'Sus' en la Biblia
E iban sus hijos y hacían banquetes en sus casas, cada uno en su día; y enviaban á llamar sus tres hermanas, para que comiesen y bebiesen con ellos.
¿No le has tú cercado á él, y á su casa, y á todo lo que tiene en derredor? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto su hacienda ha crecido sobre la tierra.
Y un día aconteció que sus hijos é hijas comían y bebían vino en casa de su hermano el primogénito,
Y él le dijo: Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. También recibimos el bien de Dios, ¿y el mal no recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios.
Los cuales alzando los ojos desde lejos, no lo conocieron, y lloraron á voz en grito; y cada uno de ellos rasgó su manto, y esparcieron polvo sobre sus cabezas hacia el cielo.
O con los príncipes que poseían el oro, Que henchían sus casas de plata.
He aquí que en sus siervos no confía, Y notó necedad en sus ángeles
Sus hijos estarán lejos de la salud, Y en la puerta serán quebrantados, Y no habrá quien los libre.
Que frustra los pensamientos de los astutos, Para que sus manos no hagan nada:
Porque él es el que hace la llaga, y él la vendará: El hiere, y sus manos curan.
CIERTAMENTE tiempo limitado tiene el hombre sobre la tierra, Y sus días son como los días del jornalero.
Porque pregunta ahora á la edad pasada, Y disponte para inquirir de sus padres de ellos;
A manera de un árbol, está verde delante del sol, Y sus renuevos salen sobre su huerto;
Vanse entretejiendo sus raíces junto á una fuente, Y enlazándose hasta un lugar pedregoso.
Que remueve la tierra de su lugar, Y hace temblar sus columnas:
La tierra es entregada en manos de los impíos, Y él cubre el rostro de sus jueces. Si no es él, ¿quién es? ¿dónde está?
Mas oh quién diera que Dios hablara, Y abriera sus labios contigo,
Aquel cuyos pies van á resbalar, Es como una lámpara despreciada de aquel que está á sus anchuras.
El suelta la atadura de los tiranos, Y ata el cinto á sus lomos.
Ciertamente sus días están determinados, y el número de sus meses está cerca de ti: Tú le pusiste términos, de los cuales no pasará.
Porque si el árbol fuere cortado, aún queda de él esperanza; retoñecerá aún, Y sus renuevos no faltarán.
Sus hijos serán honrados, y él no lo sabrá; O serán humillados, y no entenderá de ellos.
He aquí que en sus santos no confía, Y ni los cielos son limpios delante de sus ojos:
(Lo que los sabios nos contaron De sus padres, y no lo encubrieron;
Estruendos espantosos hay en sus oídos; En la paz le vendrá quien lo asuele.
El le acometerá en la cerviz, En lo grueso de las hombreras de sus escudos:
No se escapará de las tinieblas: La llama secará sus ramos, Y con el aliento de su boca perecerá.
El será cortado antes de su tiempo, Y sus renuevos no reverdecerán.
Su furor me destrizó, y me ha sido contrario: Crujió sus dientes contra mí; Contra mí aguzó sus ojos mi enemigo.
Cercáronme sus flecheros, Partió mis riñones, y no perdonó: Mi hiel derramó por tierra.
El que denuncia lisonjas á sus prójimos, Los ojos de sus hijos desfallezcan.
Porque red será echada en sus pies, Y sobre red andará.
El primogénito de la muerte comerá los ramos de su piel, Y devorará sus miembros.
Abajo se secarán sus raíces, Y arriba serán cortadas sus ramas.
No tendrá hijo ni nieto en su pueblo, Ni quien le suceda en sus moradas.
E hizo inflamar contra mí su furor, Y contóme para sí entre sus enemigos.
Vinieron sus ejércitos á una, y trillaron sobre mí su camino, Y asentaron campo en derredor de mi tienda.
Los moradores de mi casa y mis criadas me tuvieron por extraño; Forastero fuí yo en sus ojos.
Sus hijos pobres andarán rogando; Y sus manos tornarán lo que él robó.
Sus huesos están llenos de sus mocedades, Y con él serán sepultados en el polvo.
Su comida se mudará en sus entrañas, Hiel de áspides será dentro de él.
Todas tinieblas están guardadas para sus secretos: Fuego no soplado lo devorará; Su sucesor será quebrantado en su tienda.
Su simiente con ellos, compuesta delante de ellos; Y sus renuevos delante de sus ojos.
Sus casas seguras de temor, Ni hay azote de Dios sobre ellos.
Sus vacas conciben, no abortan; Paren sus vacas, y no malogran su cría.
Salen sus chiquitos como manada, Y sus hijos andan saltando.
Gastan sus días en bien, Y en un momento descienden á la sepultura.
Dios guardará para sus hijos su violencia; Y le dará su pago, para que conozca.
Verán sus ojos su quebranto, Y beberá de la ira del Todopoderoso.
Porque ¿qué deleite tendrá él de su casa después de sí, Siendo cortado el número de sus meses?
Sus colodras están llenas de leche, Y sus huesos serán regados de tuétano.
Habíales él henchido sus casas de bienes. Sea empero el consejo de ellos lejos de mí.
Toma ahora la ley de su boca, Y pon sus palabras en tu corazón.
Del mandamiento de sus labios nunca me separé; Guardé las palabras de su boca más que mi comida.
PUESTO que no son ocultos los tiempos al Todopoderoso, ¿Por qué los que le conocen no ven sus días?
He aquí, como asnos monteses en el desierto, Salen á su obra madrugando para robar; El desierto es mantenimiento de sus hijos.
De dentro de sus paredes exprimen el aceite, Pisan los lagares, y mueren de sed.
Ellos son los que, rebeldes á la luz, Nunca conocieron sus caminos, Ni estuvieron en sus veredas.
Le dieron á crédito, y se afirmó: Sus ojos están sobre los caminos de ellos.
El señorío y el temor están con él: El hace paz en sus alturas.
¿Tienen sus ejércitos número? ¿Y sobre quién no está su luz?
He aquí que ni aun la misma luna será resplandeciente, Ni las estrellas son limpias delante de sus ojos.
Ata las aguas en sus nubes, Y las nubes no se rompen debajo de ellas.
He aquí, estas son partes de sus caminos: Mas cuán poco hemos oído de él! Porque el estruendo de sus fortalezas, ¿quién lo detendrá?
Si sus hijos fueren multiplicados, serán para el cuchillo; Y sus pequeños no se hartarán de pan;
Los que le quedaren, en muerte serán sepultados; Y no llorarán sus viudas.
El rico dormirá, mas no será recogido: Abrirá sus ojos, mas él no será.
Batirán sus manos sobre él, Y desde su lugar le silbarán.
CIERTAMENTE la plata tiene sus veneros, Y el oro lugar donde se forma.
De los peñascos cortó ríos, Y sus ojos vieron todo lo preciado.
Los príncipes detenían sus palabras, Ponían la mano sobre su boca;
Y quebraba los colmillos del inicuo, Y de sus dientes hacía soltar la presa.
Porque ¿para qué yo habría menester la fuerza de sus manos, En los cuales había perecido con el tiempo?
Si no me bendijeron sus lomos, Y del vellón de mis ovejas se calentaron;
Si mi tierra clama contra mí, Y lloran todos sus surcos;
Si comí su sustancia sin dinero, O afligí el alma de sus dueños;
Y CESARON estos tres varones de responder á Job, por cuanto él era justo en sus ojos.
Enojóse asimismo con furor contra sus tres amigos, porque no hallaban qué responder, aunque habían condenado á Job.
Os he pues prestado atención, Y he aquí que no hay de vosotros quien redarguya á Job, Y responda á sus razones.
Ahora bien, Job no enderezó á mí sus palabras, Ni yo le responderé con vuestras razones.
¿Por qué tomaste pleito contra él? Porque él no da cuenta de ninguna de sus razones.
También sobre su cama es castigado Con dolor fuerte en todos sus huesos,
Su carne desfallece sin verse, Y sus huesos, que antes no se veían, aparecen.
¿Cuánto menos á aquel que no hace acepción de personas de príncipes, Ni el rico es de él más respetado que el pobre? Porque todos son obras de sus manos.
Porque sus ojos están sobre los caminos del hombre, Y ve todos sus pasos.
Por cuanto así se apartaron de él, Y no consideraron todos sus caminos;
Que Job no habla con sabiduría, Y que sus palabras no son con entendimiento.
Deseo yo que Job sea probado ampliamente, A causa de sus respuestas por los hombres inicuos.
Porque á su pecado añadió impiedad: Bate las manos entre nosotros, Y contra Dios multiplica sus palabras.
Porque de cierto no son mentira mis palabras; Contigo está el que es íntegro en sus conceptos.
No quitará sus ojos del justo; Antes bien con los reyes los pondrá en solio para siempre, Y serán ensalzados.
El les dará á conocer la obra de ellos, Y que prevalecieron sus rebeliones.
Si oyeren, y le sirvieren, Acabarán sus días en bien, y sus años en deleites.
He aquí, Dios es grande, y nosotros no le conocemos; Ni se puede rastrear el número de sus años.
La bestia se entrará en su escondrijo, Y estaráse en sus moradas.
Asimismo por sus designios se revuelven las nubes en derredor, Para hacer sobre la haz del mundo, En la tierra, lo que él les mandara.
¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes? ¿O quién extendió sobre ella cordel?
¿Sobre qué están fundadas sus basas? ¿O quién puso su piedra angular,
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