897 casos

'Las' en la Biblia

Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan; porque las obras que el Padre me dio que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me ha enviado.

Entonces sus hermanos le dijeron: Sal de aquí, y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces.

Estas palabras habló Jesús en el lugar de las ofrendas, enseñando en el templo; y nadie le prendió, porque aún no había llegado su hora.

Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais.

Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Le dijeron entonces: Nosotros no somos nacidos de fornicación; un Padre tenemos, que es Dios.

De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, el tal es ladrón y salteador.

Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es.

Y cuando ha sacado sus propias ovejas, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz.

Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas.

Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa.

Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no tiene cuidado de las ovejas.

Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí;

Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas; y su rostro estaba envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.

Estas cosas no las entendieron sus discípulos al principio; pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas de Él, y que le habían hecho estas cosas.

Entonces Jesús les dijo: Aún por un poco está la luz entre vosotros; andad entre tanto que tenéis luz, no sea que os sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe a dónde va.

De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, las obras que yo hago él también las hará; y mayores que éstas hará, porque yo voy a mi Padre.

Si yo no hubiese hecho entre ellos obras que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; pero ahora también ellos las han visto, y nos han aborrecido a mí y a mi Padre.

Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, son de ti;

Pero Jesús, sabiendo todas las cosas que habían de venir sobre Él, salió y les dijo: ¿A quién buscáis?

Entonces los judíos, por cuanto era el día de la preparación, para que los cuerpos no quedasen en la cruz en el sábado (porque era gran día aquel sábado), rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados.

Y vinieron los soldados y quebraron las piernas al primero, y al otro que había sido crucificado con Él.

Pero cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas.

Y ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Entonces vino Jesús, estando las puertas cerradas, y poniéndose en medio, dijo: Paz a vosotros.

Y ciertamente muchas otras señales hizo Jesús en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro.

Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro, entristecido de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? Le dijo: Señor, tú sabes todas las cosas; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.

Y hay también muchas otras cosas que Jesús hizo, las cuales si se escribiesen una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén.

En el primer tratado, oh Teófilo, he hablado de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar,

Y en aquellos días Pedro se levantó en medio de los discípulos (el número de las personas allí reunidas, era como de ciento veinte), y dijo:

Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones debajo del cielo.

en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las partes de Libia que está más allá de Cirene, y romanos extranjeros, tanto judíos como prosélitos,

Porque Moisés en verdad dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará Profeta de vuestros hermanos, como yo; a Él oiréis en todas las cosas que os hablare.

Y ningún necesitado había entre ellos; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido,

tanto que sacaban los enfermos a las calles, y los ponían en camas y lechos, para que al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos.

diciendo: De cierto, la cárcel hemos hallado cerrada con toda seguridad, y los guardas afuera de pie ante las puertas; pero cuando abrimos, a nadie hallamos dentro.

A éstos presentaron delante de los apóstoles, quienes orando, les impusieron las manos.

Pues le hemos oído decir que este Jesús de Nazaret destruirá este lugar, y cambiará las costumbres que nos dio Moisés.

Y Saulo consentía en su muerte. Y en aquel tiempo fue hecha una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén; y todos fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles.

Entonces Simón mismo también creyó, y cuando fue bautizado, permaneció con Felipe, y viendo las maravillas y grandes milagros que se hacían, estaba atónito.

Entonces les impusieron las manos, y recibieron el Espíritu Santo.

Y cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero,

diciendo: Dadme también a mí este poder, para que cualquiera a quien yo impusiere las manos, reciba el Espíritu Santo.

Pero Felipe se halló en Azoto; y pasando, predicaba el evangelio en todas las ciudades, hasta que llegó a Cesarea.

y pidió de él cartas para las sinagogas de Damasco, para que si hallase algunos de este Camino, ya fuesen hombres o mujeres, los trajese presos a Jerusalén.

Y Ananías fue y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recobres la vista y seas lleno del Espíritu Santo.

Y luego predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que Éste es el Hijo de Dios.

Pedro entonces levantándose, fue con ellos. Y cuando llegó, le llevaron al aposento alto, y todas las viudas le rodearon, llorando y mostrando las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía cuando estaba con ellas.

Reina Valera Gómez (© 2010)