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'De' en la Biblia

Han puesto a fuego tus santuarios, han ensuciado en la tierra el tabernáculo de tu Nombre.

Dijeron en su corazón: Destruyámoslos de una vez; quemaron todos los lugares de ayuntamiento del pueblo de Dios en la tierra.

¿Hasta cuándo, oh Dios, nos afrentará el angustiador? ¿Ha de blasfemar el enemigo perpetuamente tu Nombre?

Pero Dios es mi rey ya de antiguo; el que obra salud en medio de la tierra.

Acuérdate de esto: que el enemigo ha dicho afrentas al SEÑOR, y que el pueblo loco ha blasfemado tu Nombre.

No entregues a las bestias el alma de tu tórtola; y no olvides para siempre la congregación de tus pobres.

No olvides las voces de tus enemigos; el alboroto de los que se levantan contra ti sube continuamente.

Al Músico principal: sobre No destruyas: Salmo de Asaph: Cántico. ALABARÉMOSTE, oh Dios, alabaremos; Que cercano está tu nombre: Cuenten tus maravillas.

Que la copa está en la mano del SEÑOR, y el vino es bermejo, lleno de mistura; y él derrama del mismo; ciertamente sus heces chuparán y tragarán todos los impíos de la tierra.

Al Músico principal: sobre Neginoth: Salmo de Asaph: Canción. DIOS es conocido en Judá: En Israel es grande su nombre.

Los fuertes de corazón fueron despojados; durmieron su sueño, y nada hallaron en sus manos todos los varones fuertes.

Por tu reprensión, oh Dios de Jacob, el carro y el caballo fueron adormecidos.

Cuando te levantaste, oh Dios, al juicio, para salvar a todos los mansos de la tierra. (Selah.)

Ciertamente la ira del hombre te acarreará alabanza; tú reprimirás el resto de las iras.

Prometed, y pagad al SEÑOR vuestro Dios todos los que estáis alrededor de él; traed presentes al que merece temor.

Cortará él el espíritu de los príncipes; terrible es a los reyes de la tierra.

Al Músico principal: para Jeduthún: Salmo de Asaph. CON mi voz clamé á Dios, A Dios clamé, y él me escuchará.

Tenías los párpados de mis ojos abiertos; estaba yo quebrantado, y no hablaba.

Consideraba los días desde el principio, los años de los siglos.

Me acordaba de mis canciones de noche; meditaba con mi corazón, y mi espíritu inquiría.

Y dije: Enfermedad mía es ésta; me acordaré de los años de la diestra del Altísimo,

Anduvo en derredor el sonido de tus truenos; los relámpagos alumbraron el mundo; la tierra se estremeció y tembló.

Escucha, pueblo mío, mi ley; inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca.

con el fin de poner su confianza en Dios, y no olvidar de las obras de Dios, y guardar sus mandamientos:

Los hijos de Efraín armados, flecheros, volvieron las espaldas en el día de la batalla.

antes se olvidaron de sus obras, y de sus maravillas que les había mostrado.

Delante de sus padres hizo maravillas en la tierra de Egipto, en el campo de Zoán.

Y mandó a las nubes de arriba, y abrió las puertas de los cielos,

e hizo llover sobre ellos maná para comer, y les dio trigo de los cielos.

Y las hizo caer en medio de su campamento, alrededor de sus tiendas.

No habían quitado de sí su deseo, aun estaba su vianda en su boca,

cuando vino sobre ellos el furor de Dios, y mató los más robustos de ellos, y derribó los escogidos de Israel.

No se acordaron de su mano, del día que los rescató de angustia;

cuando puso en Egipto sus señales, y sus maravillas en el campo de Zoán;

Envió entre ellos enjambres de moscas que los comían, y ranas que los destruyeron.

Dispuso el camino a su furor; no eximió el alma de ellos de la muerte, sino que entregó su vida a la mortandad.

E hirió a todo primogénito en Egipto, las primicias de las fuerzas en las tiendas de Cam.

los guió con seguridad, de modo que no temieron, pero el mar se tragó a sus enemigos.

Los metió después en los términos de su santidad, en este monte que ganó su mano derecha.

Y echó los gentiles de delante de ellos, y les repartió una herencia con cuerdas; e hizo habitar en sus moradas a las tribus de Israel.

Por esta causa dejó el tabernáculo de Silo, la tienda en que habitó entre los hombres;

Entonces despertó el Señor como {de un} sueño, como guerrero vencido por el vino,

Y edificó su santuario a manera de eminencia, como la tierra que cimentó para siempre.

de tras las paridas lo trajo, para que apacentara a Jacob su pueblo, y a Israel su heredad.

Dieron los cuerpos de tus siervos por comida a las aves de los cielos; la carne de los tuyos a las bestias de la tierra.

Derramaron su sangre como agua en los alrededores de Jerusalén; y no hubo quién los enterrara.

Somos afrentados de nuestros vecinos, escarnecidos y burlados de los que están en nuestros alrededores.

No recuerdes contra nosotros las iniquidades de {nuestros} antepasados; venga pronto a nuestro encuentro tu compasión, porque estamos muy abatidos.

Porque dirán los gentiles: ¿Dónde está su Dios? Sea notorio en los gentiles, delante de nuestros ojos, la venganza de la sangre de tus siervos, que se ha derramado.

Y devuelve a nuestros vecinos en su seno siete tantos de su deshonra, con que te han deshonrado, oh SEÑOR.

Y nosotros, pueblo tuyo, y ovejas de tu prado, te alabaremos para siempre; por generación y generación cantaremos tus alabanzas.

Despierta tu valentía delante de Efraín, y de Benjamín, y de Manasés, y ven a salvarnos.

SEÑOR, Dios de los ejércitos, ¿Hasta cuándo humearás tú contra la oración de tu pueblo?

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