'Tus' en la Biblia
- 1.Gé 3:16-Éx 33:16
- 2.Éx 34:9-Deuteronomio 17:5
- 3.Deuteronomio 17:8-1 Samuel 2:33
- 4.1 Samuel 2:34-2 Reyes 19:22
- 5.2 Reyes 19:23-Job 42:7
- 6.Salmos 5:5-Salmos 92:4
- 7.Salmos 92:5-Salmos 119:144
- 8.Salmos 119:145-Cantares 4:11
- 9.Cantares 4:13-Isaías 64:2
- 10.Isaías 64:5-Ezequiel 16:33
- 11.Ezequiel 16:34-Daniel 9:6
- 12.Daniel 9:16-Hechos 10:4
- 13.Hechos 10:31-Apocalipsis 22:9
COPH. Clamé con todo mi corazón; respóndeme, Jehová, Y guardaré tus estatutos.
A ti clamé; sálvame, Y guardaré tus testimonios.
Previnieron mis ojos las vigilias de la noche, Para meditar en tus dichos.
Cercano estás tú, oh Jehová; Y todos tus mandamientos son verdad.
Ya ha mucho que he entendido de tus mandamientos, Que para siempre los fundaste.
Lejos está de los impíos la salud; Porque no buscan tus estatutos.
Muchas son tus misericordias, oh Jehová: Vivifícame conforme á tus juicios.
Muchos son mis perseguidores y mis enemigos; Mas de tus testimonios no me he apartado.
Veía á los prevaricadores, y carcomíame; Porque no guardaban tus palabras.
Mira, oh Jehová, que amo tus mandamientos: Vivifícame conforme á tu misericordia.
SIN. Príncipes me han perseguido sin causa; Mas mi corazón tuvo temor de tus palabras.
Tu salud he esperado, oh Jehová; Y tus mandamientos he puesto por obra.
Mi alma ha guardado tus testimonios, Y helos amado en gran manera.
Guardado he tus mandamientos y tus testimonios; Porque todos mis caminos están delante de ti.
Mis labios rebosarán alabanza, Cuando me enseñares tus estatutos.
Hablará mi lengua tus dichos; Porque todos tus mandamientos son justicia.
Sea tu mano en mi socorro; Porque tus mandamientos he escogido.
Viva mi alma y alábete; Y tus juicios me ayuden.
Yo anduve errante como oveja extraviada; busca á tu siervo; Porque no me he olvidado de tus mandamientos.
Nuestros pies estuvieron En tus puertas, oh Jerusalem;
Haya paz en tu antemuro, Y descanso en tus palacios.
Cuando comieres el trabajo de tus manos, Bienaventurado tú, y tendrás bien.
Tu mujer será como parra que lleva fruto á los lados de tu casa; Tus hijos como plantas de olivas alrededor de tu mesa.
Y veas los hijos de tus hijos, Y la paz sobre Israel.
Señor, oye mi voz; Estén atentos tus oídos A la voz de mi súplica.
Tus sacerdotes se vistan de justicia, Y regocíjense tus santos.
Si tus hijos guardaren mi alianza, Y mi testimonio que yo les enseñaré, Sus hijos también se sentarán sobre tu trono para siempre.
Bienaventurado el que tomará y estrellará tus niños Contra las piedras.
Jehová cumplirá por mí: Tu misericordia, oh Jehová, es para siempre; No dejarás la obra de tus manos.
Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras: Estoy maravillado, Y mi alma lo conoce mucho.
Mi embrión vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas Que fueron luego formadas, Sin faltar una de ellas.
Así que cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! Cuán multiplicadas son sus cuentas!
Porque blasfemias dicen ellos contra ti: Tus enemigos toman en vano tu nombre
¿No tengo en odio, oh Jehová, á los que te aborrecen, Y me conmuevo contra tus enemigos?
Acordéme de los días antiguos; Meditaba en todas tus obras, Reflexionaba en las obras de tus manos.
Oh Jehová, inclina tus cielos y desciende: Toca los montes, y humeen.
Despide relámpagos, y disípalos, Envía tus saetas, y contúrbalos.
Generación á generación narrará tus obras, Y anunciarán tus valentías.
La hermosura de la gloria de tu magnificencia, Y tus hechos maravillosos, hablaré.
Y la terribilidad de tus valentías dirán los hombres; Y yo recontaré tu grandeza.
Alábente, oh Jehová, todas tus obras; Y tus santos te bendigan.
Porque fortificó los cerrojos de tus puertas; Bendijo á tus hijos dentro de ti.
Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas.
Porque será medicina á tu ombligo, Y tuétano á tus huesos.
Honra á Jehová de tu sustancia, Y de las primicias de todos tus frutos;
Y serán llenas tus trojes con abundancia, Y tus lagares rebosarán de mosto.
Hijo mío, no se aparten estas cosas de tus ojos; Guarda la ley y el consejo;
Cuando anduvieres no se estrecharán tus pasos; Y si corrieres, no tropezarás.
No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón.
Tus ojos miren lo recto, Y tus párpados en derechura delante de ti.
Examina la senda de tus pies, Y todos tus caminos sean ordenados.
Para que guardes consejo, Y tus labios conserven la ciencia.
Porque no des á los extraños tu honor, Y tus años á cruel;
Porque no se harten los extraños de tu fuerza, Y tus trabajos estén en casa del extraño;
Y gimas en tus postrimerías, Cuando se consumiere tu carne y tu cuerpo,
Derrámense por de fuera tus fuentes, En las plazas los ríos de aguas.
No des sueño á tus ojos, Ni á tus párpados adormecimiento.
Guarda mis mandamientos, y vivirás; Y mi ley como las niñas de tus ojos.
Lígalos á tus dedos; Escríbelos en la tabla de tu corazón.
Porque por mí se aumentarán tus días, Y años de vida se te añadirán.
Encomienda á Jehová tus obras, Y tus pensamientos serán afirmados.
No ames el sueño, porque no te empobrezcas; Abre tus ojos, y te hartarás de pan.
Porque es cosa deleitable, si las guardares en tus entrañas; Y que juntamente sean ordenadas en tus labios.
No traspases el término antiguo Que pusieron tus padres.
¿Has de poner tus ojos en las riquezas, siendo ningunas? Porque hacerse han alas, Como alas de águila, y volarán al cielo.
Vomitarás la parte que tú comiste, Y perderás tus suaves palabras.
No hables á oídos del necio; Porque menospreciará la prudencia de tus razones.
Aplica tu corazón á la enseñanza, Y tus oídos á las palabras de sabiduría.
Mis entrañas también se alegrarán, Cuando tus labios hablaren cosas rectas.
Dame, hijo mío, tu corazón, Y miren tus ojos por mis caminos.
Tus ojos mirarán las extrañas, Y tu corazón hablará perversidades.
No seas sin causa testigo contra tu prójimo; Y no lisonjees con tus labios.
Porque mejor es que se te diga, Sube acá, Que no que seas humillado delante del príncipe Que miraron tus ojos.
Alábete el extraño, y no tu boca; El ajeno, y no tus labios.
Considera atentamente el aspecto de tus ovejas; Pon tu corazón á tus rebaños:
Los corderos para tus vestidos, Y los cabritos para el precio del campo:
Y abundancia de leche de las cabras para tu mantenimiento, y para mantenimiento de tu casa, Y para sustento de tus criadas.
No des á las mujeres tu fuerza, Ni tus caminos á lo que es para destruir los reyes.
No te des priesa con tu boca, ni tu corazón se apresure á proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra: por tanto, sean pocas tus palabras.
No sueltes tu boca para hacer pecar á tu carne; ni digas delante del ángel, que fué ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se aire á causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos?
Anda, y come tu pan con gozo, y bebe tu vino con alegre corazón: porque tus obras ya son agradables á Dios.
En todo tiempo sean blancos tus vestidos, y nunca falte ungüento sobre tu cabeza.
Todo lo que te viniere á la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el sepulcro, adonde tú vas, no hay obra, ni industria, ni ciencia, ni sabiduría.
Ay de ti, tierra, cuando tu rey es muchacho, y tus príncipes comen de mañana!
Bienaventurada, tú, tierra, cuando tu rey es hijo de nobles, y tus príncipes comen á su hora, por refección, y no por el beber!
Alégrate, mancebo, en tu mocedad, y tome placer tu corazón en los días de tu juventud; y anda en los caminos de tu corazón, y en la vista de tus ojos: mas sabe, que sobre todas estas cosas te traerá Dios á juicio.
Oh si él me besara con ósculos de su boca! Porque mejores son tus amores que el vino.
Por el olor de tus suaves unguüentos, (Ungüento derramado es tu nombre,) Por eso las doncellas te amaron.
Llévame en pos de ti, correremos. Metióme el rey en sus cámaras: Nos gozaremos y alegraremos en ti; Acordarémonos de tus amores más que del vino: Los rectos te aman.
Hazme saber, ó tú á quien ama mi alma, Dónde repastas, dónde haces tener majada al medio día: Porque, ¿por qué había yo de estar como vagueando Tras los rebaños de tus compañeros?
Si tú no lo sabes, oh hermosa entre las mujeres, Sal, yéndote por las huellas del rebaño, Y apacienta tus cabritas junto á las cabañas de los pastores.
Hermosas son tus mejillas entre los pendientes, Tu cuello entre los collares.
He aquí que tú eres hermosa, amiga mía; He aquí que eres bella: tus ojos de paloma.
HE aquí que tú eres hermosa, amiga mía, he aquí que tú eres hermosa; Tus ojos entre tus guedejas como de paloma; Tus cabellos como manada de cabras, Que se muestran desde el monte de Galaad.
Tus dientes, como manadas de trasquiladas ovejas, Que suben del lavadero, Todas con crías mellizas, Y ninguna entre ellas estéril.
Tus labios, como un hilo de grana, Y tu habla hermosa; Tus sienes, como cachos de granada á la parte adentro de tus guedejas.
Tus dos pechos, como dos cabritos mellizos de gama, Que son apacentados entre azucenas.
Prendiste mi corazón, hermana, esposa mía; Has preso mi corazón con uno de tus ojos, Con una gargantilla de tu cuello.
Cuán hermosos son tus amores, hermana, esposa mía! Cuánto mejores que el vino tus amores, Y el olor de tus ungüentos que todas las especias aromáticas!
Como panal de miel destilan tus labios, oh esposa; Miel y leche hay debajo de tu lengua; Y el olor de tus vestidos como el olor del Líbano.
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