83 casos

'Lo' en la Biblia

¿No le has tú cercado á él, y á su casa, y á todo lo que tiene en derredor? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto su hacienda ha crecido sobre la tierra.

Mas extiende ahora tu mano, y toca á todo lo que tiene, y verás si no te blasfema en tu rostro.

Y Jehová dijo á Satán: ¿No has considerado á mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado de mal, y que aun retiene su perfección, habiéndome tú incitado contra él, para que lo arruinara sin caus

Y respondiendo Satán dijo á Jehová: Piel por piel, todo lo que el hombre tiene dará por su vida.

Los cuales alzando los ojos desde lejos, no lo conocieron, y lloraron á voz en grito; y cada uno de ellos rasgó su manto, y esparcieron polvo sobre sus cabezas hacia el cielo.

Aféenlo tinieblas y sombra de muerte; Repose sobre él nublado, Que lo haga horrible como caliginoso día.

Porque el temor que me espantaba me ha venido, Y hame acontecido lo que temía.

De la mañana á la tarde son quebrantados, Y se pierden para siempre, sin haber quien lo considere.

He aquí lo que hemos inquirido, lo cual es así: Oyelo, y juzga tú para contigo.

¿Comeráse lo desabrido sin sal? ¿O habrá gusto en la clara del huevo?

Quién me diera que viniese mi petición, Y que Dios me otorgase lo que espero;

¿Qué es el hombre, para que lo engrandezcas, Y que pongas sobre él tu corazón,

Y lo visites todas las mañanas, Y todos los momentos lo pruebes?

He aquí que él pasará delante de mí, y yo no lo veré; Y pasará, y no lo entenderé.

Es más alto que los cielos: ¿qué harás? Es más profundo que el infierno: ¿cómo lo conocerás?

Y en efecto, pregunta ahora á las bestias, que ellas te enseñarán; Y á las aves de los cielos, que ellas te lo mostrarán;

O habla á la tierra, que ella te enseñará; Los peces de la mar te lo declararán también.

Como vosotros lo sabéis, lo sé yo; No soy menos que vosotros.

Escuchadme, y hablaré yo, Y véngame después lo que viniere.

A lo menos dos cosas no hagas conmigo; Entonces no me esconderé de tu rostro:

Si tú lo dejares, él dejará de ser: Entre tanto deseará, como el jornalero, su día.

Sus hijos serán honrados, y él no lo sabrá; O serán humillados, y no entenderá de ellos.

Escúchame; yo te mostraré Y te contaré lo que he visto:

(Lo que los sabios nos contaron De sus padres, y no lo encubrieron;

Estruendos espantosos hay en sus oídos; En la paz le vendrá quien lo asuele.

El le acometerá en la cerviz, En lo grueso de las hombreras de sus escudos:

De todas partes lo asombrarán temores, Y haránle huir desconcertado.

Al cual yo tengo de ver por mí, Y mis ojos lo verán, y no otro, Aunque mis riñones se consuman dentro de mí.

Mas debierais decir: ¿Por qué lo perseguimos? Ya que la raíz del negocio en mí se halla.

Sus hijos pobres andarán rogando; Y sus manos tornarán lo que él robó.

Si el mal se endulzó en su boca, Si lo ocultaba debajo de su lengua;

Si le parecía bien, y no lo dejaba, Mas antes lo detenía entre su paladar;

Por tanto, no sentirá él sosiego en su vientre, Ni salvará nada de lo que codiciaba.

Todas tinieblas están guardadas para sus secretos: Fuego no soplado lo devorará; Su sucesor será quebrantado en su tienda.

¿Quién le denunciará en su cara su camino? Y de lo que él hizo, ¿quién le dará el pago?

¿No está Dios en la altura de los cielos? Mira lo encumbrado de las estrellas, cuán elevadas están.

Yo sabría lo que él me respondería, Y entendería lo que me dijese.

He aquí yo iré al oriente, y no lo hallaré; Y al occidente, y no lo percibiré:

Si al norte él obrare, yo no lo veré; Al mediodía se esconderá, y no lo veré.

El pues acabará lo que ha determinado de mí: Y muchas cosas como estas hay en él.

Por lo cual yo me espanto en su presencia: Consideraré, y temerélo.

Yo os enseñaré en orden á la mano de Dios: No esconderé lo que hay para con el Omnipotente.

He aquí que todos vosotros lo habéis visto: ¿Por qué pues os desvanecéis con fantasía?

Asirán de él terrores como aguas: Torbellino lo arrebatará de noche.

Lo antecogerá el solano, y partirá; Y tempestad lo arrebatará del lugar suyo.

Detuvo los ríos en su nacimiento, E hizo salir á luz lo escondido.

Si me reía con ellos, no lo creían: Y no abatían la luz de mi rostro.

Ciertamente yo lo llevaría sobre mi hombro, Y me lo ataría en lugar de corona.

Que le diga que Dios tuvo de él misericordia, Que lo libró de descender al sepulcro, Que halló redención:

El mira sobre los hombres; y el que dijere: Pequé, y pervertí lo recto, Y no me ha aprovechado;

Escojamos para nosotros el juicio, Conozcamos entre nosotros cuál sea lo bueno;

No carga pues él al hombre más de lo justo, Para que vaya con Dios á juicio.

Y si él diere reposo, ¿quién inquietará? Si escondiere el rostro, ¿quién lo mirará? Esto sobre una nación, y lo mismo sobre un hombre;

¿Ha de ser eso según tu mente? El te retribuirá, ora rehuses, Ora aceptes, y no yo: Di si no, lo que tú sabes.

Aunque más digas, No lo mirará; Haz juicio delante de él, y en él espera.

Por lo cual teme que en su ira no te quite con golpe, El cual no puedas apartar de ti con gran rescate.

Debajo de todos los cielos lo dirige, Y su luz hasta los fines de la tierra.

Asimismo por sus designios se revuelven las nubes en derredor, Para hacer sobre la haz del mundo, En la tierra, lo que él les mandara.

¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes? ¿O quién extendió sobre ella cordel?

Lo cual tengo yo reservado para el tiempo de angustia, Para el día de la guerra y de la batalla?

Lo oculto de los montes es su pasto, Y anda buscando todo lo que está verde.

El es la cabeza de los caminos de Dios: El que lo hizo, puede hacer que su cuchillo á él se acerque.

Echaráse debajo de las sombras, En lo oculto de las cañas, y de los lugares húmedos.

Los árboles sombríos lo cubren con su sombra; Los sauces del arroyo lo cercan.

¿Hará concierto contigo Para que lo tomes por siervo perpetuo?

¿Jugarás tú con él como con pájaro, O lo atarás para tus niñas?

Nadie hay tan osado que lo despierte: ¿Quién pues podrá estar delante de mí?

Yo no callaré sus miembros, Ni lo de sus fuerzas y la gracia de su disposición.

Cuando alguno lo alcanzare, ni espada, Ni lanza, ni dardo, ni coselete durará.

¿Quién es el que oscurece el consejo sin ciencia? Por tanto yo denunciaba lo que no entendía; Cosas que me eran ocultas, y que no las sabía.

Y aconteció que después que habló Jehová estas palabras á Job, Jehová dijo á Eliphaz Temanita: Mi ira se encendió contra ti y tus dos compañeros: porque no habéis hablado por mí lo recto, como mi siervo Job.

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