierta en favor mío el juicio que mandaste.
Mira, óyeme, Jehová Dios mío: Alumbra mis ojos, porque no duerma en muerte;
Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fuerte mío, en él confiaré; Escudo mío, y el cuerno de mi salud, mi refugio.
Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, Oh Jehová, roca mía, y redentor mío
Al Músico principal, sobre Ajeleth-sahar Salmo de David. DIOS mío, Dios mío, ¿por qué me has dejado? ¿Por qué estás lejos de mi salud, y de las palabras de mi clamor?
Dios mío, clamo de día, y no oyes; Y de noche, y no hay para mí silencio.
Dios mío, en ti confío; No sea yo avergonzado, No se alegren de mí mis enemigos.
Jehová Dios mío, A ti clamé, y me sanaste.
Por tanto á ti cantaré, gloria mía, y no estaré callado. Jehová Dios mío, te alabaré para siempre.
Mas yo en ti confié, oh Jehová: Yo dije: Dios mío eres tú.
Muévete y despierta para mi juicio, Para mi causa, Dios mío y Señor mío.
Júzgame conforme á tu justicia, Jehová Dios mío; Y no se alegren de mí.
Porque á ti, oh Jehová, esperé yo: Tú responderás, Jehová Dios mío.
No me desampares, oh Jehová: Dios mío, no te alejes de mí.
Aumentado has tú, oh Jehová Dios mío, tus maravillas; Y tus pensamientos para con nosotros, No te los podremos contar: Si yo anunciare y hablare de ellos, No pueden ser enarrados.
El hacer tu voluntad, Dios mío, hame agradado; Y tu ley está en medio de mis entrañas.
Aunque afligido yo y necesitado, Jehová pensará de mí: Mi ayuda y mi libertador eres tú; Dios mío, no te tardes.
Dios mío, mi alma está en mí abatida: Acordaréme por tanto de ti desde tierra del Jordán, Y de los Hermonitas, desde el monte de Mizhar.
¿Por qué te abates, oh alma mía, Y por qué te conturbas en mí? Espera á Dios; porque aun le tengo de alabar; Es él salvamento delante de mí, y el Dios mío.
Y entraré al altar de Dios, Al Dios alegría de mi gozo; Y alabaréte con arpa, oh Dios, Dios mío.
¿Por qué te abates, oh alma mía, Y por qué te conturbes en mí? Espera á Dios; porque aun le tengo de alabar; Es él salvamento delante de mí, y el Dios mío.
Oye, pueblo mío, y hablaré: Escucha, Israel, y testificaré contra ti: Yo soy Dios, el Dios tuyo.
Si yo tuviese hambre, no te lo diría á ti: Porque mío es el mundo y su plenitud.
Mas tú, hombre, al parecer íntimo mío, Mi guía, y mi familiar:
Al Músico principal: sobre No destruyas: Michtam de David, cuando envió Saúl, y guardaron la casa para matarlo. LIBRAME de mis enemigos, oh Dios mío: Ponme en salvo de los que contra mí se levantan.
Porque he aquí están acechando mi vida: Hanse juntado contra mí fuertes, No por falta mía, ni pecado mío, oh Jehová.
Sin delito mío corren y se aperciben: Despierta para venir á mi encuentro, y mira.
Mío es Galaad, y mío es Manasés; Y Ephraim es la fortaleza de mi cabeza; Judá, mi legislador;
Salmo de David, estando en el desierto de Judá. DIOS, Dios mío eres tú: levantaréme á ti de mañana: Mi alma tiene sed de ti, mi carne te desea, En tierra de sequedad y transida sin aguas;
Dios mío, líbrame de la mano del impío, De la mano del perverso y violento.
Oh Dios, no te alejes de mí: Dios mío, acude presto á mi socorro.
Asimismo yo te alabaré con instrumento de salterio, Oh Dios mío: tu verdad cantaré yo á ti en el arpa, Oh Santo de Israel.
Masquil de Asaph. ESCUCHA, pueblo mío, mi ley: Inclinad vuestro oído á las palabras de mi boca.
Oye, pueblo mío y te protestaré. Israel, si me oyeres,
Dios mío, ponlos como á torbellinos; Como á hojarascas delante del viento.
Aun el gorrión halla casa, Y la golondrina nido para sí, donde ponga sus pollos En tus altares, oh Jehová de los ejércitos, Rey mío, y Dios mío.
Guarda mi alma, porque soy pío: Salva tú, oh Dios mío, á tu siervo que en ti confía.
Te alabaré, oh Jehová Dios mío, con todo mi corazón; Y glorificaré tu nombre para siempre.
Diré yo á Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en él confiaré.
Dije: Dios mío, no me cortes en el medio de mis días: Por generación de generaciones son tus años.
BENDICE, alma mía, á Jehová. Jehová, Dios mío, mucho te has engrandecido; Haste vestido de gloria y de magnificencia.
Mío es Galaad, mío es Manasés; Y Eprhaim es la fortaleza de mi cabeza; Judá es mi legislador;
Ayúdame, Jehová Dios mío: Sálvame conforme á tu misericordia.
Mi Dios eres tú, y á ti alabaré: Dios mío, á ti ensalzaré.
He dicho á Jehová: Dios mío eres tú; Escucha, oh Jehová, la voz de mis ruegos.
Misericordia mía y mi castillo, Altura mía y mi libertador, Escudo mío, en quien he confiado; El que allana mi pueblo delante de mí.
Oye, hijo mío, la doctrina de tu padre, Y no desprecies la dirección de tu madre:
Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar, No consientas.
Hijo mío, no andes en camino con ellos; Aparta tu pie de sus veredas:
Antes desechasteis todo consejo mío, Y mi reprensión no quisisteis:
HIJO mío, si tomares mis palabras, Y mis mandamientos guardares dentro de ti,
HIJO mío, no te olvides de mi ley; Y tu corazón guarde mis mandamientos:
No deseches, hijo mío, el castigo de Jehová; Ni te fatigues de su corrección:
Hijo mío, no se aparten estas cosas de tus ojos; Guarda la ley y el consejo;
Oye, hijo mío, y recibe mis razones; Y se te multiplicarán años de vida.
Hijo mío, está atento á mis palabras; Inclina tu oído á mis razones.
HIJO mío, está atento á mi sabiduría, Y á mi inteligencia inclina tu oído;
¿Y por qué, hijo mío, andarás ciego con la ajena, Y abrazarás el seno de la extraña?
HIJO mío, si salieres fiador por tu amigo, Si tocaste tu mano por el extraño,
Haz esto ahora, hijo mío, y líbrate, Ya que has caído en la mano de tu prójimo: Ve, humíllate, y asegúrate de tu amigo.
Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre, Y no dejes la enseñanza de tu madre:
HIJO mío, guarda mis razones, Y encierra contigo mis mandamientos.
Cesa, hijo mío, de oir la enseñanza Que induce á divagar de las razones de sabiduría.
Hijo mío, si tu corazón fuere sabio, También á mí se me alegrará el corazón;
Oye tú, hijo mío, y sé sabio, Y endereza tu corazón al camino.
Dame, hijo mío, tu corazón, Y miren tus ojos por mis caminos.
Come, hijo mío, de la miel, porque es buena, Y del panal dulce á tu paladar:
Teme á Jehová, hijo mío, y al rey; No te entrometas con los veleidosos:
Sé sabio, hijo mío, y alegra mi corazón, Y tendré qué responder al que me deshonrare.
¿Qué, hijo mío? ¿y qué, hijo de mi vientre? ¿Y qué, hijo de mis deseos?
Ahora, hijo mío, á más de esto, sé avisado. No hay fin de hacer muchos libros; y el mucho estudio aflicción es de la carne.
He aquí que tú eres hermoso, amado mío, y suave: Nuestro lecho también florido.
Mi amado es mío, y yo suya; El apacienta entre lirios.
Hasta que apunte el día, y huyan las sombras, Tórnate, amado mío; sé semejante al gamo, ó al cabrito de los ciervos, Sobre los montes de Bether.
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