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'De' en la Biblia

Entonces Jeremías entonó una elegía por Josías. Y todos los cantores y cantoras en sus lamentaciones hablan de Josías hasta hoy. Y las establecieron como ordenanza en Israel; he aquí, también están escritas en las Lamentaciones.

Los demás hechos de Josías, y su misericordia, conforme a lo que está escrito en la ley del SEÑOR,

y sus hechos, primeros y postreros, he aquí todo está escrito en el libro de los reyes de Israel y de Judá.

Entonces el pueblo de la tierra tomó a Joacaz hijo de Josías, y le hicieron rey en lugar de su padre en Jerusalén.

De veintitrés años era Joacaz cuando comenzó a reinar, y tres meses reinó en Jerusalén.

Y el rey de Egipto lo quitó de Jerusalén, y condenó la tierra en cien talentos de plata y uno de oro.

Y constituyó el rey de Egipto a su hermano Eliacim por rey sobre Judá y Jerusalén, y le mudó el nombre en Joacim; y a Joacaz su hermano tomó Necao, y lo llevó a Egipto.

Cuando comenzó a reinar Joacim era de veinticinco años, y reinó once años en Jerusalén: e hizo lo malo ante los ojos del SEÑOR su Dios.

Y subió contra él Nabucodonosor rey de Babilonia, y atado con cadenas de bronce lo llevó a Babilonia.

También llevó Nabucodonosor a Babilonia parte de los vasos de la Casa del SEÑOR, y los puso en su templo en Babilonia.

Los demás hechos de Joacim, y las abominaciones que hizo, y lo que en él se halló, he aquí todo está escrito en el libro de los reyes de Israel y de Judá; y reinó en su lugar Joaquín su hijo.

De ocho años era Joaquín cuando comenzó a reinar, y reinó tres meses y diez días en Jerusalén; e hizo lo malo ante los ojos del SEÑOR.

A la vuelta del año el rey Nabucodonosor envió, y lo hizo llevar a Babilonia juntamente con los vasos preciosos de la Casa del SEÑOR; y constituyó a Sedequías su hermano por rey sobre Judá y Jerusalén.

De veintiún años era Sedequías cuando comenzó a reinar, y once años reinó en Jerusalén.

E hizo lo malo ante los ojos del SEÑOR su Dios, y no se humilló delante de Jeremías profeta, que le hablaba de la boca del SEÑOR.

Se rebeló asimismo contra Nabucodonosor, al cual había jurado por Dios; y endureció su cerviz, y obstinó su corazón, para no volverse al SEÑOR Dios de Israel.

Y también todos los príncipes de los sacerdotes, y el pueblo, aumentaron la rebelión, rebelándose conforme a todas las abominaciones de los gentiles, y contaminando la Casa del SEÑOR, la cual él había santificado en Jerusalén.

Y el SEÑOR el Dios de sus padres envió a ellos por mano de sus mensajeros, levantándose de mañana y enviando; porque él tenía compasión de su pueblo, y de su habitación.

Por lo cual trajo contra ellos al rey de los caldeos, que mató a espada a sus jóvenes en la Casa de su santuario, sin perdonar joven, ni doncella, ni viejo, ni decrépito; todos los entregó en sus manos.

Asimismo todos los vasos de la Casa de Dios, grandes y chicos, los tesoros de la Casa del SEÑOR, y los tesoros del rey y de sus príncipes, todo lo llevó a Babilonia.

Y quemaron la Casa de Dios, y rompieron el muro de Jerusalén, y consumieron al fuego todos sus palacios, y destruyeron todos sus vasos deseables.

Los que quedaron de la espada, los pasaron a Babilonia; y fueron siervos de él y de sus hijos, hasta que vino el reino de los persas;

para que se cumpliera la palabra del SEÑOR por la boca de Jeremías, hasta que la tierra cumpliera sus sábados; porque todo el tiempo de su asolamiento reposó, hasta que los setenta años fueron cumplidos.

Mas al primer año de Ciro rey de los persas, para que se cumpliera la palabra del SEÑOR por boca de Jeremías, el SEÑOR despertó el espíritu de Ciro rey de los persas, el cual hizo pasar pregón por todo su reino, y también por escrito, diciendo:

Así dice Ciro rey de los persas: El SEÑOR Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra; y él me ha encargado que le edifique Casa en Jerusalén, que es en Judá. ¿Quién de vosotros hay de todo su pueblo? El SEÑOR su Dios sea con él, y suba.

Y en el primer año de Ciro rey de Persia, para que se cumpliera la palabra del SEÑOR dicha por boca de Jeremías, despertó el SEÑOR el espíritu de Ciro rey de Persia, el cual hizo pasar pregón por todo su reino, y también por escrito, diciendo:

Así dijo Ciro rey de Persia: El SEÑOR Dios de los cielos me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha mandado que le edifique Casa en Jerusalén, que está en Judá.

¿Quién hay entre vosotros de todo su pueblo? Sea Dios con él, y suba a Jerusalén que está en Judá, y edifique la Casa al SEÑOR Dios de Israel (él es Dios), la cual está en Jerusalén.

Y a cualquiera que hubiere quedado de todos los lugares donde fuere extranjero, los varones de su lugar le ayuden con plata, oro, hacienda, y con bestias; con dones voluntarios para la Casa de Dios, la cual está en Jerusalén.

Entonces se levantaron las cabezas de las familias de Judá y de Benjamín, y los sacerdotes y levitas; de todos aquellos cuyo espíritu despertó Dios para subir a edificar la Casa del SEÑOR, la cual está en Jerusalén.

Y todos los que estaban en sus alrededores confortaron las manos de ellos con vasos de plata y de oro, con hacienda y bestias, y con cosas preciosas, a más de lo que se ofreció voluntariamente.

Y el rey Ciro sacó los vasos de la Casa del SEÑOR, que Nabucodonosor había traspasado de Jerusalén, y puesto en la casa de su dios.

Los sacó, pues, Ciro rey de Persia, por mano de Mitrídates tesorero, el cual los dio por cuenta a Sesbasar príncipe de Judá.

Y ésta es la cuenta de ellos: treinta tazones de oro, mil tazones de plata, veintinueve cuchillos,

treinta tazas de oro, otras cuatrocientas diez tazas de plata, y otros mil vasos.

Todos los vasos de oro y de plata, cinco mil cuatrocientos. Todos los hizo llevar Sesbasar con los que subieron del cautiverio de Babilonia a Jerusalén.

Y éstos son los hijos de la provincia que subieron de la cautividad, de la transmigración que Nabucodonosor rey de Babilonia hizo traspasar a Babilonia, y que volvieron a Jerusalén y a Judá, cada uno a su ciudad;

los cuales vinieron con Zorobabel, Jesúa, Nehemías, Seraías, Reelaías, Mardoqueo, Bilsán, Mispar, Bigvai, Rehum y Baana. La cuenta de los varones del pueblo de Israel:

Los hijos de Paros, dos mil ciento setenta y dos;

los hijos de Pahat-moab, de los hijos de Jesuá y de Joab, dos mil ochocientos doce;

los hijos de Elam, mil doscientos cincuenta y cuatro;

los hijos de Azgad, mil doscientos veintidós;

los hijos de Quiriat-jearim, Cafira, y Beerot, setecientos cuarenta y tres;

los hijos de Lod, Hadid, y Ono, setecientos veinticinco;

Los sacerdotes: los hijos de Jedaías, de la casa de Jesúa, novecientos setenta y tres;

los hijos de Pasur, mil doscientos cuarenta y siete;

Los levitas: los hijos de Jesúa y de Cadmiel, de los hijos de Hodavías, setenta y cuatro.

Los hijos de los porteros: los hijos de Salum, los hijos de Ater, los hijos de Talmón, los hijos de Acub, los hijos de Hatita, los hijos de Sobai; en todos, ciento treinta y nueve.

Los netineos: los hijos de Ziha, los hijos de Hasufa, los hijos de Tabaot,

los hijos de Queros, los hijos de Siaha, los hijos de Padón;

los hijos de Lebana, los hijos de Hagaba, los hijos de Acub;

los hijos de Hagab, los hijos de Salmai, los hijos de Hanán;

los hijos de Gidel, los hijos de Gahar, los hijos de Reaía;

los hijos de Rezín, los hijos de Necoda, los hijos de Gazam;

los hijos de Uza, los hijos de Paseah, los hijos de Besai;

los hijos de Asena, los hijos de Meunim, los hijos de Nefusim;

los hijos de Bacbuc, los hijos de Hacufa, los hijos de Harhur;

los hijos de Bazlut, los hijos de Mehída, los hijos de Harsa;

los hijos de Barcos, los hijos de Sísara, los hijos de Tema;

los hijos de Nezía, los hijos de Hatifa.

Los hijos de los siervos de Salomón: los hijos de Sotai, los hijos de Soferet, los hijos de Peruda;

los hijos de Jaala, los hijos de Darcón, los hijos de Gidel;

los hijos de Sefatías, los hijos de Hatil, los hijos de Poqueret-hazebaim, los hijos de Ami.

Y éstos fueron los que subieron de Tel-mela, Tel-harsa, Querub, Addán, e Imer, los cuales no pudieron mostrar la casa de sus padres, ni su linaje, si eran de Israel.

Los hijos de Delaía, los hijos de Tobías, los hijos de Necoda, seiscientos cincuenta y dos.

Y de los hijos de los sacerdotes: los hijos de Habaía, los hijos de Cos, los hijos de Barzilai, el cual tomó mujer de las hijas de Barzilai galaadita, y fue llamado del nombre de ellas.

Estos buscaron su registro de genealogías, y no fue hallado; y fueron echados del sacerdocio por estar contaminados.

Y el Tirsata les dijo que no comieran de las cosas santísimas, hasta que hubiera sacerdote con Urim y Tumim.

Toda la congregación, unida como un varón, era de cuarenta y dos mil trescientos sesenta,

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