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y no penséis decir dentro de vosotros mismos: A Abraham tenemos por padre; porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras.
Y vino a Él el tentador, y le dijo: Si eres el Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.
Ponte de acuerdo pronto con tu adversario, mientras estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez te entregue al alguacil, y seas echado en la cárcel.
Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre.
Porque los gentiles buscan todas estas cosas; mas vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.
Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
Cualquiera, pues, que oye estas mis palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca.
Y todo el que oye estas mis palabras y no las hace, será comparado al hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena;
Y fue que, cuando Jesús hubo acabado estas palabras, la gente se maravillaba de su doctrina;
Hablándoles Él estas cosas, he aquí vino un principal y le adoró, diciendo: Mi hija ahora estará muerta; mas ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá.
En aquel tiempo, respondió Jesús y dijo: Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños.
Todas estas cosas habló Jesús por parábolas a la multitud, y sin parábolas no les hablaba;
Jesús les dijo: ¿Habéis entendido todas estas cosas? Ellos respondieron: Sí, Señor.
Y aconteció que acabando Jesús estas parábolas, se fue de allí.
¿Y no están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene Éste todas estas cosas?
Estas cosas son las que contaminan al hombre, pero el comer con las manos sin lavar no contamina al hombre.
Y aconteció que cuando Jesús hubo acabado estas palabras, se fue de Galilea, y vino a las costas de Judea al otro lado del Jordán.
Y cuando vino al templo, mientras enseñaba, vinieron los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo, diciendo: ¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te dio esta autoridad?
Y respondiendo Jesús, les dijo: Yo también os preguntaré una cosa, la cual si me respondiereis, también yo os diré con qué autoridad hago estas cosas.
Y respondiendo a Jesús, dijeron: No sabemos. Y Él les dijo: Tampoco yo os digo con qué autoridad hago estas cosas.
Y sentándose Él en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del mundo?
Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, sabed que está cerca, a las puertas.
Y aconteció que cuando Jesús hubo acabado todas estas palabras, dijo a sus discípulos:
Y al instante Jesús, conociendo en su espíritu que pensaban de esta manera dentro de sí mismos, les dijo: ¿Por qué pensáis estas cosas en vuestros corazones?
Y llegado el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos, oyéndole, estaban atónitos, diciendo: ¿De dónde tiene Éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es ésta que le es dada, que tales maravillas son hechas por sus manos?
invalidando la palabra de Dios por vuestra tradición que disteis. Y muchas cosas hacéis semejantes a éstas.
Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.
Pero él, afligido por estas palabras, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.
y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te dio la autoridad para hacer estas cosas?
Y Jesús, respondiendo, les dijo: Yo también os haré una pregunta; y respondedme, y os diré con qué autoridad hago estas cosas:
Y ellos, respondiendo, dijeron a Jesús: No sabemos. Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Tampoco yo os diré con qué autoridad hago estas cosas.
Y viendo Jesús que él había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Y ya ninguno osaba preguntarle.
Dinos, ¿cuándo serán estas cosas? ¿Y qué señal habrá cuando todas estas cosas hayan de cumplirse?
Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca, a las puertas.
Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas;
Y respondiendo el ángel le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y soy enviado a hablarte y darte estas buenas nuevas.
Y vino temor sobre todos sus vecinos; y todas estas cosas se divulgaron por todas las montañas de Judea.
Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Y descendió con ellos, y vino a Nazaret, y estaba sujeto a ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón.
Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no comencéis a decir en vosotros mismos: Tenemos a Abraham por padre; porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras.
Y cuando oyeron estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira;
Y después de estas cosas salió, y vio a un publicano llamado Leví, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme.
Y los discípulos de Juan le dieron las nuevas de todas estas cosas.
Y otra parte cayó en buena tierra, y nació, y llevó fruto a ciento por uno. Y hablando estas cosas, dijo a gran voz: El que tiene oídos para oír, oiga.
Y aconteció como ocho días después de estas palabras, que tomó a Pedro y a Juan y a Jacobo, y subió al monte a orar.
Dejad que estas palabras penetren en vuestros oídos, porque el Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres.
Después de estas cosas, designó el Señor también a otros setenta, y los envió de dos en dos delante de su faz, a toda ciudad y lugar a donde Él había de venir.
En aquella misma hora Jesús se regocijó en su espíritu, y dijo: Te doy gracias, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. Sí Padre, porque así te agradó.
Y respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, estás afanada y turbada con muchas cosas:
Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en el cielo; santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
Y aconteció que diciendo estas cosas, una mujer de entre la multitud, levantando la voz, le dijo: Bienaventurado el vientre que te trajo, y los pechos que mamaste.
Y diciéndoles estas cosas, los escribas y los fariseos comenzaron a acosarle en gran manera, para provocarle a que hablase de muchas cosas;
Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas.
Mas buscad primeramente el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas.
Y diciendo Él estas cosas, se avergonzaban todos sus adversarios. Y todo el pueblo se regocijaba de todas las cosas gloriosas que eran hechas por Él.
Y vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Ve pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y mete acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos.
Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo.
Y oían también todas estas cosas los fariseos, los cuales eran avaros, y se burlaban de Él.
Pero ellos no entendían nada de estas cosas, y esta palabra les era encubierta, y no entendían lo que se decía.
Y oyendo ellos estas cosas, Él prosiguió y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y porque ellos pensaban que pronto se manifestaría el reino de Dios.
y le hablaron, diciendo: Dinos: ¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿O quién es el que te ha dado esta autoridad?
Entonces Jesús les dijo: Yo tampoco os digo con qué autoridad hago estas cosas.
En cuanto a estas cosas que veis, días vendrán que no quedará piedra sobre piedra que no sea derribada.
Y le preguntaron, diciendo: Maestro, ¿cuándo será esto? ¿Y qué señal habrá cuando estas cosas hayan de suceder?
Y cuando oyereis de guerras y sediciones, no os aterréis; porque es necesario que estas cosas acontezcan primero; pero aún no es el fin.
Pero antes de todas estas cosas os echarán mano, y os perseguirán, y os entregarán a las sinagogas y a las cárceles, y os traerán ante reyes y gobernadores por causa de mi nombre.
Y cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestras cabezas, porque vuestra redención está cerca.
Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.
Velad, pues, orando en todo tiempo, que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que han de venir, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre.
Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué se hará?
Y todos sus conocidos, y las mujeres que le habían seguido desde Galilea, estaban lejos mirando estas cosas.
Y regresando del sepulcro, dijeron todas estas cosas a los once, y a todos los demás.
Eran María Magdalena, y Juana, y María la madre de Jacobo, y las demás que estaban con ellas, quienes dijeron estas cosas a los apóstoles.
Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis y estáis tristes?
Pero nosotros esperábamos que Él era el que había de redimir a Israel, y además de todo esto, hoy es el tercer día que estas cosas acontecieron.
¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria?
Y mientras ellos hablaban estas cosas, Jesús mismo se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros.
Y les dijo: Éstas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros; que era necesario que se cumpliesen todas las cosas que están escritas de mí en la ley de Moisés, y en los profetas, y en los Salmos.
Estas cosas acontecieron en Betábara, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.
Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que éstas verás.
Jesús les dijo: Llenad de agua estas tinajas. Y las llenaron hasta arriba.
Después de estas cosas, vino Jesús con sus discípulos a la tierra de Judea; y estuvo allí con ellos, y bautizaba.
Después de estas cosas había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén.
Y por esta causa los judíos perseguían a Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en sábado.
Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que Él hace; y mayores obras que éstas le mostrará, de manera que vosotros os maravilléis.
Después de estas cosas, Jesús se fue al otro lado del mar de Galilea, que es de Tiberias.
Estas cosas dijo en la sinagoga, enseñando en Capernaúm.
Después de estas cosas, andaba Jesús en Galilea; pues no quería andar en Judea porque los judíos procuraban matarle.
Pues nadie hace algo en secreto cuando procura darse a conocer. Si estas cosas haces, manifiéstate al mundo.
Los fariseos oyeron al pueblo que murmuraba de Él estas cosas; y los príncipes de los sacerdotes y los fariseos enviaron alguaciles para que le prendiesen.
Estas palabras habló Jesús en el lugar de las ofrendas, enseñando en el templo; y nadie le prendió, porque aún no había llegado su hora.
Entonces Jesús les dijo: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces entenderéis que yo soy, y que nada hago de mí mismo; sino que como mi Padre me enseñó, así hablo estas cosas.
Hablando Él estas cosas, muchos creyeron en Él.
Y volvió a haber disensión entre los judíos por estas palabras.
Otros decían: Estas palabras no son de endemoniado: ¿Puede acaso el demonio abrir los ojos de los ciegos?
Estas cosas dijo Él; y después de esto les dijo: Nuestro amigo Lázaro duerme; mas yo voy a despertarle del sueño.
Estas cosas no las entendieron sus discípulos al principio; pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas de Él, y que le habían hecho estas cosas.
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