97 casos

'Mía' en la Biblia

Y Labán le dijo: Ciertamente hueso mío y carne mía eres. Y estuvo con él el tiempo de un mes.

Y dijo Lea: ¡Qué dicha la mía! porque las mujeres me dirán bienaventurada; y llamó su nombre Aser.

Mía es la venganza y la paga, a su tiempo su pie vacilará; porque el día de su aflicción está cercano, y lo que les está preparado se apresura.

Los barrió el torrente de Cisón, el antiguo torrente, el torrente de Cisón. Hollaste, oh alma mía, con fortaleza.

Y aconteció que cuando él la vio, rasgó sus ropas, diciendo: ¡Ay, hija mía! en verdad me has abatido, y tú eres de los que me afligen; porque he abierto mi boca a Jehová, y no podré retractarme.

Y Ruth la moabita dijo a Noemí: Te ruego que me dejes ir al campo, y recogeré espigas en pos de aquel a cuyos ojos hallare gracia. Y ella le respondió: Ve, hija mía.

Entonces Boaz dijo a Ruth: Oye, hija mía, no vayas a espigar a otro campo, ni pases de aquí; y aquí estarás junto a mis criadas.

Y Noemí respondió a Ruth su nuera: Mejor es, hija mía, que salgas con sus criadas, y no que te encuentren en otro campo.

Y su suegra Noemí le dijo: Hija mía, ¿no he de buscarte un hogar, para que estés bien?

Y él dijo: Bendita seas tú de Jehová, hija mía; pues has hecho mejor tu postrera gracia que la primera, no yendo tras los jóvenes, sean pobres o ricos.

Ahora, pues, no temas, hija mía: yo haré contigo lo que me pidas, pues toda la gente de mi pueblo sabe que eres una mujer virtuosa.

Y cuando llegó a donde estaba su suegra, ésta le dijo: ¿Qué, pues, hija mía? Y ella le contó todo lo que aquel varón había hecho por ella.

Entonces Noemí dijo: Reposa, hija mía, hasta que sepas cómo termina esto; porque aquel hombre no descansará hasta que concluya el asunto hoy.

Y dijo David: Jehová Dios de Israel, tu siervo tiene entendido que Saúl trata de venir contra Keila, a destruir la ciudad por causa mía.

Y cuando ella se las puso delante para que comiese, él asió de ella, diciéndole: Ven, hermana mía, acuéstate conmigo.

Y le dijo su hermano Absalón: ¿Ha estado contigo tu hermano Amnón? Pues calla ahora, hermana mía; tu hermano es; no te angusties por esto. Y se quedó Tamar desconsolada en casa de Absalón su hermano.

Asimismo diréis a Amasa: ¿No eres tú también hueso mío y carne mía? Así me haga Dios, y así me añada, si no has de ser general del ejército delante de mí para siempre, en lugar de Joab.

Y ella dijo: Tengo una pequeña petición para ti; no me la niegues. Y el rey le dijo: Pide, madre mía, que yo no te la negaré.

También yo hablaría como vosotros. Si vuestra alma estuviera en lugar de la mía, yo podría hilvanar palabras contra vosotros, y sobre vosotros movería mi cabeza.

Vive Dios, el cual ha quitado mi derecho, y el Omnipotente, que amargó el alma mía;

«Al Músico principal: Salmo de David, siervo de Jehová, el cual dijo a Jehová las palabras de este cántico el día que le libró Jehová de mano de todos sus enemigos, y de mano de Saúl. Entonces dijo:» Te amaré, oh Jehová, fortaleza mía.

Mas tú, oh Jehová, no te alejes; Fortaleza mía, apresúrate a socorrerme.

«Salmo de David» A ti clamaré, oh Jehová, Roca mía; no te desentiendas de mí; Para que no sea yo, dejándome tú, semejante a los que descienden a la fosa.

Por tanto a ti cantaré, gloria mía, y no estaré callado. Jehová Dios mío, te alabaré para siempre.

«Al Músico principal: Masquil para los hijos de Coré» Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía.

Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí? ¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo,

¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle; Él es la salud de mi semblante, y mi Dios.

¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle; Él es la salud de mi semblante, y mi Dios.

Porque he aquí están acechando mi vida; se han juntado contra mí poderosos, no por falta mía, ni pecado mío, oh Jehová.

Fortaleza mía, a ti cantaré; porque eres, oh Dios de mi refugio, el Dios de mi misericordia.

No sean avergonzados por mi causa los que esperan en ti, oh Señor Jehová de los ejércitos; no sean confundidos por causa mía los que te buscan, oh Dios de Israel.

Y dije: Enfermedad mía es ésta; traeré, pues, a la memoria los años de la diestra del Altísimo.

Bendecid a Jehová, vosotras todas sus obras, en todos los lugares de su señorío. Bendice, alma mía, a Jehová.

Bendice, alma mía, a Jehová. Jehová, Dios mío, mucho te has engrandecido; te has vestido de gloria y de magnificencia.

Sean consumidos de la tierra los pecadores, y los impíos dejen de ser. Bendice, oh alma mía, a Jehová. Aleluya.

Misericordia mía y mi castillo, fortaleza mía y mi Libertador, escudo mío, en quien he confiado; el que somete a mi pueblo delante de mí.

No os fijéis en que soy morena, porque el sol me miró. Los hijos de mi madre se airaron contra mí, me hicieron guarda de las viñas, y mi viña, que era mía, no guardé.

A yegua de los carros de Faraón te he comparado, amada mía.

He aquí que tú eres hermosa, amada mía; he aquí que eres bella; tus ojos son como de paloma.

Mi amado habló, y me dijo: Levántate, oh amada mía, hermosa mía, y ven.

la higuera ha echado sus higos, y las vides en cierne dieron olor: Levántate, oh amada mía, hermosa mía, y ven.

Paloma mía, que estás en los agujeros de la peña, en lo escondido de escarpados parajes, muéstrame tu rostro, hazme oír tu voz; porque dulce es tu voz, y hermoso tu aspecto.

He aquí que tú eres hermosa, amada mía, he aquí que tú eres hermosa; tus ojos entre tus guedejas como de paloma; tus cabellos como rebaño de cabras, que se muestran desde el monte de Galaad.

Ven conmigo del Líbano, oh esposa mía, ven conmigo del Líbano: Mira desde la cumbre de Amana, desde la cumbre de Senir y de Hermón, desde las guaridas de los leones, desde los montes de los leopardos.

Prendiste mi corazón, hermana, esposa mía; has prendido mi corazón con uno de tus ojos, con una gargantilla de tu cuello.

¡Cuán hermosos son tus amores, hermana mía, esposa mía! ¡Cuánto mejores que el vino tus amores, y el olor de tus ungüentos que todas las especias aromáticas!

Como panal de miel destilan tus labios, oh esposa mía; miel y leche hay debajo de tu lengua; y el olor de tus vestidos como el olor del Líbano.

Yo vine a mi huerto, oh hermana mía, esposa mía: He recogido mi mirra y mis aromas; he comido mi panal y mi miel, mi vino y mi leche he bebido. Comed, amigos; bebed en abundancia, oh amados.

Yo dormía, pero mi corazón velaba: La voz de mi amado que llamaba: Ábreme, hermana mía, amada mía, paloma mía, perfecta mía; porque mi cabeza está llena de rocío, mis cabellos de las gotas de la noche.

Hermosa eres tú, oh amada mía, como Tirsa; de desear, como Jerusalén; imponente como un ejército con sus banderas.

Mas una es la paloma mía, la perfecta mía; Es la única de su madre, la preferida de la que la engendró. La vieron las doncellas, y la llamaron bienaventurada; las reinas y las concubinas, y la alabaron.

Mi viña, que es mía, está delante de mí; las mil serán tuyas, oh Salomón, y doscientas, de los que guardan su fruto.

Porque antes que el niño sepa decir: Padre mío, y madre mía, será quitada la fuerza de Damasco y los despojos de Samaria, en la presencia del rey de Asiria.

Trilla mía, y fruto de mi era; os he dicho lo que oí de Jehová de los ejércitos, Dios de Israel.

Estad atentos a mí, pueblo mío, y oídme, nación mía; porque de mí saldrá la ley, y mi juicio descubriré para luz de pueblos.

¡Mis entrañas, mis entrañas! Me duelen las fibras de mi corazón; mi corazón se agita dentro de mí; no callaré; porque voz de trompeta has oído, oh alma mía, pregón de guerra.

¡Ay de mí, por mi quebrantamiento! mi llaga es muy dolorosa. Pero yo dije: Ciertamente enfermedad mía es ésta, y debo sufrirla.

Ésta es tu suerte, la porción de tus medidas de parte mía, dice Jehová; porque te olvidaste de mí, y confiaste en la mentira.

Oh Jehová, fortaleza mía, y fuerza mía, y refugio mío en el tiempo de la aflicción; a ti vendrán gentes desde los extremos de la tierra, y dirán: Ciertamente mentira poseyeron nuestros padres, vanidad, y no hay en ellos provecho.

Y los pocos hombres que escaparen de la espada, volverán de tierra de Egipto a tierra de Judá, y todo el remanente de Judá, que ha entrado en Egipto a morar allí sabrá la palabra de quién ha de permanecer, si la mía, o la suya.

Y habló al varón vestido de lino, y le dijo: Entra en medio de las ruedas debajo de los querubines, y llena tus manos con carbones encendidos de entre los querubines, y espárcelos sobre la ciudad. Y él entró a vista mía.

Y Ahola se prostituyó aun cuando era mía; y se enamoró de sus amantes, los asirios sus vecinos,

De parte mía es puesta ordenanza, que en todo el señorío de mi reino todos teman y tiemblen ante la presencia del Dios de Daniel; porque Él es el Dios viviente y permanece por la eternidad, y su reino no será destruido, y su señorío permanecerá hasta el fin.

Ellos hicieron reyes, mas no de parte mía; constituyeron príncipes, mas yo no lo supe: de su plata y de su oro hicieron ídolos para sí, para ser talados.

No te alegres de mí, oh enemiga mía, porque aunque caiga, me volveré a levantar; aunque more en tinieblas, Jehová será mi luz.

Respondió Jesús y dijo: No ha venido esta voz por causa mía, sino por causa de vosotros.

El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió.

Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo.

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