'Sus' en la Biblia

Antes murmuraron en sus tiendas, Y no oyeron la voz de Jehová.

Y ensañaron á Dios con sus obras, Y desarrollóse la mortandad en ellos.

Porque hicieron se rebelase su espíritu, Como lo expresó con sus labios.

Antes se mezclaron con las gentes, Y aprendieron sus obras.

Y sirvieron á sus ídolos; Los cuales les fueron por ruina.

Y sacrificaron sus hijos y sus hijas á los demonios;

Y derramaron la sangre inocente, la sangre de sus hijos y de sus hijas, Que sacrificaron á los ídolos de Canaán: Y la tierra fué contaminada con sangre.

Contamináronse así con sus obras, Y fornicaron con sus hechos.

Y sus enemigos los oprimieron, Y fueron quebrantados debajo de su mano.

Y acordábase de su pacto con ellos, Y arrepentíase conforme á la muchedumbre de sus miseraciones.

Habiendo empero clamado á Jehová en su angustia, Librólos de sus aflicciones:

Alaben la misericordia de Jehová, Y sus maravillas para con los hijos de los hombres.

Por lo que quebrantó él con trabajo sus corazones, Cayeron y no hubo quien los ayudase;

Luego que clamaron á Jehová en su angustia, Librólos de sus aflicciones.

Sacólos de las tinieblas y de la sombra de muerte, Y rompió sus prisiones.

Alaben la misericordia de Jehová, Y sus maravillas para con los hijos de los hombres.

Los insensatos, á causa del camino de su rebelión Y á causa de sus maldades, fueron afligidos.

Mas clamaron á Jehová en su angustia, Y salvólos de sus aflicciones.

Alaben la misericordia de Jehová, Y sus maravillas para con los hijos de los hombres:

Y sacrifiquen sacrificios de alabanza, Y publiquen sus obras con júbilo.

Ellos han visto las obras de Jehová, Y sus maravillas en el profundo.

El dijo, é hizo saltar el viento de la tempestad, Que levanta sus ondas.

Suben á los cielos, descienden á los abismos: Sus almas se derriten con el mal.

Claman empero á Jehová en su angustia, Y líbralos de sus aflicciones.

Hace parar la tempestad en sosiego, Y se apaciguan sus ondas.

Alaben la misericordia de Jehová, Y sus maravillas para con los hijos de los hombres.

Y los bendice, y se multiplican en gran manera; Y no disminuye sus bestias.

Sean sus días pocos: Tome otro su oficio.

Sean sus hijos huérfanos, Y su mujer viuda.

Y anden sus hijos vagabundos, y mendiguen; Y procuren su pan lejos de sus desolados hogares.

No tenga quien le haga misericordia; Ni haya quien tenga compasión de sus huérfanos.

Venga en memoria cerca de Jehová la maldad de sus padres, Y el pecado de su madre no sea borrado.

Y vistióse de maldición como de su vestido, Y entró como agua en sus entrañas, Y como aceite en sus huesos.

Hizo memorables sus maravillas: Clemente y misericordioso es Jehová.

El poder de sus obras anunció á su pueblo, Dándole la heredad de las gentes.

Las obras de sus manos son verdad y juicio: Fieles son todos sus mandamientos;

Aleluya. BIENAVENTURADO el hombre que teme á Jehová, Y en sus mandamientos se deleita en gran manera.

El hombre de bien tiene misericordia y presta; Gobierna sus cosas con juicio.

Asentado está su corazón, no temerá, Hasta que vea en sus enemigos su deseo.

Sus ídolos son plata y oro, Obra de manos de hombres.

¿Qué pagaré á Jehová Por todos sus beneficios para conmigo?

Estimada es en los ojos de Jehová La muerte de sus santos.

Bienaventurados los que guardan sus testimonios, Y con todo el corazón le buscan:

Pues no hacen iniquidad Los que andan en sus caminos.

He aquí como los ojos de los siervos miran á la mano de sus señores, Y como los ojos de la sierva á la mano de su señora; Así nuestros ojos miran á Jehová nuestro Dios, Hasta que haya misericordia de nosotros.

Bendito Jehová, Que no nos dió por presa á sus dientes.

Porque no reposará la vara de la impiedad sobre la suerte de los justos; Porque no extiendan los justos sus manos á la iniquidad.

Haz bien, oh Jehová, á los buenos, Y á los que son rectos en sus corazones.

Mas á los que se apartan tras sus perversidades, Jehová los llevará con los que obran iniquidad: Y paz sea sobre Israel.

Irá andando y llorando el que lleva la preciosa simiente; Mas volverá á venir con regocijo, trayendo sus gavillas.

Cántico gradual. BIENAVENTURADO todo aquel que teme á Jehová, Que anda en sus caminos.

De la cual no hinchió segador su mano, Ni sus brazos el que hace gavillas.

Y él redimirá á Israel De todos sus pecados.

Entraremos en sus tiendas; Encorvarnos hemos al estrado de sus pies.

Si tus hijos guardaren mi alianza, Y mi testimonio que yo les enseñaré, Sus hijos también se sentarán sobre tu trono para siempre.

A su mantenimiento daré bendición: Sus pobres saciaré de pan.

Asimismo vestiré á sus sacerdotes de salud, Y sus santos darán voces de júbilo.

A sus enemigos vestiré de confusión: Mas sobre él florecerá su corona.

Es como el buen óleo sobre la cabeza, El cual desciende sobre la barba, La barba de Aarón, Y que baja hasta el borde de sus vestiduras;

El hace subir las nubes del cabo de la tierra; El hizo los relámpagos para la lluvia; El saca los vientos de sus tesoros.

Envió señales y prodigios en medio de ti, oh Egipto, Sobre Faraón, y sobre todos sus siervos.

Porque juzgará Jehová su pueblo, Y arrepentiráse sobre sus siervos.

Tienen orejas, y no oyen; Tampoco hay espíritu en sus bocas.

Al que hirió á Egipto en sus primogénitos, Porque para siempre es su misericordia.

Así que ­cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ­Cuán multiplicadas son sus cuentas!

Aguzaron su lengua como la serpiente; Veneno de áspid hay debajo de sus labios. (Selah.)

No des, oh Jehová, al impío sus deseos; No saques adelante su pensamiento, que no se ensoberbezca. (Selah.)

En cuanto á los que por todas partes me rodean, La maldad de sus propios labios cubrirá su cabeza.

No dejes se incline mi corazón á cosa mala, A hacer obras impías Con los que obran iniquidad, Y no coma yo de sus deleites.

Que el justo me castigue, será un favor, Y que me reprenda será un excelente bálsamo. Que no me herirá la cabeza: Así que aun mi oración tendrán en sus calamidades.

Serán derribados en lugares peñascosos sus jueces, Y oirán mis palabras, que son suaves.

Caigan los impíos á una en sus redes, Mientras yo pasaré adelante.

El hombre es semejante á la vanidad: Sus días son como la sombra que pasa.

Bueno es Jehová para con todos; Y sus misericordia sobre todas sus obras.

Para notificar á los hijos de los hombre sus valentías, Y la gloria de la magnificencia de su reino.

Justo es Jehová en todos sus caminos, Y misericordioso en todas sus obras.

Saldrá su espíritu, tornaráse en su tierra: En aquel día perecerán sus pensamientos.

El sana á los quebrantados de corazón, Y liga sus heridas.

El cuenta el número de las estrellas; A todas ellas llama por sus nombres.

El denuncia sus palabras á Jacob, Sus estatutos y sus juicios á Israel.

No ha hecho esto con toda gente; Y no conocieron sus juicios. Aleluya.

Alabadle, vosotros todos sus ángeles: Alabadle, vosotros todos sus ejércitos.

El ensalzó el cuerno de su pueblo; Aláben le todos sus santos, los hijos de Israel, El pueblo á él cercano. Aleluya.

Gozarse han los píos con gloria: Cantarán sobre sus camas.

Ensalzamientos de Dios modularán en sus gargantas. Y espadas de dos filos habrá en sus manos;

Para aprisionar sus reyes en grillos, Y sus nobles con cadenas de hierro;

Para ejecutar en ellos el juicio escrito: Gloria será esta para todos sus santos. Aleluya.

Alabadle por sus proezas: Alabadle conforme á la muchedumbre de su grandeza.

Para entender parábola y declaración; Palabras de sabios, y sus dichos oscuros.

Hijo mío, no andes en camino con ellos; Aparta tu pie de sus veredas:

Porque sus pies correrán al mal, E irán presurosos á derramar sangre.

Mas ellos á su propia sangre ponen asechanzas, Y á sus almas tienden lazo.

Tales son las sendas de todo el que es dado á la codicia, La cual prenderá el alma de sus poseedores.

Clama en los principales lugares de concurso; En las entradas de las puertas de la ciudad dice sus razones:

Comerán pues del fruto de su camino, Y se hartarán de sus consejos.

Es el que guarda las veredas del juicio, Y preserva el camino de sus santos.

Cuyas veredas son torcidas, Y torcidos sus caminos.

Para librarte de la mujer extraña, De la ajena que halaga con sus palabras;

Por lo cual su casa está inclinada á la muerte, Y sus veredas hacia los muertos:

Porque su mercadería es mejor que la mercadería de la plata, Y sus frutos más que el oro fino.