'Por' en la Biblia
que Él había prometido antes por sus profetas en las Santas Escrituras,
y que fue declarado ser el Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos,
por quien recibimos la gracia y el apostolado, para obediencia de la fe en todas las naciones, por su nombre;
rogando que de alguna manera ahora al fin, por la voluntad de Dios, haya de tener próspero viaje para ir a vosotros.
esto es, para que sea yo confortado juntamente con vosotros por la fe mutua, mía y vuestra.
Porque en él la justicia de Dios es revelada de fe en fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.
Porque las cosas invisibles de Él, su eterno poder y Divinidad, son claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por las cosas que son hechas; así que no tienen excusa.
Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, a las concupiscencias de sus corazones, a que deshonrasen entre sí sus propios cuerpos,
ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, adorando y sirviendo a la criatura antes que al Creador, el cual es bendito por siempre. Amén.
Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza;
Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; porque en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo.
Mas por tu dureza, y tu corazón no arrepentido, atesoras ira para ti mismo, para el día de la ira y de la manifestación del justo juicio de Dios,
Porque todos los que sin ley pecaron, sin ley también perecerán, y todos los que en la ley pecaron, por la ley serán juzgados.
Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, no teniendo ley, son ley a sí mismos,
en el día en que Dios juzgará por Jesucristo, los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio.
y conoces su voluntad, y apruebas lo mejor; siendo instruido por la ley;
Porque el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros, como está escrito.
Así que el que es incircunciso por naturaleza, si cumple la ley, ¿no te juzgará a ti que con la letra y la circuncisión eres transgresor de la ley?
Porque no es judío el que lo es por fuera; ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne;
Pero si por mi mentira la verdad de Dios abundó para su gloria, ¿por qué aún soy juzgado como pecador?
¿Y por qué no decir (como somos difamados, y algunos afirman que decimos): Hagamos males para que vengan bienes? La condenación de los cuales es justa.
Por tanto, por las obras de la ley ninguna carne será justificada delante de Él; pues por la ley es el conocimiento del pecado.
Mas ahora, aparte de la ley, la justicia de Dios es manifestada, siendo testificada por la ley y los profetas;
la justicia de Dios que es por la fe de Jesucristo, para todos y sobre todos los que creen; porque no hay diferencia;
por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios;
siendo justificados gratuitamente por su gracia mediante la redención que es en Cristo Jesús;
a quien Dios ha puesto en propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia por la remisión de los pecados pasados, en la paciencia de Dios,
¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿De las obras? No, sino por la ley de la fe.
Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.
Porque uno es Dios, el cual justificará por la fe a los de la circuncisión, y por medio de la fe, a los de la incircuncisión.
¿Entonces invalidamos la ley por la fe? ¡En ninguna manera! Antes bien, confirmamos la ley.
Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse; pero no delante de Dios.
Pues ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia.
Pero al que no obra, pero cree en Aquél que justifica al impío, su fe le es contada por justicia.
¿Es, pues, esta bienaventuranza solamente para los de la circuncisión, o también para los de la incircuncisión? Porque decimos que a Abraham le fue contada la fe por justicia.
Porque la promesa de que él sería heredero del mundo, no fue dada a Abraham o a su simiente por la ley, sino por la justicia de la fe.
Por tanto, es por la fe, para que sea por gracia; a fin de que la promesa sea firme a toda simiente; no sólo al que es de la ley, sino también al que es de la fe de Abraham, quien es el padre de todos nosotros
Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios,
por lo cual también le fue imputado por justicia.
Y que le fue imputado, no fue escrito solamente por causa de él,
sino también por nosotros, a quienes será imputado, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús nuestro Señor;
el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación.
Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo,
por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos es dado.
Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.
Porque apenas morirá alguno por un justo; con todo pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.
Mas Dios encarece su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
Mucho más ahora, estando ya justificados en su sangre, por Él seremos salvos de la ira.
Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo; mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.
Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.
Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.
Así también fue el don, mas no como el pecado. Porque si por el pecado de uno muchos murieron, mucho más la gracia de Dios abundó para muchos, y el don de gracia por un hombre, Jesucristo.
Y el don, no fue como por uno que pecó; porque ciertamente el juicio vino por uno para condenación, mas el don es de muchos pecados para justificación.
Porque si por un pecado reinó la muerte, por uno; mucho más los que reciben la gracia abundante y el don de la justicia reinarán en vida por uno, Jesucristo.
Así que, como por el pecado de uno vino la condenación a todos los hombres, así también, por la justicia de uno, vino la gracia a todos los hombres para justificación de vida.
Porque como por la desobediencia de un hombre muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, muchos serán constituidos justos.
para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna, por Jesucristo, nuestro Señor.
Porque somos sepultados con Él en la muerte por el bautismo; para que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida.
Hablo humanamente, por causa de la debilidad de vuestra carne; que así como presentasteis vuestros miembros como siervos a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora presentéis vuestros miembros como siervos a la justicia y a la santidad.
Mas ahora, libertados del pecado, y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santidad, y por fin la vida eterna.
Porque la mujer que tiene marido está ligada por la ley a su marido mientras él vive; mas si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido.
Así también vosotros mis hermanos, habéis muerto a la ley por el cuerpo de Cristo; para que seáis de otro, de Aquél que resucitó de entre los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios.
Porque cuando estábamos en la carne, la influencia del pecado, que era por la ley, obraba en nuestros miembros llevando fruto para muerte;
¿Qué diremos entonces? ¿Es pecado la ley? ¡En ninguna manera! Al contrario, yo no hubiera conocido el pecado a no ser por la ley: Porque no conociera la codicia si la ley no dijera: No codiciarás.
Pero el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, produjo en mí toda codicia. Porque sin la ley el pecado estaba muerto.
Porque el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, me engañó, y por él me mató.
¿Entonces lo que es bueno, vino a ser muerte para mí? ¡En ninguna manera! Pero el pecado, para mostrarse pecado, obró muerte en mí por lo que es bueno, a fin de que por el mandamiento, el pecado llegase a ser sobremanera pecaminoso.
Gracias doy a Dios por Jesucristo nuestro Señor: Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios; mas con la carne a la ley del pecado.
Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne;
Y si el Espíritu de Aquél que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó a Cristo de entre los muertos, vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.
Porque si vivís conforme a la carne, moriréis, mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios.
Porque no habéis recibido el espíritu de servidumbre para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el Espíritu de adopción, por el cual clamamos: Abba Padre.
Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son dignas de comparar con la gloria que en nosotros ha de ser manifestada.
Porque las criaturas fueron sujetadas a vanidad, no voluntariamente, sino por causa de Aquél que las sujetó en esperanza,
Porque en esperanza somos salvos; mas la esperanza que se ve no es esperanza, pues lo que uno ve ¿por qué esperarlo aún?
Y de la misma manera, también el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos; pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.
Y el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.
¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios por nosotros, ¿quién contra nosotros?
El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con Él todas las cosas?
¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió, y más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.
Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero.
Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de Aquél que nos amó.
Por lo cual estoy seguro que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,
Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por mis hermanos, los que son mis parientes según la carne,
de quienes son los padres, y de los cuales vino Cristo según la carne, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por siempre. Amén.
ni por ser simiente de Abraham, son todos hijos; sino que: En Isaac te será llamada descendencia.
Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino los que son hijos de la promesa son contados por simiente.
(aunque aún no habían nacido sus hijos, ni habían hecho bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras de la ley sino por el que llama),
Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y que mi nombre sea predicado por toda la tierra.
Me dirás entonces: ¿Por qué, pues, inculpa? porque, ¿quién ha resistido a su voluntad?
Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques contra Dios? ¿Dirá lo formado al que lo formó: Por qué me has hecho así?
¿Qué, pues, diremos? Que los gentiles, que no procuraban la justicia han alcanzado la justicia, es decir, la justicia que es por la fe;
¿Por qué? Porque no la procuraron por fe, sino como por las obras de la ley, por lo cual tropezaron en la piedra de tropiezo,
Hermanos, ciertamente el deseo de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel, es para su salvación.
Porque Moisés describe la justicia que es por la ley: El hombre que hiciere aquellas cosas, vivirá por ellas.
Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo.)
Así que la fe viene por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.
Mas digo: ¿No han oído? Antes bien, por toda la tierra ha salido la voz de ellos, y sus palabras hasta los confines de la tierra.
Resutados de la Búsqueda continuados...
Resultados de Búsqueda por Versiones
Resultados de Búsqueda por Libro
Artículos Relacionados
- Aceptar a Cristo
- Conocer la voluntad de Dios
- Efecto de la ley
- El efecto de la muerte de Cristo.
- El pecado produciendo la muerte
- El sufrimiento, ánimos en
- Expiación
- Fariseísmo, y el Evangelio
- Garantía, naturaleza de
- Juicio Final
- Justicia imputada
- Justificación En virtud del Evangelio