'Mano' en la Biblia
- 1.Gé 3:22-Éx 16:3
- 2.Éx 17:5-Deuteronomio 4:34
- 3.Deuteronomio 5:15-Jueces 15:12
- 4.Jueces 15:15-2 Samuel 8:10
- 5.2 Samuel 10:10-2 Reyes 19:14
- 6.2 Reyes 19:19-Nehemías 9:28
- 7.Nehemías 9:30-Salmos 129:7
- 8.Salmos 136:12-Isaías 51:23
- 9.Isaías 53:10-Ezequiel 16:39
- 10.Ezequiel 16:46-Sofonías 2:13
- 11.Sofonías 2:15-1 Corintios 12:15
- 12.1 Corintios 12:21-Apocalipsis 20:1
Y alargaste sobre ellos muchos años, y protestásteles con tu espíritu por mano de tus profetas, mas no escucharon; por lo cual los entregaste en mano de los pueblos de la tierra.
Adhiriéronse á sus hermanos, sus principales, y vinieron en la protestación y en el juramento de que andarían en la ley de Dios, que fué dada por mano de Moisés siervo de Dios, y que guardarían y cumplirían todos los mandamientos de Jehová nuestro Señor,
Y Pethahías hijo de Mesezabel, de los hijos de Zerah hijo de Judá, estaba á la mano del rey en todo negocio del pueblo.
Hice luego subir á los príncipes de Judá sobre el muro, y puse dos coros grandes que fueron en procesión: el uno á la mano derecha sobre el muro hacia la puerta del Muladar.
Y puse por sobrestantes de ellos á Selemías sacerdote, y á Sadoc escriba, y de los Levitas, á Pedaías; y á mano de ellos Hanán hijo de Zaccur, hijo de Mathanías: pues que eran tenidos por fieles, y de ellos eran el repartir á sus hermanos.
Y protestéles, y díjeles: ¿Por qué os quedáis vosotros delante del muro? Si lo hacéis otra vez, os echaré mano. Desde entonces no vinieron en sábado.
Mas la reina Vasthi no quiso comparecer á la orden del rey, enviada por mano de los eunucos; y enojóse el rey muy mucho, y encendióse en él su ira.
Qué se había de hacer según la ley con la reina Vasthi, por cuanto no había cumplido la orden del rey Assuero, enviada por mano de los eunucos.
En aquellos días, estando Mardochêo sentado á la puerta del rey, enojáronse Bigthán y Teres, dos eunucos del rey, de la guardia de la puerta, y procuraban poner mano en el rey Assuero.
Mas tuvo en poco meter mano en solo Mardochêo; que ya le había declarado el pueblo de Mardochêo: y procuró Amán destruir á todos los Judíos que había en el reino de Assuero, al pueblo de Mardochêo.
Entonces el rey quitó su anillo de su mano, y diólo á Amán hijo de Amadatha Agageo, enemigo de los Judíos,
Y fueron enviadas letras por mano de los correos á todas las provincias del rey, para destruir, y matar, y exterminar á todos los Judíos, desde el niño hasta el viejo, niños y mujeres en un día, en el trece del mes duodécimo, que es el mes de Adar, y para
Y fué que, como vió á la reina Esther que estaba en el patio, ella obtuvo gracia en sus ojos; y el rey extendió á Esther el cetro de oro que tenía en la mano. Entonces se llegó Esther, y tocó la punta del cetro.
Y hallóse escrito que Mardochêo había denunciado de Bigthan y de Teres, dos eunucos del rey, de la guarda de la puerta, que habían procurado meter mano en el rey Assuero.
Y den el vestido y el caballo en mano de alguno de los príncipes más nobles del rey, y vistan á aquel varón cuya honra desea el rey, y llévenlo en el caballo por la plaza de la ciudad, y pregonen delante de él: Así se hará al varón cuya honra desea el rey
Y respondió el rey Assuero á la reina Esther, y á Mardochêo Judío: He aquí yo he dado á Esther la casa de Amán, y á él han colgado en la horca, por cuanto extendió su mano contra los Judíos.
Los Judíos se juntaron en sus ciudades en todas las provincias del rey Assuero, para meter mano sobre los que habían procurado su mal: y nadie se puso delante de ellos, porque el temor de ellos había caído sobre todos los pueblos.
Diez hijos de Amán hijo de Amadatha, enemigo de los Judíos: mas en la presa no metieron su mano.
Y los Judíos que estaban en Susán, se juntaron también el catorce del mes de Adar, y mataron en Susán trescientos hombres: mas en la presa no metieron su mano.
En cuanto á los otros Judíos que estaban en las provincias del rey, también se juntaron y pusiéronse en defensa de su vida, y tuvieron reposo de sus enemigos, y mataron de sus contrarios setenta y cinco mil; mas en la presa no metieron su mano.
Mas extiende ahora tu mano, y toca á todo lo que tiene, y verás si no te blasfema en tu rostro.
Y dijo Jehová á Satán: He aquí, todo lo que tiene está en tu mano: solamente no pongas tu mano sobre él. Y salióse Satán de delante de Jehová.
Mas extiende ahora tu mano, y toca á su hueso y á su carne, y verás si no te blasfema en tu rostro.
Y Jehová dijo á Satán: He aquí, él está en tu mano; mas guarda su vida.
Y libra de la espada al pobre, de la boca de los impíos, Y de la mano violenta;
Y que pluguiera á Dios quebrantarme; Que soltara su mano, y me deshiciera!
Y libradme de la mano del opresor, Y redimidme del poder de los violentos?
He aquí, Dios no aborrece al perfecto, Ni toma la mano de los malignos.
No hay entre nosotros árbitro Que ponga su mano sobre nosotros ambos.
Sobre saber tú que no soy impío, Y que no hay quien de tu mano libre?
Si alguna iniquidad hubiere en tu mano, y la echares de ti, Y no consintieres que more maldad en tus habitaciones;
¿Qué cosa de todas estas no entiende Que la mano de Jehová la hizo?
En su mano está el alma de todo viviente, Y el espíritu de toda carne humana.
¿Por qué quitaré yo mi carne con mis dientes, Y pondré mi alma en mi mano?
Aparta de mí tu mano, Y no me asombre tu terror.
Por cuanto él extendió su mano contra Dios, Y se esforzó contra el Todopoderoso,
Pon ahora, dame fianza para litigar contigo: ¿Quién tocará ahora mi mano?
Oh vosotros mis amigos, tened compasión de mí, tened compasión de mí; Porque la mano de Dios me ha tocado.
Miradme, y espantaos, Y poned la mano sobre la boca.
Su espíritu adornó los cielos; Su mano crió la serpiente tortuosa.
Yo os enseñaré en orden á la mano de Dios: No esconderé lo que hay para con el Omnipotente.
Dios pues descargará sobre él, y no perdonará: Hará él por huir de su mano.
En el pedernal puso su mano, Y trastornó los montes de raíz.
Los príncipes detenían sus palabras, Ponían la mano sobre su boca;
Mi honra se renovaba en mí, Y mi arco se corroboraba en mi mano.
A la mano derecha se levantaron los jóvenes; Empujaron mis pies, Y sentaron contra mí las vías de su ruina.
Haste tornado cruel para mí: Con la fortaleza de tu mano me amenazas.
Mas él no extenderá la mano contra el sepulcro; ¿Clamarán los sepultados cuando él los quebrantare?
Si alcé contra el huérfano mi mano, Aunque viese que me ayudarían en la puerta;
Si me alegré de que mi hacienda se multiplicase, Y de que mi mano hallase mucho;
Y mi corazón se engañó en secreto, Y mi boca besó mi mano:
He aquí que mi terror no te espantará, Ni mi mano se agravará sobre ti.
En un momento morirán, y á media noche Se alborotarán los pueblos, y pasarán, Y sin mano será quitado el poderoso.
Si fueres justo, ¿qué le darás á el? ¿O qué recibirá de tu mano?
He aquí que yo soy vil, ¿qué te responderé? Mi mano pongo sobre mi boca.
Pon tu mano sobre él; Te acordarás de la batalla, y nunca más tornarás.
Levántate, oh Jehová Dios, alza tu mano, No te olvides de los pobres.
Tú lo tienes visto: porque tú miras el trabajo, y la vejación, para vengar le por tu mano: A ti se acoge el pobre, Tú eres el amparo del huérfano.
De los hombres con tu mano, oh Jehová, De los hombres de mundo, cuya parte es en esta vida, Y cuyo vientre hinches de tu tesoro: Hartan sus hijos, Y dejan el resto á sus chiquitos.
Al Músico principal: Salmo de David, siervo de Jehová, el cual profirió á Jehová las palabras de este cántico el día que le libró Jehová de mano de todos sus enemigos, y de mano de Saúl. Entonces dijo: AMARTE he, oh Jehová, fortaleza mía.
Alcanzará tu mano á todos tus enemigos; Tu diestra alcanzará á los que te aborrecen.
En tu mano encomiendo mi espíritu: Tú me has redimido, oh Jehová, Dios de verdad.
Y no me encerraste en mano del enemigo; Hiciste estar mis pies en anchura.
En tu mano están mis tiempos: Líbrame de la mano de mis enemigos, y de mis perseguidores.
Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; Volvióse mi verdor en sequedades de estío. (Selah.)
Echa mano al escudo y al pavés, Y levántate en mi ayuda.
No venga contra mí pie de soberbia; Y mano de impíos no me mueva.
Cuando cayere, no quedará postrado; Porque Jehová sostiene su mano.
Porque tus saetas descendieron á mí, Y sobre mí ha caído tu mano.
Quita de sobre mí tu plaga; De la guerra de tu mano soy consumido.
Tú con tu mano echaste las gentes, y los plantaste á ellos; Afligiste los pueblos, y los arrojaste.
Dios mío, líbrame de la mano del impío, De la mano del perverso y violento.
Con todo, yo siempre estuve contigo: Trabaste de mi mano derecha.
¿Por qué retraes tu mano, y tu diestra? ¿Por qué la escondes dentro de tu seno?
Porque el cáliz está en la mano de Jehová, y el vino es tinto, Lleno de mistura; y él derrama del mismo: Ciertamente sus heces chuparán y beberán todos los impíos de la tierra.
Condujiste á tu pueblo como ovejas, Por mano de Moisés y de Aarón.
No se acordaron de su mano, Del día que los redimió de angustia;
Metiólos después en los términos de su santuario, En este monte que ganó su mano derecha.
Y dió en cautividad su fortaleza, Y su gloria en mano del enemigo.
Sea tu mano sobre el varón de tu diestra, Sobre el hijo del hombre que para ti corroboraste.
En una nada habría yo derribado sus enemigos, Y vuelto mi mano sobre sus adversarios.
Librad al afligido y al necesitado: Libradlo de mano de los impíos.
Libre entre los muertos, Como los matados que yacen en el sepulcro, Que no te acuerdas más de ellos, Y que son cortados de tu mano.
Tuyo el brazo con valentía; Fuerte es tu mano, ensalzada tu diestra.
Mi mano será firme con él, Mi brazo también lo fortificará.
Asimismo pondré su mano en la mar, Y en los ríos su diestra.
Porque en su mano están las profundidades de la tierra, Y las alturas de los montes son suyas.
Porque él es nuestro Dios; Nosotros el pueblo de su dehesa, y ovejas de su mano. Si hoy oyereis su voz,
Los que á Jehová amáis, aborreced el mal: Guarda él las almas de sus santos; De mano de los impíos los libra.
Les das, recogen; Abres tu mano, hártanse de bien.
Y salvólos de mano del enemigo, Y rescatólos de mano del adversario.
Por lo que alzó su mano á ellos, En orden á postrarlos en el desierto,
Y sus enemigos los oprimieron, Y fueron quebrantados debajo de su mano.
Y entiendan que ésta es tu mano; Que tú, Jehová, has hecho esto.
De continuo está mi alma en mi mano: Mas no me he olvidado de tu ley.
Sea tu mano en mi socorro; Porque tus mandamientos he escogido.
Jehová es tu guardador: Jehová es tu sombra á tu mano derecha.
He aquí como los ojos de los siervos miran á la mano de sus señores, Y como los ojos de la sierva á la mano de su señora; Así nuestros ojos miran á Jehová nuestro Dios, Hasta que haya misericordia de nosotros.
Como saetas en mano del valiente, Así son los hijos habidos en la juventud.
De la cual no hinchió segador su mano, Ni sus brazos el que hace gavillas.
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